Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


RADICALISMO
La guerra de usura
Revista Confirmado
10.10.1972

Si la elección interna de la UCR se definiera en estos días, seguramente Ricardo Balbín cosecharía el voto de la mayoría radical: aunque parezca paradójico, ese cuadro de situación era admitido —apenas con algunos matices de diferencia— por el estado mayor balbinista y el staff estratégico de Raúl Alfonsín; pero las interpretaciones sobre el comportamiento del mosaico electoral interno tendían a bifurcarse a medida que se evaluaba la gravitación que ejercerá sobre el padrón radical, durante los próximos 47 días, la agudización del choque ideológico entre los sectores en pugna.
Enrique Vanoli —secretario del Comité Nacional y brazo derecho de Ricardo Balbín— pronostica una victoria aplastante (250.000 a 80.000 votos) en la interna del 26 de noviembre: según sus cálculos, el alfonsinismo perdería todos los distritos, con excepción de Córdoba, donde equilibraría su caudal con las fuerzas de Eduardo Gamond (35 mil votos para cada grupo, aproximadamente).
El staff alfonsinista, con un criterio realista, admite que "hoy" podrían perder por una diferencia de 13.000 votos; pero no es imposible saltar ese precipicio, debido a la notable incidencia que han comenzado a ejercer dos factores decisivos: la imagen senil que ofrece, desde un punto de vista objetivo, la fórmula Balbín-Gamond podría volcar el voto de los afiliados independientes, es decir, la masa flotante de radicales que no está sujeta por ningún compromiso a los punteros de barrio o a los caudillos parroquiales; la gravitación que ejerce sobre el partido la opinión extrapartidaria: "El candidato de la calle es Alfonsín", reconocieron los improvisados encuestadores del entourage balbinista.

♦ El mapa radical
Nadie mejor que los dirigentes radicales pueden pronosticar, con márgenes mínimos de error, el comportamiento electoral del país. Esas virtudes fueron desplegadas la semana pasada por dos expertos dirigentes —un balbinista y un alfonsinista—; su veredicto corresponde a la realidad detectada en la primera semana de octubre, pero está sujeto a las modificaciones que introduzca el desarrollo de los acontecimientos:

