Formosa: guerra, luto y
vergüenza El pasado domingo 5, el país entero fue víctima de un feroz
ataque extremista, que arrojó el siniestro saldo de más de
40 víctimas, la cifra más luctuosa en los anales de la
subversión. En sincronizado despliegue, varios pelotones
terroristas secuestraron un avión y pretendieron copar, a
sangre y fuego, el regimiento 29 de Infantería de Monte, de
Formosa, y la cárcel y el aeropuerto de la misma ciudad. La
intentona fracasó por completo debido a la contundente
reacción de los efectivos del Ejército, que electrizó a
todos los argentinos en el repudio a la subversión, en un
momento especialmente delicado de la situación política del
país. Habían pasado apenas veinticuatro horas desde los
trágicos sucesos, cuando el fotógrafo Horovitz y yo
arribamos al aeropuerto El Pucú, en Formosa. Desde entonces
y durante los dos días que permanecimos en la ciudad, fue
imposible obviar, aunque más no fuera por un instante, el
clima de verdadero terror reinante en la capital provincial.
A nuestro arribo a la estación aérea comenzaron a llover las
primeras recomendaciones de parte de funcionarios y colegas
de la zona: "Cuídense, lleven siempre las credenciales a la
vista, estén atentos a las órdenes de detención". En El
Pucú, medio centenar de efectivos de seguridad custodiaban
celosamente las instalaciones, seriamente dañadas por la
refriega del día anterior, el domingo 5: casi todas las
paredes aparecían acribilladas por proyectiles de distinto
calibre, y eran muy pocos los vidrios de las ventanas que se
mantenían en su lugar. En las inmediaciones, el automóvil
del interventor Juan Carlos Taparelli —con sus cristales
destrozados— y un patrullero policial semidestruido por una
granada quedaban como mudos testigos de lo ocurrido. A
medida que nos íbamos acercando a la ciudad crecían las
complicaciones: todas las calles donde funcionaban
dependencias oficiales estaban cerradas con vallas, lo que
terminó por hacer casi imposible el acceso al hotel.
Prácticamente, nadie circulaba por las calles, sólo alguno
que otro comercio mantenía abiertas sus puertas. Poco
después, cerca de las 19, pudimos entrar en la Casa de
Gobierno; en esos momentos, Taparelli se hallaba reunido con
sus ministros y con personal de seguridad arribado rato
antes desde Buenos Aires. Los teléfonos de la gobernación no
dejaban de sonar un instante: a medida que avanzaba la
noche, crecían las informaciones sobre nuevas escaramuzas y
encuentros con los guerrilleros en fuga. A esa altura nadie
sabía con precisión el número de bajas por ambos bandos ni
existía una nómina oficial de víctimas. Cuando por fin
entramos al hotel (ubicado a tan sólo media cuadra de la
Casa de Gobierno), debimos ser custodiados por dos policías,
pues ya había comenzado el riguroso toque de queda. Las
calles de la ciudad aparecían absolutamente desoladas, y
entre las sombras sólo se recortaban las figuras de
numerosos gendarmes y policías apostados en todas las
esquinas. Ni siquiera en el hotel era posible conseguir algo
de comer. Desde la habitación (con las ventanas
herméticamente cerradas para evitar que se nos confundiera
con francotiradores, según se nos recomendó), escuchamos
durante toda una larga noche de tensión las repetidas voces
de alto, las corridas, los esporádicos tiroteos que no
cesaban un instante. Formosa, hasta el 5 de octubre una
ciudad apacible, se había sumergido súbitamente en el más
desgarrador de los climas: vivía en un verdadero ambiente de
guerra y no podía —ni quería— olvidar todo lo que le había
tocado y le seguía tocando vivir.
