Hace un siglo y medio que se fundó la Biblioteca Nacional y
sesenta años que vive en un local originariamente destinado a la
Lotería, en la calle México. Pero hace más de veinte que se
asfixia entre problemas de espacio y deficiencias técnicas. La
semana pasada se dio un nuevo paso para sacarla de ese
estancamiento. El ministro de Educación y Justicia anunció
que hay una partida de 50 millones de pesos, en el presupuesto
de 1963, destinados a iniciar la construcción del nuevo edificio
de la Biblioteca. Lo anunció después de entregar los premios del
concurso organizado en 1961 y cerrado en 1962 para elegir el
anteproyecto de ese nuevo edificio. Después de un siglo y medio,
la Biblioteca tendrá casa propia. Estará ubicada en la plaza
Rubén Darío, una manzana comprendida entre las avenidas Las
Heras y Libertador y las calles Agüero y Austria, donde antes se
levantaba la residencia presidencial. Tendrá una superficie
total estimada en 38.580 metros cuadrados y una altura de 35
metros (el equivalente a una casa de doce pisos). Sij costo se
calcula en 500 millones de pesos y la construcción, dentro de
condiciones normales, puede demandar unos tres años. Sin
embargo, estos pormenores no sirven para dar una visión concreta
del edificio, una obra de avanzada arquitectura. Quienes pueden
darla son sus autores: Francisco Bullrich, Alicia Cazzaniga de
Bullrich — su esposa — y Clorindo Testa. Detrás de estos
nombres, hay una década de actividad profesional pero un reguero
de distinciones, cargos públicos, cátedras, publicaciones y,
lógicamente, construcciones. Las ideas fundamentales que
guiaron a los autores fueron: • Salvar los jardines. Se
trataba de sacar partido del decreto 6123/60, que prevé que los
terrenos sobre Las Heras, actualmente casi todos ellos en poder
del Ministerio de Educación, pasarán a la Biblioteca. "La
ampliación de nuestro proyecto se realiza sobre esos terrenos,
permitiendo así salvar los actuales jardines, que dan sobre
Libertador." • Las salas, arriba. Se buscó que dominaran el
paisaje, que fueran algo así como la cabeza del edificio. •
Los depósitos, bajo tierra, lo que posibilita futuras
expansiones sin deformar el edificio. Una descripción
exterior —y vulgar — de la obra, la presentaría como una especie
de enorme mesa aposentada sobre el piso. De la tabla de esa mesa
cuelga una barquilla o bandeja. Una descripción más metafórica,
y provista por sus proyectistas, la explica así: "Una entidad
racional, con los pies firmes en el suelo y la audacia que le
permita sobrevolar el terreno". Comenzando desde abajo, el
conjunto consta de tres subsuelos; los dos inferiores albergarán
tres millones de libros y el superior servirá para almacenar
500.000 volúmenes de revistas y diarios. Hay luego un nivel
semienterrado, donde se encuentran el acceso de personal y de
libros y los servicios técnicos de la biblioteca (lado Oeste),
la hemeroteca, el salón de lectura, la sala de ejemplares raros
y su respectivo depósito (Este). Por encima de este nivel se
despliega una gran terraza de acceso de público, a la cual se
llega por medio de escaleras o rampas desde sus cuatro costados.
Además, se encuentra allí el hall de entrada. De este plano
surgen cuatro columnas, cuatro apoyos que sostienen un cuerpo
sobreelevado, donde se hallan las salas de lectura. Dicho cuerpo
consta de cuatro niveles; los dos superiores alojan los ámbitos
correspondientes al gran salón de lectura para 400 personas: el
hall de llegada, pedido y devolución de libros, los ficheros (20
millones de fichas), "fumoirs", salitas para investigadores,
sala de diccionarios (5.000 volúmenes). Los dos niveles
inferiores están dedicados a las siguientes salas: Argentina,
Música, Mapas, Estampas, Braille y Reservados; cada una cuenta
con fichero especializado y depósito de ejemplares.
Suspendido por debajo de este cuerpo dedicado a las salas de
lectura, se encuentra el que aloja a las oficinas de la
dirección, un salón de exposición, un bar y un auditorio con
capacidad para 200 personas. Las circulaciones verticales del
edificio se aseguran con una escalera general y tres ascensores
rápidos para el público; una escalera y un ascensor para el
personal; un montacargas mayor y cinco menores, que
transportarán los volúmenes desde los depósitos al gran salón de
lectura. Queda todavía por enumerar un 1 cuerpo más bajo,
situado en un costado del edificio, donde se instalará la
Escuela de Bibliotecarios: habrá allí aulas teóricas y
prácticas, bibliotecas especializadas y oficinas. En el techo
jardín está la vivienda del director y en el subsuelo algunos
servicios (carpintería imprenta, restauración, fotografía,
etc.). El proyecto de Bullrich y Testa es el tercero que se
conoce para establecer una sede definitiva de la Biblioteca
Nacional: los otros datan del 1889 (arquitecto Tamburini: se
asemeja al Congreso) y de 1944 (arquitecto Ochoa; tiene
similitudes con la Facultad de Derecho). Es, si nada lo impide,
el que se concretará. Las autoridades de Educación han
insistido en que levantar la nueva Biblioteca es asunto de
primera prioridad. Será una manera de impedir que las lluvias,
las estrecheces y el abandono sigan destruyendo el acervo
cultural más importante de la República. Revista Primera
Plana 02.04.1963
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