Revista Primera
Plana
08.01.1963 |
"Sin un acuerdo con Arturo Frondizi, Aramburu no será
presidente", comentaba melancólicamente en el local de la
Unión Nacional Argentina uno de los colaboradores directos
del ex jefe del gobierno provisional. El aramburista "Correo
de la Tarde" reclamaba y vaticinaba, en tanto, la libertad
de Frondizi, y Raúl Ondarts —uno de los asesores de
Aramburu— daba algunas explicaciones sobre cierta
confidencia que el cautivo de Martín García habría susurrado
a Héctor Gómez Machado.
A los pocos días, Oscar Alende, que había retornado real o
tácticamente alentado de su entrevista en Martín García,
desarrollaba un motivo adicional de satisfacción: según sus
informaciones (para garantizar su objetividad habría que
analizar los elementos de guerra psicológica incluidos
siempre en ese tipo de informaciones), Perón y Frigerio no
habrían llegado a un acuerdo en Madrid. Frigerio habría
concurrido allí como emisario oficioso de Frondizi: Alende
almorzó después con Matera, Iturbe y Gazzera extrayendo la
siguiente versión, que rápidamente deslizó a los
periodistas: Frigerio se limitó a entregar un memorándum a
Perón, pero no hubo reuniones; Perón entiende que la UCRI es
una solución posible; Perón reafirmaría sus propósitos
abstencionistas. Las tres variantes, por supuesto, son
precisamente las que convienen a Alende: la versión
invitaría así a una saludable desconfianza. Los amigos de
Rogelio Frigerio señalaban en tanto, que se había logrado un
pleno acuerdo entre el frondizismo y el peronismo: fuentes
oficiosas de la democracia cristiana agregaban que el PDC
estaba incluido en los planes de un frente nacional, lo cual
obligaba a Sueldo a retroceder.
Todo ese tipo de versiones e informaciones demuestra que
existen en !a República Argentina tres ex presidentes con
gravitación política indudable. Arturo Frondizi, el último
de los ex presidentes, aparece como árbitro entre los otros
dos ex mandatarios, cuyo acuerdo entre sí parece por ahora
imposible. Sin la participación activa de la UCRI como
elemento viabilizador, difícilmente el peronismo pueda
alcanzar una coparticipación del poder que es lo máximo a
que podría pretender por ahora; sin un apoyo directo de
Arturo Frondizi no habrá Frente Nacional; sin un acuerdo con
la UCRI. Pedro Eugenio Aramburu encontrará seriamente
bloqueado su acceso al poder. ¿Qué hace y qué quiere, en su
refugio-cautiverio de Martín García, el ciudadano Arturo
Frondizi?
Emisarios sin mensaje
"Frondizi es como la Biblia: los estudiosos siempre
encuentran en él lo que buscaban antes", señalaba en Río
Bamba un juvenil dirigente ucrista.
Cada uno de los que han conversado con él encuentran en sus
reflexiones conceptos que les permiten entrever un apoyo;
cada sector está interesado en obtener su apoyo: los
aramburistas, que enviaron como emisario a Bruno Quijano;
los alsogaraístas. que estuvieron representados en Martín
García por Zaefferer Toro; los "combatientes" de la UCRI.
que fueron informados del pensamiento de Frondizi por
Alfredo Vítolo; los "blandos", que encontraron confirmación
a su optimismo luego de la reunión Alende-Frondizi; los
frigeristas. que recogen a través de Jacobo Gringhaus el
pensamiento del ex presidente; los frentistas, que captan
las claves a través del comodoro Juan José Güiraldes; los
frondizistas-frondizistas, asesorados por el confidencial
David Blejer; los amigos personales y algunas autoridades de
la UCRI, que tratan de entender las frases que comenta
Eduardo González.
Todos vuelven siempre optimistas, todos sostienen que Arturo
Frondizi respalda sus actitudes, todos forman un conjunto
para algún delicioso estudio sobre los mecanismos de
proyección y su influencia en la acción psicológica. Pero
Arturo Frondizi. que podía hacer llegar mensajes precisos,
calla y no se pronuncia. Por ahora, prefiere el silencio;
ese deseado silencio que es una de las causas voluntarias de
su prisión.
