El diputado Reinaldo Elena (UCRP) consiguió, hace pocos
días, que el presidente Arturo Illia transformara por unos
instantes su plácida mirada en una encendida visión. Los
ojos del mandatario brillaron cuando se acercó a uno de los
ventanales de la Casa Rosada que dan sobre el Rio de la
Plata, e imaginó lo hermoso que sería extender Buenos Aires
hacia ese lado, continuar por allí las calles y avenidas y,
en lugar de ver los viejos diques, posar la vista en
modernísimas terminales ferroviarias y de ómnibus. "Va a ser
maravilloso", exclamó Illia, y con este par de palabras el
diputado Elena se retire luego del despacho presidencial
absolutamente convencido de que su proyecto se llevará a
cabo. Claro que todavía falta la aprobación parlamentaria.
En realidad, la idea no es novedosa, pues obedece al
perfeccionamiento de viejos proyectos que jamás fueron
puestos en práctica. Sin embargo, esta vez se han
contemplado todas las previsiones para evitar que surjan
inconvenientes obstructivos. Quizá las puntas fundamentales
del proyecto entrado en Diputados radiquen en la
auto-financiación y en un nuevo ente organizador y
supervisor de las obras. La idea de ganar hectáreas al
río y modernizar el puerto comenzó a madurarse en la
desaparecida Dirección Nacional de Navegación y Puertos
(ahora Construcciones Portuarias y Vías Navegables) hace
aproximadamente 30 años, cuando los ingenieros Pascual
Palazzo, Ricardo M. Ortiz, Ernesto Baldassari, René Buitrago
y Humberto Testa confeccionaron los primeros proyectos.
Alternativamente, estos hombres tuvieron en sus manos la
responsabilidad de transformar el puerto de Buenos Aires.
Sin embargo, la pesada maquinaria burocrática siempre
terminó por encajonar los planos, a pesar de que en algún
momento se efectuó parte del dragado. Ahora, con la actual
dirección del ingeniero Roberto Maresca, los funcionarios de
la repartición estatal confían en que la obra se podría
llevar a cabo. Reinaldo Elena (64 años; dos nietos) desde
que ingresó al radicalismo ("A los 13 años decidí hacer
política") vive obsesionado por todo aquello que afecte a la
barriada boquense ("Nací en la Vuelta de Rocha"). Por eso es
que paralelamente presentó también un proyecto en el que se
pide al gobierno transferir en propiedad al Club Atlético
Boca Juniors una lonja de 40 hectáreas de los terrenos
ganados al río. El futuro superestadio, proyectado por el
ingeniero Delpini (PRIMERA PLANA nº 36), estará ubicado
frente a la nueva usina "Central Buenos Aires", de SEGBA.
La remoción de viejos planos, que hizo posible el proyecto
de Elena, fue encomendado a su sobrino, Hélido Ferro (51
años; dos hijos), un agrimensor que ingresó a Navegación y
Puertos hace tres décadas, y que tuvo a su cargo las obras
de relleno de la Escuela Naval Militar y de los astilleros
de la marina. Según explicó Ferro, la obra consiste en
dragar y rellenar la zona que se quiere urbanizar. Los
diques viejos serian levantados totalmente, y la entrada de
barcos se haría exclusivamente en Puerto Nuevo. Aunque sus
simpatías se inclinan por River Plate, Ferro adelantó que el
superestadio boquense estaría acompañado de una villa
olímpica donde podría efectuarse cómodamente el torneo
mundial de 1970. Elena, refiriéndose a la parte económica,
aseguró que con la venta de las tierras ganadas al rio ("Es
una zona muy cotizada") se podrá financiar íntegramente la
obra. Consultado por PRIMERA PLANA, el ingeniero Luis C.
Tognola (32 años; dos hijos) señaló que de ganarse tierras
al río, éstas no serían de tan fácil utilización, pues su
resistencia a la edificación es sumamente ínfima y requieren
enormes gastos de pilotaje. Sin embargo, Tognola explicó que
el proyecto es perfectamente factible: "El relleno se puede
hacer por refulado de los canales de acceso (refulado es un
sistema de dragado por succión), y el volumen extraído
expelerlo por la misma draga a la zona que se quiere
rellenar. El costo resultante de la zona ganada se
integraría por la suma de todos los gastos operativos, en
los que hay que incluir la cimentación de los futuros
edificios, debido a la poca resistencia de esta clase de
suelos". El proyecto de Elena, en su parte resolutiva,
establece sintéticamente lo siguiente: • Desafectar como
bien público, para permitir su venta, las superficies
comprendidas por la zona portuaria limitada por las calles
Córdoba, Ingeniero Huergo, Brasil y el Rio de la Plata con
su ribera limitada por la avenida Costanera, escollera sur
del antepuerto norte hasta la nueva usina de SEGBA, en una
superficie de 400 hectáreas. • Crear (integrado por el
Poder Ejecutivo) un organismo autónomo que se designaré
"Ente Urbanizador Zona Puerto de Buenos Aires", constituido
por un número de miembros no mayor de diez, los que deberán
ser funcionarios públicos y con antecedentes técnico-administrativos
suficientes en la especialidad, surgidos por concurso. •
Todo se hará en los siguientes plazos: un año para el
anteproyecto; un año para el proyecto y el estudio de
adjudicación, y ocho años para la ejecución total de la
obra; el organismo funcionará durante una década. • Los
miembros del nuevo ente serán inamovibles, salvo casos de
exoneración, y su personal no será incrementado en ninguna
de sus categorías. • La ejecución de una obra de esta
magnitud posibilitaría una serie de ventajas, además del
embellecimiento de la ciudad, tal como lo imaginó Illia. Los
técnicos señalan que se podrían hacer todas estas cosas:
• Conectar las líneas férreas que entran por el Norte con
las que lo hacen por el Oeste y el Sur. • Unir ambos extremos de la avenida de
circunvalación a lo largo de la ribera (cerrar la Avenida
General Paz) lo que permitiría vincular con el área céntrica
de la ciudad los grandes accesos. • Unificar estaciones
terminales ferro viarias y de ómnibus de larga distancia en
las inmediaciones de Plaza de Mayo. • Construir muelles
para el atraque de transatlánticos en el antepuerto norte.
7 de enero de 1964 PRIMERA PLANA
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