Revista Redacción
marzo 1973 |
HECTOR J. CAMPORA
El poder de lo lealtad.
HECTOR J. Cámpora es el hombre más leal que produjo si peronismo en
sus 30 años de historia. Desde que fuera nombrado comisionado
municipal en San Andrés de Giles, su adhesión al nuevo líder
político sería una obstinación difícil de imitar. Ese acercamiento a
Perón data de 1943, gracias a su amistad con el general Filomeno
Velazco, entonces jefe de policía, quien promovió la incorporación
del único grupo de conservadores que adhirió al peronismo (Edmundo
Sustaita Seeber, Alberto Teissaire y Emilio Visca también estaban
allí) mediante la creación del Partido Independiente. Ese sector
negoció sus candidaturas a diputados con el Partido Laborista y de
ese modo entraron todos al Parlamento. En 1948, Cámpora logró
desplazar a Ricardo César Guardo de la presidencia de la Cámara y
desde ese momento fue todos los días a esperar a Perón a la Casa de
Gobierno a las 6 de la mañana. Entraba y salía del despacho
presidencial sin mayores problemas, y solía llevar personalmente las
iniciativas del líder al Congreso.
Durante todo su mandato parlamentario, Cámpora batió el récord de
homenajes a Perón y Eva Perón: más de un centenar. Fue autor del
proyecto de ley que confirió al presidente el título de "Libertador
de la República" y a su esposa el de "Jefa Espiritual de la Nación".
Presidió también las sesiones en las que fueron expulsados los
diputados radicales Ernesto Sammartino y Agustín Rodríguez Araya.
(En este último caso, Cámpora accedió a un pedido personal de Visca
para que se alterara el orden en la lista de oradores y Rodríguez
Araya pudiera abandonar el recinto antes de votarse la expulsión y
evitar así que la policía lo detuviera). Al ser derrocado el
peronismo, Cámpora fue confinado en el sur con otros
correligionarios, hasta que consiguió fugar en un espectacular
operativo del que fue informado a último momento. Entonces prometió
no volver a la política si salía con vida del duro trance; sin
embargo, años después comenzó a frecuentar la residencia de Perón en
Madrid y consiguió finalmente dos importantes objetivos: primero
reemplazar a Jorge Paladino como delegado personal del líder y luego
obtener de éste su designación como candidato a la Presidencia por
el Frente Justicialista. (Esto último sorprendió a los propios
peronistas).
Cámpora nació en Mercedes (Bs. As.), donde fue campeón de ciclismo.
Tiene 64 años. Ejerció la odontología en San Andrés de Giles y allí
se inició políticamente junto a sus familiares conservadores. Fue
diputado reelecto durante los dos gobiernos peronistas.
Se le atribuye una autodefinición muy particular: "Mi principal
característica —dijo en 1971— es la obsecuencia hacia el general
Perón".
RICARDO BALBIN
El poder de la tenacidad.
Ricardo Balbín es el hombre más tenaz que produjo el radicalismo en
sus 80 años de historia. Derrotado dos veces en elecciones
presidenciales, se presenta nuevamente tras ganar los comicios
internos más reñidos de los últimos tiempos. Su imagen, algo
desteñida por el congelamiento político de seis años, surgió
sorpresivamente remozada. Ya no es el orador de frases hechas: ahora
habla con singular precisión y se impone por la severidad de sus
razonamientos. Uno de sus grandes méritos consiste en haber
mantenido una conducta política irreprochable, acorde con la
filosofía democrática de su partido. Gracias a él, el radicalismo se
conservó unido y pudo emerger como la fuerza electoral más orgánica
del país. Sin embargo, el mayor problema de Balbín fue siempre su
escaso atractivo personal en la conquista de electores, a pesar de
sus virtudes morales. Eso lo convertiría poco a poco en el
receptáculo de las acusaciones contra "los viejos políticos que no
debían volver". Ahora en cambio hasta Perón —que lo había hecho
famoso al ponerlo preso "por desacato"— lo elogia políticamente y le
reconoce el valor moral de su militancia. Respaldado por una
plataforma de objetivos claros y sostenido por un partido de
raigambre popular, su fuerte personalidad vuelve a recobrar plena
vigencia cada vez que hay comicios.
