El partido contra el gobiernoEl jueves
pasado comenzaron las celebraciones del Sesquicentenario de la
Independencia. A mediodía, después del tedéum en la Catedral, Arturo Illia se
encaminó hacia la Casa de Gobierno, y en el breve trayecto fue
aplaudido apenas por cuatro personas: la UCRP, desde el Comité
Nacional que comanda Ricardo Balbín, había decidido sabotear las
apariciones públicas del Presidente, y con ese fin omitió
invitar a la claque de correligionarios, gustosamente
frecuentada en otras oportunidades.
Una franca ofensiva del
partido contra su más importante afiliado empezó a
exteriorizarse así. Aunque el doctor Illia no es el único blanco
de la campaña; otros miembros de su gabinete también se
encuentran bajo el fuego del Comité Nacional. En todo caso, es
la primera vez que llegan al Presidente, sin intermediarios, los
dardos de sus acólitos.
El desaire preparado por Balbín
estuvo conectado, la semana última, con una carga de planteos al
Ministro del Interior, Juan S. Palmero, confidente y portavoz de
las inspiraciones políticas de Illia. El martes, una docena de
Diputados nacionales del oficialismo, encabezada por el
balbinista Luis A León, lo entrevistó en el Salón de los Escudos
durante dos horas cuarenta minutos; simultáneamente, finalizaba
una concentración de la plana mayor del partido, que se sintió
frustrada porque Palmero no compareció en una reunión secreta
convocada ese día en un domicilio particular. (El elusivo
Ministro tampoco quiso ir al bloque legislativo, excusándolo
forzadamente el Diputado Arturo Mor Roig.)
Las inquietudes y
desavenencias de hoy —porque no son las primeras, desde que la
UCRP asumió el poder en 1963— arrancan del cónclave de Villa
Elisa (Nº 167), donde el Canciller Miguel A. Zavala Ortiz
denunció la inminencia de un complot para derrocar al gobierno,
y donde Balbín aceptó resignadamente el "evento fatal", que no
borraría —se pavoneó— el recuerdo de tres años ejemplares de
conducción radical.
Tales expresiones, difundidas por el
conducto de la Oficina de Prensa del Gobernador Anselmo Marini,
obligaron a Illia a disculpar el exceso de sus adictos ante los
jefes de las Fuerzas Armadas, durante el cuasi monólogo de siete
horas y media que les dispensó en Campo de Mayo. Posteriormente,
Balbín se curó en salud y abundó en desmentidas, lo cual
equivalía a desmentir a la Oficina de Prensa de Marini y al
mismísimo Jefe del Estado: "[los adversarios del gobierno]
procuran intrigas que ya son viejas en el juego de la
politiquería argentina o se anuncian catástrofes que no
ocurrirán" (18 de marzo). "No creo en ninguna alteración
institucional, la palabra golpe no me agrada" (23 de marzo).
Pero los presagios de Villa Elisa se complementaron con una
decisión:
lanzar al partido contra la Casa Rosada y obligar a
Illia a abandonar su "pasividad", que hará perder —sostienen los
jerarcas radicales— las elecciones de Gobernadores en marzo de
1967.
La conversación de los legisladores con Palmero se
anudó alrededor de esos temas (golpes y elecciones), y los
prolegómenos no fueron amables: "Por favor, venimos a
informarnos", transó el cordobés Horacio García para calmar a
Luis O. Arias. El Ministro desgranó estas explicaciones:
1)
La ola de rumores circulantes no debe desdibujar la realidad. Lo
real es que no hay posibilidad de golpe. Tanto la Marina como la
Aeronáutica respaldan en forma absoluta la legalidad. En
Ejército hay un pequeño núcleo que no piensa lo mismo. 2) Con
respecto a Tucumán se exagera. Llegaron a la Casa de Gobierno 60
muchachos exaltados y se dijo que era una multitud. Allí se
actúa a través de la Justicia; si es lenta, nosotros no tenemos
la culpa. Ordenamos la cooperación de Gendarmería. Está, a
través de Defensa Nacional, se negó a actuar. Lo que falló en
Tucumán fue la Policía, pero ahora, con la ayuda de la Policía
Federal mejorará la situación. Por el momento no se intervendrá
la provincia. 3) La reunión de gremialistas y militares en el
Sindicato de Luz y Fuerza ha causado mala impresión en muchos
sectores, inclusive en el ámbito militar donde el asunto se ha
convertido en tema de polémica. Considerada en perspectiva,
favorece al gobierno. 4) Al peronismo hay que enfrentarlo con la
Ley. Tendrá que ajustarse a las especificaciones del Estatuto de
los Partidos Políticos. Si de lo que se trata es de negociar con
el peronismo, aseguro que no seré yo quien lo haga; antes,
abandonaré el cargo.
En el foro del Comité Nacional se
transitó por especulaciones similares, pero concentradas en un
reclamo: intervención a Tucumán (allegados a Balbín afirman que
éste se mostró irritado dos meses atrás cuando el Gobernador
Lázaro Barbieri lanzó la idea de fundar un nuevo partido,
producto de la coalición de la UCRP, la UCRI y otros sectores).
Al día siguiente, Palmero reiteraba: "La solución deben
encontrarla los propios tucumanos". Estaba el precedente de
otras exteriorizaciones, al comenzar la semana; Senador Eduardo
Gamond (Córdoba), vicepresidente del Comité Nacional: "No vamos
a tolerar la subversión. Una cosa es el derecho de huelga y otra
la subversión institucionalizada, que es lo que está ocurriendo
en Tucumán"; Palmero: "Este es el gobierno de la Ley, en cuyo
ámbito vivimos, en paz y libertad".