TERROR EN EL
REGIMIENTO
"Todo se inicia el domingo, a las 16.30
horas —comenzó relatando el coronel Dardo Argentino Oliva,
jefe del asaltado Regimiento 29 de Infantería de Monte—. El
soldado entregador Roberto Mayol llega al puesto 2 de la
guardia, ubicado al noroeste del cuartel y logra desarmar al
soldado allí apostado". El coronel, sin ocultar su dolor e
indignación, señaló entonces cuatro camionetas, ubicadas a
corta distancia del edificio de la guardia: "Con estos
vehículos, y uno más que logra huir —detalló—, ingresa el
grueso de los efectivos subversivos". A pocos metros de
donde nos hallábamos, un oficial tomó, mientras
conversábamos, las huellas dactilares de un guerrillero sin
vida: "Encontramos el cuerpo recién hoy, en un riacho de las
inmediaciones —explicó Oliva—, Con éste, los guerrilleros
muertos en el enfrentamiento dentro del cuartel (amén de los
caídos en encuentros posteriores), ascienden a 16". Un
rato después lográbamos entrar, pese a las estrictas medidas
de seguridad, al Hospital Central, donde es asistida la
mayoría de las víctimas: "En las horas posteriores al
operativo extremista esto fue un verdadero infierno —recordó
el doctor Rafael Arriola (42, tres hijos), a cargo de la,
sala de cirugía del nosocomio—. No cesaban de llegar
heridos." Las salas donde son atendidos los soldados,
algunos civiles ajenos a los hechos, y otros tres
presumiblemente guerrilleros, son celosamente custodiadas
por una veintena de efectivos militares. Finalmente logramos
la autorización para ingresar y dialogar con los heridos: en
sus rostros está todavía impreso el terror por lo vivido.
Apenas si pueden hilvanar unas pocas palabras: "Recién vino
a verme mi vieja —sonrió apenas el conscripto Juan Morinigo,
herido en el antebrazo— y se fue bastante asustada. Si la
ves afuera, por favor, tranquilizala". Pero los
familiares de los heridos no eran los únicos inquietos: en
los pasillos del hospital las enfermeras aún no salían de su
temeroso estupor a causa de lo ocurrido la noche pasada,
cuando un grupo de cinco irregulares se acercó hasta la
esquina misma con la intención aparente de llevarse consigo
a una enfermera, para que atendiera a alguno de sus heridos.
"Llegaron en un Peugeot y se tirotearon con los gendarmes —
relataron—. Cuatro murieron y uno escapó," Precisamente en
el momento en que nos era relatado ese enfrentamiento, llegó
otra alarmante noticia: .en el barrio San Miguel (en las
inmediaciones del cuartel) acababa de iniciarse un nuevo
tiroteo.
EL PUCU BAJO EL FUEGO
"Yo venía en el
avión secuestrado —relató, todavía presa de la emoción,
Pablo Urdampilleta (23, soltero, empleado de la Secretaría
de Estado de Agricultura)—; en general los extremistas
actuaron con sangre fría, sin ponerse nerviosos en ningún
momento." Otro testimonio de importancia fue el que me
brindara Julio César Mafud (36, cinco hijos), piloto del
avión que conducía al interventor Taparelli de regreso a
Formosa en momentos en que era copado El Pucú: "A mí me
hicieron acarrear la escalerilla para el descenso de los
pasajeros del Boeing de Aerolíneas, así que vi todo desde
muy cerca. En el avión escaparon unos treinta terroristas,
incluso vi que subían a un herido que vomitaba. A último
momento arribó una pick-up con otros extremistas vestidos
con uniformes azules —esa misma ropa llevaban quienes
intentaron copar el regimiento— con signos evidentes de
cansancio. Cuando ya el avión iba a despegar, llegaron dos
más corriendo y alcanzaron a subir. Unos cinco guerrilleros
se quedaron varios minutos más para luego huir en otro avión
más pequeño, un Cessna. A los pocos minutos de despegar los
dos aparatos llegaron los efectivos de gendarmería, a medio
vestir...".
EL ROSTRO DEL ESPANTO
Caminar por
Formosa era tropezar, a cada paso, con lo mismo: en cada
esquina, en los bares, en los negocios, nadie habla de otra
cosa. Todos habían visto algo o escuchado la información más
precisa; algunos buscaban improvisadas soluciones, otros
recordaban haber sospechado de "aquellos tres muchachos de
bigotes que habían llegado la semana pasada". En el
Regimiento 29, en cambio, una veintena de personas ya no
encontraba ningún motivo para seguir hablando: sólo
esperaban, humildemente, que les entregaran el cuerpo sin
vida de sus hijos, muchachos de apenas veinte años. A pocos
metros de ellos, Carlos Ramón Mayol, padre del soldado que
colaboró con los guerrilleros y que resultara también muerto
en las acciones, aguardaba en silencio el cadáver de su
hijo, con la mirada perdida y el rostro desencajado. El
mismo rostro que compartía toda una ciudad sumida en el
espanto.
