DONDE LUBRICA SUS ANSIAS LA GENTE
NUEVA? ¿EXISTE? ¿ESTA EN ALGO SERIO? ¿COMODIDAD O TRABAJO?
¿DROGAS O ESTUDIO? ¿ASALTOS O SERVICIO A LA COMUNIDAD?
¿PREOCUPACION O INDIFERENCIA? EXTRA ENCOMENDO A SU MAS JOVEN
INVESTIGADOR, CHRISTIAN GRAVENHORST, QUE INDAGARA SOBRE EL
DIFICIL TEMA DE DESCUBRIR LA JUVENTUD. FUE SIMPLE. LO HIZO.
AQUI ESTA.
ASISTIMOS a un movimiento sin precedentes en la historia del
mundo: el descubrimiento de la Juventud. Nunca antes una
generación en vida había sido hurgada, disecada, analizada y
explicada con tanta fruición y dedicación. Antes del
descubrimiento se era niño u hombre, pero nunca joven.
Hoy la Juventud está en boca de todos; de ella surgen las
grandes esperanzas y las oscuras frustraciones. Los mayores
se escandalizan, se asombran, se maravillan frente a la
vorágine juvenil. Jóvenes que se casan por mutua
"computación"; que hacen huelga de hambre para defender y
mantener una idea (equivocada o no). Jóvenes que caminan
desde Córdoba rumbo a Buenos Aires en marcha de protesta por
lo que consideran un avasallamiento a sus derechos. Desde
una patota de violadores hasta un grupo juvenil de dadores
de sangre. De los asesinos salvajes del farmacéutico (edad
promedio 18 años), hasta las cuatro chicas jóvenes que
alegran diariamente los cumpleaños infantiles entregando a
los niños, en un mundo de sueños, enanos de cascabeles,
hadas y animales que conversan...
Todo el mundo abre la boca, se interesa. Habla y juzga. La
Juventud participa en happenings, se droga y entra al
seminario. Es contradictoria y simple, 'también trabaja,
crea y hace caridad. Ella es algo intrincado y complejo,
vital y aplastante.
Cuando EXTRA salió a buscar a la juventud, comenzó a hacerlo
con un enfoque mayoritario. Quisimos ver qué hacía la
juventud diaria; la que produce, trabaja y estudia. Llegamos
hasta ellos y los exploramos; les preguntamos sus
conflictos, sus dudas, sus ambiciones... Eran los jóvenes
comunes y les exigíamos PREOCUPACION y PARTICIPACION. Pero
les exigimos demasiado. Esperábamos de todos ellos algo que
fuera un poco más del cumplimiento de los papeles
tradicionales.
Palpamos esa juventud (con minúscula); aprendimos cómo son y
cómo NO son. Supimos de su poca iniciativa, de su apatía, de
la falta de preocupación por lo que no fueran diversiones o
"ganar plata"... Es cierto, cumplían con sus obligaciones,
pero no les preocupaba otra cosa. Descubrimos que estábamos
frente a una juventud masificada.
La conclusión asustaba: ¿qué podía esperar la Argentina de
esta juventud títere? ¿De dónde surgirían los líderes
futuros tan necesarios? Las preguntas nos acuciaban y nos
desanimaban... Hasta que, investigando aún más a fondo, los
fuimos encontrando, los fuimos descubriendo. Es la primera
de las muchas otras que vendrán. Integrada por una minoría
pequeña de la juventud en general; con una nueva moral y los
principios de una nueva filosofía que estructurará un nuevo
Renacimiento. Han crecido en un mundo sin grandes conflictos
desatados, pero cargado de inmensas tensiones y reprimido de
hipocresía; vieron la luz en una Argentina donde la palabra
frustración se escuchaba en todas partes. Dentro de sus
hogares maduraron con la perpetua cantinela de que "... este
país va de fracaso en fracaso..." y "... todos los políticos
son unos ladrones...".
Pero se rebelaron. No una rebelión de posturas y escapismos,
sino con un movimiento de trabajo. El Hombre Nuevo tiene
entre 18 y 25 años; es concertista de piano a los 20, se
mata en un concurso de paracaidismo a los 18 y enloquece en
"fiestas ácidas" de L.S.D. Es ateo y creyente a veces. Sus
filosofías van desde el Agnosticismo hasta el Budismo Zen.
Tiene inmensa capacidad de entusiasmo y apasionamiento. El
Hombre Nuevo es fundamentalmente activo.
Los que conversaron con nosotros son algunos de los
exponentes de la generación; los elegimos para mostrar la
diversidad de intereses y la variedad de propósitos. Lo que
sigue es testimonio.
