Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Televisión
Cándido Pérez, Señoras
hábil demagogia en 15 meses de éxito
Revista Primera Plana
27.11.1962

El filósofo francés Gilbert Cohen-Séat ha observado que "el espectáculo y los juegos organizados no hacen sino superponerse al espectáculo y al juego de la vida de donde han sido extraídos. Simplemente, ocurre que allí donde la vida pierde su frescura, se repite e imita a ciegas, se encierra en un círculo estrecho de costumbres y perfeccionamiento (es decir, de comodidad, esclavitud y aburrimiento), los espectáculos y los juegos asumen la función de permanecer sorprendentes y fantasiosos, curiosos y libres. Así, enseñan la vida a su manera".
La observación, surgida a raíz de un estudio sobre el cinematógrafo, le sirve a buena parte de la televisión y parece un adecuado acápite para rastrear uno de los últimos fenómenos del video argentino: se trata del ciclo de ficción "Dr. Cándido Pérez - Señoras", el de mayor éxito en su género de la temporada 1962.
¿Cómo se ha producido ese éxito realmente irrefrenable y no menos insospechado? "Ni remotamente lo esperaba", confiesa Abel Santa Cruz, libretista y factótum en la marcha del suceso.
Tampoco esperaba que dentro de su proficua labor de escritor radial, televisivo, cinematográfico, teatral, periodístico y fotonovelístico, "Pérez" se convirtiera —así lo asegura— en su triunfo más resonante. Ciertas estadísticas le ayudan a afirmarlo: el programa lleva 15 meses en el Canal 13, y ya se ha renovado el contrato para 1963; tuvo 2 meses de pingües ingresos en el teatro (se dio en el Presidente Alvear), y los sigue teniendo: un reciente fin de semana, en una sala de La Plata, dejó 160 mil pesos de "bordereaux"; peregrinó activamente por la radio (LR1, domingos. de 13 a 14), y ya está comprometida una nueva actuación, a partir de abril venidero (la radio interesa, especialmente, porque sus cintas magnéticas cubren un amplio campo en el interior del país); y, finalmente, acaba de estrenarse una versión cinematográfica, que la semana anterior llegó a los barrios (31 salas), para iniciar allí su más rendidora exhibición. "Pérez", además, ha pagado las fronteras argentinas: los "video-tapes" se proyectan, actualmente, en Lima y Montevideo. Como se deduce, no sólo es el mayor suceso del ex poeta Abel Santa Cruz, sino uno de los mayores en la historia de la televisión nacional.

Los orígenes
Generalmente, en los orígenes de un éxito, intervienen factores insólitos: un episodio resonante, la boga de una figura, pocas veces la originalidad de un autor.
El caso de "Pérez" agrupa elementos dispares entre los que circulan casi 20 años. El canal 13 necesitaba en el último semestre de 1961, una comedia destinada a reemplazar a un desvaído programa cómico: "Cacería"
Para esa comedia disponía de Juan Carlos Thorry; y Juan Carlos Thorry recordó dos películas, por él protagonizadas junto a Mirtha Legrand y dirigidas por Carlos Hugo Christensen: "La pequeña señora de Pérez", 1944, basada sobre una obra de Andor de Soos y su secuela (secuela obligada por la vasta acogida que se brindó a su predecesora), "La señora de Pérez se divorcia", 1945, para la que se echó mano de Victoriano Sardou, refaccionándolo según las necesidades de entonces.
Al recuerdo de Thorry, por medio de un rápido salto temporal, se unió una obra teatral que se había mantenido largamente en la cartelera del '"Smart": "Blas", del francés Claude Magnier. La estrenó el 12 de mayo de 1961 la compañía encabezada por Raúl Rossi: era un flaco vodevil, donde la parte más descollante debía corresponder a una mucama encarnada por Teresa Blasco (en París lo jugó Marie-José Nat; en España, Susana Campos), importancia que se limó para no tapar el prestigio de Rossi.
"Pérez" y "la mucama": el cuadro del teleteatro estaba completado en un 70 %; faltaba volver a casar al médico con Julia Sandoval y salir al aire; se previeron tres meses y el espectáculo apareció el de setiembre de 1961.