Daniel Kon Fotos: Gerardo Horovitz
___________________ Los
temas que más inquietan a la opinión publica: diez
respuestas representativas. Las dudas
sobre el regreso de Isabel Perón a la Casa Rosada, la
propuesta radical de adelantar las elecciones, las recientes
homilías de monseñor Bonamin y el pleito provocado por las
declaraciones de Victorio Calabró en el seno del partido
gobernante fueron los temas de consultas realizados por
Siete Días a diez relevantes personalidades políticas
de los sectores más representativos. Estas son sus
respuestas textuales.
FERDINANDO PEDRINI (presidente del bloque de
diputados del Frejuli). Estoy totalmente persuadido de
que la señora presidente volverá al gobierno el próximo 17
de octubre. En cuanto a las opiniones del gobernador de la
provincia de Buenos Aires, Victorio Calabró, juzgo que son
imprudentes y golpistas. Demuestran una falta total de
lealtad al Movimiento que le otorgó tan alta distinción y
responsabilidad. La respuesta que le formularan públicamente
las 62 Organizaciones expresan el sentimiento del grueso de
los dirigentes gremiales empeñados en cuidar la unidad del
movimiento peronista y sustentar el gobierno que nos legara
el general Perón. A pesar de lo mucho que se habla, yo
descarto totalmente la posibilidad de un presunto golpe de
Estado en el país. Ricardo Balbín ha solicitado en su
reciente entrevista con Luder, que se adelanten los comicios
previstos para 1977 y pienso que el gobierno estudiará ese
petitorio; sin embargo, no creo que sea necesario llegar a
un acortamiento de los plazos electorales, pues no veo
justificativos suficientes.
LUIS RUBEO (diputado
justicialista antiverticalista).
La disyuntiva no es
la vuelta o no de Isabel: por el contrario, estriba en que
el gobierno peronista, que integro, reasuma con propiedad la
obligación ineludible de cumplir el programa enarbolado por
Perón y plebiscitado por la mayoría del país. Sobre las
declaraciones de Calabró, me extraña sobremanera la
hipersensibilidad puesta de manifiesto por algunos
integrantes de la Mesa Nacional de las 62 Organizaciones. Yo
creo que las declaraciones de Calabró fueron una
reafirmación de ortodoxia peronista y que la reacción
tendría que encontrar como destinatarios a quienes, con sus
actitudes, fortalecen la acción golpista. En los últimos
tiempos esas actitudes fueron protagonizadas, en distintas
áreas, por el ex ministro Ricardo Otero, por José López
Rega, Celestino Rodrigo, Antonio Benítez y Vicente Damasco,
Son los hechos de los nombrados los que merecerían un
juzgamiento, y no Calabró, quien precisamente nos alerta
frente a actos de gobierno que pudieran comprometer la
continuidad Institucional. Respecto de la primera homilía
de monseñor Bonamín, me remito a las satisfacciones
recibidas por el presidente de la Cámara de Diputados, quien
luego de conversar con el provicario castrense, manifestó
que sus declaraciones de ningún modo transitaban por un
andarivel golpista. Para hablar de la segunda homilía, en la
que Bonamín defiende la participación de los conscriptos en
la lucha antisubversiva, entiendo que vivimos un estado de
guerra interna y que el Ejército está siendo golpeado sobre
conscriptos y oficiales. La respuesta al pedido formulado
por la UCR de adelantar las elecciones debe ser dada por el
Consejo Nacional de nuestro partido. Personalmente estoy
convencido de que en el radicalismo no existe otra intención
que la de desintoxicar el clima de inestabilidad para que el
país todo, a través de sus instituciones políticas, comience
a prepararse para esa contienda electoral, desalentando
cualquier posibilidad de quiebra constitucional.