JUVENTUD-PANFLETO
¿Para qué habéis aprendido a leer, si no podéis entender mis
poemas...?
WALT WHITMAN
PLANK: lo leímos por la calle; como lo habrá hecho usted. O
usted, sin darle mayor importancia. PLANK. Un panfleto
pequeño, de letras negras. PLANK. Un papel celeste que pide
que lo traten de leer y no tirarlo (... porque somos
pobres...) y nos cuesta 2 pesos y cincuenta centavos. Y
nosotros leímos... PLANK es neoplataforma; para artistas y
pensadores jóvenes, para que se suban todos, para
estructurar el pensamiento argentino, y para ayudar, ayudar
y ayudar. Un grupo de jóvenes poetas que lucha y trabaja
para ayudar a otros como ellos y no ver malogrados sus
esfuerzos.
En el mensaje (ya había dejado de ser panfleto) había una
dirección: Rivadavia 3561, 9º 7, Dpto. 47. Esa misma tarde
tocábamos el timbre y veíamos a PLANK que, además de todo,
es auténtico trabajo, sacrificios y mucha, mucha fe en el
futuro de la Juventud Argentina.
¿El origen de PLANK? "Motivo de nuestros propios choques
Inútiles, de nuestras frustraciones", nos dijeron los
"almas" del grupo. Hombres Nuevos también ellos. Esteban
Mellino (22, estudiante de psicología en U.B.A.;
transfusionista), Jorge Villanueva (22, sociología y
psicología, U.B.A.), Edgardo Kleinman (22, poeta) y Ana
Sánchez (22, trabajadora social).
—Todos escribimos —nos dijeron—, y no teníamos plata para
publicar nada de lo que hacíamos. La poesía no tiene ninguna
trascendencia si no es escuchada y conocida: es
fundamentalmente una comunicación. Por eso queríamos (como
quieren todos los que escriben) hacerle saber a la gente lo
que nosotros creíamos y sentíamos. Como nosotros había mucha
gente joven a quien le era imposible publicar Una letra. Las
editoriales no arriesgan en poetas y escritores
desconocidos. Nosotros tratamos, muchas veces, y siempre
encontramos negativas, desinterés y desalientos. Por eso nos
arriesgamos y creamos PLANK. Queremos dar oportunidad de
igual a igual a gente que sientan como nosotros; hacer algo
limpio, abierto, donde valoren con justicia el trabajo de
todos. Queremos formar un órgano que nuclee a los artistas y
pensadores jóvenes, para que tengan una publicación (PLANK
revista), una tribuna para expresarse.
El grupo es trabajo. Arduo trabajo y sacrificios creciendo
cada día. Mellino da todo su sueldo de transfusionista para
financiar los gastos de edición del primer número de PLANK
revista (sólo cuesta $50 y se vende por Corrientes). Lo
mismo hace Ana Sánchez.
Están unidos por la mutua fe y ese sueño ya casi hecho
realidad.
¿Qué más es PLANK?... Mucho más aún. Es una "Financiera de
Poesía", ya que trabajando como organización han conseguido
precios accesibles y con el dinero de todos editan obras de
algunos de los 200 miembros y colaboradores. Es el factor
aglutinante de tantos jóvenes con inquietudes culturales, en
todas sus formas y aspectos. Es un grupo vocacional de
teatro que ya está ensayando en el salón del Teatro de la
Fábula (Agüero 444). Es la organización de conciertos,
encuestas, debates, cinedebates, mesas redondas y tribunas
de poesía. Es instalar exposiciones de arte en los lugares
en que los dejen (veredas, carpas, tranvías, plazas...). Es
la formación de redactores libres y no comprometidos. El
descubrimiento y la posibilidad de nuevos valores en todas
las áreas de la expresión artística y cultural, darles
posibilidad de dialogar, de descubrir y de "agarrarse a
patadas mentales...".
Hechos. Como el concurso de poesía que tiene como premio la
publicación de un libro escrito por el ganador. En agosto
trabajará el jurado: Armando Tejada Gómez (quizás el valor
máximo e indiscutible en la lírica actual argentina) y
Miguel Grinberg (editor de "Ecos Contemporáneos", crítico
literario de amplio conocimiento y relación en el ámbito
internacional; amigo personal de Henry Miller). .
ELLAS TAMBIEN CONSTRUYEN
Minifalda. Happenings. Píldoras anticonceptivas. Frivolidad.
Vacío intelectual. Snobismo. Liviandad. Escepticismo.
Descreimiento. Ausencia he aquí la imagen de la joven
moderna. Todas son frívolas. Todas son vacías. Todas viven
en un limbo plateado de diversión y goce; no hay en ellas
preocupación o víspera de futuro... Y todo lo dicho hasta
ahora es FALSO. La imagen de la "jovencita moderna" es
errónea e infantil.