Balbín nació en Buenos Aires. Tiene 68 años. Se recibió de abogado a
los 22 años (en sólo 30 meses de estudio). Fue militante reformista;
diputado provincial electo el 5 de abril de 1931 (cuando se anularon
las elecciones) para una banca que volvió a perder en 1942 al
renunciar "por las irregularidades del comido". Elegido diputado
nacional en 1946 y reelecto en 1948, fue candidato a gobernador
bonaerense en 1950 y a Presidente de la Nación en 1951 y 1958.
OSCAR ALENDE
El poder de la
experiencia.
Oscar Eduardo Alende es un político fogoso, discutidor hasta el
cansancio, brillante parlamentario y de una capacidad operativa poco
común. Su mayor mérito —frente al resto de los candidatos— consiste
en ser el único que puede exhibir experiencia de gobernante y
legitimar ese título con una reconocida gestión al frente del primer
Estado argentino. Profesa una acendrada vocación antiimperialista,
apoyada en violentas campañas contra los monopolios y las empresas
multinacionales. Justamente su decisión de constituir una alianza
electoral desvinculada del Frejuli obedece a la distorsión operada
allí dentro cuando se aprobó el programa definitivo de gobierno.
Quienes discuten su figura política le señalan el silencio que
guardó durante las concesiones a las compañías petroleras (bajo la
presidencia de Frondizi) y recuerdan la entrevista que mantuvo con
Levingston para reclamarle que "profundice la revolución". Pero él
se defiende alegando que ese presidente asimiló sus denuncias contra
las actividades de las compañías extranjeras. Lo cierto es que
Alende, descreído entonces de la posibilidad de un nuevo proceso
institucional, se lanzó luego con todo a la reconstitución de sus
cuadros políticos apenas se confirmó la convocatoria a elecciones.
Alende nació en Maipú (Bs. As.). Tiene 63 años. Se recibió de médico
en 1933. Afiliado a la Unión Cívica Radical tres años después, fue
electo diputado provincial (1948) y nacional (1952). Presidió el
bloque de legisladores radicales. En 1958 fue elegido gobernador de
la Provincia de Buenos Aires por la UCR Intransigente. Ese mismo
partido lo proclamó a último momento candidato a la Presidencia de
la Nación en 1963, y realizó una elección tan brillante que desplazó
del segundo puesto al general Aramburu. Escribió cuatro ensayos
políticos: "Punto de partida"; "Entretelones de la trampa"; "Marcha
al sur" y "Los que mueven las palancas" (cuya segunda edición acaba
de aparecer y se comenta en este número de Redacción).
FRANCISCO G. MANRIQUE
El poder de la decisión.
Francisco Guillermo Manrique es temperamental, audaz y resolutivo.
Un día decidió abandonar su carrera naval y dedicarse por entero al
periodismo y la política. Lo hizo con un ímpetu avasallador, dejando
huellas en todos los lugares donde actuó. Por eso ahora tiene amigos
y enemigos, pero no se arrepiente de nada. Y precisamente de la nada
sacó su candidatura, la noche en que se presentó por televisión para
anunciar que se postulaba como candidato a Presidente de la
República, sin partido y sin plata para la campaña. Tenía en verdad
un andamiaje electoral y era el que había elaborado hábilmente
durante su gestión en el gobierno d e Lanusse. Manrique había
conseguido ser el único ministro de Bienestar Social — desde que se
creara esa cartera— que la gente recordaría como tal.
