En apenas siete días la misión encabezada por Gelbard
recorrió Moscú, Varsovia, Praga y Budapest en busca de un
mercado para los productos argentinos y la participación de esos
países en el desarrollo de las industrias de base y la provisión
de los equipos necesarios para viabilizar proyectos de
infraestructura que el país necesita y aún espera.
EL 14 de mayo, cuando el charter que trasladó
a la denominada misión Gelbard en su rápido periplo por cuatro
países de Europa oriental aterrizó en Ezeiza, de alguna forma
concluía uno de los movimientos del equipo económico más
comentados y publicitados del año. En realidad, este paso es
parte de un operativo estructurado a nivel oficial, tendiente a
dinamizar las operaciones comerciales con el exterior, abrir
mercados para las exportaciones, asegurar provisiones en un
momento que parece reinar un desabastecimiento universal, y
obtener mejores condiciones de negociación con los proveedores
habituales, amenazados por nuevos oferentes. Desde el punto de
vista político este viaje al otro lado de la hoy debilitada
cortina de hierro robustece la premisa oficial de no reconocer
fronteras de tipo ideológico en materia de relaciones
internacionales. Mientras Perón recibía a Pinochet y se rumorea
un posible encuentro con Geisel, uno de sus ministros era
agasajado por los jerarcas del Kremlin y Echeverría anuncia
imprevistamente pisar suelo argentino. La importancia que el
Gobierno le asignó a esta misión de más de un centenar de
personas entre funcionarios, empresarios y periodistas, quedó
evidenciada al encabezarla uno de sus ministros, dos Secretarios
de Estado, Tettamanti y Sbarra (Relaciones Comerciales
Internacionales y Energía, respectivamente) , los titulares de
la CGT, Adelino Romero, de la CGE, Julio Broner y de la Cámara
de Diputados, Raúl Lastiri, en tanto que senadores envió a su
segundo hombre, Italo Luder, y las Fuerzas Armadas a tres
representantes de alta graduación (el general Laidlaw, el
almirante Chevalier y el brigadier Cabrera).
Primera etapa Según el embajador Tettamanti, el viaje tuvo dos
objetivos bien definidos. Por un lado suscribir distintos
acuerdos que finiquitaran la etapa de preparación del cuadro
jurídico que regirán las relaciones de cooperación con esos
países, tanto en el campo económico, tecnológico, científico,
comercial y financiero. Y por otro, señalar el comienzo de un
segundo tramo (tendiente a efectivizar las corrientes de
intercambio), más delicada y trascendente ya que no sólo se
inserta en el marco de los acuerdos firmados, sino en la
decisión política recíproca de llevarlos adelante; decisión que
contaría con el beneplácito de Moscú, Varsovia, Praga y
Budapest. Si bien el primer destino previsto era la capital
soviética, la misión recaló por apenas tres horas en el
aeropuerto de Barajas, Madrid, suficiente para que Gelbard
dialogara con el Ministro de Comercio español, Nemesio Fernández
Cuestas, con el objeto de impulsar políticamente —no hubo tiempo
para profundizaciones— las negociaciones de ambos países y para
concretar un encuentro a nivel empresarial. No obstante la
parquedad de los comentarios posteriores, se pudo saber que uno
de los temas principales fue las colocaciones de carne argentina
que en los últimos años decayeron sensiblemente.
