Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Gente Nueva
La Clase Joven
Revista Extra
julio 1967

DONDE LUBRICA SUS ANSIAS LA GENTE NUEVA? ¿EXISTE? ¿ESTA EN ALGO SERIO? ¿COMODIDAD O TRABAJO? ¿DROGAS O ESTUDIO? ¿ASALTOS O SERVICIO A LA COMUNIDAD? ¿PREOCUPACION O INDIFERENCIA? EXTRA ENCOMENDO A SU MAS JOVEN INVESTIGADOR, CHRISTIAN GRAVENHORST, QUE INDAGARA SOBRE EL DIFICIL TEMA DE DESCUBRIR LA JUVENTUD. FUE SIMPLE. LO HIZO. AQUI ESTA.

ASISTIMOS a un movimiento sin precedentes en la historia del mundo: el descubrimiento de la Juventud. Nunca antes una generación en vida había sido hurgada, disecada, analizada y explicada con tanta fruición y dedicación. Antes del descubrimiento se era niño u hombre, pero nunca joven.
Hoy la Juventud está en boca de todos; de ella surgen las grandes esperanzas y las oscuras frustraciones. Los mayores se escandalizan, se asombran, se maravillan frente a la vorágine juvenil. Jóvenes que se casan por mutua "computación"; que hacen huelga de hambre para defender y mantener una idea (equivocada o no). Jóvenes que caminan desde Córdoba rumbo a Buenos Aires en marcha de protesta por lo que consideran un avasallamiento a sus derechos. Desde una patota de violadores hasta un grupo juvenil de dadores de sangre. De los asesinos salvajes del farmacéutico (edad promedio 18 años), hasta las cuatro chicas jóvenes que alegran diariamente los cumpleaños infantiles entregando a los niños, en un mundo de sueños, enanos de cascabeles, hadas y animales que conversan...
Todo el mundo abre la boca, se interesa. Habla y juzga. La Juventud participa en happenings, se droga y entra al seminario. Es contradictoria y simple, 'también trabaja, crea y hace caridad. Ella es algo intrincado y complejo, vital y aplastante.
Cuando EXTRA salió a buscar a la juventud, comenzó a hacerlo con un enfoque mayoritario. Quisimos ver qué hacía la juventud diaria; la que produce, trabaja y estudia. Llegamos hasta ellos y los exploramos; les preguntamos sus conflictos, sus dudas, sus ambiciones... Eran los jóvenes comunes y les exigíamos PREOCUPACION y PARTICIPACION. Pero les exigimos demasiado. Esperábamos de todos ellos algo que fuera un poco más del cumplimiento de los papeles tradicionales.
Palpamos esa juventud (con minúscula); aprendimos cómo son y cómo NO son. Supimos de su poca iniciativa, de su apatía, de la falta de preocupación por lo que no fueran diversiones o "ganar plata"... Es cierto, cumplían con sus obligaciones, pero no les preocupaba otra cosa. Descubrimos que estábamos frente a una juventud masificada.
La conclusión asustaba: ¿qué podía esperar la Argentina de esta juventud títere? ¿De dónde surgirían los líderes futuros tan necesarios? Las preguntas nos acuciaban y nos desanimaban... Hasta que, investigando aún más a fondo, los fuimos encontrando, los fuimos descubriendo. Es la primera de las muchas otras que vendrán. Integrada por una minoría pequeña de la juventud en general; con una nueva moral y los principios de una nueva filosofía que estructurará un nuevo Renacimiento. Han crecido en un mundo sin grandes conflictos desatados, pero cargado de inmensas tensiones y reprimido de hipocresía; vieron la luz en una Argentina donde la palabra frustración se escuchaba en todas partes. Dentro de sus hogares maduraron con la perpetua cantinela de que "... este país va de fracaso en fracaso..." y "... todos los políticos son unos ladrones...".
Pero se rebelaron. No una rebelión de posturas y escapismos, sino con un movimiento de trabajo. El Hombre Nuevo tiene entre 18 y 25 años; es concertista de piano a los 20, se mata en un concurso de paracaidismo a los 18 y enloquece en "fiestas ácidas" de L.S.D. Es ateo y creyente a veces. Sus filosofías van desde el Agnosticismo hasta el Budismo Zen. Tiene inmensa capacidad de entusiasmo y apasionamiento. El Hombre Nuevo es fundamentalmente activo.
Los que conversaron con nosotros son algunos de los exponentes de la generación; los elegimos para mostrar la diversidad de intereses y la variedad de propósitos. Lo que sigue es testimonio.