Con ese capital político, Manrique negoció el apoyo de dos
maquinarias electorales: la Unión Popular y el Partido Demócrata
Progresista. La influencia de esos dos partidos y la experiencia
política acumulada durante 17 años (Manrique descubrió los secretos
de la política a los 38 años), le hicieron cambiar de rumbo en
algunos enfoques. Principalmente abandonó esa fijación maccartista
que traía de su juventud. En este aspecto se le reprochan sus
cacerías de brujas en aquel boletín confidencial anticomunista
bautizado LPC (Leer para creer).
Manrique nació en la provincia de Mendoza. Tiene 54 años. Egresó de
la Escuela Naval Militar en 1937. En junio de 1955, tras el
levantamiento antiperonista, fue dado de baja y condenado a prisión
perpetua. La Revolución Libertadora le restituyó la libertad y los
grados; Aramburu lo hizo Jefe de la Casa Militar en el 55, y
candidato a diputado nacional en el 63 (cuando se fundó Udelpa). Fue
dos veces ministro de Bienestar Social: la primera vez con
Levingston (con quien se había peleado a través de su diario,
"Correo de la Tarde") y la segunda con Lanusse (con quien también se
peleó). Ahora quiere ser presidente él.
JULIO R. CHAMIZO
El poder de los empresarios.
Julio Roberto Chamizo es una de las figuras nuevas de la política
argentina. Fue elegido más por su forma de ser —natural, afable,
seguro de sus ideas, equilibrado— que por sus supuestas virtudes de
estadista. Tal vez el hecho de haber sido un triunfador en sus
negocios es lo que le permite desenvolverse con tanta serenidad
delante de políticos y periodistas, aunque se estén discutiendo
temas que suelen despertar agrias polémicas. Su disposición a
asimilar con una sonrisa todos los dardos que se lanzaron contra el
blanco que ofreció de entrada Nueva Fuerza, le valió de mucho en una
campaña electoral donde no escasearon las acusaciones. Chamizo tuvo
que acostumbrarse a poner la cara tanto en los afiches, como en los
cortometrajes y en los programas de televisión; se convirtió en el
receptáculo directo de todas las dudas que despertó el flamante
partido, pero cuando no fue encasillado en los guiones
publicitarios, habló con aceptable claridad de concepto. Sin
embargo, hubo un hecho curioso: Álvaro Alsogaray, quien se
auto-eliminó para no restar votos, confiaba en esta nueva figura y
resulta que se impuso más la simpatía natural de su hija María Julia
que el hombre elegido para ser candidato. Es que los rasgos físicos
de Chamizo no son precisamente los de un típico ejecutivo de
empresa; parece más bien un hombre extraído de la clase trabajadora
a quien la vida colocó de pronto en un medio totalmente opuesto. Tan
pronunciado fue el cambio, que quien empezara afiliándose al Partido
Socialista terminó adhiriendo al Cívico Independiente. De ahí a
Nueva Fuerza sólo tenía un trecho.
Chamizo nació en Buenos Aires. Tiene 59 años. A los 16 dejó de
estudiar en el colegio nacional porque tuvo que emplearse como
cadete en una firma comercial. A los 23 empezó su vida empresaria
como socio de esa misma casa, pero a los 32 fundó su propia empresa
(Chamizo y Cía.). A los 53 lo nombraron director de Jabón Federal.
En 1958 fue candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires
por el Partido C. Independiente.
Ezequiel A. Martínez
El poder del oficialismo
Ezequiel Alfredo Martínez es un hombre tranquilo, de buen carácter y
un gran sentido del humor. Habla en voz baja, con una permanente
sonrisa y en tono conciliador. Acepta todas las acusaciones
("candidato continuista que corre con el caballo del comisario") con
la misma resignación con que participa de una competencia en la que
todos descuentan su derrota. Sus antecedentes profesionales nada
tenían que ver con la política. Era Jefe del Estado Mayor Conjunto
de las Fuerzas Armadas, cuando un día el presidente Levingston lo
relevó por un "grave acto de indisciplina" (no haber transmitido a
tiempo las órdenes para reprimir el segundo Cordobazo). Derrocado
Levingston, Lanusse lo nombró titular de la Secretaria de
Planeamiento y Acción de Gobierno. De allí a la candidatura
presidencial había un corto trecho: era el único hombre de gobierno
al que no afectaba la famosa "cláusula del 25 de agosto". Cuando
Perón eligió candidato a Cámpora —su delegado personal—, Lanusse se
decidió por el brigadier Martínez —entonces secretario de la Junta
de Comandantes en Jefe—, quien había participado en dos episodios
recientes: la entrevista con Cámpora para recibir un documento
programático elaborado por Perón y la advertencia al jefe
justicialista en Ezeiza en la madrugada del 18 de noviembre último.
