Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Opiniones
Carlos Mugica
Revista Confirmado
21.05.1965

El presbítero Carlos Mugica es un sacerdote relativamente joven (34 años) cuya labor como funcionario de la Curia Metropolitana, capellán de la parroquia de la Inmaculada Concepción, de las Misiones Rurales, del Movimiento Familiar Cristiano y la asesoría espiritual del centro de la Facultad de Ciencias Económicas de la Juventud Universitaria Católica, no le ha impedido interiorizarse de los problemas de su tiempo ni dejar de seguir los partidos que libra Racing Club, su equipo de fútbol favorito.

Confirmado: ¿Qué significan los cambios de liturgia y ropa?
Mugica: Pablo VI dijo que no se puede salvar al mundo desde afuera. Es decir, que hay que estar junto a los hombres, no frente a ellos.
P.: ¿Entiende entonces que alguna vez la Iglesia estuvo contra lo humano?
R.: No. Sólo lo estuvieron algunos de sus hombres. La primera herejía condenada fue la de los gnósticos, que negaban el valor del cuerpo y el mundo. Aquí la Iglesia defendió la tierra y al hombre integral contra un espiritualismo evasionista.
P.: Volviendo al siglo XX, ¿por qué muchos católicos no aceptan los últimos cambios?
R.: Confunden lo accidental con lo esencial.
P.: ¿Por qué?
R.: Porque no conocen la Biblia e identifican el cristianismo con una moral o una simple doctrina.
P.: ¿No es eso el cristianismo?
R.: No. No es una simple doctrina que hay que conocer o un conjunto de normas que hay que practicar: no robar, no fornicar.
P.: ¿Qué es?
R.: Es "alguien" que hay que amar.
P.: ¿Quién?
R.: Jesucristo.
P.: ¿Y el amor a los hombres?
R.: Es el camino seguro de descubrir a Cristo. Otro tipo de "amor a Dios" es una evasión.
P.: Concretamente, ¿qué es un cristiano?
R.: Es el hombre que vive, sirve y ama a Dios en cada hombre, especialmente al más pobre.
P.: ¿Como el Mahatma Ghandi?
R.: Ciertamente. Sin creer en Cristo como Dios, lo amó como a un hermano en cada hombre.
P.: ¿Cuántas maneras existen de ser cristiano?
R.: Una explícita, la del que ama a Dios en Cristo y sus hermanos, y otra implícita, la del que ama a Cristo en los hombres.
P.: Si la cosa es tan simple, ¿por qué es tan complicado el aparato eclesiástico?
R.: La Iglesia está formada por hombres, y toda relación humana es complicada.
P.: ¿Qué se hace por simplificarla?
R.: Basta ver lo que se hace en el Concilio. Allí se busca construir una Iglesia más pobre, más evangélica.
P.: ¿Y en la Argentina?
R.: También. Fíjese en la adaptación litúrgica que está en pleno desarrollo.
P.: Pero hay laicos que no la aceptan.
R.: Es cierto, pero también hay católicos que pasan sus vacaciones misionando junto a los pobres a fin de ayudarles a vivir como hombres y mostrarles a Dios. Otros buscan intensificar contactos fraternales con protestantes, judíos y otros hombres de buena voluntad. Tampoco faltan quienes se capacitan en el orden científico y cultural para colaborar en una promoción verdadera del pueblo.
P.: ¿Qué espera la Iglesia de la ciencia y la técnica modernas?
R.: Posibilidades enormes de comunicación entre los hombres que les ayude a conocerse, amarse entre sí, amar a Dios y construir un mundo sin injusticias.
P.: ¿Qué piensa del celibato eclesiástico?
R.: Me parece bien.
F.: ¿Por qué?
R.: Asumiendo el celibato con madurez, el sacerdote puede estar más disponible para servir religiosamente a sus hermanos que esperan encontrar a Dios en él. Aunque a veces no lo sepan.
P.: ¿Lo encuentran en usted?
R.: Espero que sí. Si no, mi vida carecería de sentido.
P.: ¿Cómo se convierte un hombre?
R.: No sé. Es un misterio que se juega entre la libertad del hombre y el amor de Dios.
P.: Hablando de juego, ¿qué valores religiosos encuentra en el fútbol?
R.: Tiene valores humanos: camaradería, sentido de equipo, alegría y a veces, cuando pierde Racing, resignación esperanzada.
P.: ¿A qué se debe que a los católicos les agrade últimamente visitar "villas miseria"?
R.: Por lo menos a mi no me gusta ir. Sólo siento la necesidad de estar con mis hermanos que viven en un estado infrahumano.
P.: ¿Qué hace allí?
R.: Por un lado, aprendo el sentido de la justicia y de la solidaridad que hay entre ellos y, a veces, su asombrosa entereza ante el dolor.
P.: ¿Usted no da nada?
R.: Con otros cristianos, tratamos de que no se resignen a su situación y luchen para vivir como personas humanas.
P.: ¿Qué hacen para conseguirlo?
R.: Cursos de alfabetización, cultura popular y tratamos de hacer algo con ellos, por ejemplo, casas.
P.: ¿Qué opina de la separación de la Iglesia del Estado?
R.: Pienso que debe cesar la dependencia económica de la Iglesia, inclusive la muy precaria que todavía subsiste.
P.: ¿El Estado le paga algo a usted?
R.: Sí; 3.800 pesos mensuales por mi trabajo en la Curia.
P.: ¿De qué vive un cura común?
R.: Generalmente del sueldo que recibe en su parroquia, la cual no percibe un céntimo del Estado.
P.: ¿Hubo alguna reforma en este rubro?
R.: Varias parroquias viven de la contribución que les hace un grupo de familias comprometidas a aportar una pequeña suma mensual.
P.: ¿Qué piensa del peronismo?
R.: Es un movimiento popular importante.
P.: ¿Del país?
R.: Vivimos un momento de desconcierto y escepticismo. Muchos sólo esperan sobrevivir, pero es necesario asumir la realidad y realizar con inteligencia y audacia los cambios profundos que permitan a cada argentino ser protagonista de su destino.
P.: ¿Qué cambios?
R.: Cambios en el orden económico y social.
P.: ¿Es partidario de la lucha de clases?
R.: No creo que el odio entre los hombres sea una solución. Creo en el amor.
P.: ¿No es demasiado abstracto?
R.: Hablo de un amor concreto y eficaz que puede llegar a odiar las situaciones y estructuras opresoras y, por lo tanto, quiere modificarlas rápidamente.

 

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