Allí estaban ellas para demostrarlo. No con sus rostros que
no tienen nada serio, no tampoco con sus polleras cortas o
palabras grandilocuentes. Pero sí con hechos simples y
desnudos; sin afectación y directos. Con sus obras de
promoción humana, con su toma de conciencia de una realidad
que no las deja indiferentes; con una valoración real y
efectiva de lo que es nuestra miseria. Con Amor, verdadero
Amor potente y sencillo... el de las palabras grandes:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Allí estaban con realidad en sus palabras y obras. Silvia,
Valeria y Mónica, de 22, 20 y 22 años; todas estudiantes
universitarias. Enseñan desde hace tres años Catecismo y
"vida humana" en una barriada pobre ubicada entre Boulogne y
Bancalari (Gran Buenos Aires). Si no hubieran hablado, si no
nos hubieran explicado qué es lo que hacen, hubieran sido
tres chicas más; tan "normales" son. Pero hablaron y, ante
nuestras preguntas de qué las había llevado a preparar
chicos pobres para la primera comunión, Valeria nos dijo:
"Creo que les puedo hablar de mis motivos, son parecidos a
los de Silvia y Mónica .. En 1964 ingresé al Instituto
Superior de Cultura Religiosa (de allí nos conocemos las
tres); lo que me llevó a estudiar Ciencias Sagradas fue que
quería saber más de mi religión; no me bastaba seguir yendo
a misa y nada más. Tenía una vivencia formalista que cada
vez se convertía más en hábito; en el Instituto me
preguntaron (fue durante mi primer año) si quería enseñar
Catecismo.. al principio tuve miedo, la responsabilidad era
muy grande, pero acepté. Y así empezamos las tres."
Y nos hablaron de sus experiencias; de lo que significa para
ellas lo que están haciendo. Dijeron: "cuando conocí la
verdad de mi religión tuve un deseo inmenso de hacerla
conocer a otra gente; de tratar de darles mi experiencia, lo
que yo siente y creo...".
—Estamos haciendo promoción humana: no crean que solo nos
limitamos a enseñarles quién es Dios. Tratamos de darles una
experiencia vital que los oriente en su vida posterior.
Además del Catecismo les damos clases de costura, los
hacemos jugar y conversar; les damos cariño y tratamos de
ayudar. No estamos solo interesadas en la "teoría
religiosa", queremos que encuentren la religión como algo
humano en lo sobrenatural; no queremos formar religiosos,
queremos formar hombres y mujeres sanos y útiles, que
conozcan a Dios.
El entusiasmo era chispazos en los ojos (muy femeninos y
arreglados); nos trasmitieron ese sentimiento de acción, las
vimos tan dispuestas, tan convencidas de esas "palabras
grandes". Supimos la satisfacción que encuentran haciendo lo
que hacen, saber que están dando cariño y motivando alegría
en esas pequeñas vidas, tan tristes a veces...
Ahora veíamos el significado real de la obra; no solo era
una educación religiosa sino una formación humana y, además,
la entrega de Amor, de verdadero Amor al Prójimo. Y nos
dijeron de la forma en que se acercan a las criaturas, de
cómo se ganan su amistad y su confianza; que les enseñan a
cocinar, que los varones tienen su club de fútbol. Y las
charlas formativas, los pic-nics y los horizontes que les
abren a esos chicos de hogares mudos y despreocupados en su
mayoría.
Pero no todo es éxito. Hay muchos problemas; el más grave
son las familias de las cuales provienen los niños, casi
siempre ellas no participan y no hacen eco a las enseñanzas.
Nos hablaron de la impotencia frente a la destrucción
sistemática que sufren sus iniciativas al chocar muchas
veces, contra paredes de lata, miseria y desidia. Han
tratado de hablar con los padres, de comunicarse con el
núcleo familiar, pero no han conseguido nada. Con bastante
amargura Valeria nos dijo: "es inútil siempre seremos «sapos
de otro pozo»; contra los grandes no podemos luchar".
Y ya no son ellas solas; este año han comenzado a ir al
barrio dos jóvenes universitarios que se encargan de los
varones de más de 12 años, y lo hacen ya en un plano más
directamente unido a la formación nada más que humana, sin
dejar de lado el aspecto religioso. Porque se corre el
peligro, así nos dijeron ellas, de que consideren a la
religión únicamente como cosa de mujeres al verlas siempre a
ellas revelando las verdades de Dios.
Esta es también la "joven moderna" y hay muchas como ellas.