El rasgo más notable de Martínez parece ser su ingenuidad política.
Cercado por hombres veteranos en esta materia (Leopoldo Bravo,
Guillermo Belgrano Rawson, Francisco J. Gabrielli), el candidato de
la Alianza Republicana servirá de mascarón de proa para que algunos
jeques provinciales obtengan algunas bancas parlamentarias y
comunales. Pero él obtuvo un rédito: su promoción como nueva figura
política.
Martínez nació en Dolores (Bs. As.). Tiene 49 años. Estudió primero
en el Colegio Militar y luego en la Escuela de Aviación Militar, de
Córdoba. Fue nombrado funcionario diplomático en Washington (1948) y
en Lima (1961). Volvió a los Estados Únicos (1968) como asesor en la
Organización de Estarlos Americanos y en las Naciones Unidas.
AMERICO GHIOLDI
El poder de la docencia.
Américo Ghioldi es un brillante orador, de ideas claras y
exposiciones concretas. Siempre ha sido un excelente parlamentario y
un activo militante de su partido, con un gran sentido didáctico,
propio de su profesión docente. Su línea de pensamiento ha sido
coherente con el ideario de sus maestros: Juan B. Justo y Nicolás
Repetto. Virtualmente fue el heredero político de este último, claro
que de un partido cada vez más pequeño y menos influyente. Se le
reconoce una actitud consecuente con sus ideas en los momentos más
difíciles de su vida, a prueba de persecuciones. Suele ser un hábil
explorador de los procesos políticos argentinos.
La personalidad d e Ghioldi contó siempre con el beneplácito de los
militantes más veteranos del socialismo, pero con la oposición de
los sectores juveniles que terminaban por irse del partido,
desilusionados por la falta de renovación física e ideológica. Se le
reprocha insistir en un tipo de socialismo para minorías ilustradas,
alejado del pueblo. Sus prosélitos estuvieron siempre en la clase
media culta y no en las masas laboriosas como indica la doctrina
socialista. Esta situación se agudizó a partir del surgimiento del
peronismo, al que sigue interpretando con la misma óptica del
gorilismo derechista.
Ghioldi nació en Buenos Aires. Fue director de "La Vanguardia", tres
veces concejal municipal, tres veces legislador nacional, miembro de
la Junta Consultiva Nacional y diputado constituyente. Escribió más
de 50 libros y folletos, de los cuales se recuerdan estos: "Juan B.
Justo; sus ideas históricas, sus ideas socialistas, sus ideas
filosóficas"; "Marxismo, socialismo, comunismo, izquierdismo y la
realidad actual argentina"; "Historia crítica de la revolución del
43"; "El mito de Eva Duarte"; "El antiimperialismo de Perón"; "La
Argentina tiene miedo".
Actualmente es miembro de las academias nacionales de Ciencias
Morales y Políticas y de la de Ciencias Económicas, donde se
presentó con estos trabajos: "La fuerza y la política en la historia
argentina" y "El futuro del parlamentarismo y la concentración del
poder económico".
JORGE ABELARDO RAMOS
El poder de la inteligencia.
