Revista Primera
Plana
01.01.1963 |
—En el número 2 de PRIMERA PLANA se dijo que un
funcionario de la Comisión Nacional de la Energía Atómica
había comprado 60 ejemplares del "Martín Fierro" que editó
EUDEBA. Pues bien: Ese funcionario soy yo.
Tras la revelación, el director del departamento de
Metalurgia de la CNEA, ingeniero Jorge Sábato, aclaró que
los libros fueron adquiridos para entregarlos a profesores y
alumnos del Curso Panamericano de Metalurgia Nuclear, que
acaba de clausurarse en Buenos Aires. "Los recibieron
emocionadísimos", comentó.
Fabricando bombas atómicas
¿Qué es metalurgia nuclear? Puede definírsela como la
elaboración de metales y elementos destinados a ser el
combustible de un reactor nuclear.
En estos tiempos, 99 de cada cien personas tienen "alguna
idea" sobre lo que es fisión del átomo. Ciertos elementos
pesados, como el uranio 235, poseen átomos con núcleos
fisionables. Es decir, que sus núcleos se parten cuando los
golpea un neutrón térmico. Al romperse el núcleo, la energía
que lo mantenía sujeto se libera. Es posible calcular la
energía liberada por cada núcleo, mediante la famosa
ecuación de equivalencia entre masa y energía que descubrió
Einstein en 1905, mucho antes de que se soñara con cosas
tales como la bomba atómica.
Pero al producirse la reacción de fisión, no sólo queda
libre la energía sino que también se proyectan al espacio
nuevos neutrones, los cuales a su vez —si pegan en núcleos
fisionables vecinos—, son capaces de desencadenar otras
fisiones, y así sucesivamente. La imagen de núcleos
rompiéndose y disparando neutrones que rompen otros núcleos
corresponde a la (no menos célebre) reacción en cadena.
La probabilidad de que los neutrones producidos por la
fisión choquen, con núcleos atómicos está en relación
directa con la cantidad de átomos. Es decir, para que una
reacción de fisión se autosostenga (se cumpla en cadena)
debe haber una cierta proporción de material fisionable: es
la masa crítica. Por debajo de esa cantidad, el número de
neutrones proyectados no llegará en suficiente medida a
pegar contra los núcleos y no pasa nada. En cambio, en
cuanto se consigue esa masa crítica, la reacción en cadena
se desata sola.
¿Por qué? ¿No se precisa, por lo menos, un solo neutrón que
comience el proceso y rompa el primer átomo da uranio? Sí,
pero ya está en el aire. El espacio está poblado de
neutrones que están bombardeándolo todo en este mismo
momento. Por eso, si una persona juntase una masa crítica de
uranio 235, sin necesidad de mecha o detonante habría
fabricado una bomba atómica. De ahí que se suela proponer a
los estudiantes de Física el siguiente ejemplo:
Si dos norteamericanos, uno en cada extremo de la Plaza Roja
de Moscú, echasen a rodar sendas bolas de uranio del tamaño
adecuado, al chocar ambas se obtendría la masa critica. . .
y volaría Moscú.
Los ladrones de neutrones
Claro que no es exactamente así. Las bolas deberían chocar
muy rápido porque si no, toda la energía no se liberaría de
golpe y la supuesta bomba haría ¡pufffff!, como un globo
pinchado. Además, hay ciertos problemas técnicos:
• Los neutrones producidos por una fisión son más rápidos
que lo necesario para desatar nuevas reacciones; se usan
ciertos elementos (grafito, agua pesada) que les disminuyen
la velocidad: son los llamados moderadores.
• Hay materiales que "comen" neutrones (la absorción
parasitaria) en una proporción gigantesca; para producir una
reacción en cadena hay que mantenerlos alejados: es una de
las preocupaciones más obsesivas de los físicos nucleares.
• A pesar de haber masa crítica, fatalmente muchos neutrones
pasarán de largo sin golpear contra ningún núcleo
fisionable; a fin de impedir que escapen se cierra el campo
elegido para la reacción con paredes de materiales
reflectores (grafito, berilio).