• Capital Federal. El balbinismo pronostica una victoria de 42 mil a 8.000. En ese padrón de 80.000 afiliados, con un alto porcentaje de votantes (estimado en 60.000), el alfonsinismo sospecha que puede acortar diferencias: 40.000 a 20.000. Este panorama, sin embargo, podría experimentar modificaciones como consecuencia de la rebelión de algunos punteros rabanalistas que habrían decidido apoyar al binomio Alfonsín-Storani en el orden nacional: en el último cónclave de caciques convocado por Pancho Rabanal, 8 punteros se pronunciaron por Alfonsín, 8 decidieron inclinarse por Ricardo Balbín y 5 se abstuvieron. Si se decidiera presentar una lista en el orden metropolitano, los renovadores creen que pueden arañar la minoría con el aporte de algunos punteros que se desprenderían de la influencia de Juan Trilla.
• Buenos Aires. Los balbinistas creen mejorar la elección de mayo y cosechar unos 62.000 votos contra 35.000 alfonsinistas gracias a la influencia que ejercería la fórmula —aún en negociación— de precandidatos a la gobernación de la provincia: casi seguramente sería encabezada por el tandilense Juan Carlos Pugliese, pero a la vice aspiran Juan Naim (San Martín) y Vicente Mastrolorenzo (Lanús), una disputa que puede abrir una profunda brecha en las trincheras balbinistas. El sector renovador confía en el ingreso de 51.000 afiliados nuevos —en su mayoría aportados por Alfonsín, sostienen— para equilibrar la elección del distrito en 50.000 votos; el balbinismo, en cambio, argumenta que la cuota más gruesa de incorporaciones al padrón bonaerense proviene de su sector. Otra esperanza de los renovadores está depositada en la fórmula para gobernador y vice, que estaría integrada por el imbatible caudillo de Saladillo, Alejandro 'Titán' Armendariz, o el pergaminense Raúl Borrás; el segundo puesto quedaría reservado para Edison Otero (Avellaneda).
• Córdoba. La incorporación de Gamond al binomio presidencial alentó al balbinismo a ilusionarse con la posibilidad de dividirse el padrón provincial (35.000 a 35.000). Es cierto que Gamond tiene influencia en la capital del distrito; pero el pronunciamiento de Víctor Martínez-Felipe Celli por Alfonsín parece debilitar las fuerzas de El Chino. En Córdoba, su baluarte, los renovadores esperan descontar las diferencias de Capital Federal: según sus cálculos, ganarían 40.000 a 10.000.
• Santa Fe. Balbín cree ganar por 15.000 a 7.000, sostenido en parte por el prestigio de la fórmula Malaponte-Damiani para el orden provincial; pero el alfonsinismo, con la precandidatura de Aldo Tessio a gobernador acompañado por un hombre del Sur, prevé un empate en 10.000 votos.
• Entre Ríos. En el feudo de Perette, el balbinismo aspira a ganar 7 mil a 2.000 contra el pronóstico alfonsinista que profetiza empate en 4.500. Es cierto que Carlos Contín, probable candidato a gobernador, respaldó la proclamación de Balbín en el Hotel Castelar; pero al día siguiente, en el acto alfonsinista de Rosario, asistió el riñón del continismo, inclusive sus hijos (Carlos y Susana), el doctor Benjamín Stubrin (ex ministro de Gobierno), Horacio Marcó (ex vicegobernador), Roberto Uncal y Horacio Tepcich, fuerte puntero de Paraná campaña y ex aliado de Carlos Perette.
• Corrientes. Con escaso caudal de afiliados, los pronósticos atribuyen mayoría para el balbinismo y minoría para Alfonsín.
• Misiones. El balbinismo admite que, en el peor de los casos, el alfonsinismo podría empatarles su caudal de 3.500 votos. Los renovadores aspiran a imponerse por 6 mil a 1.000; pero sus problemas se plantearían en el orden interno, donde pujan dos sectores por imponer su propio candidato a gobernador: Ricardo Barrios Arrechea deberá enfrentar la arremetida del binomio Marchesini-Damiani.
• Chaco. Frente al moderado entusiasmo balbinista sobre el feudo de Luis Bicho León (7.000 a 2.000), los alfonsinistas piensan que sería más correcto pensar en cifras menos distantes: 6.000 a 3.000. En esta provincia el balbinismo propiciaría la candidatura del binomio Salón-Gladis Janik.
• Formosa. El entourage de Balbín cree poder equilibrar la elección en 3.500 votos para el orden nacional, pero los renovadores —que propiciarán al binomio. Alberto Maglietti-Alfonso Vitti en el orden provincial— sospechan que, frente a su caudal de 5.000 sufragios, el balbinismo apenas podrá reclutar 2 mil boletas.
• Salta. El balbinismo supone ganar por 2.600 a 300. La clave del distrito será la decisión final de Martínez Saravia. Aunque asistió a la proclamación de Balbín, confesó que su pronunciamiento estaba supeditado a un plebiscito entre los principales dirigentes provinciales: la votación habría arrojado 85 para Alfonsín y 7 para Balbín. Según el cálculo de los renovadores, Balbín puede ganar 2.000 a 1.000 si obtiene el apoyo de Martínez Saravia. De otro modo, su victoria es segura.
• Jujuy. Existe coincidencia en admitir que gana Alfonsín por 700 a 300, aunque el balbinismo cree volcar el distrito, aprovechando una pugna interna de sectores alfonsinistas para presentar candidaturas a la gobernación.
• Tucumán. Este distrito puede ser la clave de la elección. Balbín descuenta una victoria abrumadora: 22.000 a 1.000; sin embargo, en este distrito de 30.000 afiliados —con 25.000 fichas nuevas—, se habría quebrado el grupo que orienta Ángel Pisarello con marcada tendencia hacia el alfonsinismo: los renovadores piensan ganar la capital y las localidades de Famaillá, Concepción y Cruz Alta.
• Catamarca. Después del fracaso de la misión León, Balbín tuvo que viajar personalmente a la provincia para solucionar el litigio entre los balbinistas Seguí y Colombo. Ambos sectores admiten que la diferencia puede ser 1.500 a 500 a favor de Balbín.
• La Rioja. Frente al optimismo balbinista, el alfonsinismo pronostica un empate en 500 votos.
• Santiago del Estero. Podría ganar el balbinismo por 1.000 a 800.
• San Luis. Ganaría el balbinismo por 700 a 300.
• San Juan. Balbín piensa imponerse por 6.000 a 1.000, pero Alfonsín cree que existen posibilidades de reducir considerablemente esa diferencia.
• Mendoza. Balbín pronostica una victoria por 14.000 a 3.000. Sin embargo, el feudo de Leopoldo Suárez (19.000 afiliados) acaba de admitir en el padrón al importante grupo Manzur (4.000 votos) que se unirá al sector de David Guiñazú (2.000 votos), quienes junto a la influencia de los hermanos Segundo y Felipe Llaver, podrían estrechar distancias: 8.000 a 6.000.
• La Pampa. Podría ser un empate en 500 votos.
• Neuquén. Ambos sectores admiten que ganará el alfonsinismo. Los renovadores pronostican una diferencia de 800 a 200.
• Río Negro. Otro feudo donde el alfonsinismo ganaría por 1.500 a 700.
• Chubut. Alfonsín ganaría 800 a 300.
• Santa Cruz. Con amplia mayoría balbinista. El Chino cosecharía una victoria de 800 a 300.

♦ El test de noviembre
Según los estrategos del alfonsinismo, ese cuadro de situación comenzará a experimentar profundas transformaciones a medida que comiencen a gravitar los debates del último fin de semana en la Convención Nacional, el recinto donde el sector renovador descargó el grueso de su artillería para debilitar el prestigio de Ricardo Balbín.
El líder de la UCR había anticipado, en su discurso del Castelar, que su programa será el que adopte la convención partidaria, una fórmula que dejó abierta la posibilidad de firmar despachos conjuntos con el alfonsinismo. Pero, ¿hasta qué punto ambos sectores pueden coincidir ideológicamente? La mayor debilidad de Balbín, en ese terreno, era que la mayor parte de los redactores del programa pertenecían al staff alfonsinista, como ocurrió durante la última reunión de la convención. Un retroceso del balbinismo en el terreno programático podría arrojar al staff del Chino a un severo replanteo de su estrategia electoral interna, hasta el punto de reconsiderar, como aventuró La Opinión del jueves pasado, la posibilidad de un renunciamiento histórico. Esa variable no es un delirio político y, menos aún, un eslabón de la guerra de acción psicológica que han desencadenado ambos sectores; el entourage balbinista ha comprendido que la euforia del sector renovador se apoya en un hecho objetivo que gravitará el 26 de noviembre: la fórmula Balbín-Gamond no provocó el éxodo de sus aliados hacia las trincheras enemigas, pero enfrió visiblemente a sus pilares más fieles (Confirmado Nº. 381), que han comenzado a perder esperanzas, un riesgo demasiado grande en política.

 

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Martínez Saravia