Al finalizar la semana pasada, doce estudios jurídicos de la
Capital Federal trataban de realizar coordinados esfuerzos
para echar las bases de un acuerdo satisfactorio entre sus
patrocinados —millares de inversores— y los apoderados de
Alberto Abraham Natín, propietario exclusivo de ONAPRI SRL,
en ese momento preso en la cárcel de Caseros. Laureano
Landaburu (h.) defendió a Natín durante dos semanas, pero
finalmente no hubo acuerdo sobre honorarios. Ahora, el
defensor es el ex camarista del crimen, Roberto Durrieu.
Cuando estalló el caso ONAPRI a mediados de diciembre de
1962, se originó un pánico similar al que podría haber
causado la quiebra de un banco. ONAPRI era en cierta manera
algo más que un banco, pese a que la SRL tenía declarado tan
sólo un capital de veinte millones de pesos. Sucede que diez
de los bancos provinciales, ocho de los mixtos, tres de los
municipales y setenta de los privados existentes en el país,
están lejos de tener la cartera de 2.500 millones de pesos
—y quizá más— con que contaba ONAPRI. Los depósitos que
tenía al 31 de agosto de 1962 el Banco Industrial de la
República apenas si superaban esa cifra. Natín fundó
ONAPRI en 1951, con quince mil pesos de capital. En esa
época, Natín creó un novedoso sistema según el cual la
persona que invertía determinada suma de dinero, al cabo de
cierto tiempo obtenía como suculenta recompensa un lote,
pagado con los intereses y, además, se le devolvía el
capital. Hacia 1955, la firma giró con veinte millones, y
Natín asumió el control total de ONAPRI. En esa época
comenzó a recibir dinero en préstamo para construcciones,
asegurando un elevado interés a sus clientes. • Pronto,
ese interés se elevó a un 36 por ciento. En los contratos
figuraba únicamente un 10 por ciento y su contenido daba a
ONAPRI amplias facultades. La única obligación legal
consistía virtualmente en pagar los intereses y devolver el
capital en determinados plazos, lógicamente prorrogables.
• La forma de realizar los pagos (se hacían a domicilio e,
indefectiblemente, todos los fines de mes) fue la mejor
publicidad para la empresa. Los inversores favorecidos con
este trato instaron a sus familiares y amistades a
participar también de ese jugoso tres por ciento mensual.
• De esta manera se formó una fabulosa red de clientes. Como
ONAPRI nunca aceptaba cantidades inferiores a cien mil
pesos, muchas personas, tanto en la Capital Federal como en
el interior, constituyeron sub-redes. Recibían cantidades
menores ofreciendo el 2 por ciento de interés y luego las
colocaban en ONAPRI con una ganancia de un punto. Hay
centenares de estos casos. • Un solo estudio jurídico
—integrado por los doctores Galli, Tonon y Pieroni—
patrocina a unos trescientos profesionales que han hecho —en
algunos casos— inversiones varias veces millonarias.
Médicos, odontólogos y hasta abogados han colocado los
ahorros de buena parte de su vida en ONAPRI. También hay
figuras del mundo artístico en esas condiciones así como
jefes de las Fuerzas Armadas, policías y hacendados. Cada
uno de estos posibles damnificados debe pagar ahora 3.500
pesos a los abogados patrocinantes en carácter de gastos
para realizar las negociaciones con los apoderados de
ONAPRI. Es así como el estudio del doctor Tonon, por
ejemplo, percibirá más de 2.000.000 de pesos par esta tarea,
lo cual supone un espléndido negocio de verano. Cifras
similares o mayores recibirán los otros estudios
intervinientes. • Parroquias y congregaciones religiosas
depositaron, asimismo, muchos millones en la empresa. Un
monje encargado de las recaudaciones para construcción de un
colegio religioso llevó a ONAPRI todo lo recolectado en
tanto se llegaba a la suma necesaria. • Las crisis para
ONAPRI comenzaron cuando ofreció a sus clientes pagar los
intereses en forma trimestral o bianual en lugar de
mensualmente, a mediados de 1962. La gran quimera de los
intereses llegados a domicilio a bordo de automóviles último
modelo, pareció desvanecerse de pronto: los pagos se
interrumpieron bruscamente. Se desató una ola de presiones,
pero Natín explicó en ese momento que las dificultades eran
tan norma es como las que padecía el propio Estado Nacional
en una época de grave crisis económico-financiera. • Los
titulares de las sub-redes, presionados por sus pequeños
ahorristas, así como los jefes de producción de ONAPRI
fueron los primeros denunciantes ante la justicia: acusaron
a Natín de defraudaciones y estafas. (Muchos de ellos habían
sido amenazados de muerte por iracundos acreedores. ) •
La decena de productores-jefes cobraban un punto o medio
punto por ciento mensual como beneficio por sus respectivas
carteras de clientes. Esta semana deberán prestar
declaración, porque sus comisiones serían consideradas
extrañas y excesivas. Uno de tos productores, el de
Versalles, es ahora un hombre rico. Precisamente en
Versalles casi no hay manzana donde no haya varios
acreedoras de ONAPRI. Otros barrios muy afectados son
Palermo y Belgrano. En el interior se destaca Venado Tuerto,
pero también hay muchos inversionistas en Córdoba y hasta en
el Uruguay. Estos productores en su mayoría desistieron de
la denuncia y hasta ahora no hay querellantes contra Natín.
• Natín, en sus declaraciones a la policía y a la justicia,
ha tenido serenas respuestas para cada una de las acuciantes
preguntas que se le hicieron. Sostiene, sin cansarse, que
todo el dinero se ha invertido en edificios y terrenos, cuya
lista figuraba en los libros secuestrados en Córdoba 1830,
sede de la empresa. • Fuentes policiales afirman en
cambio que, según las constancias contables —los
investigadores consideran que hay un doble juego de libros—
Natín gastó realmente no más de 350 millones de pesos en
esos edificios y terrenos declarados, pero admiten que, por
la valorización operada a través de los años, esos bienes
pueden llegar a sumar 1.200 millones con gravámenes por unos
400 millones. La policía dice también que Natín posee
cuantiosas bienes en Uruguay. En ámbitos judiciales señálase
que Natin oculta muchísimos bienes comprados con dinero de
ONAPRI y puestos a nombre de varios testaferros. • Hasta
ahora intervienen dos juzgados: el del doctor Víctor Irurzún
en el proceso por defraudaciones, y el del doctor Castro
Walker en el pedido de quiebra efectuado por varios
acreedores. El juez González Bonorino, a cargo del proceso
criminal durante enero, reveló que el sumario ya tiene dos
mil fojas, distribuidas en ocho cuerpos. • Pero también
la justicia del crimen investiga el supuesto suicidio de una
hermana de Natin, ocurrido el pasado lunes 11 en Güemes 4044
de la Capital Federal. PRIMERA PLANA 22 de Enero de
1963
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