Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


OFICIALISMO
Illia justifica su lentitud y promete corregirse
Revista Confirmado
04.06.1965

A fines de la semana pasada, la crisis interna radical del Pueblo comenzaba a tocar fondo: Ricardo Balbín, presidente del Comité Nacional, remarcaba la gravedad de la situación al abandonar su cama (desde hacía varios días no concurría al local partidario, afectado por una fuerte gripe) pese a la insistente llovizna, y concurrir a Martínez (provincia de Buenos Aires) a una reunión de altos mandos oficialistas. Un diputado pudo entonces comentar que, "como el general O'Higgins, Balbín es capaz de dirigir una batalla con cuarenta grados de fiebre".
Aparentemente, los acontecimientos de Santo Domingo precipitaron una situación que se estaba gestando desde hacía varios meses. Las famosas reuniones del bloque de senadores oficialistas derivaron naturalmente en un planteo al presidente que los radicales esperaban hacer efectivo en la primera oportunidad. El vicepresidente Carlos Perette quiso desde el primer momento ponerse al frente del descontento e indicó a Illia que convocara a una amplia reunión de responsables. El jefe del Estado aceptó la idea: se le había explicado que la iniciativa debía partir de él, para diluir el carácter de rebeldía implícito en las gestiones. Lo cierto es que muchos radicales dejaban desconfiar en la infalible sagacidad política presidencial.
Curiosamente, también Juan Palmero, ministro del Interior, había propugnado la realización de una reunión amplia para "superar problemas que perjudican la marcha del partido y del gobierno", según expresó más o menos textualmente a Illia. El diputado nacional Héctor Musitani, pocos días antes, había expuesto a sus amigos algunos puntos que debían discutirse ya:
• La falta de agilidad del gobierno (ya Illia había dicho a Musitani que esa situación se modificaría). En la reunión de Martínez, todos coincidieron en pedir un cambio de ritmo en la acción gubernamental, Illia contestó más o menos indirectamente cuando le tocó hablar: pese a algunas versiones, estuvo lejos de mostrarse como un optimista panglossiano. Dijo el presidente que en estos momentos el gobierno estaba afrontando problemas serios, derivados a veces de errores. Luego de una breve autocrítica, insistió en que este gobierno tenía capacidad para rectificarse. Habló de "las próximas reuniones, no tan numerosas y con temas prefijados", y luego de acotar que "ahora las cosas irán mejor", filosofó: "Razón es sazón: los procesos razonados son procesos madurados".
• La "falta de radicalización del gobierno", lo que se traduce en la generalizada inquietud comiteril con respecto a la distribución de puestos públicos.
• La actitud frente al peronismo: tanto los balbinistas como un sector del gobierno (Leopoldo Suárez, Zavala Ortiz) consideran que se sigue una línea excesivamente blanda frente a los justicialistas, "muchos de los cuales —dicen— retienen cargos públicos". Cíclicamente, funcionarios oficiales replantean una eventual reforma a la ley de asociaciones profesionales. La medida dispuesta recientemente por el ministro de Trabajo, Fernando Solá, está en la línea del bloqueo al peronismo sindical. Algunos estrategos radicales sugieren la necesidad de provocar una agitación en falso del peronismo para estimular la polarización antiperonista. Según Musitani, "el 70 por ciento de los que no votaron ni al gobierno ni al justicialismo son antiperonistas".
El gobierno dejó trascender algunos aspectos de la reunión de Martínez para crear la imagen de que todo el radicalismo del Pueblo se une frente a problemas concretos. Se sabe, por lo pronto, que Balbín consiguió algunas concesiones (como la intervención a la provincia de Santa Cruz). Pero las tensiones no dejaron de expresarse: para Illia, viejo panradical que estimula los llamamientos de Gamond y Páez Molina (jaqueando indirectamente al balbinismo), deben intentarse todos los esfuerzos para conseguir la unificación con la UCRI alendista "y, si es posible, con algunos hombres del MID". Frente a esa perspectiva, que lo debilitaría en su frente interno, Ricardo Balbín insistió en que no podían hacerse concesiones. Tangencialmente, se pronunció así contra el intento sabattinista.