Si se cumplen esos requisitos y arreglándoselas para que se
libere de pronto el máximo de energía, se tendrá una bomba
atómica. Ahora bien: un reactor es, en su esencia, igual a
la bomba atómica, pero en lugar de liberarse la mayor
cantidad de energía posible (que causaría una explosión) se
trata de que sus operadores puedan regular la proporción de
energía. El reactor es una bomba controlada. ¿Y para qué
sirve? Para lo mismo que cualquier otra fuente de energía,
como, por ejemplo, hacer funcionar una usina eléctrica. La
planta de Dock Sud, que se incendió, es termoeléctrica:
quema fuel-oil, y con el calor mueve las turbinas que
generan electricidad. Si fuese una usina nucleoeléctrica, en
lugar del fuel-oil tendría un reactor. La fisión produciría
calor, que se quitaría por medio de un refrigerante (agua o
sodio metálico líquido) a fin de llevar la energía a las
turbinas.
Esas complejas vainas
¿Cuál es el elemento fisionable usado en los reactores?
Generalmente se usa uranio. He aquí la primera misión de la
metalurgia nuclear: fabricar uranio. Sucede, empero, que la
fisión es peligrosísima, no tanto por la energía y los
inocentes neutrones, sino por otros subproductos radiactivos
y gases tóxicos que resultarán al reacondicionarse los
elementos del átomo "roto". En una palabra, el uranio al
aire libre sería un enemigo público; por eso debe
necesariamente estar envainado.
¿Cómo será el recipiente" ¿De qué estará hecho? Ese es el
segundo problema de la metalurgia nuclear. El metal de la
cobertura no sólo no debe ser "comedor de neutrones" sino
que no puede contener ni un rastro mínimo de esos elementos
absorbentes. Por ejemplo, el aluminio, el magnesio, el
zirconio y el berillo figuran
entre los metales que menos neutrones asimilan. Sin embargo,
el zirconio da graves dolores de cabeza a los expertos:
frecuentemente está asociado en la naturaleza con el máximo
traganeutrones, el hafnio. El aluminio, menos traicionero,
es el preferido de los metalurgistas nucleares argentinos.
Otro notorio ladrón de neutrones es el boro, elemento que
suele aparecer en los jabones corrientes. Los especialistas,
por lo tanto, no pueden lavarse las manos con jabón común,
la fracción más infinitesimal les estropearía el trabajo.
Además, la "vaina" del uranio debe estar provista de un
cierre totalmente estanco: no puede salir nada del interior.
De haber una pérdida en la cobertura, huiría el tóxico y
entonces:
• si descubren la falla, el reactor quedará inutilizado:
• si no la descubren a tiempo, la radiactividad matará a los
operadores del reactor.
Las "vainas" del combustible nuclear tienen que estar, pues,
protegidas y garantizadas al 100 x 100: uno de los márgenes
de seguridad más severos de toda la industria metalúrgica.
Exportar técnica a Europa
El elemento combustible (así se llaman el uranio y su
cobertura) puede tener varias formas. En la Argentina se
producen cilíndricos (una barra de uranio dentro de un caño
de aluminio con los extremos obturados) o chatos (una
especie de sandwich hermético, donde el uranio hace las
veces de jamón y el aluminio es el pan). El contacto entre
"vaina ' y combustible debe ser, empero, perfecto: si
hubiese un sector donde quedase una burbuja, no se
transmitiría el calor. La elevación local de temperatura
terminaría por fundir el aluminio, y por el agujero
escaparían los productos radiactivos. Deber, preverse,
además, la dilatación del uranio, la posibilidad de que el
refrigerante logre corroer la "vaina" y los efectos de la
radiación sobre los materiales usados.
A través de esta enumeración esquemática puede comprenderse
que la metalurgia nuclear es una disciplina dificilísima y
supone el más alto grado de tecnología. Sin embargo, los
especialistas argentinos supieron solucionar todos los
inconvenientes. Este es, cronológicamente, el sexto país del
mundo que fue capaz de fabricar elementos combustibles para
reactores.
Los hicieron en una fábrica argentina, con maquinarias de
industria argentina y con un método inventado por los sabios
argentinos. El éxito fue tan grande que vendieron (y ya
cobraron) los derechos del método a Alemania. Es una de las
primeras veces que una nación latinoamericana exporta
procedimientos tecnológicos a Europa.