LUIS
LEON (senador nacional de la Unión Cívica Radical, dirigente
de la Línea Nacional balbinista). La realidad pareciera
aconsejar que se prolongue la licencia de Isabel Perón.
La renuncia es un problema de evaluación y responsabilidad
personal. Creo que si la señora no reasume se deben dar
márgenes lógicos al doctor Luder para planificar y ser
gobierno. La Asamblea Legislativa funcionará si hay
renuncia. Lo que no puede alentarse es el golpismo. Un golpe
es el triunfo de la violencia y llevaría a nuestras Fuerzas
Armadas a la portugalización. No interpreto a Calabró en
una actitud golpista. Creo que es correcto pretender
corregir errores mediante la autocrítica. No se puede seguir
confundiendo Estado con partido, y el justicialismo debe
reemplazar el populismo por lo popular. Monseñor Bonamín
explicó en el Parlamento que no alienta el golpismo. Esta
propia actitud demuestra que no fue claro. Me parece más
cristiano el Papa pidiendo clemencia a Franco, que Bonamín
diciendo que la sangre puede dar rumbo a la redención.
Además, monseñor Pironio ha dicho que nuestras críticas
deben ser humildes y que antes de acusar debemos preguntar
quién tira la primera piedra. Y el "diagnóstico de
decadencia" de Bonamín lo viene haciendo la UCR desde
siempre. Al proponer comicios en 1976, se demuestra que
el doctor Balbín piensa en la Nación. Es evidente que
asegurar un gobierno constitucional sirve a una estabilidad
política sin cuya vigencia no hay paz, seguridad ni economía
liberadora. Hay que recordar que el golpe del 66 originó la
guerrilla, y ahora la guerrilla intenta engendrar el golpe.
Debemos salir de este círculo vicioso ya históricamente
lamentable.
GUILLERMO FERNANDEZ GILL (diputado
nacional por el Partido Federal, manriquista). Todo el
país está preocupado por si vuelve o no la señora
presidente. Pero es tan grave lo que está sucediendo en la
Argentina que el problema ya no es de personas sino del
abandono o la permanencia de los esquemas de todo tipo que
el Frente Justicialista de Liberación puso en marcha a
través de los partidos que lo integran; es decir,
peronistas, frondizistas, populares cristianos y
conservadores populares. Hago esta enumeración porque a la
hora del desastre parece que hay algunos que quieren "salvar
la ropa". Es una actitud tan estúpida como infantil; no
quieren rendirse ante la evidencia definitiva, de un fracaso
que toda la comunidad conoce y del que ellos son
responsables. Por eso aquí el dilema no puede ser
verticalistas o antiverticalistas, Miguel o Calabró, Luder p
Isabel Martínez de Perón, Aquí el problema es como lo
definió Manrique; conducta versus inconducta; es decir,
morales versus inmorales. O triunfan los morales o el país
caerá en la desviación total. Los métodos o los caminos los
determinarán las circunstancias. Monseñor Bonamin no ha
hecho sino interpretar humana y teológicamente las angustias
los hombres, en todos los niveles, que integran las Fuerzas
Armadas. Monseñor ha dicho su verdad, que no es sino la,
verdad del país. Querer darle otro sentido a sus expresiones
es adoptar una actitud de canallas o de falsos. Sus palabras
sólo dolerán y duelen a los que participan del "festín de
los corruptos", como él tan acertadamente lo ha calificado.
¿Acaso no es cierto que más de un jefe, suboficial o soldado
que dan la vida en defensa de las Instituciones, se habrá
planteado el dilema espiritual de si ofrecen su
sacrificio solamente por el país o también por otros que
usufructúan lo que ellos defienden hasta con sus propias
vidas? López Rega sigue como embajador de la República, ¿no
es cierto? No obstante, hay quienes quieren adelantar los
comicios presidenciales, pues hay que "apurarse" para poder
así gozar de un supuesto rédito electoral.
CONRADO
STORANI (presidente interino del Movimiento Renovación y
Cambio del radicalismo, por ausencia de Raúl Alfonsín).
