Un periodista norteamericano, de los varios corresponsales
extranjeros que están llegando a Buenos Aires con motivo de las
elecciones del próximo domingo, decía al director de PRIMERA
PLANA que su revista era más difícil de realizar que "Time". La
revista norteamericana fecha sus ediciones tres días después de
entrar en impresión, pero sus editores están seguros de que,
incluso tres días después, tendrá actualidad si definen a
Kennedy como presidente de los Estados Unidos: no ocurre lo
mismo con PRIMERA PLANA. De todos modos, al cierre de la
semana, el sábado último, todo hacía prever que se podía titular
a Guido presidente de la Nación, en la seguridad de que el
martes siguiente ostentaría el mismo título. Las versiones
golpistas, que alcanzaban cada día mayor
intensidad, se habían desinflado algo en los pocos medios
realmente informados: por un lado, las grabaciones telefónicas
dadas a conocer por el doctor Bassi, de la UCRP (ver página 10),
no habían actuado como detonante de malestar alguno en las
Fuerzas Armadas. La trascendencia fue mínima. Por otro lado, la
reunión de los generales Repetto, Onganía, Villegas y Julio
Alsogaray con el general Rauch, del viernes último, tuvo un
sentido distinto del que ir adjudicaban algunas versiones
apresuradas: el general Onganía hizo saber al general Rauch que
su nombre era girado por algunos golpistas y lo invitaba a
absolver posiciones. El comandante en jefe fue, asimismo,
categórico en cuanto a la drástica represión que tendría
cualquier intento golpista: sus palabras parecían avaladas por
los acontecimientos de septiembre y abril. Por su parte, el
presidente Guido habló el viernes por la noche al país, en un
mensaje conmovedor por su tono, pero del cual extraemos las
únicas declaraciones de sentido político: en su parte final da a
entender que el gobierno estaría dispuesto a respetar las reglas
del juego electoral establecidas hasta este momento. Es decir,
dio a entender que no habría más decretos elaborados en la usina
del sorpresivo Ministerio del Interior. El Frente Nacional
había exigido una declaración de esta naturaleza, pero
probablemente algo más enfática y que también comprometiera en
la actitud al ministro Villegas, La declaración de Guido parecía
muy débil a la altura de las circunstancias. De todos modos, el
sábado a mediodía se tenía entendido que si el Frente elegía sus
candidatos a gobernadores de las provincias sin romper el
esquema sobreentendido con las FF. AA. (nada de gobernadores
peronistas en las provincias grandes), los numerosos decretos
limitativos elaborados por el Ministerio del Interior el día
miércoles y jueves últimos, para ser dados a conocer, de acuerdo
con las circunstancias, pocos días antes del 7 de julio, serían
directamente archivados. Ya en la semana de las elecciones,
valdría la pena reconocer dos triunfos personales en el caótico
proceso que se ha vivido para desembocar en el 7 de julio: •
El del general Aramburu, al haber logrado imprimir un sello tan
peculiar a su campaña, de respeto por los adversarios y las
instituciones, y haber logrado crear un partido nuevo (UDELPA)
que demuestra un vigor que seguramente irá mucho más allá de las
elecciones. • El del doctor Vicente Solano Lima, que jaqueado
por un ministro del Interior totalmente adverso al Frente
Nacional, obtuvo en pocas semanas un clima de entusiasmo
inusitado y sorpresivo en los pocos actos públicos que pudo
organizar en el interior del país. Al mismo tiempo, logró
mantener la calma a pesar de los decretos semanales que le
oponía el general Villegas y, en gran parte gracias a su
sugestivo Comité del Silencio (General D'Andrea, Almirante
Estévez, doctor Schamis), ingresó favorablemente en la clase
media que las amenazas de un veto habían alejado temporariamente
del Frente Nacional. Un balance hecho al fin de la semana
entre los corresponsales extranjeros indicaba claramente que si
el próximo presidente de la Nación no es el general Onganía,
seguramente será uno de los dos: Solano Lima o Aramburu.
Página 3 - PRIMERA PLANA 2 de julio de 1963.
Sin
protocolo El elefante blanco Por Hipólito Solari Yrigoyen
El proceso al desastre argentino ha concluido su tramitación y
ahora sólo resta esperar la sentencia hasta el domingo próximo.
El pueblo decidirá si las estructuras económicas y sociales que
soporta desde 1958 son intocables como los elefantes blancos
para los siameses, o si ha llegado el momento de cambiar de
rumbo por la vía pacífica antes de que se haga con violencia.
