Monseñor De Nevares
DIOS ME PUSO COMO UN TABANO
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EXTRA estuvo con monseñor de Nevares cuando su breve paso por Buenos Aires rumbo a la reunión episcopal de San Miguel. "Íbamos a llamar a conferencia de prensa pero, como premio a la constancia, aquí van unas declaraciones exclusivas para ustedes". Monseñor aludía al permanente asedio de la revista iniciado poco después de los episodios que conmovieron al país. No obstante no quiso contestar el extenso cuestionario preparado por EXTRA; allí se abrían en abanico una larga serie de interrogantes que pretendían ubicar la posición del prelado neuquino respecto de problemas generales de la Iglesia y el país. Ocurría que de Nevares está demasiado apasionado, demasiado volcado a los problemas concretos de su diócesis, en el que el conflicto de El Chocón juega un papel primordial y por eso quiso concentrarse en este último tema.
Así nos enteramos que no entró en danza de motu propio sino que fue empujado por los acontecimientos: "en diciembre fui porque me dijeron que había heridos, luego escuché por radio que estaba haciendo de mediador y entonces —como Carlitos Chaplin— quedé dando vueltas dentro de la puerta giratoria. En la segunda faz del conflicto, dada mi primera actuación, me vinieron a buscar. Es que no se permitía el diálogo a los obreros, no podían funcionar sus legítimos representantes y tuve que ser portavoz". Y luego enfatiza: "quiero que esto quede muy claro: no hubo ninguna motivación política. Simplemente una cuestión de justicia". Tal vez hubo —pensamos nosotros y se lo dijimos— una puesta en práctica de las declaraciones que, en materia social, hizo el episcopado hace un año en San Miguel. De Nevares, que obviamente adhiere a los postulados de Medellín y San Miguel, niega sin embargo que hubiera una relación de causa y efecto entre esa manifestación de principios y su actitud. "Simplemente así se dieron las circunstancias; Dios me puso a mí ante una situación concreta en la que tenía que actuar, posiblemente otros obispos no han tenido que enfrentarse con problemas de esta naturaleza. También se de otros que en otras circunstancias han procedido igual y a los cuales —por ese estar concentrado, metido en los problemas de la diócesis— no envié mi adhesión, como ellos generosamente hicieron conmigo. Porque he recibido adhesiones muy lindas de diversos miembros de la Iglesia".
Volviendo, a su pedido, al análisis de las perspectivas que pueden avizorarse para El Chocón, EXTRA le comentó las declaraciones del ministro del Interior sobre el tema (ver. pág. 33 a 40 de esta edición). Imaz —le informamos— ha dicho que no volverán a producirse conflictos y que la obra debe ser "una vidriera de la revolución". De Nevares replicó entonces: "Si es así que la mantengan limpia y no bajen una persiana sobre ella".
Y a partir de ese momento, este hombre que antes de ingresar al sacerdocio ("ya con los dientes duros") había ejercido cuatro años la profesión de abogado ("sin participar nunca en política, solamente fui dirigente de Acción Católica"), se dedicó a profundizar en lo que considera cuestión clave para el futuro de las obras: las reincorporaciones.
Tras reconocer que el envío de delegados de tres secretarías (Trabajo, Asistencia y Promoción de la Comunidad y Salud Pública) podía constituir una esperanza de reales mejoras "si es que llega a donde debe llegar y si es que a esos informes se les lleva el apunte", volvió a la carga: "El informe de la SEPAC, que conozco en líneas generales, es un espaldarazo a todas las quejas y a toda la actitud de los obreros. Consecuentemente aquellos que lucharon por estas reivindicaciones deben ser reincorporados. No pueden ser sancionados si se admite que los reclamos sean justos".
EXTRA entonces quiso saber cifras "porque Hidronor nos dice que el problema famoso de las reincorporaciones se reduce a quince o veinte personas", a lo que el obispo contestó sin vacilar: "Hidronor maneja las cosas a su gusto y paladar. No me importa que lo digan porque a Ondarts se lo he dicho yo personalmente: que la gran culpable es Hidronor". Y agrega: "gente que ha querido reanudar el trabajo después del paréntesis de la huelga, que es distinto a reincorporarse, ha recibido una negativa. Hay quince que intentaron hacerlo oficialmente por medio de la oficina creada al efecto. Pero hay muchos más que quisieron hacerlo directamente y debieron desistir porque los obligaron a pasar bajo las horcas caudinas de la Comisión Normalizadora o a reincorporarse como simples peones durante un período de prueba de tres meses". La Secretaría de Trabajo niega esto pero es la verdad de la milanesa y tengo copias fotográficas que lo prueban. Además hay mucha gente, que está en Neuquén haciendo changas, o en el valle, que no se ha enterado del asunto de las reincorporaciones, o los que ya se han vuelto a sus provincias. Gente que si hubiera sabido que lo de las reincorporaciones no podía ser una farsa como antes, hubiera vuelto".
Pero lo que más nos llamó la atención de la extensa exposición de Jaime de Nevares fue su sentido del equilibrio. Así no vaciló en descalificar la expresión de "esclavos" para las dos mil personas de El Chocón, en admitir que las condiciones de los casados eran bastante buenas e incluso que muchos obreros estaban conformes con sus subcontratistas y con los capataces. Ratificó, eso sí, que las condiciones de vida de muchos otros no estaban a la altura de la importancia de la obra y de la Argentina de 1970.
Ese mismo equilibrio se lo atribuye permanentemente a los obreros: "actuaron con gran dignidad, con enorme serenidad, aunque en muchos casos fueron provocados por los represores, hasta hubo esposas de ingenieros que pudieron pasar las barricadas hacia el lado de los huelguistas y no hubo ni una sola expresión agraviante. Por eso merecen que se les haga justicia. Y no me olvidaré de esa noche en que nos retirábamos con varios de ellos y uno, mirando hacia atrás dijo: "es una lástima porque El Chocón era nuestro".
Revista Extra
mayo de 1970

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