Dramatis persona?
Cándido Pérez es un hombre maduro, de unos 45 años, con dos hijos de su anterior matrimonio y una nieta. Galante, se lo presenta seriamente enamorado de su mujer; compone frases brillantes en el plano erótico ("Con esos ojos que me caigo dentro y si no me ahogo es porque me agarro de una pestaña") o divertidas cuando se burla o ironiza ("No se dice porta-pollos, sino portafolios. Soy médico de señoras, no de gallinas"). Es bondadoso pero suele no reprimir su impulsividad.
Silvina, la esposa, constituye un compendio de ternura y espiritualidad; ha hecho suyos a sus hijastros y comparte penas y dolores, buscando la solución y el consuelo. No tiene complejos sociales y se desvive por esmerar a la sirvienta, Claudia, devoradora de fotonovelas y televisión. Claudia, lógicamente, forma parte de la casa, se inmiscuye en todo, oye detrás de las puertas, y su torpeza engendra repetidos momentos de comicidad. Cata, suegra de Cándido Pérez, da la referencia a los hábitos del pasado y puede convertirse en un árbitro sólido.
Los primeros meses de "Pérez" no redundaron en una popularidad concreta; el primer tema esgrimido por el libretista fueron los concebidos celos de Silvina hacia su marido y la emisión se desarrolló con un respaldo mediano de audiencia.
Conviene recordar que Abel Santa Cruz es un experto en esta materia:
la veteranía de su profesión lo ha dotado de una destreza formidable para mover a sus personajes y enredarlos en cada anécdota con la necesaria precisión para desarrollar el argumento, dando todas las claves, y para hacer vivir ¡os caracteres de sus personajes. "Pérez" dispone de unos 20 minutos de tiempo por capítulo, alrededor de 20 a 22 carillas de tamaño oficio. Se instala en el renglón de las llamadas "comedias de situaciones" y aprovecha el sempiterno truco de tomar notaciones y detalles de la realidad, para enfrascarse luego en la pura ficción (reléase la frase de Cohen-Séat transcripta al principio), con el fin de conseguir lo que se denomina "un entretenimiento sano y pedagógico"; vale decir, insistir una vez más en la solidez de los valores morales, del Bien, de los sentimientos puros, sin discutirlos y dando por sentado su dominio.

Hacia la cúspide
Los "ratings" de audiencia formulados por IPSA conceden, en enero de 1962, el 5º puesto entre los programas más vistos, a "Cándido Pérez - Señoras", con un porcentaje del 39,8 %, dentro del cual, increíblemente, la mayoría proviene de la clase económicamente más acomodada (51,5%).
A partir de entonces, comenzará el auge del ciclo: en febrero ocupa ya el 3er. puesto, con 50.8 % de audiencia, siempre según IPSA. Pero dentro de esta cifra, predominan ahora los espectadores de la clase de menores recursos económicos, con el 54,4 %.
Paulatinamente, el autor ha ido confiriendo preponderancia al papel de Claudia, la sirvienta. El propio Santa Cruz admite que él atribuye el impacto de "Pérez" a ese personaje. Quien recorra la prensa menuda sobre televisión de la época, encontrará rastros de presuntos enfrentamientos a causa del creciente papel de Claudia. Se habló, inclusive, de escondidas iras de Julia Sandoval contra Santa Cruz, porque menguaba su parte. Los dos se apresuraron a desmentir esas versiones pero el hecho dio lugar a un vaivén de conjeturas.
Tal vez sea más astuto referirlo a la necesidad de perseguir a la audiencia, como ocurre con las anécdotas pasadas y futuras que contiene el ciclo. La caracterización de Claudia proporcionó, así, el primer envión fuerte a "Pérez"; ciertos programas ilustraron claramente sobre los propósitos.
En uno de ellos, la sirvienta va al cine con la hija menor de Cándido Pérez; se encuentran con una compañera de la niña, y ésta presenta a Claudia: "Una amiga".
Claudia queda profundamente conmovida y, por la noche, se encuentra con otra mucama en el almacén, que le aclara que la actitud de la niña fue porque te tienen lástima". El júbilo de Claudia se transforma en pesar, hasta que Silvina se encarga de aclararle, con una sociología no contemplada por el marxismo, que no existe ningún inconveniente para que los patronos sean amigos de sus empleados.
En otro capítulo. Claudia, en secreto, compra una torta y champaña, a fin de preparar una sorpresa: a las 12 de la noche despertará a la familia y les ofrecerá un pequeño agasajo porque al día siguiente cumple 20 años. Pérez y su mujer han ido al cine y se ha aguado la fiesta a la mucama. Cuando regresan, la encuentran dormida: se bebió el champaña.
Santa Cruz, al mismo tiempo, estableció un paralelo efectivo: mientras el doctor Pérez se especializa en burlarse de Claudia, con los epítetos más graciosos y alusiones a los marcianos y el Jardín Zoológico (que ella recibe, diciendo generalmente: "En ninguna otra casa me elogiaron tanto"), Silvina la corrige, la instruye, está atenta a sus alegrías y sus tristezas, la defiende y continuamente le indica que no hay diferencias de clase que valgan, que es necesario ascender y tener ambiciones en la vida. Y la palabra "muchacha" (expandido sinónimo que pretende suavizar lo contundente de los tradicionales sustantivos: criada, sirvienta, mucama) circula generosamente.