JUVENTUD-PANFLETO
¿Para qué habéis aprendido a leer, si no podéis entender mis poemas...?
WALT WHITMAN

PLANK: lo leímos por la calle; como lo habrá hecho usted. O usted, sin darle mayor importancia. PLANK. Un panfleto pequeño, de letras negras. PLANK. Un papel celeste que pide que lo traten de leer y no tirarlo (... porque somos pobres...) y nos cuesta 2 pesos y cincuenta centavos. Y nosotros leímos... PLANK es neoplataforma; para artistas y pensadores jóvenes, para que se suban todos, para estructurar el pensamiento argentino, y para ayudar, ayudar y ayudar. Un grupo de jóvenes poetas que lucha y trabaja para ayudar a otros como ellos y no ver malogrados sus esfuerzos.
En el mensaje (ya había dejado de ser panfleto) había una dirección: Rivadavia 3561, 9º 7, Dpto. 47. Esa misma tarde tocábamos el timbre y veíamos a PLANK que, además de todo, es auténtico trabajo, sacrificios y mucha, mucha fe en el futuro de la Juventud Argentina.
¿El origen de PLANK? "Motivo de nuestros propios choques Inútiles, de nuestras frustraciones", nos dijeron los "almas" del grupo. Hombres Nuevos también ellos. Esteban Mellino (22, estudiante de psicología en U.B.A.; transfusionista), Jorge Villanueva (22, sociología y psicología, U.B.A.), Edgardo Kleinman (22, poeta) y Ana Sánchez (22, trabajadora social).
—Todos escribimos —nos dijeron—, y no teníamos plata para publicar nada de lo que hacíamos. La poesía no tiene ninguna trascendencia si no es escuchada y conocida: es fundamentalmente una comunicación. Por eso queríamos (como quieren todos los que escriben) hacerle saber a la gente lo que nosotros creíamos y sentíamos. Como nosotros había mucha gente joven a quien le era imposible publicar Una letra. Las editoriales no arriesgan en poetas y escritores desconocidos. Nosotros tratamos, muchas veces, y siempre encontramos negativas, desinterés y desalientos. Por eso nos arriesgamos y creamos PLANK. Queremos dar oportunidad de igual a igual a gente que sientan como nosotros; hacer algo limpio, abierto, donde valoren con justicia el trabajo de todos. Queremos formar un órgano que nuclee a los artistas y pensadores jóvenes, para que tengan una publicación (PLANK revista), una tribuna para expresarse.
El grupo es trabajo. Arduo trabajo y sacrificios creciendo cada día. Mellino da todo su sueldo de transfusionista para financiar los gastos de edición del primer número de PLANK revista (sólo cuesta $50 y se vende por Corrientes). Lo mismo hace Ana Sánchez.
Están unidos por la mutua fe y ese sueño ya casi hecho realidad.
¿Qué más es PLANK?... Mucho más aún. Es una "Financiera de Poesía", ya que trabajando como organización han conseguido precios accesibles y con el dinero de todos editan obras de algunos de los 200 miembros y colaboradores. Es el factor aglutinante de tantos jóvenes con inquietudes culturales, en todas sus formas y aspectos. Es un grupo vocacional de teatro que ya está ensayando en el salón del Teatro de la Fábula (Agüero 444). Es la organización de conciertos, encuestas, debates, cinedebates, mesas redondas y tribunas de poesía. Es instalar exposiciones de arte en los lugares en que los dejen (veredas, carpas, tranvías, plazas...). Es la formación de redactores libres y no comprometidos. El descubrimiento y la posibilidad de nuevos valores en todas las áreas de la expresión artística y cultural, darles posibilidad de dialogar, de descubrir y de "agarrarse a patadas mentales...".
Hechos. Como el concurso de poesía que tiene como premio la publicación de un libro escrito por el ganador. En agosto trabajará el jurado: Armando Tejada Gómez (quizás el valor máximo e indiscutible en la lírica actual argentina) y Miguel Grinberg (editor de "Ecos Contemporáneos", crítico literario de amplio conocimiento y relación en el ámbito internacional; amigo personal de Henry Miller). .

ELLAS TAMBIEN CONSTRUYEN
Minifalda. Happenings. Píldoras anticonceptivas. Frivolidad. Vacío intelectual. Snobismo. Liviandad. Escepticismo. Descreimiento. Ausencia he aquí la imagen de la joven moderna. Todas son frívolas. Todas son vacías. Todas viven en un limbo plateado de diversión y goce; no hay en ellas preocupación o víspera de futuro... Y todo lo dicho hasta ahora es FALSO. La imagen de la "jovencita moderna" es errónea e infantil.