QUEREMOS RENOVAR A NUESTRA PATRIA
La Gente Nueva quiere una renovación de estructuras en todos
los campos, en todas las áreas; no se conforman con esperar
hasta llegar a la edad suficiente para ejercer su acción
orientadora... Comienzan a los 20 años, desde ahora mismo.
Hablamos de los grupos políticos, de los que trabajan con
miras hacia una nueva Argentina, políticamente sana y
económicamente en marcha; pero no hacen "comité" ni abrazan
alguna ideología particular, tampoco ejercen acción externa
con fines de proselitismo. Solamente estudian. Se
compenetran con la realidad histórico-social de nuestro
país: para conocerlo, para detectar errores cometidos y ver
sus consecuencias históricas. Estudian la realidad presente
y actual, no solo en el plano nacional sino también en el
plano internacional. No quieren embanderarse políticamente
ni asumir ninguna postura ideológica: no se consideran lo
suficientemente maduros en la actualidad para hacerlo.
Política es una de las palabras que, a fuerza de uso
continuo y equivocado, han perdido su significado profundo.
En nuestra Argentina, política es sinónimo puro de
malversación, cohecho y arbitrariedad; gente nueva lucha por
la reivindicación de la palabra política. Quiere política
como arte de gobernar, como ocupación máxima y sacrificada,
como ciencia que aúna todas las demás, como responsabilidad
ejercida por los más capaces. Quiere erradicar el
significado atribuido y junto con él la imagen del hombre
que hace política. Aspira a formarse como políticos
modernos; es decir con los conocimientos universales
necesarios para comunicarse con los técnicos, ya que la
política ha dejado de ser percepción sensible para
transformarse en una disciplina de bases sólidas.
. . . Y EL PADRE SEÑALO CON SU INDICE, Y DIJO. . .
La Gente Nueva parece no sentir la necesidad de Dios; no
tiene una efectiva participación religiosa. El problema
apenas los conmueve; los roza solamente en la manera de una
especulación filosófica, pero no conocen lo que significa el
sentimiento de Dios, ni tampoco la participación en los
misterios de la religión. En su búsqueda de autenticidad han
dejado de participar del culto formal por la falta de una
vivencia efectiva; ese alejamiento se hace carne y ni
siquiera piensan en utilizar a la religión como puente de
búsqueda de la Verdad que tanto anhelan.
Esa es la causa porque el ente del seminarista, del
"estudiante para cura", les parece lejano e irreal; no forma
parte del bagaje de actividades posibles. Y el proceso es
más agudo aún; casi se espantan ante el renunciamiento que
significa entregarse a Dios. Sienten al sacerdocio como algo
oscuro, antiguo, cargado de cerraduras y estructuras
polvorientas; imaginan la vida clerical como algo de otro
tiempo, vieja, llena de coacciones y falta de libertad.
Esa ausencia de siquiera una noción de lo que significa ser
sacerdote se manifiesta claramente en la falta total de
vocaciones sacerdotales; no hay sacerdotes. No hay interés
por serlo; es por eso que los importamos de otros países, de
España en especial y hasta de los Estados Unidos.
También nosotros no teníamos delimitado al seminarista; no
sabíamos si esa Imagen confusa y neblinosa del joven que
entra al seminario para solucionar sus conflictos internos,
era real. Para satisfacer esa duda y para buscar al Hombre
Nuevo también en el sacerdocio, fuimos al Seminario de la
Diócesis de San Isidro.
Una vieja casona (aquellas de zaguán, aljibe y enredaderas)
sirve como ámbito -físico; desde que traspusimos el umbral
sentimos algo diferente, una sensación de agua clara, de paz
transparente... No se si influidos por la media tarde otoñal
y luminosa o por las enredaderas que nos refugiaban, fuimos
vislumbrando el significado (oculto y posible) de "...un
camino hacia Dios..."
Más tarde vinieron ellos, Víctor (19), Aníbal (25) y Jorge
(19); vestidos de ropa común, nada indicaba que fueran
distintos. Y empezaron nuestras preguntas; queríamos saber
qué los había impulsado a renunciar a tantas cosas y
dedicarse a Dios. —Nos sentimos señalados— nos dijeron,
—elegidos por Dios, y ahora sabemos que no podemos ser otra
cosa...—. Puede ser que nuestras palabras transmitan un
sabor de ampulosidad y hecho trágico, que estuvieron
ausentes en los seminaristas; cuando nos lo dijeron sonó tan
natural, tan de acuerdo con ellos. Lo dijeron con sencillez
y convencimiento. Para ver sus reacciones, les insinuamos la
posibilidad de que sus vocaciones fueran generadas por sus
propias inclinaciones y el medio en el cual crecieron; nos
negaron absolutamente. Creen positivamente en la selección
sobrenatural, que Dios mismo los ha elegido y sus destinos
son irrevocables.
