Los programas musicales en la televisión argentina siempre
estuvieron dirigidos a las señoras gordas que comen mirando
televisión, que miran televisión mientras toman el té y que hablan
de televisión cuando van a la peluquería: figuras como José Antonio,
Chico Novarro, Hugo Marcel, Marty Cosens y otras, graciosos canoros,
se repartían en programas de la noche, de la tarde y de la mañana.
Pero un buen día, los productores de televisión se dieron cuenta de
que quienes compran más discos y quienes están realmente interesados
en la música, son los jóvenes. Y comenzaron a acordarse de ellos
tentando la emisión de programas de tipo "juvenil" que,
generalmente, eran producidos con poco dinero y menos dedicación.
Engendros como Pop News, el Show de Johnny Allon, Ruido Joven,
Sótano Beat y Cronotops fueron insultando a la platea de gente joven
tratándola como si fueran niños. Cuando vieron que el negocio no
estaba en llevar conjuntos (costaban caros) optaron por pasar discos
mientras un grupo de chicas y muchachos bailaba. La variante resultó
más eficaz: muchos cambiaron los generalmente deficientes programas
de radios vespertinos por la audición televisiva que, aparte de
pasar los temas del momento, se esmeraba en remarcar las siluetas de
danzarinas cada día más sugestivas, envueltas en pantalones
calientes (hot pants). Objetivamente, de todos ellos quien ha
logrado el éxito más rotundo es "Música en Libertad". Para
conseguirlo contó con un factor bastante importante: se emite todos
los días de la semana (menos los domingos). Por supuesto, ninguno
de los programas mencionados (los que existen y los que ya pasaron a
la historia de la televisión) tiene preocupaciones en diferenciar la
buena música de la mala: una simple ojeada a los discos más vendidos
basta para confeccionar la programación. Eso ocurre cuando el
programa no pertenece a una grabadora determinada (caso Alta
Tensión, que pertenece a RCA Víctor) y que se encarga de difundir
sus éxitos o los discos que ellos quieren y necesitan que sean
éxito. También sucede que estos programas hacen arreglos parciales
con las grabadoras. Como en el convenio del sello Music Hall y el
programa Música en Libertad, que dio como resultado un álbum de tipo
promocional. Dos redactores de Pelo se dedicaron durante una semana
a presenciar las grabaciones de esos programas para investigar todo
el trasfondo de esas funciones; también conversaron con las chicas
que bailan (no les gusta que las llamen "bailarinas") para poner en
claro si son meros objetos de consumo erótico o si, además, piensan.
Este es el informe que pasaron. El del fotógrafo está a la vista.
DESHOJANDO MARGARITAS El 19 de abril de 1970 nació Música en
Libertad. Cuenta su productor general y director, José Manuel Durán:
"Al principio no tuvo éxito porque el público no estaba acostumbrado
y no comprendía el mecanismo consistente en que se imitara al
cantante del que se transmitía un disco mientras los jóvenes —"diez
margaritas y diez cactus"— bailaban al compás". Leonardo Simons y
Maisabé, encargados de la conducción, comentan los discos, contestan
las cartas enviadas por el público o mantienen llamados telefónicos,
de cuya veracidad se puede dudar, con artistas o cantantes famosos:
Tom Jones, por ejemplo. Una vez por semana, durante 8 horas, se
graban cinco programas cuyos costos de producción artística es de 5
millones de pesos por mes (dicen). Sin otra coreografía que la que
marca el ayudante de dirección, chicas y muchachos se mueven
siguiendo el ritmo. De este improvisado cuerpo de baile se creó un
conjunto —las Mini Short— integrado por cuatro muchachas, que ya
cuentan en su haber con un disco, un maxi-simple grabado para Odeón
con letras de Simons y música del productor ejecutivo del programa,
David Raizman, del que en un mes dicen haber vendido 35.000 placas.
