Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Ecos del archivo
Boca Juniors Vs. Independiente
Revista Mundo Deportivo
04.03.1957

Así lo quiso el destino
por Raúl Canizaro

EL fútbol, antes de entrar en la etapa del profesionalismo tuvo varias escisiones que
conspiraron contra su prestigio. En el año 1926 se hizo la fusión de la Asociación Argentina y la Asociación Amateur, que colmó un deseo ansiosamente esperado. Boca Juniors fué el campeón en esa temporada de la asociación citada en primer término e Independiente de la otra. Dos viejas divisas, dos equipos poderosos; cada uno de ellos, en los campeonatos que habían intervenido, cumplió actuaciones extraordinarias. Por ello la opinión estaba dividida respecto a quién era el mejor de los dos. Cuando se anunció la confrontación de los dos campeones hubo una conmoción en el ambiente deportivo.
La fecha del encuentro, 20 de febrero de 1927, fué esperada ansiosamente. La cancha de River cobijó 45.000 espectadores bulliciosos, con banderas y estandartes, en cantidad nunca vista. Las apuestas sobre el resultado fueron cosa corriente. Muchos espectadores que no pudieron ingresar al estadio, al verse colmada su capacidad, se trepaban a los postes telegráficos y a los árboles. Otros, en cantidad numerosa, abrieron una puerta clausurada y entraron a la carrera, ante la impotencia policial para detenerlos. Algunos que cayeron al suelo fueron pisoteados. Otros más, ante la imposibilidad de poder presenciar el encuentro, entraron a la cancha.
Cuando entró Independiente, una cerrada ovación lo recibió, que habría de repetirse al ingresar al campo Boca Juniors. Banderas y gallardetes salieron a relucir. Las voces de aliento estremecían el estadio. El capitán de Boca entregó un ramo de flores al de Independiente. Los minutos parecían dilatarse. La nerviosidad fué ganando poco a poco a todos los espectadores. El juez, señor Repossi, no daba comienzo a la lucha hasta que no se retirara el público que estaba en la cancha. Es que existía la posibilidad de un gran disturbio. A medida que el público se fué retirando, fué también disminuyendo la gritería. Iba a comenzar el sensacional encuentro. El silencio se hizo absoluto, aunque parecía vivirse una sensación extraña. Suena el silbato y Ravaschino quiebra una situación que se hacía insostenible. Bidoglio cosechó muchos aplausos en sus primeras intervenciones. Quizás fuera el temor de sus parciales. Después Boca fué al ataque en esos instantes iniciales.
Cuando Independiente efectuó sus primeros avances pudo advertirse que la línea media de Boca, con dos suplentes, no respondía a las exigencias de una delantera compuesta por ágiles de juego científico y combinaciones perfectas. Ese era el fuerte de Independiente. Y trataba de explotar a sus forwards al máximo. Allí radicaba la potencialidad del conjunto que integraban: Isusi; Dibuglio y Ucar; Pérez; Ronzoni y Chiarella; Canaveri, Lalín, Ravaschino, Seoane y Orsi, y que había cumplido extraordinaria campaña. Pero si alto era el prestigio de sus hombres, no le iban en zaga los de sus ocasionales adversarios. Como que ellos eran: Tesorieri; Bidoglio y Muttis; Médici, Garasino y Strada; Tarascone; Gherro, Cerrotti, Kuko y Delgado. Una magnífica defensa complementada con una delantera oportuna y peligrosa.
Independiente consiguió el control del juego. La plasticidad de sus hombres era constantemente aplaudida. Pero Boca no era menos peligroso. Un avance de Kuko y su posterior centro ajustado, que fué tomado por Cerrotti, provocaron una gran atajada de Isusi. Después el juego se fué equilibrando. En virtudes y defectos. Así llegaron al término de ese primer período con el score en blanco. En verdad no se vio todo lo que se esperaba.
Un inmenso gentío comenzó nuevamente a entrar al campo de juego. Se temía la suspensión del encuentro por este motivo. Al ingresar nuevamente los jugadores el árbitro dio por terminado el encuentro. Después cambió de parecer. Pero cuando puesta ya en juego la pelota Tarasconi fué molestado al avanzar, el árbitro no titubeó más y lo suspendió definitivamente, entendiendo que así no se podía jugar. Y estaba en lo cierto. 0 a 0 fué el resultado final. Independiente había sido quien más ataques llevó; pero Boca fué el más peligroso. La promesa de una nueva confrontación aplacó en cierto modo los exaltados ánimos de los espectadores por este final, imprevisto, antes de comen zar el encuentro. Y así se retiró entre gritos y cantos...
