Revista Redacción
abril 1973 |
BALLOTAGE EN CAPITAL PARA SANCHEZ SORONDO
A los 58 años, con un
pasado político cargado de polémicas, disputará ahora en la
segunda vuelta una banca de Senador por la Capital Federal.
Del nacionalismo derechista y anticomunista ha pasado al
socialismo nacional postulado por el Frejuli. Pero su mayor
preocupación aún sigue siendo la política exterior.
POR primera vez en su vida política, Marcelo Sánchez Sorondo
debe ceñirse a una disciplina partidaria y obedecer las
instrucciones de un comando electoral: el del Frente
Justicialista de Liberación. Acostumbrado a decir lo que
pensaba —en cualquier momento y en cualquier lugar—, el
veterano militante nacionalista se encuentra ahora
encorsetado como todo dirigente político que aspira ganar
una elección. Justamente lo que él criticaba duramente en
todos esos años en que se dedicó a señalar "los vicios del
sistema democrático".
"No soy yo quien pone limitaciones a los temas —se excusa—,
ustedes me conocen muy bien y saben que me gusta hablar de
todo. Pero debo ser disciplinado". Es cierto. Y por eso
Sánchez Sorondo se limitó a hablar de los temas señalados
para la campaña, en especial, la política exterior.
"El Frejuli —dijo a Redacción— postula el mantenimiento de
relaciones con todos los países del mundo, sobre la base de
la autodeterminación. Ello significa que no condicionaremos
nuestras relaciones al tipo de regímenes vigentes en los
demás países. El criterio que nos guía es el pluralismo
ideológico en las relaciones internacionales, por lo cual
las características de un Gobierno determinado no pueden
obstar a mantener vínculos normales. Es claro que exigimos a
las demás naciones que dichos principios sean respetados en
relación a la Argentina".
Con respecto a las relaciones diplomáticas con los países
latinoamericanos en lucha por su liberación nacional, afirmó
que "la Argentina aspira a estrechar lazos íntimos con el
Pacto Andino y, por esa vía de integración, a complementarse
plenamente con Chile y Perú. Desde luego, somos solidarios
con las empresas de liberación nacional que han emprendido
el Gobierno militar de Lima y el de la Unidad Popular de
Santiago, en la medida en que ambas se inscriben en la gran
tarea común a los Estados de nuestra América, a la que la
Argentina se sumará, en pie de igualdad, no bien el Frente
asuma el Gobierno".
Sánchez Sorondo definió la posición del Frejuli ante Brasil:
"Estamos decididos a proseguir con el trato amistoso que es
tradicional con nuestros países. En ello no pueden hacer
mella las diferencias de orientación política que caben
dentro del citado pluralismo ideológico. Es claro que la
consolidación del eje Washington-Brasilia, si se verifica,
retardaría lamentablemente la integración que desean apurar
los pueblos hermanos de Argentina y Brasil. Estamos
persuadidos de que, sin la incorporación de Brasil, América
Latina no podrá llevar a sus últimas consecuencias el
desafío de la hora".
"El Frente ha denunciado el Acuerdo de Nueva York —agregó —,
trazado entre los gobiernos de Argentina y Brasil, en cuanto
al aprovechamiento de los recursos, naturales. Nuestro
gobierno impugnará ese acuerdo, por cuanto no incluye el
derecho de consulta que estimamos irrenunciable por nuestra
parte. Tal opinión acerca del Acuerdo no significa, sin
embargo, una crítica sobre el Gobierno del país hermano,
sino un enjuiciamiento para el Gobierno de Lanusse, que en
ese campo no cauteló, como era debido, los intereses
nacionales."
Acerca de los tres centros mundiales de poder constituidos
en Estados Unidos, la Unión Soviética y el Mercado Común
Europeo, puntualizó: "Aspiramos a una interrelación
provechosa y a la concurrencia de capitales provenientes de
esas áreas que estén dispuestos a aceptar las condiciones de
participar realmente en el desarrollo de nuestro país, que
impondrá el Gobierno del doctor Cámpora. Vamos a revisar
nuestro intercambio con Estados Unidos, pues confrontamos
allí un pesado y crónico déficit. En cambio, volcaremos con
preferencia nuestra capacidad importadora hacia los países
desarrollados que se muestren disponibles a aumentar sus
compras en nuestro mercado y a incluir en ellas una
creciente participación de manufacturas".
Finalmente, el candidato a senador por el Frejuli explicó a
Redacción el sentido actual del nacionalismo argentino:
"Tiende a la liberación ampliando su marco de actuación a
escala continental. Entiendo que ese designio es
inalcanzable sin la participación popular en todas las
esferas de decisión. Por ello es que el nacionalismo 1973
debe convertirse en un socialismo nacional. De éste esbozaré
las que son sus tres notas distintivas: humanista, esto es,
acorde con nuestra tradición cristiana; independiente, esto
es, absolutamente desvinculado de los centros mundiales
ideológicos; nacional, esto es, adecuado exactamente a la
realidad cultural y social del país, y por lo tanto, no
dogmático".
