Seguimos buscando: ¿hay una mujer nueva? ¿Su actitud
independiente, ayuda a destruir la pareja y a descomponer el
hogar? ¿O la independencia es realmente una virtud que lleva
a vivir mejor la relación humana? Hoy dimos con Marta
Mercader. Clara, rotunda, con sabor a inteligente.
LA
expresión mujer nueva (¿hay algo nuevo debajo de las
polleras o detrás de los maquillajes?) pone nerviosos a un
80% largo de los habitantes de la República. Inclusive, por
supuesto, de las mujeres que tienen mucha mayor proximidad
espiritual con Paula Albarracín que con Claudia Cardinale. Y
de los ya un poco dispersos hombres de Corrientes y
Esmeralda mencionados por Scalabrini Ortiz. No en vano el
porteño "no tuvo camaradas del otro sexo, tuvo 'programas',
presas que cayeron en el lazo; mujeres sonsacadas, víctimas,
frutos de su destreza, de su 'muñeca', verdaderos actos de
pillaje, demostraciones de arrojo o astucia". Racial, mental
y generacionalmente el argentino medio posee ideas y
premisas propias o heredadas, muy difíciles de cambiar.
La mujer nueva, sin embargo, existe. Hay una actitud y una
ética indudablemente novedosas en el mundo femenino
contemporáneo. Y, por reflejo, en el que aún se sigue
llamando masculino. Lo más puro y sensato de la tradición
moral se alegoriza hoy en quinqué y cursilería. La siguiente
cita de Miguel de Cervantes resulta francamente incolocable:
"Flor es la de la virginidad que, a ser posible, aún Con la
imaginación no había de dejar ofenderse. Cortada la rosa del
rosal, ¡con qué brevedad y facilidad se marchita! Este la
toca, aquél la huele, el otro la deshoja y, finalmente,
entre las manos rústicas se deshace...". La misma Biblia
requeriría nuevos toques y retoques: "No vestirá la mujer
hábito de hombre ni el hombre vestirá de mujer, porque
abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace".
Goethe también se transforma en ceniza: "El esposo arrastra
a la mujer, con fuerza irresistible, hacia el círculo
trazado por él". Creo que ya están puestas algunas de las
coordenadas para la presentación de Marta Mercader,
divorciada, madre de un hijo y una hija, autora de un "best-seller"
del año, "Octubre en el espejo" —uno de los 10 libros
propuestos para el premio "Forti-Glori"— y de la comedia
"Una Corona para Sansón", estrenada recientemente en la sala
Casacuberta del Teatro San Martin. Estudió en La Plata y
Londres y fue directora de Cultura de la Provincia de Buenos
Aires desde 1963 a 1966. Esta imagen de la escritora se
perfecciona con la transcripción de algunos conceptos y
frases originales, extraídos de sus cuentos: "Nada hay que
aleje más la belleza que la fatiga de escuchar el propio
ruido gástrico"; "Conservo retazos de la ética del aguante
que de chica me enseñaron..."; "¿Dónde se ha visto hacer una
revolución en domingo? Eso no podía ser. Una revolución
tiene que ser en día de trabajo para que la gente se entere
y haga lío .." Sus juicios sobre la Casa Rosada hubieran
sido firmados con gusto por Cortázar: "Tiene un color
terriblemente mersa, tan carnoso, un color que no se usa, no
hay nada que tenga ese color, ni siquiera las bombachas...",
"siempre tan silenciosa, tan familiar y sin embargo
impenetrable, como los padres". Naturalmente, la primera
pregunta es ésta: —¿Existe la mujer nueva? —La mujer
nueva es uno de los grandes inventos de este siglo.
—¿Desde cuándo existe? —La emancipación de la mujer,
cruel y despareja, ganó sus últimas batallas a partir de las
dos guerras mundiales. —¿Por qué cruel? Me parece una
expresión exagerada. —Entiendo que toda lucha es cruel.
—Muy bien. Sigamos. —Con la irrupción del industrialismo
y la consiguiente quiebra de los valores sobre los que se
asentaba el mundo tradicional, el proceso se aceleró.
Primero sucedió en Europa y en Estados Unidos. En América
Latina la mujer recién comienza a sentirse dueña de su
propia actividad. En la Argentina las mujeres "nuevas"
acaban de entrar en escena como generación, porque
individualmente las que tenían más empuje lo hicieron ya
desde principios de siglo en la cátedra, el foro, el
comercio, la política, la fábrica, etc. En los medios
artísticos su afianzamiento fue muy anterior y más fácil. Su
acción suscitó menor resistencia en los medios masculinos.