Los autores de la hazaña son el ingeniero Jorge A. Sábato
(argentino, de 38 años, casado, tres hijas; sobrino de
Ernesto, Juan y Arturo Sábato; "enamorado de Carlos Gardel y
del asado de tira"; estudió en Buenos Aires y en Birmingham,
Inglaterra; hobby: la historia) y su equipo de 15
profesionales, 2 asesores y 30 asistentes. El departamento
de Metalurgia de la Comisión Nacional de la Energía Atómica,
que ellos integran, se creó en 1955. Su meta principal era
la metalurgia nuclear a fin de alimentar los reactores
argentinos (el primero que se hizo en Latinoamérica,
producido íntegramente en el país: el RA-1, inaugurado en
enero de 1958).
La novela de los metales
Empero, afrontaron una desoladora realidad, en ese entonces
no había ningún organismo en la República donde se pudiese
aprender metalurgia a nivel universitario. "Quede bien claro
—subraya Sábato al rememorarlo— que me refiero a la
metalurgia tradicional, y no a la nuclear que supone
aquélla." Sólo había una salida: asumir todas las
responsabilidades. Así es como hoy, el departamento sólo
dedica el 40 por ciento de sus esfuerzos a la investigación
básica y tecnológica de su especialidad. El resto de sus
actividades las distribuye entre:
• Realizar investigación básica y tecnológica en metalurgia
tradicional, como "soporte" para la nuclear.
• Hacer docencia para formar metalurgistas.
• Vincularse estrechamente con la industria metalúrgica
argentina privada para evaluar su potencial y ayudar a
mejorarlo.
Con este último fin organizaron el S.A.T.I. (Servicio de
Asistencia Técnica a la Industria), cuyos servicios pueden
ser requeridos por cualquier industrial metalúrgico del país
con sólo llamar al teléfono 740-2016, de lunes a viernes
entre las 10 y las 12 horas. El S.A.T.I., cuando es
consultado, brinda gratuitamente una evaluación tecnológica
y económica del problema; informes sobre el organismo
(oficial o privado, nacional o extranjero) que podría
encararlo con más celeridad y economía; orientación
bibliográfica del caso, etcétera.
Además, en caso de que el industrial resuelva que sea el
propio S.A.T.I. el que se ocupe de la investigación,
recibirá un plan de trabajo y un presupuesto. "Es muy
interesante —comenta Sábato—; es como encontrar al asesino
en una novela policial. Nos preguntan cada cosa..."
Responden con satisfacción, porque aspiran a que el
desarrollo industrial brinde un basamento a sus trabajos.
"Nadie puede llevar a cabo nada trascendente si lo que tiene
detrás no es todo un país", afirman los expertos de Energía
Atómica.
Atajos para el "cowboy"
Una de las maneras de cumplir con esa divisa ha sido la
formulación de una estrategia de la investigación científica
y tecnológica argentina.
En abril del año que está terminando, se llevó a cabo un
coloquio internacional en Bariloche. Se invitó a 20 de los
mejores metalurgistas del globo, incluyendo a dos académicos
soviéticos (es la segunda vez que vienen científicos rusos a
estas latitudes; la primera fue para el Congreso
Internacional de Fisiología de Houssay). Tema: Impacto de la
metalurgia física sobre la tecnología.
Se llama (quizá inadecuadamente) metalurgia física al
conocimiento básico sobre el comportamiento de los metales,
a 'nivel de la ciencia pura. En los últimos quince años,
este campo ha visto un impresionante cambio en conceptos.
Empero, muchos de tales progresos no han tenido aún
aplicaciones técnicas. Por ejemplo, los metales se funden
por los mismos procedimientos de hace 5.000 años: Han
variado las magnitudes (se funde más metal de una colada),
pero con los métodos.
Cuando se fabrica un guardabarros de automóvil, entre el
momento que se funde el hierro y el que se instala el
artefacto terminado, deben haber unas veinte etapas
intermedias. Tal vez, aplicando los datos de la nueva
metalurgia básica, el número de etapas se reduzca a cinco.
No es necesario insistir en las ventajas que lograría la
ración que inventase primero un procedimiento semejante.
Como ese ejemplo hay muchos; todo un horizonte mágico que
está esperando que la humanidad lo explore.
La Argentina puede seguir dos caminos en su expansión:
copiar los precedentes extranjeros y seguir la espiral
histórica (así nunca alcanzará a los centros más
evolucionados) o bien buscar atajos, como hace el "cowboy"
en las películas del Oeste. "Yo concibo la investigación
—afirma Sábato— como la búsqueda de atajos para el salto que
el país debe dar."