Al mismo tiempo no vacilan en creer que han elegido bien; y
han entrado al seminario con el propósito de ser sacerdotes
y seguros que van a serlo. No dan ese margen de prueba o
posibilidad que la mayoría de los estudiantes universitarios
dan a sus carreras.
Ellos también son un exponente de la Nueva Generación;
pertenecen a una Iglesia nueva, moderna si se quiere. Que no
solo se preocupa por el alimento del espíritu sino también
del hambre bien física y bien humana; de una Iglesia que
produce encíclicas como Mater et Magistra (Juan XXIII) y
Populorum Progressio que, mucho más que un mensaje del Papa
a sus obispos, son verdaderos manifiestos de preocupación y
participación del "oficio humano", del cual se ha mantenido
apartada durante tantos siglos.
Saben lo que quieren; aspiran a ser buenos pastores (única
ambición permitida al sacerdote). Sobre la última palabra
les preguntamos qué es un buen sacerdote ...: "aquél que
acerca al hombre a Dios, cumpliendo totalmente su misión",
nos contestaron, después de cavilar por momentos. Y hablamos
de los curas-obreros dedicados a acercarse a la feligresía
por otra especie de religión; el trabajo. Se mostraron
inquietos, con fe, con voluntad; tienen conciencia de la
misión por cumplir y una inmensa fuerza interior para
llevarla a cabo. Creen en la Iglesia Moderna y en su función
bivalente: llevar a Dios por medio de la prédica del dogma y
la elevación cultural y económica del rebaño de fieles. Que
la Iglesia debe ser algo vital, flexible y adaptable a las
exigencias del ambiente socio-económico moderno.
HACIA UNA NUEVA EVOLUCION
Libertad y otras intoxicaciones. Fuimos a verla también
nosotros; el Salón de Audivisuales del Instituto Torcuato Di
Tella ha sido matriz de muchos y diversos equilibrismos
artísticos. Pero esta vez es algo especial, ya no es solo
teatro, es algo más allá, es supra-teatro. Ellos son 16
"actuantes" (solo cuatro son profesionales, y están en la
obra como personas y no como actores) reunidos y orquestados
por el "sumo sacerdote" Mario Trejo; una experiencia nueva
en Buenos Aires, mucho más nueva y profunda de lo que
aparenta ser. La obra, el texto solo sirve de columna
vertebral, un armazón mutante y amplia. Trejo define:
"Libertad y otras intoxicaciones"; ceremonia en tres actos
oficiada por el Teatro de La Tribu. Las palabras no pueden
ser más exactas; la obra (no podemos llamarla así, es más)
es fundamentalmente una experiencia; experiencia para los
actuantes y los espectadores. Los ensayos han sido un
proceso de laboratorio; cada miembro de La Tribu (han
desfilado multitudes hasta el día del estreno) ha
participado íntimamente, compenetrándose al meollo del
grupo; y se ha generado así una personalidad colectiva que
los une y mimetiza La ceremonia busca el impacto, dejar su
secuela en el espectador; hacerlo sentir, pensar, dar un
paso más para acercarlo a su propia autenticidad. Por eso
los oficiantes son espontáneos, que es mucho más que
cualquier improvisación; existe un principio de agresión
hacia el espectador con el fin de sacarlo de su estatismo,
estremecerlo si es posible.
La Tribu es heterogénea. Desde Juliana Bolint, empleada de
Budapest, hasta Barzak, poeta. O Roberto Plate, pintor. O
Humphry Travelyan, sociólogo de Cambridge y "folk-singer". O
Kado Goster, estudiante de arquitectura y pintor.
Conversamos con ellos y allí, muy en el fondo, como el
albañil pretérito o el gran orquestador, vislumbramos a
Mario Trejo. El fue el que los reunió, y no solo a ellos
sino a todos los demás que en un momento integraron La Tribu
y tuvieron que abandonar por un suceso u otro. Fue Trejo el
de la idea luminosa de los ensayos-creaciones; donde el
grupo buscaba deshacerse de todo lo preconcebido, buscar y
volver a los impulsos naturales, al teatro como experiencia
personal y colectiva, acabar con los frenos introducidos en
todos nosotros por la Civilización. Ensayos donde la
exasperación se agudizaba de tal manera que terminaban, a
veces, en estallidos de violencia.
Pero siempre Trejo permanece como el iniciador y la forja; y
la Tribu está allí. Y en su espontaneidad trágica se han ido
mostrando, dolorosamente al principio y ardorosamente más
tarde, con todas sus desnudeces más recónditas. Han
convivido estrechamente durante cuatro meses y han aprendido
(han logrado) a formar una especie de mística que los
envuelve cuando salen al escenario. Mística que proviene de
un conocimiento tan íntimo provocado por la fusión de los
individuos en algo superior.
