Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Política Nacional
Revista Primera Plana
27.11.1963

El gobierno toma cartas en un juego donde los extremos se tocan
En los últimos días, algunos militares recordaban una anécdota de la época del gobierno de Arturo Frondizi. Es la siguiente: dos oficiales de las Fuerzas Armadas se reúnen a conversar. Creen que el lugar no es suficientemente reservado, y parten en busca de otro. Así sucesivamente, van de lugar en lugar, hasta que por fin se encierran en una habitación con dos vueltas de llave, y uno le dice al otro: "No sé por qué, pero este gobierno no me parece tan malo".
Esta anécdota era referida en los últimos días por funcionarios del Ministerio del Interior, quienes aseguraban que si bien en la época de Frondizi ya era clásico que existía el derecho a conspirar, las actuales autoridades, principalmente avaladas por el Ejército, están determinadas a no reconocer este derecho.
En estos términos pueden, quizás, explicarse los arrestas practicados en los últimos días: no había un golpe específico en preparación, con fecha determinada, como aquellos a los cuales el país está acostumbrado desde hace años, pero era evidente que se conspiraba, y los mismos participantes en la conspiración no tenían reparos en informar de esa actividad a decenas de periodistas amigos.
Pero hay otros hechos que explican, quizás con más claridad, los acontecimientos de la semana: el Estatuto de los Partidos y la convocatoria a elecciones eran rechazados desde dos extremos de la opinión pública.
Desde un extremo, alegando que se abría nuevamente la puerta a un gobierno peronista. Desde el otro, alegando que se reconocían los derechos de los peronistas a intentar reconstruir su anterior gobierno.
Dentro de este clima, se fue elaborando una maraña bastante incomprensible, en la cual los extremos, como en el ejemplo anterior, se tocaban en forma sorpresiva. Los elementos de juicio principales, fueron los siguientes:
• El peronismo daba a entender que rechazaba la solución pacífica y de coincidencia nacional elaborada por el Ministerio del Interior. El doctor Matera se preparaba para presentar su renuncia al Consejo Coordinador del Justicialismo, pero Andrés Framini comentaba a un cronista de PRIMERA PLANA que quedaba por ver si Perón aceptaría dicha renuncia. Por su parte, el principal negociador peronista, Alberto Iturbe, se preparaba para viajar a Madrid "en consultas". Alguna documentación que servirá para esa consulta ya está en viaje, y se presume que el doctor Vicente L. Saadi estará en la capital española simultáneamente con Iturbe.
• El coronel Carlos María Zavalla, ingeniero militar, presentaba una explosiva carta al secretario de Guerra sobre la situación actual, insistiendo, para decirlo sintéticamente, en la necesidad de limpiar todo y abrir las puertas al pueblo de par en par. Al mismo tiempo que la carta era recibida por el secretario de Guerra, fotocopias del documento eran distribuidas entre periodistas por elementos peronistas de la línea insurreccional.
• En la noche del miércoles, el Ministerio del Interior preparaba una lista de militares y civiles que conspiraban, y casi todos los integrantes de esa lista eran detenidos al día siguiente. Voceros de la Casa de Gobierno insistían en que quedaba eliminado del país el derecho a conspirar, y que esa actitud dura del gobierno continuaría igual hasta entregar el poder al gobierno que surja de las elecciones del 16 de junio. El vespertino "Correo de la Tarde" pedía la inclusión de 29 aviadores en la lista: su iniciativa no prosperó.
• Simultáneamente con la detención de conspiradores —utilizando la terminología de las autoridades—, y la difusión de la carta del coronel Zavalla, hacía aparición en Buenos Aires un libro que presentaba la ideología que algunos oficiales buscaban. Se trata de "La Revolución Nasserista", recopilación de escritos del coronel Nasser. En verdad, lo importante de este libro es el prólogo, escrito por el periodista Rogelio García Lupo. Por primera vez se presenta con claridad la tesis de algunos sectores de la izquierda peronista, y del peronismo insurreccional: unir al Ejército con el pueblo para la toma del poder. Es decir, aplicar en Argentina la tesis de Egipto y no la de Cuba: realizar una revolución social con apoyo del Ejército y no contra el Ejército. El libro estaba, evidentemente, destinado a los jóvenes oficiales de las Fuerzas Armadas. La dedicatoria al general Rosas dice: "Con amistad y esperanza". Lo de amistad no se entiende, ya que el general no conoce al periodista. Lo otro, es obvio.
• También en la misma semana, con diferencia de horas, el peronismo, a través de las 62 Organizaciones, se pronunciaba contra el envío de tropas al Caribe y, por lo tanto, contra el cumplimiento de pactos suscriptos por la Argentina —cosa curiosa— a través de la tarea cumplida en parte por Juan Atilio Bramuglia como ministro de Relaciones Exteriores.
• Desde Berisso, funcionarios avezados de la Policía de la provincia de Buenos Aires, informaban a la Secretaría de Guerra sobre el inusitado incremento del comunismo en esa zona. El origen radica en el conflicto obrero con los frigoríficos, y el vuelco a la izquierda resultaba prácticamente imposible de detener. Los mismos funcionarios de la policía se mostraron extrañados por el estallido de la huelga en el momento más favorable a las empresas, cuando tenían los depósitos abarrotados de mercaderías. Por esos motivos, cosa curiosa, la policía comenzó una investigación sobre una posible provocación por parte de dirigentes sindicales en connivencia con las empresas frigoríficas.
• Gran cantidad de oficiales de las Fuerzas Armadas recibían por correo un sobre caratulado "Ministerio de Marina", en el cual iba incluido un folleto evidentemente originado en el nacionalismo de derecha y conteniendo un llamamiento a una "Revolución Nacional". Voceros de la Secretaria de Marina demostraron que dichos sobres no se utilizan desde el año 1952 y que, por otra parte, los sobres de los últimos cuatro años van caratulados de modo distinto: "Secretaría de Marina".
• En el acto de la CGT, realizado en el estadio de Atlanta, quedaba demostrado que el peronismo era el único con voluntad de salir a la calle, y no le fue difícil copar totalmente la situación, dejando en estado más que desagradable a los dirigentes gremiales de otras tendencias. Dirigentes de diversos partidos y sectores, se ubicaron en el estrado o entre el pueblo: el voto peronista sigue siendo un premio apetecible. Ricardo Rojo, dirigente de la izquierda nacional, estaba presente, mostrando una estridente camisa de guerrillero. Junto a él, Tacuara también llamaba a la Revolución Nacional.
Es así que desde la Izquierda y la derecha, en una misma semana, se llamó a la Revolución Nacional. Desde la izquierda y la derecha, en la semana en que aparece el Estatuto de los Partidos Políticos y se presenta la convocatoria a elecciones nacionales, aparecen documentos que intentan explicar, ubicar o justificar el estallido, ya sea de un golpe como de una revolución.
Un observador recordaba que en Argentina se sabe quién comienza una revolución, pero no quién la termina y usufructúa. Es el ejemplo de las revoluciones de 1943 y 1955. Estos interrogantes pesaban la semana última en Buenos Aires sobre todos los que preparaban su propia revolución. Un oficial de la Secretaría de Aeronáutica expresó: "Aquí nadie prepara en serio una revolución; pero son muchos los que la conversan".