Un razonamiento elemental permite inferir que si la posición
de Arturo Frondizi sigue sin ser aclarada es porque Arturo
Frondizi prefiere dejar desarrollar el equívoco. No juega
por ahora sus cartas (pese a lo que el público suele creer)
ni envía instrucciones (porque en ese caso. . . ¿cuáles
serían?). Sus últimas intervenciones públicas fueron la
carta-mensaje del 29 de marzo (donde pronuncia por un frente
nacional y popular); la respuesta eventual a consulta sobre
si Guido debía asumir la presidencia y unas declaraciones a
periodistas formuladas el 2 de agosto, donde hizo
consideraciones generales sobre las causas de su caída.
Después del triunfo azul vino un semi-mensaje —apócrifo o
no— desde Martín García. Se aseguró entonces que era el
borrador de un mensaje que Frondizi daría a conocer a la
opinión pública y trascendió en algunos ambientes
periodísticos. De ese supuesto mensaje —que luego Frondizi
habría decidido no firmar— se había filtrado, entre otros,
el siguiente párrafo:
• "Triunfante la legalidad en la Argentina, no quiero ser yo
un factor de perturbación ni de inhibición de un proceso que
debe trascender los problemas personales e, incluso, las
cuestiones de amor propio."
Renuncia, prisión, restitución
El párrafo transcripto insinuaba una renuncia para el
momento en que se convocara a comicios. La tesis ha sido
luego repetida en algunos diarios: "Cuando se inicie la
campaña electoral, Frondizi renunciará para darle total
legitimidad".
Los "vitolistas" insistieron siempre —y hasta ahora— en otra
teoría, aparentemente curiosa: no sólo debe descartarse una
posible renuncia, sino que debe pedirse la restauración de
Arturo Frondizi. Además, Frondizi será restaurado por
motivos nacionales e internacionales. ¿Otra vez guerra
psicológica —esta vez contra el alendismo— o convicción
profunda? Un jefe militar azul comentaba así la anécdota:
"Si yo fuera Sánchez Sañudo pediría ahora la restauración de
Frondizi: es la única manera de dividir al Ejército Azul".
El auge del retornismo frondizista torpedea el Frente
Nacional, coinciden los frigeristas desde el semanario
"Legalidad". Frondizi es el primero en no poder desear su
retorno, insisten los expertos políticos.
Un primer análisis provisional indicaría:
a) Frondizi está preso porque quiere: El ex presidente
podría haber optado por salir del país Se aferró a la letra
de una célebre declaración suya ("No renunciaré, no me
suicidaré, no me iré del país") para no hacerlo, pero otras
veces había demostrado ser realista en su respeto por
declaraciones anteriores. Si Arturo Frondizi pudiera
recuperar su libertad y volver al país, debería intentar
regresar a la Casa de Gobierno. Se le impediría, habría que
labrar un acta. El clima que se originaría volvería a
plantear la disyuntiva de su detención, favorecería los
atentados y dividiría a los azules. Además, Frondizi no está
en condiciones de adoptar ahora decisiones políticas
favorables para su prestigio.
b) Frondizi mantiene su prestigio internacional: Junto con
Pedro Eugenio Aramburu y Álvaro Alsogaray —pero quizá en
mayor medida que ellos— Arturo Frondizi es uno de los
hombres con notable prestigio fuera del país. Despierta
confianza en Estados Unidos, donde se lo considera el mejor
gestor de relaciones públicas de la Argentina (Amadeo
regresó impresionado por el pésimo efecto que causa en el
exterior la detención de Frondizi); despierta confianza en
centros económicos-financieros de Europa (se le dijo
constantemente a Aramburu, según relataban sus propios
amigos) por la solución que dio a distintos problemas (CADE,
Bemberg, DINIE) que parecían muy difíciles de resolver a
favor de esos círculos; despierta confianza en Latinoamérica
(con Frondizi, la Argentina se incorpora al sistema
continental en forma efectiva y entra en el
panamericanismo). Esas circunstancias y el necesario
desaliento a la teoría del hecho cumplido en materia de
golpes de estado (tesis eventual de algunos kennedystas)
jugarían a favor de una restitución: las circunstancias
locales y la misma voluntad de Frondizi la hacen
prácticamente imposible. "No producir actos que quiebren el
frente interno del Ejército", habría enviado decir Arturo
Frondizi a Julio Oyhanarte.
Legalidad y candidatos
Una de las ideas más firmes de Arturo Frondizi es la de
legalidad: otra, la de desarrollo; una tercera, la de paz
social (que también debe entenderse como frente nacional).