Imaginemos por un momento a dos personas que conviven
durante mucho tiempo; un matrimonio, por ejemplo, que año
tras año y poco a poco se va conociendo profunda y
mutuamente. Durante esa vida en común, tan estrecha y tan
larga, todas las virtudes y las miserias, los egoísmos y
desprendimientos se van haciendo claros, van surgiendo y
aflorando en la piel. La comedia que representamos se va
haciendo trizas por la asiduidad y la costumbre. Entonces es
cuando esa pareja se conoce; han buceado en profundidad y no
hay recónditos intersticios que permanezcan ocultos . ..
Pero, ¿cuánto han precisado sólo dos personas para
lograrlo?: toda una vida, larga y mutua. Pensemos ahora en
16 jóvenes esforzándose en destruir esa "comedia humana",
luchando para mostrarse tal cual son; cuatro largos meses
conviviendo en esa batalla continua, repudiando a aquellos
que no eran sinceros. Cuatro meses de creación mutua y
participación total, en las virtudes y las miserias, en los
egoísmos y los desprendimientos. Entonces generan La Tribu;
que es más que ellos 16 juntos: una entidad más completa.
Ellos, los actuantes, son los miembros, los cerebros, los
ojos y las lenguas y están unidos en algo SOBRE, en un paso
más allá.
Ahora la experiencia se ha convertido en imprescindible;
nunca se hubieran imaginado que se produciría ese efecto
alucinógeno. Después de cada representación están limpios y
nuevos; se han acostumbrado a ese "dar salida", a canalizar
una serie de impulsos y resabios acumulados; o es una
terapia, un verdadero tratamiento. La experiencia de ser
partes de un ser superior y estar unidos en él, de perder
sus individualidades, de fundirse en La Tribu, los hace
avanzar en el propio conocimiento y les provoca el encuentro
consigo mismo y con el resto de sentido vital.
Alejémonos ahora y miremos con tranquilidad y perspectiva;
una Verdad irrebatible es que La Tribu es un grupo vital.
Con una consigna y un mensaje: AUTENTICIDAD. Tratan de
encontrarse ellos mismos y mientras, abofetean a los demás.
A los que miramos
(muchas veces encerrados en nuestras burbujas de acero) y
tratan de hacernos buscar también a nosotros. Son parte de
un Nuevo Humanismo, con filosofía del tercer milenio más
apta y aplicable que la crisis de creencias de nuestro
diario devenir. No importa si encuentran o no; lo
trascendente, lo que se decanta de todo lo formal es el solo
impulso, la sola vitalidad de esperar y creer en algo nuevo.
No importa que hablen de neurosis, psicoanálisis, alienación
y se rodeen de una jerga psico-artística; no importa que los
tachen de snobs, de sucios y de impostores. No importa
porque permanece incólume y claro el impulso: Búsqueda.
MAÑANA. . .
Argentina cambia; el proceso es cada día más vertiginoso,
nos estamos abriendo de teorías perimidas y de prejuicios
atávicos.
La nueva gente terminará la transformación; con fe, trabajo
y realidad. Ellos no aceptan las tradiciones ni los códigos
vigentes hasta ahora; no se dejan dirigir ni determinar por
pautas sociales impuestas por otros... elaboran sus propios
determinantes muchos más abiertos y relucientes. No aceptan
influencias históricas, ni "fuerza de la sangre", pero sí
están consubstanciados con la Nueva Idea Argentina.
Son los apóstoles del cambio cimentado con trabajo y
responsabilidad. Una élite ahora minoritaria en el contexto
juvenil y que se expande entusiasmando cada vez a nuevos
jóvenes que encuentran la confianza (ausente en sus mayores)
en otros Hombres Nuevos como ellos.
En New York
Santo y seña: "AMOR"
CUANDO el sol del amanecer destelló sobre la espalda de los
rascacielos de Manhattan, el domingo de Pascua, un
espectáculo singular comenzaba en el medio de la isla.
Cargados de flores, extáticos en vibrantes trajes y caras
pintadas, racimos de jóvenes de ambos sexos se descolgaban
en el Sheep Meadow (Prado de las Ovejas) del Central Park
para ESTAR-EN.
Esta es la traducción literal de un Be-In. Explicarlo,
tropieza con una dificultad casi insalvable: hace a su
esencia el que no sea nada definido ni organizado.
Tiene algo que ver con los "happenings", pero compararlo con
ellos equivale a ser tildado de "square" (anticuado).
