Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


UNA EMPRESA CON VOCACION DE MECENAS ALBERGA
A SEIS ENTIDADES DEL DEPORTE AMATEUR SIN TECHO
MENS SANA IN SEDE PRESTADA
Revista Siete Días Ilustrados
06.03.1972

Expulsadas del edificio de la AFA durante la gestión del doctor Oneto Gaona, las federaciones de handball, atletismo, pelota a paleta, tenis de mesa, ajedrez y bowling debieron ambular por edificios precarios y hasta por plazas. Pero solucionaron su desamparo gracias al préstamo de un inmueble cedido por el industrial Eduardo Bakchellian.

Súbitamente, y con los primeros tintineos de la organización del Campeonato Mundial de Fútbol 1978 —un evento a realizarse en la Argentina, según los planes—, sobrevino el desalojo. Seis federaciones deportivas amateurs —ajedrez, bowling, handball, atletismo, tenis de mesa y pelota a paleta—, alojadas entonces en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), debieron liar sus petates bajo la gestión del entonces pope afista Juan Martín Oneto Gaona y, sin patalear, improvisaron oficinas en predios inusuales. Bares, confiterías, restaurantes y hasta parques, plazas y paseos públicos oficiaron entonces como centros de fichaje e información para los deportistas desalojados.
"Fue penoso. Y tal vez debíamos haber resistido con más ahínco la orden de abandonar nuestro local. Algunos pensamos en sacar nuestras mesas y ficheros a la calle junto con las copas y trofeos. Además, se iba a completar la queja añadiendo varios deportistas en ropa de competición", memoró ante SIETE DIAS Héctor Langone (36), presidente de la Federación Atlética Metropolitana, una de las seis entidades expulsadas.
Aunque esa forma de protesta no se llevó a cabo, tanta contrariedad no perduró mucho tiempo. Es que una empresa argentina particular —la firma Gatic S.A., que fabrica calzado para deportistas bajo licencia de la firma alemana ADIDAS— ofrendó a los evacuados un reducto que puso fin a tanto deambular. Claro que ese loable hecho no agota la orfandad en que se debate el deporte no rentado en la Argentina, desheredado del apoya oficial. Quizás ese olvido encastre definitivamente en una historia de nunca acabar, a juzgar por las experiencias protagonizadas por los atletas tras la expulsión. Un hecho que pudo detectar SIETE DIAS después de rastrear los andariveles por donde se deslizan los juegos amateurs en la Argentina.

LIRISMO RIMA CON ATLETISMO
"Sólo los líricos pueden dedicarse al atletismo, una especialidad que además de ser base de las olimpíadas otorgó a la Argentina varios campeones del mundo", tronó Aldo Cangiani (42), secretario de la Federación Atlética Metropolitana (FAM), una entidad enrolada en la Confederación Argentina de Atletismo (CADA). Y razones no parecen faltarle: por lo pronto, la entidad madre que cobija a la FAM (o sea la CADA) no tiene sede propia para albergar a los dos mil atletas que contabilizan sus ficheros. Sus autoridades sesionan entre los claroscuros de un sótano que les cedió gratuitamente el Club Atlético San Telmo, una entidad que milita en la primera división B y se erige en la Isla Maciel, vecina Al Dock Sud, en la provincia de Buenos Aires. Pero, por lo visto, no culminan allí las falencias y la desprotección a que debe someterse todo aquel que pretenda iniciarse en las lides pergeñadas por los griegos. En plena Capital Federal, apenas se encuentran tres pistas donde se pueden librar competencias: dos particulares —las de los clubes River Plate y Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires— y una municipal, que se levanta en el Parque Chacabuco. Por otra parte, los elementos para practicar estos juegos parecen no brillar por su abundancia. "Ni siquiera disponemos de subsidios del Estado para adquirir implementos deportivos. La semana pasada solicitamos dos balas, dos jabalinas, dos martillos y dos discos para los atletas y recibimos una respuesta negativa", se compungió ante SIETE DIAS Langone, el jeque de la federación de atletismo desalojada de la AFA, una entidad que en su retirada arrastró a 39 instituciones afiliadas bajo su férula.
Sin embargo, no todas son adversidades —según Langone— para sus coequipers: "Gracias a la empresa Gatic, especialmente a su presidente Eduardo Bakchellian, podemos tomarnos un respiro y planificar el futuro", reconoció. Es que la cesión por dos años de una sede para las seis federaciones —el préstamo vence en mayo de 1973 y la compañía se comprometió a dar aviso a las federaciones con 180 días de anticipación cuando necesite recuperar el local que prestó—, permite a la media docena de entidades encarar proyectos para el futuro con la tranquilidad del techo asegurado. "Como en las oficinas que nos cedieron sólo pagamos el teléfono (luz e impuestos corren por cuenta de Gatic), es posible que al vencimiento del contrato hayamos juntado dinero como para erigir nuestra propia sede", se entusiasmó el secretario Cangiani.