LAS "MINI-SHORT" María Esther Lovero, 19 años, estudiante de
inglés y francés, explicó las razones por las que le gusta la
música que se emite en el programa: "Me gusta porque tiene alegría y
eso es lo principal; además es bailable". Fanática admiradora de The
Beatles, cuando se le preguntó qué opinaba de la música no
complaciente, respondió: "No sé muy bien cuál es, pero si Almendra
es así, me gusta". Alejandra Rodrigo, 18 años, estudiante de
técnicas publicitarias en la Universidad del Salvador, dijo a la
misma pregunta: "Realmente no la entiendo, pienso que a muchos les
pasa lo mismo y que por eso no es conocida". La tercera del grupo
es Rosa Aguiar, de 19 años, estudia profesorado de inglés y se
apasiona por la música tropical, como ella misma dice: "Debe ser
porque lo llevo en la sangre". Trabaja como extra en cine y
televisión e inclina sus preferencias por todo lo bailable. La
más promocionada de todas es Silvana Di Lorenzo, de 17 años, quien
entró a formar parte del programa porque conocía a Simons y a
Raizman (el resto de la troupe fue seleccionada). Susana explica,
con tono sensato, que no le gusta la publicidad, que odia que la
reconozcan por la calle y que apenas termina de grabar se va del
ambiente. La pregunta que surge de inmediato es por qué trabaja en
un medio donde la publicidad es un gaje del oficio contando (como
cuenta) con otras posibilidades (es traductora). La pregunta, sin
embargo, no obtiene respuesta clara. Sus gustos musicales son
bastante amplios; de Serrat a The Beatles, de Abracadabra a Freedom
—bluff recién descubierto— pasando por Creedence y Chopin.
ALTA TENSION VARIAR UN POCO EL ESQUEMA Un solo conductor
—Fernando Bravo— y nada de imitar a los cantantes, con cinco parejas
principales de bailarines y algunas más secundarias definen un
programa que se emite los sábados al mediodía por Canal 13 desde
hace tres meses. Se graba los jueves a la noche durante una hora y
media. Los cachets de los bailarines van a estabilizarse, según
palabras del productor, en 8.000 pesos moneda nacional para las
cinco primeras parejas, y 4.500 para las figuras secundarias, por
grabación.
LAS QUE SUBEN LA TENSION Marilú Brajer, 19
años, estudia Licenciatura de Periodismo y Comunicaciones. Es,
además, modelo, e ingresó al programa recomendada por un amigo. Sus
gustos musicales son un tanto imprecisos: "Me gusta toda clase de
música". Antes de entrar en Alta Tensión hacía "cosas relacionadas
con el ambiente". María Marta Vallejos, 21 años, es maestra y
estudia arte escénico; su máxima aspiración es ser actriz y está en
la compañía de Miguel Bebán. Leonor Guggini, 20 años, estudiante
de primer año de Medicina es, además, modelo publicitaria y manequín,
primera princesa del concurso Miss Capital, ingresó en el programa
gracias a eso; dice: "Me gusta toda clase de música siempre que sea
original, folklórica, clásica, beat..." Susana Romero es la
tercera, tiene 18 años, se perfecciona como modelo y manequín;
surgida también de un concurso de belleza, ostenta el título de
segunda princesa en Miss Buenos Aires. Explica su gusto por
conjuntos como Almendra diciendo: "Me parecen buenos, justamente
porque no son comerciales; entre los extranjeros me inclino por Los
Beatles". Sussan Giliart, 20 años, estudió danza y es modelo
publicitaria; actuó a partir del sexto programa, piensa que tiene
condiciones para ser actriz de comedia; cuando se le pregunta su
opinión sobre la música complaciente duda; evidentemente, no sabe
cuál es; una de sus compañeras le sopla: "Decí Vox Dei..."» y lo
dice, aunque luego arguye: "Lo que pasa es que no me interesa",
después de haberlo dicho se arrepiente. Lanzadas a una ruta que
esperan las conduzca al éxito y la fama, pululan por un medio donde
reinan los celos y las ambiciones ansiando, quizás, que algún día a
la salida del canal les pidan autógrafos. Revista Pelo 06/1971
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