Aspirantes
Aramburu envía un emisario a Frondizi
El jueves 22 de octubre el doctor Ismael Bruno Quijano, ex ministro de Trabajo y Previsión, fue a Martín García para conversar con el doctor Arturo Frondizi. Al regresar a Buenos Aires, Bruno Quijano enfrentó la inquisición periodística con tan sólo treinta palabras, que demostraron su firme intención de no dar detalle alguno de la entrevista, excepto de que había sido "altamente satisfactoria".
Sin embargo, horas después, íntimos allegados al ex ministro y al teniente general Pedro Eugenio Aramburu, de quien Quijano es consejero político, revelaron que la visita había sido realizada a pedido del ex presidente provisional, pedido efectuado poco antes de la partida de Aramburu a Europa.
Aramburu sigue creyendo que Frondizi es y seguirá siendo, por mucho tiempo, una figura de enorme influencia en la vida política argentina; y por ello, en más de una oportunidad, ha señalado a sus amigos la necesidad de mantener asiduos contactos con el huésped de Martín García.
No hace mucho, al expresar Aramburu dicho convencimiento al doctor Julio César Cueto Rúa, éste habría afirmado que "Frondizi ya ha muerto para la política", y que, por lo tanto, no tiene sentido alguno realizar consultas con él. Pero Aramburu habría contestado entonces a su ex colaborador: "Doctor, usted sabe que lo estimo mucho, pero realmente usted continúa sabiendo tanto de política como durante mi gobierno".
"Quijano no fue a hablarle de la renuncia a Frondizi", se afirmó en los círculos ucristas que rodean al ex ministro, y que están trabajando intensamente por la promoción de la candidatura de Aramburu. Después de la experiencia de Zaefferer Toro —quien, según Frondizi, "creyó ingenuamente que se iría de la isla con mi dimisión"—, es muy improbable que se vuelva a insistir en ese sentido. En cambio, Quijano habría tratado de obtener cierto aval, aunque sólo sea primario, para proseguir con éxito sus tareas en beneficio de la candidatura de Aramburu.