Allí estaban ellas para demostrarlo. No con sus rostros que no tienen nada serio, no tampoco con sus polleras cortas o palabras grandilocuentes. Pero sí con hechos simples y desnudos; sin afectación y directos. Con sus obras de promoción humana, con su toma de conciencia de una realidad que no las deja indiferentes; con una valoración real y efectiva de lo que es nuestra miseria. Con Amor, verdadero Amor potente y sencillo... el de las palabras grandes: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Allí estaban con realidad en sus palabras y obras. Silvia, Valeria y Mónica, de 22, 20 y 22 años; todas estudiantes universitarias. Enseñan desde hace tres años Catecismo y "vida humana" en una barriada pobre ubicada entre Boulogne y Bancalari (Gran Buenos Aires). Si no hubieran hablado, si no nos hubieran explicado qué es lo que hacen, hubieran sido tres chicas más; tan "normales" son. Pero hablaron y, ante nuestras preguntas de qué las había llevado a preparar chicos pobres para la primera comunión, Valeria nos dijo: "Creo que les puedo hablar de mis motivos, son parecidos a los de Silvia y Mónica .. En 1964 ingresé al Instituto Superior de Cultura Religiosa (de allí nos conocemos las tres); lo que me llevó a estudiar Ciencias Sagradas fue que quería saber más de mi religión; no me bastaba seguir yendo a misa y nada más. Tenía una vivencia formalista que cada vez se convertía más en hábito; en el Instituto me preguntaron (fue durante mi primer año) si quería enseñar Catecismo.. al principio tuve miedo, la responsabilidad era muy grande, pero acepté. Y así empezamos las tres."
Y nos hablaron de sus experiencias; de lo que significa para ellas lo que están haciendo. Dijeron: "cuando conocí la verdad de mi religión tuve un deseo inmenso de hacerla conocer a otra gente; de tratar de darles mi experiencia, lo que yo siente y creo...".
—Estamos haciendo promoción humana: no crean que solo nos limitamos a enseñarles quién es Dios. Tratamos de darles una experiencia vital que los oriente en su vida posterior. Además del Catecismo les damos clases de costura, los hacemos jugar y conversar; les damos cariño y tratamos de ayudar. No estamos solo interesadas en la "teoría religiosa", queremos que encuentren la religión como algo humano en lo sobrenatural; no queremos formar religiosos, queremos formar hombres y mujeres sanos y útiles, que conozcan a Dios.
El entusiasmo era chispazos en los ojos (muy femeninos y arreglados); nos trasmitieron ese sentimiento de acción, las vimos tan dispuestas, tan convencidas de esas "palabras grandes". Supimos la satisfacción que encuentran haciendo lo que hacen, saber que están dando cariño y motivando alegría en esas pequeñas vidas, tan tristes a veces...
Ahora veíamos el significado real de la obra; no solo era una educación religiosa sino una formación humana y, además, la entrega de Amor, de verdadero Amor al Prójimo. Y nos dijeron de la forma en que se acercan a las criaturas, de cómo se ganan su amistad y su confianza; que les enseñan a cocinar, que los varones tienen su club de fútbol. Y las charlas formativas, los pic-nics y los horizontes que les abren a esos chicos de hogares mudos y despreocupados en su mayoría.
Pero no todo es éxito. Hay muchos problemas; el más grave son las familias de las cuales provienen los niños, casi siempre ellas no participan y no hacen eco a las enseñanzas. Nos hablaron de la impotencia frente a la destrucción sistemática que sufren sus iniciativas al chocar muchas veces, contra paredes de lata, miseria y desidia. Han tratado de hablar con los padres, de comunicarse con el núcleo familiar, pero no han conseguido nada. Con bastante amargura Valeria nos dijo: "es inútil siempre seremos «sapos de otro pozo»; contra los grandes no podemos luchar".
Y ya no son ellas solas; este año han comenzado a ir al barrio dos jóvenes universitarios que se encargan de los varones de más de 12 años, y lo hacen ya en un plano más directamente unido a la formación nada más que humana, sin dejar de lado el aspecto religioso. Porque se corre el peligro, así nos dijeron ellas, de que consideren a la religión únicamente como cosa de mujeres al verlas siempre a ellas revelando las verdades de Dios.
Esta es también la "joven moderna" y hay muchas como ellas.