Jorge Abelardo Ramos es inteligente, analítico, sumamente estudioso
del proceso histórico y sus consecuencias políticas. Posee un
refinado sentido de la ironía, que sabe manejar mejor en sus
exposiciones orales que en sus reflexiones escritas. Su brillante
oratoria podría convertirlo en un parlamentario de primera línea,
sobre todo por la solidez de sus argumentaciones. Esa imagen
destila, sin embargo, cierta dosis de suficiencia intelectual que le
resta simpatía. Sus sarcasmos son, ante todo, una valiosa arma para
la polémica antes que un rasgo espontáneo de humor. Por primera vez
Ramos ha logrado vertebrar una organización partidaria, después de
años de militancia. Generalmente sus grupos de estudio se debatían
en la inoperancia y sus discípulos lo abandonaban a mitad del
camino. La mayoría de las veces, debido a esa personalidad tan
autoritaria y absorbente. Se le reprocha adoptar siempre una actitud
cómoda frente al peronismo, pues cuando le conviene rescata su
colaboración en el diario "Democracia" (como columnista político),
pero de los errores responsabiliza a Perón solamente. Ahora ha
preferido olvidar las doctrinas trotskistas y aprovechar el juego de
la democracia para legalizar su partido y proponer la revolución por
las vías constitucionales. Suele hablar mal de todos los políticos,
a los que acusa de "oligarcas vendidos al imperialismo ' o de
"cipayos". Pero él no se considera un político convencional.
Ramos nació en Buenos Aires. Tiene 52 años. Es periodista e
historiador Editó el semanario Lucha Obrera, la revista Octubre, y
escribió los siguientes libros: "Revolución y contrarrevolución en
la Argentina"; "Historia de la Nación Latinoamericana"; "Historia
política del Ejército Argentino"; "Ejército y semicolonia" y "El
Partido Comunista en la política argentina". (Este último fue luego
reeditado con otro nombre: "Historia del stalinismo en la
Argentina"). Los artículos publicados en "Democracia" con el
seudónimo de Víctor Almagro, fueron recopilados en el libro "De
octubre a setiembre".
JUAN CARLOS CORAL
El poder de la juventud.
Juan Carlos Coral es el más joven de todos los candidatos. Buen
orador, de frases impactantes, se regocija en provocar la irritación
de los hombres de las fuerzas armadas a los que suele
responsabilizar de todos los males argentinos. De la última
generación de jóvenes rebeldes del socialismo fue el único que supo
aglutinar en torno suyo por lo menos una pequeña estructura
partidaria. Como diputado nacional tuvo participaciones de
importancia y se movió dentro y fuera del parlamento. Guiado por la
notoria influencia de Alfredo L. Palacios. de quien se considera el
discípulo más fiel. Coral imprimió a su partido un sello
marcadamente antiimperialista y socialista revolucionario.
Su forma de vestirse fue la primera crítica que recibió dentro de
las propias filas partidarias, donde jamás le perdonaron que imitara
a su maestro, en la ropa, la melena, los bigotes y los gestos. Sus
actitudes políticas pecan de un lirismo sólo explicable por la
influencia romántica de Palacios. Suele proponer la realización de
un socialismo ortodoxo de contenido marxista. pero tan exigente en
sus formas que lleva implícito el pecado original de los fundadores:
un puritanismo ideológico tan pulcro que se olvida de los votos para
alcanzar el poder.
Coral tiene 39 años. Fue elegido diputado en 1963. Participó en
manifestaciones en barrios de emergencia para impedir desalojos (en
Villa Maipú y Villa Ilasa). Se unió a los obreros de Villa Fiorito,
Barrio Almirante Brown y José León Suárez en sus reclamaciones de
protesta. Estuvo en la ocupación de fábricas y de las unidades
gráficas en liquidación. Integró los piquetes de campesinos para
impedir desalojos rurales en Hernando y Los Toldos. Formó parte de
las manifestaciones indígenas de Las Palmas del Chaco Austral. en el
centro de Resistencia. Denunció casos de torturas a presos políticos
en varias comisarías y en la cárcel de Villa Devoto, después de
acumular pruebas y testimonios. Presentó proyectos de reforma
agraria y nacionalización de frigoríficos.
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