Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


A CABALLO, UNA MUJER ARGENTINA UNIO
A BUENOS AIRES CON OTTAWA
Por ROSARIO VIVES
Revista Mundo Argentino
21.07.1954

Amazona Ana Becker

"Buena suerte, Ana..." Frente al kilómetro 0, o sea desde el mismo burbujeante corazón de Buenos Aires, despedíamos a Ana Becker, la primera mujer que, en atrevida empresa, se arriesgaba a unir a lomo de caballo nuestra capital con la de Canadá.
Eso fué el primer día de octubre de 1950, día en que comenzó la historia de una hazaña insólita e increíble.
La persona que así nos ha hablado vibra aún por la emoción enternecida de saber que su amiga, su íntima compañera, ha llegado al punto final de su raid. En Boulogne acaban de transmitir la noticia por Radio Aficionados:
—¡Atención, Buenos Aires!... Ana Becker acaba de entrar en Ottawa. Son aproximadamente las dos, hora argentina.
Estábamos ya a 5 de julio de 1954. Tres años, nueve meses y cuatro días exactamente después. Pronto, se dicen, y rápida es de hacer la cuenta..., ¡pero son casi cuatro años de juventud que ha dado una mujer argentina en defensa de un ideal! Casi cuatro años de penurias, soledades y añoranzas de patria; casi cuatro años sólo acicateada por el deseo de llegar a ese punto elegido, ¡tan distante!, pero que su tesón acortaba en cada recorrido.
Como quien enhebra cuentas de colores, unió doce países a través de tres Américas, mientras paseaba ufana nuestros colores patrios por Bolivia, Perú. Ecuador. Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras. Guatemala. Méjico, Estados Unidos y Canadá.
¿Por cuántas peripecias habrá pasado la protagonista de esta verídica aventura?
Muchas preguntas quisiéramos hacerle a Ana Becker. Las contestará seguramente en ese libro que le han solicitado en Norte América para recrearse leyendo sus inagotables proezas, pero mientras tanto... ¿Qué mejor que su mejor amiga para acercarnos a ella?
Se llama Virginia Salussoglia y lleva minuciosamente ordenada la voluminosa correspondencia que a través del largo viaje de Ana le ha llegado. Siente aún la nostalgia de no haberla acompañado, ya que juntas se habían entrenado largamente y juntas acariciaron la misma idea.
Al fin, enredadas en amable charla, preguntamos:
—¿Cómo cree que surgió esta idea del raid a caballo?
—Ana fué siempre una verdadera entusiasta de la equitación. No olvidemos que ya contaba en su haber con dos importantes hazañas. En la primera cubrió la distancia desde La Pampa, hoy Eva Perón, hasta Luján; y en la según da recorrió las 14 provincias con dos caballitos criollos.
—¿Dónde había aprendido Ana a conocer tan bien a los caballos?
—Nacida y criada en nuestra hermosa pampa, Ana andaba a caballo desde los cinco años. Piense en las grandes extensiones pampeanas y considere que constituyeron su primer grandioso juguete. El caballo fué al principio un ser complaciente que le ayudaba en su vasto juego. Así fué familiarizándose con las distancias y con los equinos.
—¿Con qué medios contaba su amiga para afrontar tan atrevida empresa?
—Física y filosóficamente con su buena salud, su férrea voluntad y su dulce carácter.. En cuanto a todo lo demás, con la ayuda de la señora Eva Perón, quien la alentó vivamente para que cumplida su raid como una valiente amazona argentina. La irreparable pérdida de Evita, como cariñosamente la llamábamos, constituyó una ruda prueba, en especial para Ana.
—¿Desde qué punto del raid le llegó la primera comunicación?
—Desde Garín en adelante, ya que siempre tuve noticias de mi querida amiga.
—¿Notó alguna vez a través de sus cartas cierto signo de temor o de desfallecimiento?
—Nunca. Estoy segura de que cada obstáculo fué para Ana un estímulo más para seguir adelante, y eso que los obstáculos han sido muchos y grandes.
—¿Por qué no partió juntamente con su amiga?
—En nuestras cabalgatas por los alrededores de Buenos Aires aceptábamos convencidas la idea de que iniciaríamos juntas el raid. Luego pensamos que perdería gran parte de su valor al compartir las responsabilidades, y por último me di cuenta de que Ana deseaba hacerlo sola. En compensación, aquella mañana que partió se comprometió solemnemente a cumplir con las condiciones y el itinerario establecidos y a demostrar que la mujer argentina es realmente valiente.
—¿Admira usted de corazón a su amiga?
Al llegar a este punto la exaltación de mi interpelada asciende al máximo:
—¡Que si la admiro...! Le ruego que tome nota de lo que le digo y lo repita aunque le parezca muy vulgar. ¡Ana Becker hay una sola!
—¿No nos podría leer algunos párrafos de las cartas, de Ana?
—No hay ningún inconveniente.
Toma una, al azar, y lee:
—Quito. Ecuador, octubre 21 de 1951... "He rebajado 15 kilos. Los caminos son muy malos. Hay muchos ríos sin puentes. En dos ríos llevé a nado a los caballos. Tuve muchos accidentes cuando crucé la cordillera por sendas de indios para cortar distancias... Una vez. al hacer noche en una hacienda, me encerraron para secuestrarme. Me pude escapar por la ventana y me refugié con los indios..
El tono conciso no deja lugar a dudas. Todas sus peripecias están narradas escuetamente, sin adornos ni fantasías.
—De Saratoga. Nueva York, 15 de junio 1954. . . Ya aprendí algo el inglés y me defiendo muy bien. Me televisaron varias veces y también tuve que hablar por radio... La Paramount News filmó mi entrada a Nueva York...
"Querida Virginia, estoy sentada debajo de un árbol y mis caballos me miran cómo escribo... Parecen dos personas..."
El cariño a sus infatigables compañeros no decae. A través de sus cartas llegamos a saber que Ana habla con sus caballos y que, según ella, los nobles brutos la comprenden. También nosotros comprendemos que de otra forma no hubiera podido ser ese marchar de la solitaria amazona... ."Me miran como dos personas..." Sola, por esas sendas escamoteadas a los mapas; por esas negruras de los valles en los que ha caído la noche, o a través de esas desiertas extensiones bajo el bochorno del calor sofocante o tiritando por los agudos fríos próximos a las nieves, la única compañía fué la de sus dos caballos. Forzosamente los fué relevando.
Una vez porque la atropellaron "pensando que sólo era una india" y mataron a uno; otra vez por un desgraciado accidente topográfico: pero cada vez que caía uno se le desgarraba el corazón. Ahora, ya en Ottawa, alcanzada la tan ansiada meta, también los mira y ellos también la miran como si comprendieran que el triunfo está repartido. Animosa mujer esta Ana Becker. símbolo vivo de nuestra pampa. A ella le cupo el honor de ser la primera mujer argentina que atravesó a caballo las tres Américas, y la primera mujer en la historia que se arriesgó en tan formidable empresa.

 

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