Acuerdos y convenios En total se firmaron 15
documentos sobre cooperación económica, científica, técnica y
financiara; entre los que se incluyen algunos con
características particulares como los suscriptos con Polonia
sobre minería y explotación pesquera. Un rápido resumen de los sectores involucrados en
los convenios revela que el rubro energía fue una de las
principales preocupaciones de la delegación argentina, ya que
éste se vio de alguna manera favorecido, especialmente si se
tiene en cuenta el monto total de lo convenido, alrededor de
4.000 millones de dólares, y los plazos relativamente cortos de
ciertas operaciones. Por ejemplo la adquisición de tres
perforadoras para extracción de petróleo a gran profundidad, una
de las cuales arribaría al país casi inmediatamente y el resto a
principios del 75. También se estableció la provisión de un
turbogenerador a carbón para la central eléctrica de San
Nicolás. En cuanto a equipos pesados para obras de mediano y
largo plazo, se prevé la cooperación para el proyecto de Paraná
medio, que desde hace varios años se viene estudiando y que
recién ahora parecería tomar un giro más efectivo. Además, se
lograría la asistencia técnica para la instalación de una
destilería en Bahía Blanca prevista en el Plan Trienal. Con
Checoslovaquia y siempre dentro del rubro energía, lo más
concreto se relaciona con la posibilidad de producir,
localmente, turbinas Skoda donde habría — según lo comunicado
oficialmente— el máximo porcentaje posible de participación
nacional, permitiendo en un futuro abastecer todos los proyectos
hidroeléctricos existentes, cuyo potencial orillan en los 40.000
MW. En materia financiera se convino un crédito de 100
millones de dólares con Polonia y 50 millones con Hungría —en
ambos casos renovables—. En tanto que Rusia y Checoslovaquia no
pusieron límite. La tasa de interés fijado osciló en el 4,5 por
ciento para los entes nacionales y el 5 para el sector privado.
Un interés relativamente bajo especialmente si se tiene en
cuenta que Argentina le cedió un crédito a Polonia de 20
millones de dólares al 7,5 por ciento. Es de tener en cuenta
que las características de intercambio con los países de Europa
central, por su estructura económica se caracterizan por ser
convenios equilibrados ya que no son específicamente de
radicación de capital sino de financiación transitoria. Por otra
parte los medios de pago se generan con las importaciones de
esos mismos países. En cuanto a las diferencias de tasas de
interés con respecto a Argentina, según el presidente del Banco
Central, se debe a que en esos países están referidos a obras de
gran magnitud, con inversiones que exigen mayores plazos para su
amortización. En cambio, las exportaciones argentinas probables
son bienes intermedios con tasas de interés más altas. El
resto de los acuerdos incluye la constitución de una empresa
binacional con minoría polaca para la explotación de la
plataforma marítima (debajo del paralelo 41) en forma integral
(captura, industrialización y comercialización de subproductos).
Además, se incluiría en una segunda etapa más lejana la
construcción de buques pesqueros. Con este mismo país y en
condiciones societarias similares se encararía la explotación
del carbón de Río Turbio y la fabricación de equipamiento
minero, un rubro donde Polonia cuenta con una vasta experiencia.
En Praga las tratativas incluyeron la provisión de locomotoras,
máquinas, herramientas, asistencia técnica y para la
electrificación de redes troncales. Mientras que en Budapest ese
sector inició conversaciones para una posible integración de
capitales húngaros en varias empresas locales para la
fabricación de locomotoras diesel. Otro de los rubros
incluidos en estas negociaciones fueron las telecomunicaciones,
para lo cual se proyectó la posible formación de dos empresas
mixtas, argentino-húngaras, para la producción local de equipos
de microondas y centrales de comunicación rurales. Por su
parte, los funcionarios europeos se mostraron interesados en la
adquisición de una larga lista de productos entre los que se
destacan: carne, vino, frutas, artículos para el hogar,
cereales, lanas, cueros, calzados, té, textiles, autopiezas,
matricería, etc.
De regreso En líneas
generales la misión Gelbard produjo una apertura de nuevos
mercados, tradicionalmente vedados o poco trabajados por los
exportadores argentinos. De concretarse, esta nueva expectativa,
alentada por la buena predisposición de los interlocutores
europeos, le permitirá al sector privado mantener todas sus
líneas de producción trabajando a pleno y aliviar así las
tensiones que genera una demanda interna sumamente inestable. Por otra
parte, la situación Argentina en la tradicional mesa de
negociaciones varía sustancialmente. La diversificación de la
demanda fortalece las condiciones de negociación, siempre y
cuando sus responsables sepan aprovechar una ventaja, que en el
campo internacional resulta apreciable, especialmente para un
país semiindustrializado. Desde la óptica oficial, más allá
de afirmar la gestión externa que desde Relaciones Exteriores y
Economía viene desarrollando el Gobierno, consolida la tan
mentada premisa de superar las fronteras ideológicas. [José
Luis Aldorisio] Revista Redacción junio 1974
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