Yo soy Crist
Ganador del concurso de humoristas organizado por "Gente"
Volver al índice
del sitio

Cristóbal Reinoso es un muchacho menudo de 23 años, que parece no haber conocido nunca la palabra inhibición.
—Y fíjate, no es cierto. Yo de chico era bastante introvertido, ha. biaba poco. En el colegio industrial cambié.
—¿Fuiste a un colegio industrial?
—Si, fui, pero no pasaba nada. Tuve tantas faltas y amonestaciones que terminaron por echarme, en cuarto o quinto año...
—¿Cómo en cuarto o quinto año?
—SI, más o menos. Es lo mismo.
—¿Y por qué las faltas y amonestaciones?
—Ah, porque para mi el industrial no tenía nada que ver. En clase les hacía caricaturas a los profesores. El único que me lo aceptaba era el de física. Paraba la clase, se acercaba a mi asiento y me calificaba el dibujo. Y me decía, muerto de risa: "Yo sé que vos no sabés nada de nada, y nunca vas a saber". Tenía razón, pero la culpa era de mis padres, que insistían en mandarme al industrial cuando a mí lo único que me gustaba era el dibujo.
—¿Por qué no te permitían seguir dibujo?
—Siempre me decían que un artista se muere de hambre, que era lo peor a que se puede dedicar un tipo.
—¿Y ahora qué te parece?
—Me parece que estaban equivocados. Yo, por lo menos, no he muerto. No tengo dinero, pero sobrevivo. Soy santafesino de nacimiento, correntino por adopción y cordobés porque vivo en Córdoba.
—¿Cómo?...
—Bueno. Nací y tengo mis padres en Santa Fe. Todo lo que recién te contaba del colegio ocurrió allí. Estuve hasta los 19 años haciendo dibujos animados, hasta que un día me dije: "Viejo, hay que irse a Córdoba, porque acá la televisión está en pañales y no podés hacer mucho". Y me fui. En Córdoba conocí a unos muchachos correntinos que me dijeron si quería vivir con ellos. Acepté en seguida, y como yo sé decir dos o tres pavadas en guaraní, se creyeron que también era correntino. Ahora sigo viviendo con ellos. Son unos tipos macanudos; la mayoría estudia medicina, pero hay uno que es piloto. Lo llamamos "El Yacaré Aéreo", y no me preguntés el motivo, porque no lo sé; a mí, por ejemplo, me llaman "Mandrú', y tampoco se sabe nada. Parece que es un pájaro correntino que no existe. Luego entré a trabajar —bueno, eso de trabajar te lo voy a aclarar en seguida— en una agencia de publicidad que se llama Exakta. Ahí estoy todavía, y muy a gusto, porque ellos me conocen y saben que el trabajo mucho no me entusiasma. También hice algo para una revista interna que tiene Canal 12. Recuerdo que con esos pesos me vine a Buenos Aires para ver al señor Divito y ofrecerle doce tiras cómicas, que fueron publicadas en "Rico Tipo" con el título de "Humor fuera de borda". Luego, en otros viajes que hice a Buenos Aires —siempre con los pesos contados—, Divito empezó a decirme que yo tenia "pasta", pero que era inconstante. Hasta que una vez me pidió chistes de tono más picarescos. Hice algo, pero no me agradó. Primero, porque mi tipo de humor no es así. Y segundo, porque no me agrada que me exijan lo que tengo que hacer, que me condicionen.
—¿Cómo calificás tu humor?
—De absurdo y con cierta dosis de sadismo. El absurdo es algo que no tiene mucho de sádico en su interior. ¿Te fijaste cuando alguien ve a una persona que se ha dado un martillazo en un dedo? ¿Cómo reacciona? Se ríe. Trata de contenerse, pero en su interior se está muriendo de risa. Lo mismo cuando alguien pisa una baldosa floja, o se pincha con un alfiler. Y eso ocurre porque todos somos sádicos en el fondo.
—¿A qué humoristas admirás?
—De los argentinos admiro a Quino, porque es muy sutil, muy fino, realmente inteligente. Me parece que lo mejor que ha hecho es el "Mundo Quino". Mafalda —que es, sin duda, un éxito bárbaro— es una prolongación, por decirlo así. O un subproducto. Y de los humoristas extranjeros, Jules Feifer y Sempé. Son extraordinarios.
—¿Te gustaría hacer historietas serias?
—Claro que sí. Aunque tal vez no me resulte muy cómodo tener que dibujar condicionado por el argumento de otro. Por aquello de mi odio a los condicionamientos, ¿viste?
—¿Cómo te enteraste, quién te dijo el resultado y todo eso que ya te imaginás.
—Participé porque vi la revista (la leo muchas veces), y ese ojo que buscaba al humorista del 69. Pasaron 3 meses. Entonces, un día, la secretaria de la agencia de publicidad vino corriendo y me gritó: Te felicito, «Mandrú». Me dijo. Yo pensé que era una broma, porque como yo me paso el día "cargando" a los demás, es bueno que alguna vez me toque. Pero no. Era cierto. Entonces empecé a dar saltos enloquecidos en la terraza, y a gritar no sé qué. Filosóficamente pensé: "Caramba, es cierto". Y seguí saltando en la terraza de Exakta. Tuvieron que sujetarme de los brazos, y me llevaron a festejarlo en "La guadaña". Ya te dije que los muchachos son estudiantes; bueno, me hicieron una fiestita como la que acostumbran cuando un tipo termina su carrera. Tomamos algo y después no me acuerdo más.
—¿Qué momento preferís para dibujar?
—La noche. Porque al no entrar ni salir gente, me concentro mejor.
—¿Cuando trabajás estás de buen humor?
—A veces. Si tengo alguna angustia, me parece que todo sale mejor.
—¿Qué cosas te angustia?
—Qué sé yo..., la soledad.
—¿Tenés novia?
—No. No la encontré todavía.
—¿La política?
—Me interesa relativamente. Trato de enterarme, pero no siento desesperación por saber todo lo que pasa.
—¿Qué opinás de los hippies?
—Son unos improductivos. No hacen nada. Respeto que vivan así, pero si quieren rebelarse contra algo, la verdad es que no son muy eficaces que digamos. Hacen artesanía, colgantes y te piden cigarrillos.
—¿Qué es lo máximo que aspirás en tu vida?
—Dibujar en el "New York Times" y en el "Pravda".
Cristóbal Reinoso se va. Quedaron atrás 800 sobres de otros tantos participantes del concurso
Edgardo Ritacco
Revista Gente y la Actualidad
27.07.1969

Ir Arriba

 

Humorista Crist