Hacemos un alto en nuestra caminata por Palermo. El
fotógrafo toma su instantánea y seguimos hablando. Por
asociación de ideas, me acuerdo del siempre invocado Marañón
cuando se toca el tema actual de la doña Juana: "El
discurrir sobre don Juan ha perdido su actualidad para los
críticos y los naturalistas y empieza a pasar al dominio de
los arqueólogos" y de esta deliciosa acotación de Francois
Mauriac: "... esa maravilla olvidada hoy: una nuca con
ricitos". La sentencia de Isabel de Borbón también tiene una
increíble validez en muchos otros planos, además del
político: "No faltarán reinas para España; pero los
príncipes son muy difíciles de lograr". (¿Vale la pena
recordar a Fabiolo?) —¿Qué pasa con la mujer que no se
adapta al mundo nuevo, aún cuando sea joven? —Sigue
viviendo sin mayores problemas, como lo hacen los
conservadores a ultranza,, los monárquicos, los sombreristas,
los que prefieren la polenta a la antigua, esa que debe
revolverse una hora en lugar de la que se cocina en un
minuto, y que gustan de la poesía de Amado Nervo. No todos
vivimos en 1967. Algunos viven en 1925 y otros ya en 1980.
Los poemas y los poetas también caen en la volteada. ¿Por
qué no? El mundo contemporáneo ha reemplazado el azúcar por
la sacarina, la dulzura metálica por la simple dulzura. El
"poesía eres tú" becqueriano sonaría aún peor que el
transcripto párrafo cervantino. —¿En qué consiste,
estrictamente, el concepto de la "novedad" en la mujer
nueva? —Las sufragistas reivindicaron el derecho de la
mujer a ser como el hombre. La mujer "nueva" reivindica el
derecho a vivir como un ser humano sin dejar de ser mujer.
Quiere desarrollar todas sus potencialidades como persona,
asumir todos sus derechos y también sus obligaciones, sin
renegar de su sexo. —¿Es posible? —Es difícil, pero
cualquier realización humana lo es. Ahora es especialmente
difícil, porque todavía estamos en la transición. Las
mujeres nuevas alternan en su vida y lucha diaria con los
que todavía viven en la "belle epoque" y los que se
proyectan al futuro. —La humanidad siempre ha creído que
descubre cotidianamente la pólvora de la novedad. Nadie tan
claro y preclaro como Quevedo cuando dice: "Es la novedad
tan mal contenta de sí, que cuando se desagrada de lo que ha
sido, se cansa de lo que es. Y para mantenerse en novedad,
ha de continuarse en dejar de serlo, y el novelero tiene por
vida muertes y fallecimientos perpetuos". Parece un juego de
palabras pero no lo es. ¿De cualquier modo, no cree usted
que puede haber exceso de pedantería en el mundo
contemporáneo? —El ser humano sólo se realiza en el
devenir. No se nace hombre o mujer, sino que se llega a
serlo. Sin renegar de la tradición de cinco o más milenios
que hemos heredado, los cambios producidos últimamente son
tan vertiginosos y radicales que los de unos meses equivalen
a los que sucedieron, por ejemplo, entre las edades de
piedra y las de los metales. Claro está que siempre son más
espectaculares los cambios exteriores que los interiores.
Marta Mercader tiene ideas muy concretas sobre la materia y
no conviene interrumpirla. Y entre seriedad y seriedad
introduce una pizca de humor negro: —Por eso tenemos
todavía hombres que, aunque vestidos con los últimos
materiales sintéticos y al volante de los vehículos más
avanzados que lanza la técnica moderna, no se diferencian
mucho en su almita del hombre de Neanderthal. Pero teniendo
en cuenta el conjunto, creo que estamos en camino hacia una
mejor "conscienciación" de lo que significa ser hombre o
mujer. —¿Qué piensa de nuestras mujeres nuevas del siglo
pasado, como Juana Manuela Gorriti, por ejemplo? —Las
admiro como a todos los pioneros: Colón, Galileo, Amudsen,
Mme. Curie, Glenn, Titov. Y por su coraje en enfrentarse a
lo desconocido. —¿Cuál es la limitación ética de la mujer
nueva? —El respeto al prójimo y a sí mismo. —¿Es la
misma que la del hombre? —En principio debería ser así,
pero en la realidad hombres y mujeres la transgreden por
igual. Como estoy decidido a abusar de las citas (¡son
tan pocas las ocasiones que uno tiene para devolverlas al
mercado!) me acuerdo de lo que dice Ernesto y pregunto:
—En "Heterodoxia" Sábato afirma: "El hombre va de la
realidad a lo descabellado, centrífugamente. La mujer, de lo
descabellado a la realidad, centrípetamente" y agrega:
"Cuando el acto carnal termina para el hombre, para la
hembra comienza. En cierto modo, la mujer es toda sexo". Y
más adelante, añade: "Apenas consumado el acto sexual, el
hombre es libre, mientras que la mujer queda encadenada al