La crisis del país es el resultado de la crisis de poder
del partido gobernante. Si la crisis se pudiera resolver con
la reasunción de la señora de Perón, el país ganaría. Pero
si el oficialismo llegase a la anarquía como grupo político,
la reasunción no convendría a nadie. Los peronistas son los
que deben hacer el supremo esfuerzo de considerar los
intereses del país por encima de los sectoriales, y obrar en
consecuencia. Si de ese examen emergiera Luder como solución
posible, habría que proveerlo de plenos poderes para que
actúe sin disminución alguna. El balance de apoyaturas es el
que debe tenerse en cuenta para la decisión final. Este
oficialismo, por desgracia, tiene la virtud de sumergir a
los argentinos en sus pleitos internos, que a veces son
reales problemas de Estado. Pero, ¿acaso el gobernador de
Buenos Aires, Calabró, es un actor más empinado que
nosotros, que también hemos señalado la ineficiencia,
equivocaciones e inmoralidad de la administración pública?
No. Ocurre que él, además de gobernador, es figura
importante de la Unión Obrera Metalúrgica y tiene influencia
en el campo gremial, innegable factor de poder. No sería
raro que fuese aspirante a la presidencia de la Nación;
siempre el gobernador de Buenos Aires lo ha sido. De todos
modo ¿está excluido de la crítica que hacemos al oficialismo
el gobernador bonaerense? Pareciera que no. Sin embargo creo
que Buenos Aires puede ser clave en el esfuerzo para evitar
el agravamiento de la situación. Las homilías del
provicario castrense reflejan el pensamiento de su
vinculación intelectual por el cargo que ocupa, y expresan
el pensamiento de la Iglesia. Pero exceden el ámbito de su
ministerio, proponiendo romper el cauce constitucional.
Nosotros empeñamos hasta el último esfuerzo en salvar las
instituciones. Un ejemplo es la propuesta de adelantar las
elecciones, lo que demostrarla al pueblo la decisión de
consultarlo para que él resuelva. Pero para votar harán
falta rectificaciones y correcciones impostergables. De lo
contrario, los enemigos de la democracia seguirán teniendo
en la frustración del gobierno su mejor aliada para lanzar
un golpe de Estado que el pueblo rechaza.
JULIO
BARBARO, (diputado nacional Justicialista,
antiverticalista).
Si el Movimiento Peronista asume
la muerte del general y retoma sus banderas de liberación,
sea con la presidencia de la compañera Isabel o con
cualquier otro, el poder se recupera. Digo se recupera
porque al renunciar a nuestras banderas, o traicionarlas
concretamente como lo hizo Celestino Rodrigo, hemos dejado
de expresar al pueblo. El fantasma del golpe no puede
servir para castrar nuestro pensamiento. Si en verdad ese
fantasma existiera, sería mejor que el mismo fuera resultado
de expresiones como las de Calabró, con las que coincide una
gran parte del peronismo y el pueblo argentino, y no que nos
echen porque, de puro defender nuestros sillones,
renunciemos a la revolución justicialista. Las homilías
de monseñor Bonamin dicen sólo una parte de la verdad;
hubiera esperado de un obispo un análisis más amplio. La
crisis moral nos abarca a todos, inclusive a la Iglesia.
Pienso que monseñor tendría que recordar aquello de "quien
esté exento de pecado tire la primera piedra". El sacrificio
de las Fuerzas Armadas es hoy más válido que nunca en la
medida en que coincide con el sacrificio del pueblo. Y
Bonamin se olvidó de este último. Acerca de la propuesta
de adelantar los comicios, pienso que el Movimiento
Peronista se va a recuperar a sí mismo. Esto hará
innecesario tanto apuro.
