CON EL MAZO DANDO
CARLOS MUJICA:
Del barrio norte al "Tercer Mundo"
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Tenía veintiún años, estudiaba abogacía para heredar algún día un estudio ilustre, tan ilustre como sus dos apellidos, vivía en la calle Arroyo y, naturalmente, era "gorila". Si en aquella época le hubieran dicho que con las vueltas de la vida llegaría a depositar su admiración en el padre Hernán Benítez, se hubiera muerto de risa. Pero así fue...
Todo comenzó con la vocación: de golpe le entró un aborrecimiento insoportable por la abogacía y se metió de cabeza en el seminario. En esa época tampoco ni soñaba en que podría llegar a ser "tercer mundista" por una simple razón: era un continente ideológico que aún la Iglesia no había descubierto. Ya ordenado, marcha al Chaco santafesino, luego vuelve y se instala en la Parroquia del Socorro. Mientras tanto, le tocan de cerca los honores del gran mundo: su padre es canciller de Frondizi, su tío secretario de Comunicaciones con Aramburu y con Frondizi. Hijo de político, empieza a interesarse por la política. Ya en 1963 había muerto totalmente el muchacho gorila que estudiaba abogacía. Y así, en julio, cuando el Colegio Electoral consagra Presidente de la Nación al Dr. Illia, provoca la consternación de las señoras del Socorro con un sermón explosivo. Y hay quien comenta: "Pero fijate lo que ha dicho en su sermón el cura éste: "Hoy debemos sentir tristeza porque una parte importante del pueblo argentino se siente marginado del comicio".
Pese a todo, este cura extraño, gran jugador de fútbol, hincha de Racing, llega a ser capellán de Caggiano durante cuatro años.
Pero ya tiene el "vicio" adentro. En cuanto puede deja los solemnes salones de la Curia y se manda "sus escapadas" a las villas. Y en noviembre de 1968, junto a los 22 sacerdotes, monta guardia precisamente frente a la Casa Rosada para manifestar sobre el plan de maduración, por entender que deja intacto el problema de fondo de las villas miseria.
Es capellán de la Acción Católica Universitaria y entonces "descubrí que los marxistas no eran anticristianos y que, en cambio, había muchos católicos a los que podía decirles lo mismo que Unamuno contestó a esa señora gorda que le preguntó si creía en Dios. «Sí, pero en el suyo, no»".
Una curiosidad infatigable lo hizo leer como loco cuanto libro le caía en las manos. Y recorrer las calles de Paris en medio de los disturbios juveniles, junto con los rebeldes que odiaban a los estructuradlas y sólo dejaron hablar a Jean Paul Sartre. Y manejar junto con los líderes naturales de las Villas Miseria que están frente a Puerto Nuevo, ("en el extremo norte del Barrio Norte") los problemas concretos de los pobladores. Porque "ya lo decía el abate Pierre, inspirador de los curas del Tercer Mundo: «No se le puede hablar de Dios al hombre que no tiene techo. Primero hay que darle el techo, que ya es una forma de hablarle de Dios»".
A los 39 años, que parecen 25 por su movilidad permanente que llega a marear al interlocutor, por su permanente sonrisa, el padre Carlos Mujica es uno de los líderes más conocidos del movimiento tercermundista. Que para algunos católica-cos es como decir el cuco en persona.

EXTRA: ¿Qué es un sacerdote del Tercer Mundo?
PADRE MUJICA: Es un sacerdote de la Iglesia Católica que pretende tomarse en serio las directivas de la Iglesia dadas a conocer en la "Populorum Progressio", en Medellín y en San Miguel; asumiendo la causa de los oprimidos y tratando —como decía Helder Cámara— de ser "voz de los que no tienen voz".
E.: ¿Esto lleva a que dichos sacerdotes —en nuestro país— tengan entontamientos con la jerarquía?
