Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


ABC DEL GRAN PREMIO
Por Miguel Angel Merlo
Revista Mundo Deportivo
30.12.1957

NAVONE trabajó a compás para llegar. Debutaba en esto y no buscó etapas. En San Juan casi se ahoga dentro de una acequia. Volcó después en dos ocasiones. No llegó y su motor estaba entero.

CIANI se encontró después del general Acha con un hermoso pozo transversal, donde el coche (la petiza, según Venado Tuerto) quedó clavado de punta y con el agua por encima del guadabarros. Menditeguy, que se avispó, hizo el avance por arriba del camino y al pasar, a toda risa, le preguntó: "Flaco, ¿necesitás algo?"... y siguió.

MENDITEGUY no se detuvo, por una sencilla razón. Marcos Ciani llevaba el coche a la rastra de un "break" —4 ruedas y 2 caballos—, con lo que se defendía. (Algún candidato podría reclamar, pues, él coche vencedor tuvo 2 caballos de más...)

Y si no hubiese sido por las 7 cubiertas desbandadas hasta Córdoba, ese coche habría ganado la categoría "standard". Esto me lo contó un colega. (Yo pensé, en voz alta, que como expresión de manejo es una lección insuperable... Que Dios nos ampare).

EL capítulo que se movió en torno de coches fuera de reglamento, antes, durante y después de la carrera, no fué aclarado. Interesaría saber por qué pudo más la interpretación de un lego, que la de un ingeniero, al juzgar la potencia de cierto motor.

UNA presencia llamativa: Clemente Domesi. Debutante de solemnidad, remontó posiciones entre los ases. Fué 20º en el tramo a Córdoba; se ubicó 16º en la general hasta Tucumán. No cambió una sola cubierta en 1.500 kilómetros. Aprendió, en cambio, que para un Gran Premio hay que salir mejor equipado. Su nombre y su actuación señalan que en el TC el vivero es inagotable.

LLOVIA a baldes sobre La Pampa. La caravana de coches standard se detuvo en Santa Rosa, desde la cabeza a la cola. De común acuerdo se resolvió almorzar allí. De ser verdadera la versión, representaría una hermosa actitud de solidaridad y urbanismo; un gesto de alegre cofradía, de desinterés total. Y esto va dicho en serio también.

ALMA en la adversidad. El viejo atributo de la categoría TC se puso de relieve en mil ocasiones. Pourciel, que arregló la caja y se quedó sin freno en la montaña; Melén, que cayó cien veces y se reincorporó otras tantas, para llegar a Buenos Aires; Rosetto, que vivió odiseas permanentes; el riojano Sufan, que no quiso entregarse, o el bahiense Tarulli, que vertió lágrimas en el barro, junto a su pago. No famosos, pero hombres.

LOGULO terminó el Gran Premio con el auto entero. Los tropezones fueron al comienzo. Poco a poco hila la vieja el copo...

ORGULLOSO de su buen talante puede estar Juan C. Garavaglia. En la cena gentilísima servida en casa de P. A. Facchini y S. Gevodan, fué un real animador. Y eso que un estafador le birló 4 cubiertas.

TIRABASSO estaría cuestionado, como participante en el Gran Premio. Dicen que es obligatorio manejar sentado. Por lo visto hay quien duda.

INCOVENIENTES de no saber qué es un Gran Premio. La máquina 209, standard, llevaba a un matrimonio y un perrito. Antes de Pilar ese coche estaba averiado, tras un vuelco.

GRAN expectación existe en torno de las conclusiones finales que se esperan del A.C.A., respecto del Gran Premio. El aspecto técnico que motivó divergencias no ha merecido todavía explicación.

COMO equivalente de incógnita, es la performance del Peugeot número 210 entre General Pico y Bahía Blanca. Echó unos minutos más que Marcos Ciani y unos segundos menos que Jesús R. Risatti. Tripulantes de máquinas empantanadas en ese tramo, expresan que a fio mejor no lo han visto por tratarse de urna travesía subfluvial.