BALLOTAGE EN CAPITAL PARA
FERNANDO DE LA RUA
A los 35 años, después de haber sido asesor de gabinete del
Ministro Palmero, aparece como la nueva figura del
radicalismo metropolitano en una elección donde su partido
se juega el resto frente al peronismo. Su lenguaje es el que
marca la tónica juvenil que intenta remozar las viejas
estructuras de la política argentina.
Fernando de la Rúa conoce la actividad política desde que
ingresara en 1955 a la Juventud Radical de Córdoba. Su padre
había sido Ministro de Gobierno de Amadeo Sabattini y de esa
corriente proviene su formación política. Se recibió de
abogado en 1958; cinco años después (hasta el golpe del 28
de junio de 1966) durante el gobierno de Arturo Illia, fue
asesor del Ministro de Interior, Juan Palmero. Perfeccionó
sus estudios en Roma durante el año 1962, haciendo un curso
de Derecho Público para el que lo becara la Universidad de
Córdoba.
Como todo su partido, De la Rúa acepta el reciente fracaso
electoral, aunque cree como Walt Whitman que "en las
derrotas también existe la grandeza". Entrevistado por
Redacción, el candidato a Senador admitió que para la UCR ha
llegado la hora de la autocrítica ("No será silenciosa, ni
subterránea, sino sonora"). El traspié del 11 de marzo,
tiene para él la siguiente explicación: "Este gobierno de
las Fuerzas Armadas creó una opción y esa opción era contra
el propio Gobierno. Entonces se localizó la oposición a
través del Frente, que pudo reunir así además de su caudal
propio, otros votos que querían hacer sentir esa oposición".
Con respecto al rol que le correspondió a la UCR en el
proceso político de los últimos dos años, De la Rúa estima
que una de las principales razones por las cuales el
radicalismo fue superado por el Frejuli reside en "el gran
esfuerzo, el gran sacrificio para llegar a la salida
institucional, pues abrió el diálogo con sectores con los
que había existido un tradicional antagonismo; tuvo que
conducir también el esfuerzo para que se llegara real y
limpiamente a elecciones. Todo eso exigió mucho sacrificio y
le hizo perder una gran cantidad de votos independientes".
La UCR no será partícipe del Gobierno después del 25 de mayo
pero se reserva el nivel de fiscalizador del Ejecutivo.
"Nosotros vamos a ejercer el control con todas nuestras
fuerzas —enfatiza— y con todo nuestro empeño para que se
produzca el cambio en un perfecto clima de democracia".
De la Rúa no quiso abrir juicio sobre su adversario en el
ballotage: "Prefiero que a Marcelo Sánchez Sorondo lo juzgue
el pueblo en las urnas". Su preocupación radica ahora en
"los compromisos ante la Nación, en los documentos
fundamentales de la Hora del Pueblo, que comprenden la
vigencia de la democracia, el respeto de las minorías, y el
cambio social unido a la emancipación económica".
Indudablemente, al radicalismo le corresponderá llevar el
peso de una oposición que no será nada cómoda, y desde donde
tendrá que afrontar un complejo muestrario de problemas. Por
ejemplo, con respecto a las casas de altos estudios, De la
Rúa explicó a Redacción su tesis sobre la necesidad de
"propugnar una reforma que asegure de inmediato la autonomía
de la Universidad y la participación de los estudiantes en
su gobierno".
"Todos coincidimos en que hay que defender la libertad
individual y la libertad de prensa —puntualizó—y es un
problema sobre el que he meditado largo tiempo". En ese
sentido, considera que es imprescindible la regulación del
recurso de hábeas corpus "porque es necesario eliminar la
restricción y las limitaciones que le ha introducido el
Gobierno de facto". Por otra parte, los instrumentos legales
que se han dado en llamar la "legislación represiva", son
considerados por De la Rúa como "Leyes especiales que deben
ser derogadas". Y luego afirmó: "Queremos hacerlo ahora del
mismo modo que lo hicimos en 1964, época en la cual me tocó
en el Ministerio del Interior coordinar y centralizar todas
las tareas para la elaboración del proyecto del Poder
Ejecutivo, sancionado por el Congreso, derogando toda
legislación especial".
En el orden económico, el radicalismo tiende al
proteccionismo y a la nacionalización de los mecanismos que
mueven las riquezas del país. Uno de ellos, por ejemplo, es
el comercio exterior, clave de todo desarrollo futuro.
"Nosotros entendemos —afirmó— que el comercio exterior,
fundamentalmente de carnes y granos, debe nacionalizarse de
modo que asegure las divisas producidas por el país, y que
ellas ingresen realmente a sus arcas, rompiendo así el
manejo de los monopolios".
"Por otra parte —continuó— debemos insistir sobre el
aprovechamiento del río Paraná. El proyecto de Itaipú está
más publicitado pero no más avanzado, en el plano técnico,
que el argentino-paraguayo de Corpus, y debe lograrse el
aprovechamiento integral del Cañón del Guayrá, que es una de
las más grandes reservas hidroeléctricas del mundo.
Especialmente, para beneficio de América Latina, que con ese
potencial hidroeléctrico puede cambiar la faz del mundo"
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