ISIDRO J. ODENA (diputado
nacional del MID). El pueblo eligió a la señora de Perón
para desempeñar el Poder Ejecutivo en caso de ausencia o
muerte del titular. Lo lógico es que reasuma sus funciones
en cuanto se sienta restablecida. Pero, a mi juicio, lo
importante no es el nombre del titular sino que realmente se
ejerza la autoridad. Además, este problema, esencialmente
político y formal, es subsidiario. No habrá autoridad ni
legalidad institucional si el gobierno —quienquiera lo
presida— no impone rápidamente un correctivo a la desastrosa
política económica que está colocando al país al borde de la
disgregación y la guerra civil. Distraerse en saber si la
señora de Perón volverá o no a la Casa Rosada es uno de los
tantos entretenimientos que se nos propone para desviarnos
de la verdadera preocupación por la situación
económico-social de la República, que es dramática, Las
declaraciones del gobernador de Buenos Aires, Victorio
Calabró, y sus réplicas y adhesiones constituyen un episodio
más de la lucha por el poder. Se disputan el cuerpo de la
República mientras la República agoniza. Sería mejor que
todos se pusieran de acuerdo para salvarla. En cuanto a
monseñor Bonamin, creo que ha dicho lo que muchos piensan
sobre la situación, como corresponde a un ministro de la
Iglesia que tiene el deber de interpretar las angustias de
su grey. Se puede disentir sobre la salida que insinúa, pero
su diagnóstico es exacto. Todos debemos rogar a Dios que
ilumine a los responsables para que se rectifique el rumbo,
dentro de la vigencia de las instituciones democráticas. No
debemos dejar que la Nación esté por encima de las
contingencias políticas y que su preservación es el deber de
todos. Pedir que se anticipen las elecciones equivale a
correr a cobrar el seguro mientras la casa se incendia, en
lugar de contribuir a sofocar el fuego. No creo que haya un
solo argentino —aparte del doctor Balbín— que crea que la
tremenda crisis que soportamos se arreglará con el anuncio
de que podremos votar en noviembre en lugar de marzo. Esta
propuesta es otra prueba de la total falencia de la
dirigencia de los partidos políticos tradicionales para
comprender los problemas reales del país. No saben en que
país viven, están en la Luna. Si lo supieran debieran
reclamar que se ejecute una política de cambio total de las
estructuras socieconómicas del atraso y la dependencia; que
se tomen medidas urgentes para capitalizar la economía,
promover la inversión en los sectores básicos, ordenar la
estructura del Estado, racionalizar el gasto público y
restaurar la autoridad deteriorada. Si mañana este gobierno
fuera depuesto o reemplazado en elecciones, y su sucesor
persistiera en la política actual estaríamos peor que ahora.
Los políticos de viejo cuño sólo aspiran a turnarse en el
poder para mantener a la Nación en su condición de país
pauperizado y dependiente, cosa que han hecho siempre, con
regular pertinacia,
FERNANDO NADRA (miembro del
Comité Ejecutivo del Partido Comunista y director del
semanario Nuestra Palabra). Si, como se nos ha informado,
la señora presidente está realmente enferma, y no podemos
suponer que se nos ha mentido, debe continuar con licencia
hasta que se encuentre totalmente restablecida, aunque ello
signifique un largo interinato. No puede haber otro plazo.
Esto es lo lógico, lo político, lo humano y, además, lo que
señalan los mecanismos constitucionales, que deben ser
respetados. El doctor Luder, por lo tanto, debe continuar
ejerciendo provisionalmente la Presidencia para evitar un
peligroso clima de inestabilidad. Considero que el
problema suscitado entre Calabró y Miguel incumbe sólo al
Justicialismo y no debemos entrometernos. Me limitaré a
decir que al margen de la controversia entre ambos
dirigentes sindicales, lo que por abajo los trabajadores
reclaman es la vigencia de una auténtica democracia
sindical, que no conocen desde hace unos 30 años. Pienso
que monseñor Bonamín ha dicho cosas muy serias, que deben
ser tenidas en cuenta. Estamos de acuerdo con su denuncia de
la corrupción y la inmoralidad, que los comunistas hacemos
de tiempo inmemorial; pero agregamos que vienen de lejos, y
que no se terminará con ellas con el llamado de Bonamín a la
"guerra santa", sino cuando se resuelvan los problemas
económicos, sociales y políticos, de estructura y de
coyuntura, que les dan origen. Estamos de acuerdo en dolemos
por la muerte de las víctimas del terrorismo y siempre nos
hemos solidarizado con ellos y sus familiares, civiles o
militares; pero agregamos que hay que recordar a todos los
caídos —obreros, estudiantes, comunistas y de otras
tendencias—. Recientemente fue vejada, mutilada y asesinada
una joven mujer comunista, encinta, lo que motivó una
declaración del Episcopado, actitud cristiana que compromete
el agradecimiento de nuestro Partido. Por todo ello,
prefiero a las homilías de Bonamín el llamado del
Episcopado. Respecto a la propuesta de Ricardo Balbín
para adelantar las elecciones a 1976, no me opongo. Todo lo
que contribuya a crear un clima democrático, institucional,
de continuidad del proceso y frente al golpe de Estado y |a
ruptura del orden constitucional, será siempre necesario y
útil.