Tratar de averiguarlo entre sus participantes, nos arroja
aún en un vacio más profundo.
"Es simplemente estar, existir", explicaba displicentemente
un barbado joven en actitud contemplativa.
"Es lo que quiera que sea", concedía un grupo de muchachos
estirados sobre un poncho.
"Es una afirmación de estar vivo", peroraba un negro con
anillos hasta en la nariz.
"Esto es un Be-In", simplificaba una frágil joven, entre
lamida y lamida a un enorme chupetín.
La última definición obligaba a girar 360 grados la vista y
encontrarse con una agresiva y multiforme ensalada de
colores, ritmos y gritos fluctuando en el medio del parque.
Ya a las diez de la mañana, mas de 10.000 personas se
contemplaban ufanas unas a otras, sin poder ocultar su
satisfacción. Todos habían acudido a la cita.
Los "hippies", versión actualizada de los beatniks de los
últimos años, los iracundos de hace una década, o los
existencialistas, ya abuelos, fueron los protagonistas de
este "meeting" de la extravagancia y el absurdo.
A ellos se había dirigido la propaganda mural que apareció
en las paredes del Village Este, Greenwich Village y Harlem.
"No es importante saber la definición de un Be-In o cómo
debe uno comportarse. Haga lo que Ud. sienta. Sea lo que Ud.
quiera"; aconsejaban los carteles.
Y la respuesta fue esta fiesta del sinsentido donde jóvenes
de ambos sexos se dedicaron a mirarse, besarse, reírse,
remontar barriletes, correr por el parque, subirse a los
árboles y convidarse con huevos de pascua.
La relación de los "hippies" con sus antecesores se
sintetiza en el desprecio por las convenciones y su
apartamiento de los moldes de conducta y valores considerado
por una sociedad como normales.
Pero en ellos estas características vienen condimentadas por
dos sellos o ideales dominantes: el amor y las drogas.
Pregonan una nueva utopía basada en el amor, el rechazo a
las guerras, la libertad sexual y el abundante uso de ácido
lisérgico (LSD) como narcótico predilecto.
Si no es posible conseguirlo, lo mismo da marihuana,
heroína, mashish, peyote, o cualquiera de la abigarrada
variedad de drogas que en estos momentos circula entre una
parte de la juventud de Nueva York.
Ah, y una más: la banana. Gran parte de la atención y las
energías de los jóvenes en este día, estuvo dedicada a
exaltar un nuevo descubrimiento: raspando la parte interior
de la cáscara de una banana y cocinando durante cierto
tiempo la exterior, se obtiene una droga de efectos
similares a los de la marihuana.
Aunque la veracidad de este descubrimiento aún no ha podido
ser probada, la sola mención del mismo ahogó en regocijo a
gran parte de la concurrencia.
"Todo el mundo se está volcando hacia las cáscaras de
bananas, ahora", afirmaba un estudiante de la Universidad de
New York; "no es tan buena como el 'pasto' (marihuana) pero,
qué diablos, la policía no puede arrestarte".
Desde las lomas podía observarse el enjambre polícromo que
ocupaba el prado: muchos habían acampado sobre mantas y
ponchos, y compartían plácidamente pochoclo, sonrisas y
flores.
Los vestidos variaban desde levitas antiguas y chaquetas del
ejército —moda importada de los "mods" de Carnaby St. de
Londres— hasta túnicas y sandalias al estilo franciscano, en
los hombres. Las barbas y melenas estaban a la orden del
día. Las mujeres, rechazando de plano los términos medios,
llevaban pequeñísimas mini-faldas o largos vestidos de tela
rústica.
Se las podía ver con la última palabra en maquillaje y
pestañas postizas, o bien con la cara lavada y exhibiendo
sobre la cabeza una intrincada maraña que haría morir de
pánico a un "coiffeur".
Gente se trepaba a los árboles y hacía llamados animales, y
era respondida por llamados de otros árboles.
Manadas de gente se precipitaban corriendo desde sus
campamentos en las lomas para converger en masa en el
barroso prado. Hacia sólo 15 días que la nieve había
abandonado el parque, y sus praderas conservaban todavía
gran parte del agua vertida. Esta circunstancia tuvo
bastante sin cuidado a la concurrencia.
De repente se tomaban da las manos para formar gigantescos
círculos, de 200 metros de diámetro, y se arrojaban a toda
velocidad hacia el centro Juntándose en una gozosa,
triunfante, multi-abrazante pila.
"Esto es una 'implosión', ¿sabés?", explicaba una rubia
detrás de unos anteojos como platos; "es lo contrario de una
explosión".
Cadenas de gente se desplazaban rápidamente a través de la
multitud. "¿No es maravilloso?" gorjeaba una adolescente de
ojos alucinados.