P. M.: Sí, evidentemente. El episcopado, considerado en bloque en nuestro país, está muy lejos de asumir las exigencias que hoy tiene la tarea pastoral de la Iglesia. Es cierto que ya las excepciones entre los obispos son cada vez mayores y así vemos la acción de un monseñor de Nevares, de un monseñor Devoto, de un monseñor Di Stéfano y varios obispos más. Y creo que se van a ir multiplicando porque ya van quedando pocas posibilidades de evasión si no queremos traicionar a Jesucristo.
E.: No traicionar a Jesús, ¿qué presupone en el plano político y social?
P. M.: No traicionar a Jesucristo hoy en día supone: asumir la defensa de la justicia, de la verdad y de la libertad del hombre. Y hoy, en nuestro país son legión los que no disfrutan de un auténtico ejercicio de la libertad. Si hay hombres que se están muriendo de hambre, esos hombres no tienen libertad. Y los obispos van tomando conciencia de que deben poner en práctica los documentos que ellos mismos han redactado. Por eso, duele a muchos sacerdotes ser sancionado por la misma jerarquía cuyos documentos doctrinales esos sacerdotes quieren poner en práctica. Por ejemplo los sacerdotes de Rosario y el caso del padre Marturet en Corrientes.
E.: Un miembro de la jerarquía dijo que los sacerdotes del "Tercer Mundo" descuidan su específica labor evangélica al dedicarse preponderantemente a la acción política y social .
P. M.: Yo creo que esa apreciación obedece a una visión teológica maniquea que separa lo espiritual de lo material. Los sacerdotes que pertenecen al Movimiento del Tercer Mundo que yo conozco acá en Buenos Aires y con los que tengo contacto habitual, son personas que dedican un tiempo importante de su vida a la plegaria, a la lectura y a la meditación del Evangelio, que celebran la Misa cotidianamente, que administran los Sacramentos (como lo hace el grupo nuestro, que actúa en Villas de Emergencia, donde la acción sacramental es muy intensa). Pero creo que ese tipo de apreciación: "dejarlo a Dios por los hombres", que en el fondo seria eso, es absurda. Es desconocer totalmente la enseñanza que nos dio Jesucristo. El nos dice claramente que la única manera no engañosa, no tramposa de encontrarlo es precisamente a través del amor concreto al prójimo. Y el prójimo no es un ángel, es un hombre. Un hombre que está condicionado por situaciones políticas, económicas. Entonces, si yo no lo asumo al hombre en su circunstancia me estoy dirigiendo a un hombre abstracto. Por eso pienso, precisamente, que si la Iglesia ha perdido una gran parte de su clientela, es porque aparecía ante muchos como... como mirando con sospecha el progreso humano, como mirando con sospecha que el hombre viva de una manera adulta. Y hoy precisamente muchos se vuelven a dirigir hacia la Iglesia porque descubren que no, que la Iglesia se ha reconciliado a fondo con el Evangelio y comienzo a comprender que todo lo que es humano tiene relación con ella.
E.: Muchos dicen que esta nueva actitud de la Iglesia es meramente un planteo táctico ante la falta de feligresía, ante la pérdida de vocaciones sacerdotales. Que se tratarla de una estrategia, no de un sentimiento auténtico...
P. M.: Yo creo que ambas posiciones coexisten en la Iglesia. En su seno hay gente que quiere cambiar las cosas para que todo siga igual. Pero también hay hombres de fe, que aman a Dios y aman a los hombres. Y pienso que haber vuelto a colocar en el centro de nuestra plegaria, de nuestra reflexión, a la Biblia, nos ha convertido en hombres carnales, en hombres concretos...
E.: Eso significaría que durante algún tiempo la Iglesia no tuvo en cuenta la Biblia?
