"Affaire" ONAPRI
El 36 por ciento de interés anual fue una imposible quimera de oro
Volver al índice
del sitio

Al finalizar la semana pasada, doce estudios jurídicos de la Capital Federal trataban de realizar coordinados esfuerzos para echar las bases de un acuerdo satisfactorio entre sus patrocinados —millares de inversores— y los apoderados de Alberto Abraham Natín, propietario exclusivo de ONAPRI SRL, en ese momento preso en la cárcel de Caseros. Laureano Landaburu (h.) defendió a Natín durante dos semanas, pero finalmente no hubo acuerdo sobre honorarios. Ahora, el defensor es el ex camarista del crimen, Roberto Durrieu.
Cuando estalló el caso ONAPRI a mediados de diciembre de 1962, se originó un pánico similar al que podría haber causado la quiebra de un banco. ONAPRI era en cierta manera algo más que un banco, pese a que la SRL tenía declarado tan sólo un capital de veinte millones de pesos. Sucede que diez de los bancos provinciales, ocho de los mixtos, tres de los municipales y setenta de los privados existentes en el país, están lejos de tener la cartera de 2.500 millones de pesos —y quizá más— con que contaba ONAPRI. Los depósitos que tenía al 31 de agosto de 1962 el Banco Industrial de la República apenas si superaban esa cifra.
Natín fundó ONAPRI en 1951, con quince mil pesos de capital. En esa época, Natín creó un novedoso sistema según el cual la persona que invertía determinada suma de dinero, al cabo de cierto tiempo obtenía como suculenta recompensa un lote, pagado con los intereses y, además, se le devolvía el capital. Hacia 1955, la firma giró con veinte millones, y Natín asumió el control total de ONAPRI.
En esa época comenzó a recibir dinero en préstamo para construcciones, asegurando un elevado interés a sus clientes.
• Pronto, ese interés se elevó a un 36 por ciento. En los contratos figuraba únicamente un 10 por ciento y su contenido daba a ONAPRI amplias facultades. La única obligación legal consistía virtualmente en pagar los intereses y devolver el capital en determinados plazos, lógicamente prorrogables.
• La forma de realizar los pagos (se hacían a domicilio e, indefectiblemente, todos los fines de mes) fue la mejor publicidad para la empresa. Los inversores favorecidos con este trato instaron a sus familiares y amistades a participar también de ese jugoso tres por ciento mensual.
• De esta manera se formó una fabulosa red de clientes. Como ONAPRI nunca aceptaba cantidades inferiores a cien mil pesos, muchas personas, tanto en la Capital Federal como en el interior, constituyeron sub-redes. Recibían cantidades menores ofreciendo el 2 por ciento de interés y luego las colocaban en ONAPRI con una ganancia de un punto. Hay centenares de estos casos.
• Un solo estudio jurídico —integrado por los doctores Galli, Tonon y Pieroni— patrocina a unos trescientos profesionales que han hecho —en algunos casos— inversiones varias veces millonarias. Médicos, odontólogos y hasta abogados han colocado los ahorros de buena parte de su vida en ONAPRI. También hay figuras del mundo artístico en esas condiciones así como jefes de las Fuerzas Armadas, policías y hacendados. Cada uno de estos posibles damnificados debe pagar ahora 3.500 pesos a los abogados patrocinantes en carácter de gastos para realizar las negociaciones con los apoderados de ONAPRI. Es así como el estudio del doctor Tonon, por ejemplo, percibirá más de 2.000.000 de pesos par esta tarea, lo cual supone un espléndido negocio de verano. Cifras similares o mayores recibirán los otros estudios intervinientes.
• Parroquias y congregaciones religiosas depositaron, asimismo, muchos millones en la empresa. Un monje encargado de las recaudaciones para construcción de un colegio religioso llevó a ONAPRI todo lo recolectado en tanto se llegaba a la suma necesaria.
• Las crisis para ONAPRI comenzaron cuando ofreció a sus clientes pagar los intereses en forma trimestral o bianual en lugar de mensualmente, a mediados de 1962. La gran quimera de los intereses llegados a domicilio a bordo de automóviles último modelo, pareció desvanecerse de pronto: los pagos se interrumpieron bruscamente. Se desató una ola de presiones, pero Natín explicó en ese momento que las dificultades eran tan norma es como las que padecía el propio Estado Nacional en una época de grave crisis económico-financiera.
• Los titulares de las sub-redes, presionados por sus pequeños ahorristas, así como los jefes de producción de ONAPRI fueron los primeros denunciantes ante la justicia: acusaron a Natín de defraudaciones y estafas. (Muchos de ellos habían sido amenazados de muerte por iracundos acreedores. )
• La decena de productores-jefes cobraban un punto o medio punto por ciento mensual como beneficio por sus respectivas carteras de clientes. Esta semana deberán prestar declaración, porque sus comisiones serían consideradas extrañas y excesivas. Uno de tos productores, el de Versalles, es ahora un hombre rico. Precisamente en Versalles casi no hay manzana donde no haya varios acreedoras de ONAPRI. Otros barrios muy afectados son Palermo y Belgrano. En el interior se destaca Venado Tuerto, pero también hay muchos inversionistas en Córdoba y hasta en el Uruguay. Estos productores en su mayoría desistieron de la denuncia y hasta ahora no hay querellantes contra Natín.
• Natín, en sus declaraciones a la policía y a la justicia, ha tenido serenas respuestas para cada una de las acuciantes preguntas que se le hicieron. Sostiene, sin cansarse, que todo el dinero se ha invertido en edificios y terrenos, cuya lista figuraba en los libros secuestrados en Córdoba 1830, sede de la empresa.
• Fuentes policiales afirman en cambio que, según las constancias contables —los investigadores consideran que hay un doble juego de libros— Natín gastó realmente no más de 350 millones de pesos en esos edificios y terrenos declarados, pero admiten que, por la valorización operada a través de los años, esos bienes pueden llegar a sumar 1.200 millones con gravámenes por unos 400 millones. La policía dice también que Natín posee cuantiosas bienes en Uruguay. En ámbitos judiciales señálase que Natin oculta muchísimos bienes comprados con dinero de ONAPRI y puestos a nombre de varios testaferros.
• Hasta ahora intervienen dos juzgados: el del doctor Víctor Irurzún en el proceso por defraudaciones, y el del doctor Castro Walker en el pedido de quiebra efectuado por varios acreedores. El juez González Bonorino, a cargo del proceso criminal durante enero, reveló que el sumario ya tiene dos mil fojas, distribuidas en ocho cuerpos.
• Pero también la justicia del crimen investiga el supuesto suicidio de una hermana de Natin, ocurrido el pasado lunes 11 en Güemes 4044 de la Capital Federal.
PRIMERA PLANA
22 de Enero de 1963

Ir Arriba

 

Natín