El parto da divisas
Impuesta e instalada la personalidad de Claudia —una nutrida y obvia correspondencia comenzó a inundar el canal 13, aplaudiendo la trascendencia adjudicada a Claudia y convalidó el olfato del guionista y el traslado de Teresa Blasco de la escena del Smart a los sets de la calle Lima— sobrevino el segundo gran golpe de "Pérez": la próxima maternidad de Silvina.
Entretanto, los "ratings" de IPSA adjudicaban al ciclo, el segundo lugar en marzo (50,2%); el tercero, en abril (53,6 %); el segundo, en mayo (58,3%); el segundo, en junio (56,5 %); el tercero, en julio (63,3 %); el tercero, en agosto (46,2%) y el tercero en septiembre (41 %).
El nacimiento se produjo en octubre, y se le añadió un toque "mágico": se temió por la vida de Silvina —problemas de corazón— si bien nada podía suceder, so pena de cerrar el programa.
La popularidad y la inquietud creada por ese parto ficticio, se utilizó para un fin benéfico: allegar alimentos, ropas y juguetes al Hospital de Niños. Un camión cargado se detuvo, al concluir la campaña, frente al nosocomio: la platea había respondido más aún de lo que se calculaba. Moraleja: los insistentes pedidos de ese hospital, por medio de la prensa, surtieron menos efectos que el aparato publicitario armado a través de una comedia.
El libreto, por boca de Claudia, resumió mejor que nadie ¡os resultados de la trampa argumental: "¡Qué gran idea tuvimos de tener, la nena!"
Así, alimentado con perspicaz demagogia, el ciclo "Pérez" ha llegado a su emisión Nº 63 y cubierto el stock de los medios de expresión: televisión, radio, teatro, cine.
Hay que seguir adelante y, al parecer, Santa Cruz prepara otro impacto: Silvina sufrirá una intervención quirúrgica. Es interesante sabor por otra parte, que "Pérez" es una serie de costo mediano: alrededor de $200.000 cada salida.

Oferta y demanda
El caso de "Pérez" no es el primero ni el último en el arduo mundo del "show business": tiene antecesores y tendrá continuadores. Entre nosotros, desde las épocas lejanas en que Eduardo Gutiérrez desgranaba sus folletines hasta hoy, el camino del éxito mediante la explotación del público pasa por los mismos lugares.
El mayor suceso corresponde a quien propone una oferta superior a la demanda, a quien monta con más habilidad los elementos de atracción, previo descubrimiento y ensayo. Desmontar ese mecanismo supone revelaciones poco optimistas respecto del grado de sensibilidad de una comunidad y de las argucias que se tejen y destejen para machacar en esa sensibilidad y apoderarse de ella.
En el fondo, no es sino una operación industrial: tomar una materia prima, manufacturarla y lanzarla al mercado. La diferencia estriba en que la materia prima, esta vez, la proporcionan seres humanos, los mismos que recibirán el producto manufacturado y decidirán su encumbramiento.
Tiene razón el filósofo francés: la vida pierde su frescura, se repite e imita a ciegas, se encierra en un círculo estrecho de costumbre y perfeccionamiento local y los espectáculos y los juegos la reemplazan.

 

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