Ambas posiciones, la de todo queda como está, o la del cambio,
tendrán en el Frente y en la UCR del Pueblo a sus principales
protagonistas. El doctor Frondizi, para montar el actual
sistema, preparó el terreno con la adopción de diversas medidas,
tales como la entrega del petróleo a empresas internacionales,
la sanción de garantías para inversiones extranjeras y el
acuerdo con ciertos capitales, como los eléctricos por ejemplo,
que desde el exterior presionaban para que no se diera ayuda a
nuestro país hasta tanto se negociara sobre sus intereses. Luego
vinieron los convenios con el Fondo Monetario y las
modificaciones de nuestras leyes para adecuarlas a las
exigencias de ese organismo. Paralelamente, usando una
aparatosa propaganda, en el campo social se fue llevando la
intolerancia a extremos inadmisibles en un país civilizado. No
se titubeó en llamar irresponsables a los que pedían el pago de
sus sueldos, o enemigos del desarrollo a los que denunciaban
negociados, o comunistas o extremistas a los que reclamaban el
cumplimiento de las leyes vigentes, como los jubilados o los
maestros. Esta política fue impugnada por la oposición
parlamentaria de la UCR del Pueblo desde sus comienzos, cuando
muchos la apoyaron, algunos de buena fe por el paraíso que se
prometía tras la aceptación de la injerencia extranjera en
nuestros asuntos y un más o menos breve período de sacrificio, y
otros directamente por conveniencia, pues pensaban beneficiarse
con ella. Sin embargo, pese a los anuncios de radicaciones jamás
ha sufrido la República una evasión de sus capitales como ahora.
Tampoco terminaron los males con la entrega del petróleo; por el
contrario, se han agravado. Nuestra moneda no ha obtenido
ninguna estabilidad y ha sido inútil la paralización de la
mayoría de las obras fundamentales hecha en aras de un posterior
desarrollo que nunca pasó de ser un slogan sin respaldo. Sin
caer en chauvinismo, no resulta difícil reconocer que se decide
en Estados Unidos hasta el número de cuotas en que se pagan los
aguinaldos argentinos. Hoy, quien más, quien menos, todos
sufrimos las consecuencias de la catástrofe. Tienen actualidad
las palabras de uno de los ministros de economía del sistema que
lo reconoció con este juicio: "Todos, sin excepción, están
sufriendo las consecuencias. Los agentes del gobierno y los
contribuyentes; los productores y también los consumidores; las
empresas, y sus empleados y obreros". Así, a la distancia, las
críticas que efectuó el bloque de la UCR del Pueblo que presidía
el doctor Marini, o el Comité Nacional del doctor Balbín, y que
en su momento algunos pensaron que eran destructivas, han
resultado proféticas. En absoluta consecuencia con su
política y sin incursionar por la demagogia, el radicalismo, a
través de los candidatos Illia y Perette, ha ratificado su
decisión de cambiar las actuales estructuras por una democracia
social sin sumisión a intereses foráneos. En su plataforma no
hay definiciones ambiguas. Se promete denunciar "los acuerdos y
convenios que supeditan el manejo de la economía nacional a las
decisiones del Fondo Monetario" y se propugna la "nulidad de los
contratos de petróleo". El ambicioso plan del doctor Frondizi
de conseguir los votos peronistas para el Frente que avala su
política, muestra muchos signos de desaliento. Entre otras
demostraciones, la conocida posición del doctor Matera le ha
caído al Frente como le sientan las banderillas a un toro
jadeante en vísperas de tumbarse en el ruedo. A pesar de las
"órdenes" que se invoquen, el pueblo se ha enterado de que para
muchos justicialistas el Frente es, nada más ni nada menos, que
una "siniestra confabulación antinacional y antipopular que
tiende ante todo a conseguir la convalidación de la política de
coloniaje y miseria que impuso el gobierno de Frondizi a la
República", según el citado dirigente. Igual definición dio
antes la democracia cristiana. Muchos nombres terciarán en
esta elección. Pero, por encima de los nombres en su mayoría
igualmente honestos y capaces, lo que interesa son las políticas
que encarnan. Ya las líneas están tendidas. Ahora el pueblo
tiene la palabra.
Ir Arriba
|
|
Guido-Solano Lima-Aramburu |
|
|
Columna de Hipólito Solari Yrigoyen |
|
|
|