Pasaron los días. Era el 3 de marzo. Nuevamente iban a dirimir supremacías esas dos divisas tan caras al afecto popular. Independiente estaba integrado igual que en el encuentro anterior. Boca, por su parte, había efectuado dos cambios: Elli por Strada y Bisio por Kuko.
Esta vez no había ocurrido como en el anterior encuentro. El hecho de jugarse en día hábil, sumado a la circunstancia del aumento del precio de las entradas, había restado público. Con todo, era muy numerosa la concurrencia que se aprestaba a presenciar la lucha.
Cerrotti puso en juego la pelota, no prosperando el avance. De entrada las huestes de Independiente se lanzaron al ataque. Una y otra vez la pelota merodeó en las cercanías de la valla de Tesorieri. Iban diez minutos de juego cuando se vivió la primera gran emoción. Orsi esquivó a Bidoglio y avanzó resueltamente hada la valla. Estaba solo. Cuando ya se aclamaba el tanto, Tesorieri, en magnífico esfuerzo, arrojósele a los pies adueñándose del balón. La presión de los "rojos" iba en aumento. Tres minutos después de la anterior jugada Seoane tomó la pelota de Ronzoni y eludió a Médici, para habilitar a Ravaschino;
éste a su vez anuló a Garasino y pasó a Lalín, quien alargó el pase a Canaveri. El puntero se desprendió de Elli y volvió al centro, donde tomó Lalín, pero Muttis alejó el inminente peligro. La alta capacidad exhibida en la jugada fué largamente aplaudida por el público. Boca parecía no reencontrarse. Su línea media, replegada ante el virtuosismo de los delanteros adversarios, dejó huérfana de apoyo a la delantera, que se veía imposibilitada de avanzar. La caída de la valla de Tesoríeri parecía cuestión de tiempo. Un centro largo de Lalín fué recogido por Orsi, quien nuevamente anuló a Bidoglio y desde 10 metros enfiló un potente remate. Se gritó el gol, pero el arquero boquense, en gran esfuerzo, salvó la situación en forma admirable. La lucha se circunscribía al ataque de Independiente y la defensa de Boca. Por un lado la alta calidad técnica la precisión en los pases, el virtuosismo de sus hombres. Por el otro, la serenidad de una defensa capaz, sobria, expeditiva.
Cuando comenzó la etapa complementaria el juego no había cambiado en su fisonomía. Boca se había replegado por completo ante los constantes ataques de sus adversarios. La tarea se hizo por momentos abrumadora para loe hambres boquenses, que fallaban en sus Intervenciones. Cherro iba a buscar la pelota para ayudar a sus compañeros. Y contra toda lógica fué Boca quien casi logra la apertura del score. Iban 25 minutos cuando Pérez ejecutó un tiro libre que interceptó Tarasconi para pasar a Cherro. Este avanzó para ceder a Cerrotti, quien anuló a Chiarella e hizo centro. Bissio, de cabeza, estrelló la pelota en el travesaño cuando la defensa del guardavalla era nula. Después se equilibró un poco el juego. Los hombres de Independiente seguían predominando, pero sus avances eran una sucesión interminable de pases. Boca era todo lo contrario. Faltaban muy pocos minutos para terminar el encuentro. Chiarella comete hands. Toma la infracción Médicl y su centro es tomado por Delgado, cerca de la valla, para tirar. La pelota pega en la arista interior del travesaño y después de describir una curva sale del campo. Fué una salvada providencial. En seguida termina el encuentro. El 0 a 0 fué inamovible. Hubiera sido una injusticia que Boca lograra ese gol. Había sido dominado casi todo el encuentro. Pero Independiente adoleció de un defecto capital: la excesiva combinación de sus hombres, malogrando muchos momentos oportunos. Boca jugó más flojo que en el anterior encuentro. Su defensa actuó casi todo el partido replegada. Pero en los pocos avances demostró suma peligrosidad. Sobre todo en la última jugada, cuando el gol era cantado. El cero a cero resultó inamovible. Dos hombres habían hecho lo imposible en esos noventa minutos. Ronzoni. apoyando a sus hombres, acompañándolos hasta las puertas mismas del arco. Tesorieri, defendiendo su valla con ardor y eficiencia. Después dieron las hurras juntos, abrazados. Eran dos colosos que no pudieron superarse. Parecía que siempre seguirían así. Como si lo hubiera querido el destino.

 

 

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Independiente
Equipo de Independiente, campeón de 1926. Estaba integrado, entre los parados con Pérez, Debuglio, Ucar, Isusi, Ronzoni y Chiarella; hincados, Canaveri, Lalin, Ravaschino, Seoane y Orsi, vistos de izquierda a derecha

 

 

Tesorieri
Américo Tesorieri
Boca - Independiente
INtegrando la delantera de Boca Juniors, Roberto Cherro tuvo una destacada actuación frente a Independiente. Impetuosos, luchador, fué el delantero más peligroso de su equipo