En "Ódienme o quiérame un éxito de la última temporada
marplatense, la diva asume la responsabilidad total: actúa,
baila, canta en cuatro idiomas y ejerce la dirección, además
de debutar como autora No bien se encienden los
reflectores y aparece en el escenario su atractiva figura,
enfundada —por decirlo así— en un sumario, minifáldíco
vestido dorado que permite entrever una bikini del mismo
color y exhibe generosamente las bien torneadas piernas, por
obra y gracia de una simpatía y un dinamismo acolladores
establece una inmediata, cálida comunicación con el público.
Es que Claudia Lapacó ("Sí, tengo dos hijos, pero si
confieso mi edad, algunos van a decir que no es cierto; así
que prefiero que cada uno atribuya la que le parezca"),
mantiene intactas las virtudes que hicieron del espectáculo
de café concert "Ódienme o quiéranme" un singular suceso en
la última temporada marplatense, donde superó las 200
representaciones, a razón de dos funciones diarias, sin
jornadas de descanso. Ahora, estrenada en Buenos Aires en
una sala de Corrientes al 3600, alejada de los tradicionales
reductos del género, pero cuidadosamente elegida y preparada
al efecto (solamente (as sillas demandaron una sustanciosa
inversión), la pieza promete prolongar largamente aquel
éxito. Eje absoluto de "Ódienme o quiéranme", un show
unipersonal —con el único apoyo del trío integrado por
Gustavo Beytelman (piano, autor de la música), Hugo Gómez
(bajo) y Osvaldo Valls (batería)—, CL transita airosamente
por los diferentes esquicios, armados a modo de alegre,
desprejuiciada recorrida autobiográfica, en la que hay lugar
para muy directas alusiones a su primer esposo, a sus hijos,
a la pareja actual, a las relaciones de la actriz con su
público, a su temprana vocación escénica. Así, a lo largo
de una hora y media, la fogosa estrella despliega además de
su físico envidiable, una maratón de mímica, baile y canto:
interpreta diez canciones (de tres de las cuales es autora)
en francés, inglés, italiano y castellano, aparte de
inquietar con siete cambios de ropa en una suerte de biombo
instalado en el escenario, y un desopilante strip-tease del
ama de casa, ejercicio doméstico que hace las delicias de
las damas. No es casual que uno de los números que
integran el espectáculo sea una antológica página de Antonio
Gasalla y Carlos Perciavalle: Consejos para ser actriz de
televisión. Un tema del que se vale para desembarazarse
definitivamente de la imagen cosechada en dos años de
actuación en el desaparecido teleteatro El amor tiene cara
de mujer. Le sirve, también, como reconocimiento a quienes
apadrinaron su debut en las lides del café concert, hace ya
tres años, en La Fusa. Entonces representaron la obra
Nosotros tres, un espectáculo contratado por 30 días,
pero que se mantuvo siete meses en cartel. En Ódienme o
quiéranme, CL no sólo asume toda la responsabilidad
interpretativa; también ejerce la dirección y es autora de
la letra. Una versatilidad que la vehemente actriz explica
con sencillez: "El año pesado se me ocurrió montar un
espectáculo en el que pudiera mostrarme en todas mis
facetas, como actriz total, cantando, bailando, moviéndome,
parloteando. En principio lo iba a dirigir Antonio Gasalla,
con el que mantuvimos varias reuniones, aunque no pudimos
concretarlo. Entonces mi marido me impulsó: Escribilo vos. Y
me decidí. Yo no soy Shakespeare ni mucho menos, así que me
inspiré en mi propia vida, en los hechos que me hicieron
reír o llorar. No aspiro a otra cosa que a divertir al
público, hacerle pasar un rato agradable". El juicio de
Sergio Velazco Ferrero, esposo de la diva y productor
integral del show, no admite medios tonos: "Lo que hace
Claudia es sensacional, un espectáculo fuera de serie. Es un
paso muy importante pana ella. De aquí en más se define su
carrera. Por eso me interesa más ser su productor que mi
actuación en radiofonía, la pasión de toda mi vida."
Revista Siete Días Ilustrados 15.07.1974
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Claudia Lapacó |
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