QUEREMOS RENOVAR A NUESTRA PATRIA
La Gente Nueva quiere una renovación de estructuras en todos los campos, en todas las áreas; no se conforman con esperar hasta llegar a la edad suficiente para ejercer su acción orientadora... Comienzan a los 20 años, desde ahora mismo. Hablamos de los grupos políticos, de los que trabajan con miras hacia una nueva Argentina, políticamente sana y económicamente en marcha; pero no hacen "comité" ni abrazan alguna ideología particular, tampoco ejercen acción externa con fines de proselitismo. Solamente estudian. Se compenetran con la realidad histórico-social de nuestro país: para conocerlo, para detectar errores cometidos y ver sus consecuencias históricas. Estudian la realidad presente y actual, no solo en el plano nacional sino también en el plano internacional. No quieren embanderarse políticamente ni asumir ninguna postura ideológica: no se consideran lo suficientemente maduros en la actualidad para hacerlo.
Política es una de las palabras que, a fuerza de uso continuo y equivocado, han perdido su significado profundo. En nuestra Argentina, política es sinónimo puro de malversación, cohecho y arbitrariedad; gente nueva lucha por la reivindicación de la palabra política. Quiere política como arte de gobernar, como ocupación máxima y sacrificada, como ciencia que aúna todas las demás, como responsabilidad ejercida por los más capaces. Quiere erradicar el significado atribuido y junto con él la imagen del hombre que hace política. Aspira a formarse como políticos modernos; es decir con los conocimientos universales necesarios para comunicarse con los técnicos, ya que la política ha dejado de ser percepción sensible para transformarse en una disciplina de bases sólidas.

. . . Y EL PADRE SEÑALO CON SU INDICE, Y DIJO. . .
La Gente Nueva parece no sentir la necesidad de Dios; no tiene una efectiva participación religiosa. El problema apenas los conmueve; los roza solamente en la manera de una especulación filosófica, pero no conocen lo que significa el sentimiento de Dios, ni tampoco la participación en los misterios de la religión. En su búsqueda de autenticidad han dejado de participar del culto formal por la falta de una vivencia efectiva; ese alejamiento se hace carne y ni siquiera piensan en utilizar a la religión como puente de búsqueda de la Verdad que tanto anhelan.
Esa es la causa porque el ente del seminarista, del "estudiante para cura", les parece lejano e irreal; no forma parte del bagaje de actividades posibles. Y el proceso es más agudo aún; casi se espantan ante el renunciamiento que significa entregarse a Dios. Sienten al sacerdocio como algo oscuro, antiguo, cargado de cerraduras y estructuras polvorientas; imaginan la vida clerical como algo de otro tiempo, vieja, llena de coacciones y falta de libertad.
Esa ausencia de siquiera una noción de lo que significa ser sacerdote se manifiesta claramente en la falta total de vocaciones sacerdotales; no hay sacerdotes. No hay interés por serlo; es por eso que los importamos de otros países, de España en especial y hasta de los Estados Unidos.
También nosotros no teníamos delimitado al seminarista; no sabíamos si esa Imagen confusa y neblinosa del joven que entra al seminario para solucionar sus conflictos internos, era real. Para satisfacer esa duda y para buscar al Hombre Nuevo también en el sacerdocio, fuimos al Seminario de la Diócesis de San Isidro.
Una vieja casona (aquellas de zaguán, aljibe y enredaderas) sirve como ámbito -físico; desde que traspusimos el umbral sentimos algo diferente, una sensación de agua clara, de paz transparente... No se si influidos por la media tarde otoñal y luminosa o por las enredaderas que nos refugiaban, fuimos vislumbrando el significado (oculto y posible) de "...un camino hacia Dios..."
Más tarde vinieron ellos, Víctor (19), Aníbal (25) y Jorge (19); vestidos de ropa común, nada indicaba que fueran distintos. Y empezaron nuestras preguntas; queríamos saber qué los había impulsado a renunciar a tantas cosas y dedicarse a Dios. —Nos sentimos señalados— nos dijeron, —elegidos por Dios, y ahora sabemos que no podemos ser otra cosa...—. Puede ser que nuestras palabras transmitan un sabor de ampulosidad y hecho trágico, que estuvieron ausentes en los seminaristas; cuando nos lo dijeron sonó tan natural, tan de acuerdo con ellos. Lo dijeron con sencillez y convencimiento. Para ver sus reacciones, les insinuamos la posibilidad de que sus vocaciones fueran generadas por sus propias inclinaciones y el medio en el cual crecieron; nos negaron absolutamente. Creen positivamente en la selección sobrenatural, que Dios mismo los ha elegido y sus destinos son irrevocables.