Desde Arturo Frondizi, esas ideas funcionan. de acuerdo con
un tipo de pensamiento que sólo se atiene a lo fundamental,
a lo que hace al proceso de fondo dejando a un lado detalles
personales, matices de forma.
¿Apoyará Frondizi a un Frente Nacional, a Pedro Eugenio
Aramburu o a Oscar Alende? Cualquiera de os tres necesita,
casi absolutamente, :se respaldo para triunfar. ¿Cuál será
la decisión de Frondizi, de acuerdo con las características
previsibles de su acción?
En primer lugar, debe reiterarse un hecho elemental:
ideológicamente, Arturo Frondizi entiende al radicalismo
como un factor instrumental, necesario en este momento
histórico, pero es frentista; todo su pensamiento es
frentista: su última carta (29 le marzo) ratifica esa
posición de fondo. Doce horas antes de ser detenido,
Frondizi decía a Güiraldes: "No hay que romper nunca con el
peronismo".
El triunfo de ese frente es considerado por Frondizi como
inevitable: "El proceso es irreversible, sólo me preocupa
que se pierda tiempo y que laya derramamiento de sangre",
frente a sus visitantes. Frondizi siempre fue coherente con
ese pensamiento "integracionista"; Frigerio siempre tuvo —y
tiene— la fuerza que e dio Frondizi. Frondizi parece haberse
equivocado a menudo en la elección de las personas; parece
también haber sobreestimado siempre (en forma suicida) a sus
enemigos dentro de las Fuerzas Armadas. Esos dos errores
impusieron retrocesos a sus ideas frentistas y, finalmente,
provocaron su caída. Pero las tácticas de Frondizi —aun
equivocadas desde su mismo punto de vista— estuvieron
siempre al servicio de un acuerdo político que él considera
indispensable.
El problema teórico del frentismo no coincide con el
problema práctico. El frentismo teórico de Frondizi es
indubitable pero, en la práctica, permite tres soluciones:
volcar el frentismo en la UCRI, con Oscar Alende; volcar el
frentismo a favor de Pedro Eugenio Aramburu; volcar el
frentismo a favor de Del Carril, Amadeo o algún otro
extrapartidario que permita un entendimiento con la línea
blanda del peronismo.
• Alende confía en que, colocado Frondizi ante una situación
de hecho resuelta desde aquí —la proclamación de su
candidatura por parte del aparato de la UCRI, que él
controla— el ex presidente no podrá sino tratar de canalizar
tras esa candidatura a los sectores que trabajan para el
frente nacional. "Después de todo —señalan— ésa es la
experiencia del 23 de febrero de 1958". Si Frondizi no se
adhiere a esa línea deberá, dicen, enfrentar a la misma
UCRI, dividirla: ésa es una carta que no jugará. Objeción:
el hecho consumado, por lo pronto, no resulta fácil; el
control alendista del "aparato" no es absoluto; pese a sus
"amenazas", Alende no pudo hacerse proclamar hasta ahora.
• Aramburu confía en que Frondizi impulsará a la UCRI a
apoyarlo. Sostiene que a Frondizi le interesa mantener poder
político —lo tendría a través de un parlamento ucrista y
gobernadores ucristas— y una máquina para la sucesión. Esa
máquina resultaría difícil de controlar por Frondizi si
Alende fuera presidente; con Aramburu en el poder, Frondizi
seguiría siendo el jefe del partido. Por lo demás, a
Frondizi le interesa el proceso económico de fondo, que
Aramburu proseguiría. Objeción: El apoyo a Aramburu
significaría la ruptura con el peronismo; si Aramburu sigue
la política de Frondizi tendría a sus ex amigos enfrente y
no serviría como elemento de conciliación y, por lo tanto,
de estabilidad.
• El frentismo confía en que Frondizi se inclinará por un
extrapartidario "simpático" al peronismo. Entiende que esa
salida es la respuesta natural que puede inferirse de su
ideología y su concepción del proceso argentino. Objeción:
Las posibilidades de instrumentar el frente son, todavía,
muy remotas; el peronismo persiste en una línea dura que
puede aislar a la UCRI si ésta no se apresura a jugar la
carta de la clase media liberal con Aramburu o del acuerdo
pan-radical con Illia. ♦
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