El santo y seña era "AMOR"; fue pronunciado por todas las
bocas, cantado, pintado sobre las frentes y los vestidos.
Un hombre alto, con la cara empolvada, vistiendo una galera
con flores de paja, vagaba etéreamente a través del Be-In
sosteniendo en alto un esmirriado cartel que decía: "Amor".
Informalmente, se les había podido a los concurrentes que
llevaran pic-nic, globos, flores, barriletes y huevos de
pascua para compartir.
El pedido fue escuchado, y una de las actividades
principales del día fue dar: las flores y los huevos
decorados pasaban por muchas manos antes de ser consumidos o
guardados.
La actitud general de los jóvenes, lejos de ser agresiva o
introvertida, era amigable, abierta, invitante y
estimulante.
En el medio del parque se entrecruzaban los ritmos de
tamborines y panderetas, y las notas de flautas y guitarras
caracoleaban entre las personas.
Los rostros, casi siempre sonrientes, mostraban muchas veces
lunares postizos, brevísimos espejos o pequeños discos
aplicados en la frente. Muchos habían pintado sus caras en
el más puro espíritu Piel Roja.
En el cielo, los árboles jugaban con los globos y
barriletes.
El Be-In no tenia centro de actividad. La acción se
trasladaba continuamente de un lado a otro, de grupo a
grupo, y desde las lomas se podía observar el oleaje de
gente derramándose hacia los picos de actividad, casi
siempre seguidos por la tribu exaltando el descubrimiento de
la banana.
Un grupo convergía en un claro, y segundos después se podía
escuchar el coro —¡Bananas! ¡Bananas!— y divisar una enorme,
moderadamente fálica banana de madera, sacudiéndose en el
aire.
Para cualquier lado que se dirigiera la vista, era posible
divisar un grupo cantando, enfatizando, satirizando o
simplemente comentando el nuevo descubrimiento. Para los
"hippies". éste revestía las características de un milagro.
La radio y la TV estaban presentes y miles de espectadores
observaban, entre sorprendidos e incrédulos el desarrollo
del Be-In.
Los "hippies" no son un fenómeno general; sólo existen en N
York y San Francisco, y son juzgados con benevolencia,
quizás por sus inclinaciones pacifistas por una parte de la
población.
Pero para la otra son algo temible, incomprensible y que hay
que desterrar. Y siempre que sea posible ignorar. Y a lo
mejor por ese motivo, existió una línea demarcatoria,
señalada por los bordes del parque, separando a los Jóvenes
de las personas que paseaban por Manhattan en el día de
Pascua. De repente un grupo de chicas avanzaba a través de
la multitud, una de ellas sosteniendo una cadena de llaves.
"¿Alguien perdió estas llaves?" gritaba. Su paciencia rayaba
en lo imposible.
La policía y el Departamento de Parques, contemplaron sin
intervenir su desarrollo,
A las 6.45 de la mañana arribó en patrullero y los pocos
centenares de gente ya reunidos se precipitaron sobre el
auto arrojándole flores. Los agentes, atónitos y cubiertos
de narcisos, ensayaron una honrosa retirada.
A través del día, unos pocos policías observaban el Be-In
desde el borde del prado. No se registraron arrestos.
"La policía se comporto magníficamente", comentaba Jim
Fouratt, uno de los organizadores.
Los cuatro principales fueron Fouratt, actor; Paul Williams,
editor de la revista "Crawdaddy"; Susan Harnett, directora
de un grupo llamado "Experimentos en Arte y Tecnología", y
Claudio Badal, poeta chileno.
Con un presupuesto de última momento de 250 dólares
imprimieron 3000 affiches y 40.000 volantes, diseñados por
Peter Max.
"Tratamos de permanecer anónimos", explicaba Fouratt; "a
quienes nos preguntaban quién lo organizaba le dábamos un
distintivo del Be-In y le respondíamos: USTED!" Fouratt no
cree que un Be-In pueda triunfar o fracasar; "simplemente
es", dice.
"Queríamos hacer una celebración de estar vivos", agrega;
"la gente de Nueva York no se mira, no se ve, no se habla".
"Este fue un momento en que pudo hacerlo sin sentirse atada
o con temor. Fue una afirmación de no tener miedo, una
afirmación de amor y felicidad".
A las 7 de la tarde —unos pocos miles estaban aun acampados
en las lomas, vagamente iluminadas por la luz de unas
cuantas fogatas— la policía ordenó dispersarse. Lo hicieron
despacio, en silencio.
A las 8 un mantel de papeles y cajas vacías se erigía en
silencioso testigo del suceso.
M. J. GIESSO
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