Durante la semana que convivieron en Bariloche, cada
invitado expuso la situación alcanzada en su propio medio.
Pero lo más importante fue la conversación informal, a
través de la cual los científicos argentinos pudieron tener
una idea cierta del grado de progreso logrado por ellos en
los diversos aspectos. "Fue una manera de evaluar dónde
estamos para poder elaborar una estrategia de la
investigación", dicen. Lo que resulta indudable es que la
aplicación tecnológica de la metalurgia física preocupa a
todos los expertos del globo. "Si no nos apuramos —advierte
Sábato— de nuevo vamos a perder el tranvía."
Con USA de igual a igual
Eso coincide con una frase del doctor Bernardo Houssay: "En
la era científica en que vivimos, la ciencia y la tecnología
son la base de la riqueza y prosperidad de los pueblos... y
constituyen el fundamento de la salud, el bienestar, el
poder y aun la independencia de las naciones modernas Si un
país no se esfuerza en dar a la ciencia y a la tecnología el
lugar que les corresponde, tarde o temprano se transformará
en una colonia económica o política".
Está comprobado que los metalurgistas de la Comisión
Nacional de la Energía Atómica harán lo posible para
ahorrarle este destino a la Argentina. Hasta el momento, a
pesar de ofertas recibidas, ninguno de ellos ha cedido a la
tentación de emigrar. Tienen conciencia —proclaman— de la
responsabilidad de los científicos y técnicos frente al
pueblo que les ha costeado su formación.
Y si se les pregunta por el concepto que merecen en el
exterior, citan el acuerdo firmado por ellos con el
Department of Materials Science de la universidad
norteamericana de Stanford. Ambos organismos se comprometen
a realizar en forma conjunta, cooperativa y al mismo nivel,
un programa de investigaciones sobre cierto tema de
metalurgia física.
La National Science Foundation, que ayudó a concertar el
arreglo, comentó que es la primera vez que una universidad
de los Estados Unidos firma un trato al mismo nivel con un
laboratorio de investigación situado en el tercer mundo(
América latina. Asia o África). Hasta ahora, sólo había
ocurrido con afamados centros universitarios europeos.
Metalurgia y Martin Fierro
Un índice del prestigio que se ha ganado el departamento de
Metalurgia entre los colegas del continente, fueron las
solicitudes recibidas de graduados latinoamericanos para que
les permitiesen perfeccionarse en Buenos Aires.
El ingeniero Sábato está convencido de que no habrá
desarrollos tecnológicos aislados: ayudar a los países
hermanos es una manera de ayudarse a sí mismos. Empero,
prefirió reunir a todos los aspirantes, someterlos a una
rigurosísima selección y dictar un único curso para los 14
mejores. La totalidad de los alumnos serían becarios,
integrándose el personal docente con universitarios
argentinos y extranjeros especialmente contratados, además
del cuerpo de investigadores de la Comisión Nacional de la
Energía Atómica.
En un principio, el nombre elegido era "Curso
Latinoamericano de Metalurgia Nuclear", pero como deseaban
participar becarios de los Estados Unidos se lo rebautizó
"Curso Panamericano".
Los estudiantes de la Unión, empero, no llegaran: una de las
cláusulas del reglamento imponía el español como idioma
oficial, y los candidatos no lo hablaban. En cambio, en
marzo último vinieron alumnos de Bolivia, Brasil, Chile,
Haití, México, Nicaragua y Perú, aparte de tres becarios
argentinos.
Lo asombroso fue la seriedad con que todos se abocaron al
estudio: no hubo ninguna oveja negra, y al cabo de 458 horas
de clases teóricas, 500 de trabajos prácticos, seminarios,
películas y visitas a establecimientos, cada estudiante
recibió su diploma y un ejemplar del "Martín Fierro."
En ellos Sábato escribió una estrofa que estaba de acuerdo
con la individualidad del obsequiado. No hubo
inconvenientes, salvo al estampar la dedicatoria para un
muchacho algo entrado en carnes. El ingeniero dudó si
ponerle la que empieza: "Al que nace barrigón. . .". Pero
ante posibles reacciones y como, por otra parte, el alumno
tenía psicología de soltero, optó por la otra: "Si querés
vivir tranquilo / dedícate a solteríar . .". El poema de
Hernández da para cualquier sutileza.
01 de Enero de 1963.
PRIMERA PLANA
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