Al mismo tiempo no vacilan en creer que han elegido bien; y han entrado al seminario con el propósito de ser sacerdotes y seguros que van a serlo. No dan ese margen de prueba o posibilidad que la mayoría de los estudiantes universitarios dan a sus carreras.
Ellos también son un exponente de la Nueva Generación; pertenecen a una Iglesia nueva, moderna si se quiere. Que no solo se preocupa por el alimento del espíritu sino también del hambre bien física y bien humana; de una Iglesia que produce encíclicas como Mater et Magistra (Juan XXIII) y Populorum Progressio que, mucho más que un mensaje del Papa a sus obispos, son verdaderos manifiestos de preocupación y participación del "oficio humano", del cual se ha mantenido apartada durante tantos siglos.
Saben lo que quieren; aspiran a ser buenos pastores (única ambición permitida al sacerdote). Sobre la última palabra les preguntamos qué es un buen sacerdote ...: "aquél que acerca al hombre a Dios, cumpliendo totalmente su misión", nos contestaron, después de cavilar por momentos. Y hablamos de los curas-obreros dedicados a acercarse a la feligresía por otra especie de religión; el trabajo. Se mostraron inquietos, con fe, con voluntad; tienen conciencia de la misión por cumplir y una inmensa fuerza interior para llevarla a cabo. Creen en la Iglesia Moderna y en su función bivalente: llevar a Dios por medio de la prédica del dogma y la elevación cultural y económica del rebaño de fieles. Que la Iglesia debe ser algo vital, flexible y adaptable a las exigencias del ambiente socio-económico moderno.

HACIA UNA NUEVA EVOLUCION
Libertad y otras intoxicaciones. Fuimos a verla también nosotros; el Salón de Audivisuales del Instituto Torcuato Di Tella ha sido matriz de muchos y diversos equilibrismos artísticos. Pero esta vez es algo especial, ya no es solo teatro, es algo más allá, es supra-teatro. Ellos son 16 "actuantes" (solo cuatro son profesionales, y están en la obra como personas y no como actores) reunidos y orquestados por el "sumo sacerdote" Mario Trejo; una experiencia nueva en Buenos Aires, mucho más nueva y profunda de lo que aparenta ser. La obra, el texto solo sirve de columna vertebral, un armazón mutante y amplia. Trejo define: "Libertad y otras intoxicaciones"; ceremonia en tres actos oficiada por el Teatro de La Tribu. Las palabras no pueden ser más exactas; la obra (no podemos llamarla así, es más) es fundamentalmente una experiencia; experiencia para los actuantes y los espectadores. Los ensayos han sido un proceso de laboratorio; cada miembro de La Tribu (han desfilado multitudes hasta el día del estreno) ha participado íntimamente, compenetrándose al meollo del grupo; y se ha generado así una personalidad colectiva que los une y mimetiza La ceremonia busca el impacto, dejar su secuela en el espectador; hacerlo sentir, pensar, dar un paso más para acercarlo a su propia autenticidad. Por eso los oficiantes son espontáneos, que es mucho más que cualquier improvisación; existe un principio de agresión hacia el espectador con el fin de sacarlo de su estatismo, estremecerlo si es posible.
La Tribu es heterogénea. Desde Juliana Bolint, empleada de Budapest, hasta Barzak, poeta. O Roberto Plate, pintor. O Humphry Travelyan, sociólogo de Cambridge y "folk-singer". O Kado Goster, estudiante de arquitectura y pintor.
Conversamos con ellos y allí, muy en el fondo, como el albañil pretérito o el gran orquestador, vislumbramos a Mario Trejo. El fue el que los reunió, y no solo a ellos sino a todos los demás que en un momento integraron La Tribu y tuvieron que abandonar por un suceso u otro. Fue Trejo el de la idea luminosa de los ensayos-creaciones; donde el grupo buscaba deshacerse de todo lo preconcebido, buscar y volver a los impulsos naturales, al teatro como experiencia personal y colectiva, acabar con los frenos introducidos en todos nosotros por la Civilización. Ensayos donde la exasperación se agudizaba de tal manera que terminaban, a veces, en estallidos de violencia.
Pero siempre Trejo permanece como el iniciador y la forja; y la Tribu está allí. Y en su espontaneidad trágica se han ido mostrando, dolorosamente al principio y ardorosamente más tarde, con todas sus desnudeces más recónditas. Han convivido estrechamente durante cuatro meses y han aprendido (han logrado) a formar una especie de mística que los envuelve cuando salen al escenario. Mística que proviene de un conocimiento tan íntimo provocado por la fusión de los individuos en algo superior.