acto que acaba de realizar, primero de una serie misteriosa
y profunda que han de sobrevenirle; para los cuales se
recoge en si misma, se vuelve hacia el centro de su útero,
que también es el centro de su existencia, busca la calma y
la serenidad, la conservación de lo suyo, de su hogar
—materialización externa de la matriz—, como lo prueban
hasta lo más oscuros símbolos oníricos". ¿Esto de la novedad
influye o no en lo que expresa Sábato, suponiendo que
estuviera en lo cierto? —Más o menos parecido a lo que
creo que decía Plotino, acerca de que el hombre muere y la
mujer nace al hacer el amor. Ahora bien. No se qué problema
tendría Plotino —o quien fuese— para hacer el amor: Pero la
mujer al asumir su condición de ser adulto, está en mejor
situación para acercarse a su pareja en el acto físico del
amor. Esa unión es un verdadero milagro en que se da y se
toma, se nace y se muere, se ofrece y se recibe. Cuando la
unión es auténtica, es la pareja la que muere y renace por
igual. Si un miembro de la pareja siente que es libre
mientras que el otro queda encadenado, debe ser porque la
unión no ha sido satisfactoria. —¿Cuál es la ventaja de
la novedad? —Es una ventaja y una desventaja. Para los
seres aferrados a las convenciones, pasivos, timoratos,
enemigos del cambio, la sociedad tradicional les ofrecía más
asideros donde agarrarse. Esta nueva situación es más
insegura y desafiante. Pero así es siempre la vida para los
que quieren vivir plenamente. —¿Cómo es el amor con la
mujer nueva? —No puedo contestar porque me comprenden las
generales de la ley. —¿Qué piensa la mujer nueva que
piensa el hombre no nuevo a quien circunstancialmente puede
amar? —Si es circunstancialmente, no será amor. Y como el
amor es, en definitiva, una ideología compartida. además de
otras cosas, no creo que a la mujer nueva le importe mucho
lo que piense el hombre no nuevo, a menos que sea su jefe en
la oficina, del cual por otra parte, no debería enamorarse
jamás. —Cuando un hombre tiene aventuras amorosas
extramatrimoniales se lo llama calavera, piola o Porfirio
Rubirosa. Las generaciones anteriores no admiten una
situación igual en la mujer y si se produce, su calificación
empieza con la misma letra que piola o Porfirio, pero con un
sentido agraviante. ¿Podría la mujer nueva modificar esta
situación? —La mujer actual no piensa en términos legales
de matrimonio, sino en integración de pareja. No opino sobre
la tan mentada inclinación del hombre a la poligamia. Pero
afirmo que cuando una mujer ha formado bien su pareja, no
tiene necesidad de otro hombre, aunque sea el propio
Valentino o Rubirosa amen le haga la corte. Casi sin
darnos cuenta, volvemos de Palermo. Y de la esgrima de las
preguntas y respuestas. Y nos despedimos. Y yo luego, ya
sobre la máquina de escribir, sigo anotando expresiones y
juicios ajenos con la intención de hacer intervenir a mucha
gente importante en la conversación. Y es así como suelto
estas otras posibilidades: "El matrimonio sólo es agradable
antes del matrimonio" (George Sand); "El espíritu de las
mujeres está formado por sedimentos sucesivos que aportaron
a él los hombres que las amaron" (André Maurois); "Los
caballos y las mujeres tiene mucho en común. Déjalas a campo
abierto y echan a correr como enloquecidas y desaparecen"
(Margaret Millar); "Soy superior al término medio de los
hombres que me rodean y, físicamente, como mujer, soy su
esclava, su molde, su arcilla. No puedo amarlo libremente;
hay demasiado orgullo en mí para someterme. Me faltan medios
físicos para someterlo" (Alfonsina Storni); "El casamiento y
la horca son cuestiones de azar" (William Shakespeare);
"Algunas mujeres de la Biblia: Lía, Raquel, Sara y las de
Jacob, entre otras, facilitaron a sus maridos sus hermosas
sirvientas" (Miguel de Montaigne); "...es un encanto, pero
tiene un corazón comparable a un cuarto de hotel; apenas un
pensionista se va, lo apronta para recibir al próximo"
Marjorie Stafford); "La; mujeres aman por curiosidad, por
vanidad, por espíritu de imitación, a menudo por
aburrimiento y rara vez también por amor" (Leopoldo Stern) ;
"El hombre cree que elige a la mujer y es casi siempre la
mujer quien elige al hombre. Es la mujer quien elige al
hombre que la elegirá" (Paul Geraldy); "...matrimonio, esos
pactos inoportunos y obscenos" (Aldous Huxley), etc., etc.
Las suelto, digo, sólo para soltarlas, sólo para jugar a la
memoria y a las otras verdades. GUSTAVO GARCIA SARAVI
Revista Extra 02.11.1967
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