DECIASE de Ledo Dalmas Bonjour, que su Alfa Romeo quedaba en observación desde San Luis. El blindaje del cárter era la cuestión impugnada. Un comisario deportivo le dijo: "Sáqueme esa latita, si no quiere que lo descalifiquen". Como después de San Luis no había pedregullo, el uruguayo podía inclusive, darle el gusto a la recomendación.

RESULTA que Rodolfo Alzaga salió apurado. Frente a River Plate alcanzó al 5, pero explicó que trataba de sacar ventajas del gran conocimiento que tiene de la zona, para ubicarse adelantado en la ruta.

ZAS! Por San Antonio de Areco el coche número 6, de Alzaga, quedó envuelto en humo.

VIDOSA que lo vio al pasar, le dijo a Facchini: "Mirá, el Rolo parece langosta en el choclo". Pero lo concreto es que Alzaga la sacó barata: tiene el motor íntegro y sin castigo.

BIELAS... Fué el gran consumo de este Gran Premio: plato del día. Los hermanos Emiliozzi cambiaron dos en la 7ª etapa pero terminaron la carrera. Debe ser récord para el camino.

PASÓ dos sustos feos y seguidos la dotación del coche número 30 integrada por Miguel A. Jantus y Adolfo Bertello. De noche y en el pavimento se desprendieron sucesivamente dos ruedas delanteras. El piloto enderezó el bólido pero no pudo impedir los fuegos artificiales, motivados por el roce del metal en el cemento.

SEGUNDO el 2, cuarto el 4 y quinto el 5, parecen la expresión más terminante de respeto aritmético. Lo ofrecieron Oscar Gálvez, Alberto Logulo y Dante Emiliozzi en la finalización del 35º Gran Premio.

NO Hilario, que no es otro que don Ernesto H. Blanco, sigue ofreciendo una presencia romántica en el Gran Premio. Vencedor de 1936, a 21 años vista, no quiso ser menos joven: que nadie y para tres etapas el coche le dio tabaco. La Rioja le acogió cariñosamente.

FUE muy desordenada la partida desde Córdoba. Las quejas de los corredores suman una larga cadena. No se tomaron recaudos policiales y los competidores no pudieron acercarse en tumo a la línea.

JUAN es siempre Juan. Advertido del desliz de una biela, cuando bajaba a San Luis, realizó un trabajo encomiable en el plazo de 90 minutos. No pudo zafar de la ciénaga en las inmediaciones de Santa Rosa, a pesar de su empeño, pues 7 cilindros no responden a la potencia de torque indispensable. En una reunión ocurrida días más tarde apuntó alguien con precisión: "Juan Gálvez lleva el número 1 en las manos". Aceptado. Esas manos son un canto al trabajo.

QUE se puede derrotar a los Gálvez, equivale al éxito total de este Gran Premio". Es una frase recogida en el ACA, antes de terminar la carrera. El nombre y apellido del autor no viene al caso, porque sería propaganda. Pero esta frase demuestra la fobia inocultable con que se ha elaborado nuestra máxima carrera. Primero se pensó, —y se dijo— que el TC estaba enterrado para siempre; luego, como el muerto gozaba de buena salud, se apeló a la demagogia de estimular a quien no fuese Gálvez en TC. Ojalá se extingan estos errores de concepto. El automovilismo merece más respeto, por lo que hace el TC y porque permanece. En cambio, el dirigente es ave de paso.

HAY orden de no molestar al comisario deportivo. Está durmiendo... (Eran las 7 pasadas, en San Luis; se hablaba de diluvios, se comentaban inundaciones; se decía que era factible pasar. Los corredores afirmaban que "ellos estaban para correr". El comisario seguía durmiendo.)

CHOCANTE resultó en el ambiente que el festejo comercial de una marca se haya efectuado en las dependencias del Automóvil Club Argentino. El exceso de simpatía obliga, de tocias maneras, a conservar el equilibrio que no comprometa el factor deportivo (de imparcialidad) con la victoria del auto equis, que es elemento también, pero comercial.

 

 

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Sacrificio de largo aliento exige un Gran Premio. Maruel Martinlán(41) llegó a ser octavo y Daniel Musso (10)  noveno en la clasificación general, pero se vieron forzados a pasar a revistar al retiro absoluto
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