Imaginemos por un momento a dos personas que conviven durante mucho tiempo; un matrimonio, por ejemplo, que año tras año y poco a poco se va conociendo profunda y mutuamente. Durante esa vida en común, tan estrecha y tan larga, todas las virtudes y las miserias, los egoísmos y desprendimientos se van haciendo claros, van surgiendo y aflorando en la piel. La comedia que representamos se va haciendo trizas por la asiduidad y la costumbre. Entonces es cuando esa pareja se conoce; han buceado en profundidad y no hay recónditos intersticios que permanezcan ocultos . ..
Pero, ¿cuánto han precisado sólo dos personas para lograrlo?: toda una vida, larga y mutua. Pensemos ahora en 16 jóvenes esforzándose en destruir esa "comedia humana", luchando para mostrarse tal cual son; cuatro largos meses conviviendo en esa batalla continua, repudiando a aquellos que no eran sinceros. Cuatro meses de creación mutua y participación total, en las virtudes y las miserias, en los egoísmos y los desprendimientos. Entonces generan La Tribu; que es más que ellos 16 juntos: una entidad más completa. Ellos, los actuantes, son los miembros, los cerebros, los ojos y las lenguas y están unidos en algo SOBRE, en un paso más allá.
Ahora la experiencia se ha convertido en imprescindible; nunca se hubieran imaginado que se produciría ese efecto alucinógeno. Después de cada representación están limpios y nuevos; se han acostumbrado a ese "dar salida", a canalizar una serie de impulsos y resabios acumulados; o es una terapia, un verdadero tratamiento. La experiencia de ser partes de un ser superior y estar unidos en él, de perder sus individualidades, de fundirse en La Tribu, los hace avanzar en el propio conocimiento y les provoca el encuentro consigo mismo y con el resto de sentido vital.
Alejémonos ahora y miremos con tranquilidad y perspectiva; una Verdad irrebatible es que La Tribu es un grupo vital. Con una consigna y un mensaje: AUTENTICIDAD. Tratan de encontrarse ellos mismos y mientras, abofetean a los demás. A los que miramos
(muchas veces encerrados en nuestras burbujas de acero) y tratan de hacernos buscar también a nosotros. Son parte de un Nuevo Humanismo, con filosofía del tercer milenio más apta y aplicable que la crisis de creencias de nuestro diario devenir. No importa si encuentran o no; lo trascendente, lo que se decanta de todo lo formal es el solo impulso, la sola vitalidad de esperar y creer en algo nuevo. No importa que hablen de neurosis, psicoanálisis, alienación y se rodeen de una jerga psico-artística; no importa que los tachen de snobs, de sucios y de impostores. No importa porque permanece incólume y claro el impulso: Búsqueda.

MAÑANA. . .
Argentina cambia; el proceso es cada día más vertiginoso, nos estamos abriendo de teorías perimidas y de prejuicios atávicos.
La nueva gente terminará la transformación; con fe, trabajo y realidad. Ellos no aceptan las tradiciones ni los códigos vigentes hasta ahora; no se dejan dirigir ni determinar por pautas sociales impuestas por otros... elaboran sus propios determinantes muchos más abiertos y relucientes. No aceptan influencias históricas, ni "fuerza de la sangre", pero sí están consubstanciados con la Nueva Idea Argentina.
Son los apóstoles del cambio cimentado con trabajo y responsabilidad. Una élite ahora minoritaria en el contexto juvenil y que se expande entusiasmando cada vez a nuevos jóvenes que encuentran la confianza (ausente en sus mayores) en otros Hombres Nuevos como ellos.

En New York
Santo y seña: "AMOR"
CUANDO el sol del amanecer destelló sobre la espalda de los rascacielos de Manhattan, el domingo de Pascua, un espectáculo singular comenzaba en el medio de la isla.
Cargados de flores, extáticos en vibrantes trajes y caras pintadas, racimos de jóvenes de ambos sexos se descolgaban en el Sheep Meadow (Prado de las Ovejas) del Central Park para ESTAR-EN.
Esta es la traducción literal de un Be-In. Explicarlo, tropieza con una dificultad casi insalvable: hace a su esencia el que no sea nada definido ni organizado.
Tiene algo que ver con los "happenings", pero compararlo con ellos equivale a ser tildado de "square" (anticuado).