Legalismo
Balbín: Quebrantó viejos prejuicios ante el peligro de un nuevo golpe
El temor a un golpe de Estado nacionalista y a la instauración de una dictadura, pareció mover a la Unión Cívica Radical del Pueblo —a través del presidente de su Comité Nacional, doctor Ricardo Balbín— a buscar rápidamente, durante la última semana, un frente de coincidencia interpartidario que posibilite con solidez la salida electoral.
De esta manera, al realizar la UCRP contactos con ocho partidos antagónicos dejó de lado sus viejos prejuicios y abandonó inclusive — aunque en forma tácita— su tradicional adhesión a la Ley Sáenz Peña. Todo ello para tratar de echar las bases de un plan mínimo de acción, que si bien en documentos y declaraciones oficiales tienen un significado restrictivo, tendería antes que nada a respaldar al gobierno nacional en su propósito de llamar a elecciones generales el 16 de junio de 1962.

Sin medio de expresión
Quizá no hubiera sorprendido intensamente a los observadores políticos la decisión de Balbín —que está avalada por el reciente plenario del Comité Nacional de la UCRP— de realizar entrevistas con los conservadores centristas, los socialistas argentinos y democráticos y hasta con los líderes peronistas, pero su visita a la propia sede de la Unión Cívica Radical Intransigente, demostró que serias motivaciones habían hecho olvidar de pronto resentimientos anteriores contra el partido de Arturo Frondizi.
Balbín, y tampoco ninguna de las altas autoridades políticas visitadas —ni siquiera el doctor Vicente Solano Lima, quien elogió con entusiasmo las gestiones de la UCRP— admitieron públicamente el verdadero y obvio sentido de las negociaciones. Frases más o menos literarias parecieron demostrar otra vez que los políticos argentinos no quieren utilizar todavía el adecuado medio de expresión para las actuales necesidades nacionales.
Es posible anticipar, sin embargo, que la mayoría de los organismos sometidos a la encuesta de la UCRP están inclinados a colaborar por lo menos en las etapas preliminares de la conferencia cumbre que suscribiría las coincidencias.
En el seno del justicialismo, el éxito de la propuesta depende del sentido que tenga la inminente reorganización del Consejo Coordinador y tal vez de una directa y expresa consulta con el propio Perón.
Por su parte la UCRI, a pesar de la protocolar atención y frías reservas con que su Junta Nacional Reorganizadora acogió la invitación, ha de considerarla cuidadosamente. Alende y Vítolo están convencidos de que las elecciones pueden transformarse en una utopía irrealizable si no hay un activo y conjunto respaldo al plan político gubernamental. Claro está que la UCRI no dejará de pesar en qué medida el apoyo a la iniciativa de Balbín acrecentará las posibilidades de éste o de la UCRP en el proceso electoral, aunque los radicales del Pueblo no hayan dejado de recalcar que no tienen en este caso objetivos partidistas. Además, calificados voceros de la UCRI pusieron en evidencia su temor de que los trabajos de acercamiento iniciados por el radicalismo del Pueblo, vayan adquiriendo progresivamente la tonalidad de una Unión Democrática.
"Esto —afirmó un allegado a Vítolo— sería fatal para quienes luchamos por la formación de un Frente Nacional y Popular."