P. M.: incluso en el siglo pasado se mirada como sospechoso o semiherético al individuo que tranquilamente leía la Biblia por su cuenta. Es una reacción explicable históricamente. Por el principio de libre examen, protestante, se había llegado a interpretaciones muy peregrinas de la Biblia, por eso la Iglesia Católica estimó que realmente era necesaria una orientación en la lectura de la misma. Yo pienso que sí, que es necesaria una orientación, pero ya estamos viviendo en un mundo adulto, en el cual no podemos seguir impidiéndole a la gente que vea "Teorema" porque a lo mejor le va a hacer mal, ¿no? Yo creo que esa es la política del avestruz. Mientras tanto se exhiben las películas de Isabel Sarli, que le hacen mal, porque además son un bodrio.
E.: Como una forma de estupidizar a la gente ...
P. M.: Claro. Lo que ocurre es que en los regímenes dictatoriales y dentro de la Iglesia la gente que tiene esa mentalidad tiende a pensar que los hombres son infantes o estúpidos.
E.: El susto hace que muchos católicos vean al diablo en el confesionario. Dicho de otra manera, en la nueva Iglesia, tras el altar, tras las márgenes conocidas ven asomar el rostro de Lenin, Mao, Guevara y —en otro orden de cosas— Freud...
P. M.: En primer lugar no son muchos católicos. Y además diría que son católicos "folklóricos", es decir gente que tiene un barniz de catolicismo sociológico. Que es católica sólo porque sus padres son católicos. Para mí un católico o un cristiano es aquél que ha hecho una opción consciente, o libre por Cristo. Son muy pocos en nuestro país los que realmente podamos decir que tienen una conciencia católica madura, profunda. Estos ven con una enorme simpatía e intuyen el paso del Espíritu Santo en toda esta transformación que vive la Iglesia Y además pienso que hay muchos otros bautizados que abandonaron precisamente porque no se sintieron interpretados en sus problemas humanos. Ahora muchos de ellos retornan porque empiezan a ver una compatibilidad entre Jesucristo y esa Iglesia que quiere asumir la causa del Hombre.
E.: Los católicos con susto piensan que hay una Infiltración comunista en el seno de la Iglesia, algo así como si miembros del Partido hubieran ...
P. M.: ... Hasta algún sacerdote, que se dice teólogo, ha llegado a decir que la infiltración comenzó con Juan XXIII, que ese Papa era un idiota útil del marxismo. Yo pienso, habrá idiotas útiles, pero también creo que hay idiotas inútiles del marxismo que son aquellos que siguen predicando que la religión es el opio de los pueblos...
E.: El hecho de que ...
P. M.: ... Yo creo que no. Eso revela una vez más la ignorancia total de lo que es el Evangelio. Porque Marx es un hereje cristiano. ¿De dónde sacó Marx eso de "de cada uno según su trabajo, a cada uno según su necesidad"? Eso se dice en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, en el Siglo I de la Era Cristiana. ¿Quiénes fueron los primeros hombres que empezaron a vivir en comunidad de bienes? Los primeros cristianos. Mire lo que dice la Biblia en los Hechos de los Apóstoles: "Uno era el corazón de los creyentes. Y nadie consideraba propio nada de lo que poseía sino que todo lo tenían en común (...). No había pobres entre ellos, porque todos cuantos poseían tierras o casas las vendían y llevaban el precio de lo vendido a los pies de los Apóstoles." (Hechos, Cap. 4, v. 32 y 34.)
E.: ¿La posición radicalizada en el terreno político y social de los miembros del Movimiento del Tercer Mundo, se corresponde con una actitud similar en el plano teológico?
P. M.: Evidente. El Movimiento del "Tercer Mundo" nace como eco a ese mensaje famoso de los obispos del Tercer Mundo. Y ese mensaje es teología viva. Continuamente se citan allí documentos de la Iglesia, como la "Populorum Progressio", que fue un poco la que dio el envión a todo este movimiento, se cita a los Santos Padres de la Iglesia... Es decir, el basamento teológico de esto fundamentalmente es el Evangelio, es la predicación de Jesucristo...
E.: ...Usted...
P. M.: ...y además la reflexión de algunos teólogos. Hoy los grandes teólogos de la Iglesia están todos en la problemática de la teología política.