Tratar de averiguarlo entre sus participantes, nos arroja aún en un vacio más profundo.
"Es simplemente estar, existir", explicaba displicentemente un barbado joven en actitud contemplativa.
"Es lo que quiera que sea", concedía un grupo de muchachos estirados sobre un poncho.
"Es una afirmación de estar vivo", peroraba un negro con anillos hasta en la nariz.
"Esto es un Be-In", simplificaba una frágil joven, entre lamida y lamida a un enorme chupetín.
La última definición obligaba a girar 360 grados la vista y encontrarse con una agresiva y multiforme ensalada de colores, ritmos y gritos fluctuando en el medio del parque.
Ya a las diez de la mañana, mas de 10.000 personas se contemplaban ufanas unas a otras, sin poder ocultar su satisfacción. Todos habían acudido a la cita.
Los "hippies", versión actualizada de los beatniks de los últimos años, los iracundos de hace una década, o los existencialistas, ya abuelos, fueron los protagonistas de este "meeting" de la extravagancia y el absurdo.
A ellos se había dirigido la propaganda mural que apareció en las paredes del Village Este, Greenwich Village y Harlem.
"No es importante saber la definición de un Be-In o cómo debe uno comportarse. Haga lo que Ud. sienta. Sea lo que Ud. quiera"; aconsejaban los carteles.
Y la respuesta fue esta fiesta del sinsentido donde jóvenes de ambos sexos se dedicaron a mirarse, besarse, reírse, remontar barriletes, correr por el parque, subirse a los árboles y convidarse con huevos de pascua.
La relación de los "hippies" con sus antecesores se sintetiza en el desprecio por las convenciones y su apartamiento de los moldes de conducta y valores considerado por una sociedad como normales.
Pero en ellos estas características vienen condimentadas por dos sellos o ideales dominantes: el amor y las drogas.
Pregonan una nueva utopía basada en el amor, el rechazo a las guerras, la libertad sexual y el abundante uso de ácido lisérgico (LSD) como narcótico predilecto.
Si no es posible conseguirlo, lo mismo da marihuana, heroína, mashish, peyote, o cualquiera de la abigarrada variedad de drogas que en estos momentos circula entre una parte de la juventud de Nueva York.
Ah, y una más: la banana. Gran parte de la atención y las energías de los jóvenes en este día, estuvo dedicada a exaltar un nuevo descubrimiento: raspando la parte interior de la cáscara de una banana y cocinando durante cierto tiempo la exterior, se obtiene una droga de efectos similares a los de la marihuana.
Aunque la veracidad de este descubrimiento aún no ha podido ser probada, la sola mención del mismo ahogó en regocijo a gran parte de la concurrencia.
"Todo el mundo se está volcando hacia las cáscaras de bananas, ahora", afirmaba un estudiante de la Universidad de New York; "no es tan buena como el 'pasto' (marihuana) pero, qué diablos, la policía no puede arrestarte".
Desde las lomas podía observarse el enjambre polícromo que ocupaba el prado: muchos habían acampado sobre mantas y ponchos, y compartían plácidamente pochoclo, sonrisas y flores.
Los vestidos variaban desde levitas antiguas y chaquetas del ejército —moda importada de los "mods" de Carnaby St. de Londres— hasta túnicas y sandalias al estilo franciscano, en los hombres. Las barbas y melenas estaban a la orden del día. Las mujeres, rechazando de plano los términos medios, llevaban pequeñísimas mini-faldas o largos vestidos de tela rústica.
Se las podía ver con la última palabra en maquillaje y pestañas postizas, o bien con la cara lavada y exhibiendo sobre la cabeza una intrincada maraña que haría morir de pánico a un "coiffeur".
Gente se trepaba a los árboles y hacía llamados animales, y era respondida por llamados de otros árboles.
Manadas de gente se precipitaban corriendo desde sus campamentos en las lomas para converger en masa en el barroso prado. Hacia sólo 15 días que la nieve había abandonado el parque, y sus praderas conservaban todavía gran parte del agua vertida. Esta circunstancia tuvo bastante sin cuidado a la concurrencia.
De repente se tomaban da las manos para formar gigantescos círculos, de 200 metros de diámetro, y se arrojaban a toda velocidad hacia el centro Juntándose en una gozosa, triunfante, multi-abrazante pila.
"Esto es una 'implosión', ¿sabés?", explicaba una rubia detrás de unos anteojos como platos; "es lo contrario de una explosión".
Cadenas de gente se desplazaban rápidamente a través de la multitud. "¿No es maravilloso?" gorjeaba una adolescente de ojos alucinados.