DE COMO PROMOVER EL AMATEURISMO
Quizá la moraleja importante que se puede extraer entre tanta carencia sea la de propiciar el mecenazgo para proteger al deporte vocacional. El caso de Gatic así parece demostrarlo: "Nosotros podíamos haber vendido el edificio que cedimos a las federaciones en unos 150 millones de pesos. Pero preferimos albergar a esas glorias del deporte argentino, abandonadas y en la indigencia más completa", clarificó el directivo de esa empresa privada José Grabriel González Peña (51), más conocido por el seudónimo Pepe Peña, una nominación con que cobró notoriedad en el ambiente deportivo, donde se desenvuelve como periodista.
Esa cesión, por otra parte, acarreó a la firma múltiples problemas que se obviaron con gruesas dosis de buena voluntad. Es que Gatic debió trasladar sus oficinas de Contaduría y Expedición de la porteña calle San Juan al 3.900 —emplazamiento que actualmente lograron las federaciones— hasta la localidad bonaerense de San Martín, asiento de la planta elaboradora de calzado. "Imagínese que allí trabajaban 250 obreros que confeccionan 1.500 pares de zapatos diarios. Pero aceptaron ensardinarse de buen grado (cuando se les explicó el motivo), con los compañeros que llegaban de la calle San Juan", evocó Eduardo Bakchellian (42, foto central), el presidente del complejo industrial que produce 27 modelos diferentes de calzado deportivo. Para colmo de males, por ese entonces, una solicitud de presupuesto por un millón de pares de zapatos —proveniente de una firma estadounidense— complicó aún más el traslado de dos dotaciones de empleados, ya sobrecargados en sus faenas por exigencias de un voraz mercado latinoamericano. Sin embargo, la suerte favoreció el buen gesto de ceder las dependencias y Gatic pudo continuar con sus planes de expansión: a las líneas Adidas (urdidas por el atleta alemán Adi Dassler, quien filmó y estudió meticulosamente los movimientos de otros compañeros para diseñar los modelos), añadieron pantalones de fútbol, y desde mediados de marzo se agregará una línea de buzos y pantalones deportivos.
Probablemente esa escalad industrial que sobrevino a la cesión sea la que motive ahora otros actos de mecenazgo que esa firma piensa dispensar a los amantes del deporte. "Para septiembre de este año pensamos traer al país profesores ingleses y alemanes de sprint, salto y lanzamientos. Pensamos mantenerlos un año en colegios estatales para que instruyan a niños de 6 a 10 años en la práctica del deporte", anticipó E.B. frente a SIETE DIAS. Y no se agotarán allí las gestiones de la firma en beneficio de la formación atlética argentina. "Cuando llegue la próxima primavera organizaremos —en este caso para mayores cuyas edades oscilen entre los 50 y 75 años— una caminata con premios para los diez primeros. Lo importante es que todos practiquen los deportes que no atraen multitudes", arguyó Pepe Peña.
Claro que más allá de esos deseos, y por el momento, la ayuda real se encaminó a favorecer a un puñado de esforzados competidores que, como ocurriera con el remero Alberto Demiddi, debieron luchar contra la carencia de elementos hasta acariciar la esquiva fama. Un título que se conquista —en el caso del deporte amateur— a fuerza de sacrificios y renuncias de todo calibre. Porque en estos deportes que gambetean los fervores populares, la gloria es tan efímera que a veces, como apunta Bakchellian, pierde eficacia hasta la protección de una vitrina: "Cuando los federados ocuparon nuestro local, ni siquiera tenían dinero para restaurar los premios que obtuvieron, muchos de ellos de gran valor sentimental para el olvidadizo pueblo". Pero ésa es otra historia, una historia que corre peligro de morir en el anonimato.

 

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Eduardo Bakchellian
Mecenas Bakchellian, o cómo un industrial pierde de ganar 150 millones para suplir una ayuda que debió provenir del Estado

 

 

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