Intimidad del plan
Tras finalizar sus visitas, el doctor Balbín en el curso de una conversación de 40 minutos con PRIMERA PLANA calificó de enorme el esfuerzo que está realizando la UCRP para que no fracase la posibilidad de las elecciones. "El sentido de nuestra política —recalcó— ha sido en los últimos tres meses y es todavía, la de no echar más leña al fuego, pese a que hay muchos motivos para movilizar todos nuestros cuadros en contra del gobierno."
"Prefiero —dijo también— no hacer conocer por ahora mis opiniones sobre el Estatuto de los Partidos Políticos y el régimen de representación proporcional que quiere ' poner en práctica el gobierno. Mi profundo deseo es que se produzca el triunfo de la Nación."
Otros prominentes voceros de la UCRP coincidieron en señalar simultáneamente que, de ahora en adelante, "el partido hará muchas cosas que están contra de sus íntimas convicciones, porque así lo exige la situación actual".
El radicalismo del Pueblo considera, asimismo, que las características del panorama económico-social existente son "agudamente peligrosas" y originadoras de un clima francamente favorable a salidas de fuerza. Es por ello, sin duda, que Balbín en sus contactos con los ocho partidos efectuó preliminares referencias a dicho problema, aludiendo con igual insistencia a lo que denominó "graves dificultades para una salida democrática". Se hizo evidente que la UCRP tratará de obtener de los partidos, al mismo tiempo que un sólido cinturón de seguridad para los comicios, una presión solidaria a fin de lograr cambios fundamentales en la política económica y, si se pudiera, el relevo de Alsogaray.

Alende
Un verano tormentoso
"Los ideólogos de la economía, llámense Frigerio o Alsogaray... ¡cuánto mal hacen al país!", dijo Alende en su primer ataque público al ex asesor económico-social del gobierno de Frondizi. ¿Por qué el presidenciable Oscar Alende ha resuelto ahora enfrentar a R. F.?
Dos explicaciones se complementan. La primera responde a una interpretación lineal: Alende quiere ser presidente de la República y sabe que Rogelio Frigerio es "mal visto" en las Fuerzas Armadas; tomar distancias es asumir una tácita condición de viabilidad.
Pero habría también una razón sutil, más profunda, que Alende explicó días pasados a sus amigos políticos. Quienes se oponen a su candidatura juegan a la confusión interna a través del vitalismo, e intentarán ahora llevar el caos al mismo alendismo proponiendo como candidato a presidente a Sylvestre Begnis. De ese modo, la decisión sobre la fórmula presidencial debería provenir de Martín García: única manera de salvar la unidad partidaria. Y —sostendría Alende— una decisión de Martín García sólo podría ser en favor de uno de estos presidenciables: Pedro Eugenio Aramburu o Emilio Donato del Carril. Pero sin arbitraje de A. Frondizi la "máquina" alendista dentro del partido impondría fácilmente su candidatura.
Ahora bien: el principal argumento vitolista para desconocer la candidatura de Alende sería la caducidad de la Convención, la falta de legitimidad del organismo encargado de postularlo. En un delicado gambito, Alende hace resolver a la Junta Nacional la caducidad de la Convención y la elección de un nuevo cuerpo, postergando así su propia elección formal como candidato. "Claro que ahora Vítolo jugará desde los diarios: tiene buena prensa, porque hace el juego a PEA", comentaba Alende. Lo cierto es que Alende tampoco se despreocupa de los diarios, y realizó importante gestión ante el principal copropietario de un matutino; poco después se reunió con el director de ese diario.
Colocadas las cosas en ese terreno, el principal adversario de Alende es Aramburu. Alende se prepara para descalificarlo como "candidato de Frigerio" (ya que no puede acusarlo de ser candidato de Frondizi, por razones obvias). Si en el frente interno de su partido aparecen complicaciones, Alende denunciará públicamente ciertas gestiones de emisarios de Frigerio y aludirá —por ejemplo— a la visita que, con objeto de recaudar fondos, realizó Samuel Smuckler a una firma de plaza: los fondos serían destinados a la campaña electoral aramburista.

 

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