El santo y seña era "AMOR"; fue pronunciado por todas las bocas, cantado, pintado sobre las frentes y los vestidos.
Un hombre alto, con la cara empolvada, vistiendo una galera con flores de paja, vagaba etéreamente a través del Be-In sosteniendo en alto un esmirriado cartel que decía: "Amor".
Informalmente, se les había podido a los concurrentes que llevaran pic-nic, globos, flores, barriletes y huevos de pascua para compartir.
El pedido fue escuchado, y una de las actividades principales del día fue dar: las flores y los huevos decorados pasaban por muchas manos antes de ser consumidos o guardados.
La actitud general de los jóvenes, lejos de ser agresiva o introvertida, era amigable, abierta, invitante y estimulante.
En el medio del parque se entrecruzaban los ritmos de tamborines y panderetas, y las notas de flautas y guitarras caracoleaban entre las personas.
Los rostros, casi siempre sonrientes, mostraban muchas veces lunares postizos, brevísimos espejos o pequeños discos aplicados en la frente. Muchos habían pintado sus caras en el más puro espíritu Piel Roja.
En el cielo, los árboles jugaban con los globos y barriletes.
El Be-In no tenia centro de actividad. La acción se trasladaba continuamente de un lado a otro, de grupo a grupo, y desde las lomas se podía observar el oleaje de gente derramándose hacia los picos de actividad, casi siempre seguidos por la tribu exaltando el descubrimiento de la banana.
Un grupo convergía en un claro, y segundos después se podía escuchar el coro —¡Bananas! ¡Bananas!— y divisar una enorme, moderadamente fálica banana de madera, sacudiéndose en el aire.
Para cualquier lado que se dirigiera la vista, era posible divisar un grupo cantando, enfatizando, satirizando o simplemente comentando el nuevo descubrimiento. Para los "hippies". éste revestía las características de un milagro.
La radio y la TV estaban presentes y miles de espectadores observaban, entre sorprendidos e incrédulos el desarrollo del Be-In.
Los "hippies" no son un fenómeno general; sólo existen en N York y San Francisco, y son juzgados con benevolencia, quizás por sus inclinaciones pacifistas por una parte de la población.
Pero para la otra son algo temible, incomprensible y que hay que desterrar. Y siempre que sea posible ignorar. Y a lo mejor por ese motivo, existió una línea demarcatoria, señalada por los bordes del parque, separando a los Jóvenes de las personas que paseaban por Manhattan en el día de Pascua. De repente un grupo de chicas avanzaba a través de la multitud, una de ellas sosteniendo una cadena de llaves. "¿Alguien perdió estas llaves?" gritaba. Su paciencia rayaba en lo imposible.
La policía y el Departamento de Parques, contemplaron sin intervenir su desarrollo,
A las 6.45 de la mañana arribó en patrullero y los pocos centenares de gente ya reunidos se precipitaron sobre el auto arrojándole flores. Los agentes, atónitos y cubiertos de narcisos, ensayaron una honrosa retirada.
A través del día, unos pocos policías observaban el Be-In desde el borde del prado. No se registraron arrestos.
"La policía se comporto magníficamente", comentaba Jim Fouratt, uno de los organizadores.
Los cuatro principales fueron Fouratt, actor; Paul Williams, editor de la revista "Crawdaddy"; Susan Harnett, directora de un grupo llamado "Experimentos en Arte y Tecnología", y Claudio Badal, poeta chileno.
Con un presupuesto de última momento de 250 dólares imprimieron 3000 affiches y 40.000 volantes, diseñados por Peter Max.
"Tratamos de permanecer anónimos", explicaba Fouratt; "a quienes nos preguntaban quién lo organizaba le dábamos un distintivo del Be-In y le respondíamos: USTED!" Fouratt no cree que un Be-In pueda triunfar o fracasar; "simplemente es", dice.
"Queríamos hacer una celebración de estar vivos", agrega; "la gente de Nueva York no se mira, no se ve, no se habla". "Este fue un momento en que pudo hacerlo sin sentirse atada o con temor. Fue una afirmación de no tener miedo, una afirmación de amor y felicidad".
A las 7 de la tarde —unos pocos miles estaban aun acampados en las lomas, vagamente iluminadas por la luz de unas cuantas fogatas— la policía ordenó dispersarse. Lo hicieron despacio, en silencio.
A las 8 un mantel de papeles y cajas vacías se erigía en silencioso testigo del suceso.
M. J. GIESSO

 

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