Balbín obtuvo algún triunfo táctico cuando consiguió que representantes de varios sectores reiteraran que era el "hombre del partido". Sin embargo, cuando llegó el momento de designar un coordinador del equipo dirigente gubernista-parlamentario-partidario, fue nombrado Perette casi por eliminación, como curioso "tercerista" entre el presidente sabattinista y la conducción radical balbinista.
A pesar de eso, en el radicalismo oficialista nadie duda de que Perette, lejos de ser neutral, es una de las partes en la disputa. Discrepa abiertamente con los extraños elogios a Frondizi que de vez en cuando deja escuchar Illia; con las operaciones aritméticas de Gamond, tendientes a demostrar que, si en Córdoba se suman los votos de la UCRI, el triunfo en 1967 es seguro; con la apreciación presidencial de que "el problema es político, no económico", y con la falta de definición oficial sobre el envío de tropas a Santo Domingo.
Asesorado por algunos senadores y por su secretario, Perette trata ahora de mostrarse como un moderado temperamental, sensato y sin estridencias. Mientras prepara su próxima ofensiva de relaciones públicas, trata de anudar relaciones con sectores allegados a las Fuerzas Armadas.
Arturo Illia se defiende de las distintas presiones con el bloque de diputados que generalmente le responde. En una larga reunión con Héctor Llorens, Raúl Fernández y Mario Roberto, el presidente contó algunos detalles de una conferencia de madrugada que había mantenido con Zavala Ortiz el 26 de mayo, después de la reunión realizada en la Cancillería (allí, el canciller habló de la refinanciación de la deuda externa y de los compromisos internacionales asumidos, y pidió que se enviaran tropas a Santo Domingo. Illia se limitó a contestar: "¿Se acuerda, canciller, cuando todos me apuraban para que tomara medidas frente al plan de lucha? Ahora reconocerá que yo tenía razón"). Raúl Fernández tranquilizó al jefe de Estado, señalando que si debía enviar un mensaje solicitando autorización para mandar tropas, "podía tener la seguridad de que el pedido no pasaría en el bloque".
Cuando Illia se sintió seguro de la actitud de los diputados, explicó que el momento era ya inoportuno para disponer el traslado de un contingente a la República Dominicana y, finalmente, hacia el martes, dejó trascender que "nunca se había pensado en eso; todos los anuncios son acción psicológica de la Cancillería". Lo que terminó de demostrar que las relaciones entre la presidencia y el ministerio de Relaciones Exteriores no están ubicadas en términos precisamente cordiales.
Ahora, el gobierno se dispone finalmente a designar secretario de Prensa de la presidencia (cargo vacante desde hace un año): con el pretexto de "iniciar la difusión de los actos de gobierno" (como dijo Illia en la quinta de Martínez), se tratará de aumentar seguramente el peso específico del sabattinismo dentro del gobierno (solamente hay dos ministros de la "línea Córdoba": Palmero y Ferrando).
A comienzos de semana, en los círculos radicales se había hecho evidente que el partido oficialista no tenía una política coherente de respuesta a la crisis. Para la Casa Rosada, el único problema era político y se derivaba de una pertinaz acción psicológica de la oposición, "que no deja trabajar y lo confunde todo". Sin embargo, después de casi dos años de gobierno —sin planteos—, ni siquiera los ministros demostraban saber hacia dónde se dirigía el presidente de la República: en la UCR del Pueblo, en tanto, todos los sectores seguían ocupados en conseguir para sí una mayor participación en la renta nacional.
Quizá por primera vez en la historia argentina, se presenta el problema de un gobierno jaqueado por sus propios partidarios, que no atinan a entenderse. Un símbolo de ese estado de cosas lo constituyen las reiteradas —y evidentemente falsas— versiones que dan al vicepresidente Perette como cabeza visible de un golpe de Estado. Las versiones proceden de la misma UCRP y del gobierno.

 

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Mario Roberto