E.: SI... Yo le hacía esta pregunta porque en una conversación privada con una de las figuras más progresistas de la Iglesia Argentina me explicó el siguiente fenómeno: en los países con un alto grado de desarrollo (tanto capitalistas como socialistas) la preocupación esencial de la gente de Iglesia es preponderantemente de tipo teológico, mientras que en los países subdesarrollados pasan a primer plano los problemas sociales y políticos...
P. M.: Sí, pero ya simultáneamente a la acción que realizan los sacerdotes en Latinoamérica hay toda una reflexión que los acompaña.
En la crítica que hizo el Movimiento a la peregrinación a Luján, hay toda una reflexión teológica.
E.: ¿Fue ésa una crítica a la retórica?
P. M.: Yo diría que es crítica a la autenticidad. Y la primera crítica la hacemos a nuestra propia inautenticidad. No nos consideramos ni remotamente como los poseedores de la verdad, sabemos que somos trigo y cizaña como los demás hombres.
E.: Al comienzo de esta charla dijimos que algunos miembros de la jerarquía están pasando del terreno de las declaraciones y las pastorales al terreno de los hechos, y citábamos el caso concreto de monseñor de Nevares. O los casos de Devoto o Di Stéfano. ¿Estas actitudes —aunque incipientes— pueden llevar a una situación de crisis entre la Iglesia y el Estado?
P. M.: Yo pienso que si la Iglesia es fiel a su misión necesariamente se va a plantear la crisis. De hecho ya está planteada. Solamente puede ser evitada en la medida en que nuestros gobernantes —que se dicen católicos— pongan en práctica las enseñanzas de la Iglesia que están muy claramente expresadas en la "Populorum Progressio", en el profético documento de nuestros obispos, dado a conocer poco tiempo antes del "cordobazo" y en el que advierte sobre los peligros de no buscar rápidamente las modificaciones sustanciales que quiere nuestra patria. Por eso, si comprenden de una vez por todas la situación existente y toman actitudes para transformarla, entonces yo creo que podría haber un diálogo de la Iglesia con el Estado. Pero de todas maneras nuestro movimiento y muchos otros sectores de la Iglesia (otros movimientos de laicos y de sacerdotes que no son del "Tercer Mundo") luchan denodadamente para que la Iglesia sea totalmente Independiente del Estado, para que no esté atada a ningún poder terreno, para que tenga la libertad de poder expresarse, aunque pierda algunas posesiones. Porque yo creo que la revolución también hay que hacerla adentro de la Iglesia, que sigue siendo muy propietaria, aunque cada vez menos.
Eso por un lado; por el otro, si las autoridades, los responsables, no actúan en consecuencia ellos cargarán con la responsabilidad última y definitiva de la violencia, quizá tremenda, que puede desatarse en nuestra patria. Ellos serán los culpables de la subversión.
E.: ¿Y en ese caso se verla a la Iglesia embanderada con los que están en frente del gobierno? ...
P. M.: La Iglesia no tiene que estar embanderada con nadie. La Iglesia, si es fiel a Jesucristo, tendrá que ser siempre una institución crítica de la sociedad. Pero haciendo simultáneamente su autocrítica. La misión de la Iglesia no es defenderse a sí misma; es defender la verdad. La misión de un cristiano no es defender la Iglesia, es defender la verdad.
De antemano sabemos que ningún sistema político, ningún régimen de gobierno va a realizar plenamente la verdad. Porque de eso se trata, de hacer la verdad. El que "hace la verdad", dice Cristo, ése es el que llega a la luz. La verdad no se dice, se hace, se hace con toda una vida, con todo un compromiso. Ser cristiano es —siguiendo a Cristo— dar la vida por los otros. Pero dar la vida no es solamente morir por los otros, sino vivir intensamente por ellos.
Revista EXTRA
mayo 1970

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Carlos Mujica
Carlos Mujica