OSCAR ALENDE (presidente del Comité Nacional
del Partido Intransigente). El problema del retorno o no
de la señora presidente es de exclusiva competencia del
frente gobernante y del Partido Justicialista. Lo que
nosotros reclamamos es que se cumpla con el mandato
revolucionario impuesto por el pueblo en las urnas en
1973. Juzgamos que, fundamentalmente durante el mandato de
la señora presidente, en lugar de cumplir con ese mandato,
se lo ha desvirtuado, sancionando en los hechos una
contrarrevolución. Por otra parte, los cambios operados en
el gabinete demuestran, por sus contradicciones, que sin
lugar a dudas la señora presidente no está en condiciones de
resolver los problemas nacionales. SI las 62
Organizaciones dicen que Calabró es golpista, el que debe
responder es él, y no yo. Se trata de otro problema interno,
gremial y político, del elenco gobernante. Sobre las
homilías de monseñor Bonamín, entiendo que la Iglesia tiene
un alto rol a desempeñar en el plano espiritual, más no en
el político. Nuestro partido tratará el tema de un
adelantamiento de los comicios en la próxima Convención
Nacional de Córdoba, dentro de algunas semanas; yo seré
mandatario de lo que allí se resuelva. Personalmente, no
descarto esa posibilidad.
BLAS ALBERTI (miembro de la
Junta Nacional del Frente de izquierda Popular, FIP) Es
evidente que todos los que especulan con la prolongación del
descanso de la presidente y la permanencia de Luder como
interino, o presionan para provocar la renuncia de Isabel,
contribuyen a acentuar el deslizamiento golpista iniciado
hace algunas semanas, cuando un grupo de mandos militares y
el coro de los partidos gorilas, desde la UCR al
"comunismo", se aliaron para recortar las atribuciones
constitucionales de la Presidencia. El FIP considera que la
presidente debe concluir su mandato, en pleno uso de sus
atribuciones, para que sean el pueblo argentino y la clase
trabajadora quienes juzguen los aciertos, errores,
conquistas y retrocesos del gobierno. Este derecho
inalienable no puede ser sustituido por los conciliábulos de
un puñado de legisladores, ni por la confabulación de los
jerarcas de la vieja política y los. mandos tentados por la
sedición. El gobernador Calabró carece querer jugar en
el peronismo el mismo papel que Alvear en la UCR, a la que
convirtió en dócil instrumento del régimen oligárquico tras
la muerte de Hipólito Yrigoyen. También esto acerca a
Calabró y Balbín. El régimen quiere un movimiento nacional
dividido y sueña con derrotar en las urnas a las mayorías,
algo imposible cuando estas pueden votar libremente. Hoy,
las fuerzas del régimen discuten internamente dos formas de
aplastar al pueblo y a los trabajadores. Una es
"institucional", tendiente a maniatar, dividir y esterilizar
a la mayoría gobernante. La otra es implantar, lisa y
llanamente, una dictadura sangrienta. Ambas son caras
inescindibles de los mismos intereses antipopulares. El
terrorismo también forma parte de este frente. Las
homilías da monseñor Bonamín se suman al coro golpista. Pero
no reflejan el sentimiento de las grandes mayorías
cristianas del país, ni a las legiones de sacerdotes que
conocen el sufrimiento de su pueblo. ¿Por qué la UCR y el
doctor Balbín propician adelantar loa comicios? Porque se
alimentan con padrones electorales. Pero, como saben que su
partido es minoritario, no confían en la voluntad popular.
Por ello Chantajean al gobierno, buscan la división del
peronismo y alientan a ciertos militares. Es el mismo papel
que Eduardo Frei jugó en Chile. Que los radicales lo
juzguen. Revista Siete Días Ilustrados 10.10.1974
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