Coincidentemente, tres de
sus pares en el gabinete (el unionista Leopoldo Suárez y los
balbinistas Carlos Alconada Aramburú y Arturo Oñativia)
imputaron á Palmero contradicciones "injustificadas" a propósito
de sus afirmaciones sobre la partida de gendarmes hacia Tucumán,
algo que fue desmentido por el Secretario de Guerra. "Lo que
ahora nos hace falta es un Vítolo", apuntó Suárez a un
correligionario, el jueves 24. (Alfredo Vítolo, Ministro del
Interior del Presidente Arturo Frondizi, es mendocino como
Suárez.)
Lo cierto es que el Comité Nacional compuso un
planteo que, de acuerdo con sus impulsores, producirá "hechos de
envergadura en abril", capaces de modificar la parsimonia de
Illia. Están contemplados en él:
•Dos relevos de Ministros,
Palmero y Zavala Ortiz.
•La exigencia de mantener una
efectiva coordinación y consulta permanente entre la Casa Rosada
y el comando de, la UCRP (Illia y Balbín).
•Contemplar la
posibilidad de convocar a una reforma constitucional en Buenos
Aires, para que los comicios de 1967 se realicen por el sistema
indirecto. Es decir, que un Colegio Electoral designe al
Gobernador; esta reforma, alentada por la UCRP, se practicó en
Mendoza.
•Urgente reglamentación del Estatuto de los Partidos
Políticos (Nº169), fijando fechas para los procesos internos:
emoción de candidatos, convenciones, proclamaciones que obliguen
al peronismo a organizarse en cada distrito. Estas disposiciones
forzarían orgánicamente —según el Comité Nacional— la creación
de dos partidos, lo cual ahondaría la división y contrarrestaría
una orden de Juan D. Perón tendiente a unificar el movimiento
detrás de un candidato sorpresa.
•Nombramiento de un
Secretario de Prensa de la Presidencia, en reemplazo del
provisorio Luis Caeiro, que con un equipo partidario manejaría
la propaganda electoral por la cadena estatal de radios y
televisión.
•Facilitar medios económicos para el despegue de
la campaña proselitista. El mecenas Pedro Duhalde se muestra
reticente a financiar operaciones millonarias sin aval.
•Poner al día los sueldos y jubilaciones (sólo a sus ex
empleados, el Estado debe jubilaciones por un monto superior a
los 4.238 millones).
•Relevo del Director Nacional de
Abastecimiento, el palmerista Roberto Cabiche, por entender que
"es inepto para abaratar el alto costo de los artículos de la
canasta familiar".
Para fines de mayo, está convocada la
convención de la UCRP, cuya mayoría de delegados responde a
Balbín. Si Illia no se allana a los reclamos de los
convencionales, plantearán abiertamente la exigencia, y ante el
riesgo de quedar solo, tendrá que acatarlos. Tal es el broche
del planteo lanzado desde el Comité.
Los bélicos aprestos de
la UCRP preocupan al Presidente: mediante los oficios
subrepticios de su hermano Ricardo Illia encomendó a una
delegación senatorial (Ricardo Bassi, Ramón E. Acuña, Carlos A.
Morrillo y Américo Aguiar Vázquez) que entrevistase a Balbín en
su ajetreado reducto de Sarmiento al 1700. La misión se concretó
el jueves 24, por la noche. El Viernes, de madrugada, en el
restaurante El Pericón, de Callao al 300, uno de los adláteres
balbinistas comentó que los Senadores "fueron a informar y
vender al jefe un golpe colorado". En otro grupo cercano , se
introducía el yerno del Presidente, el poeta Gustavo Soler, tal
vez para recoger algunos ecos del imprevisto encuentro.
En
estas tramitaciones hay una ausencia, la del Vicepresidente
Carlos Perette. En la reciente fiesta de la Vendimia, en
Mendoza, Perette se sintió enfermo: el médico le ha recomendado
reposo. Está debilitado y con un surmenage que inquieta a sus
allegados, quienes le notaron síntomas de amnesia, y lo que es
más raro, un pronunciado descenso en sus interminables cuotas de
oratoria proselitista.
Mientras se ejercitan los artilugios
políticos que desembocarán en el proceso eleccionario, y
mientras gobierno y partido no aciertan con una fórmula que les
permita salvar sus diferencias, que tienden a profundizarse, dos
escándalos estallan:
•La denuncia elevada el martes en La
Plata por el Diputado de la UCRI, José Epelboim, quien acusa al
yerno del Gobernador Marini, Marcelo Ernesto Gurruchaga, ex
empleado de la Administración provincial, y al sobrino del
mahatma de la UCRP, Roberto Balbín, de integrar una sociedad de
venta de automotores que aprovecha el respaldo oficial para
negocios de "gran envergadura".
•El redivivo affaire de la
Aduana, ventilado en agosto de 1965 por el Administrador
metropolitano, Francisco Barreiro: intento de despachar
repuestos de automotores rebajando en un 137 por ciento el
impuesto habitual, lo que implicaba una pérdida de 1.300
millones de pesos para el Fisco. Las revelaciones de Barreiro
manchaban a dos altos funcionarios: Rodolfo Aracena, máxima
autoridad de la Aduana, y Genaro Rolfo, su segundo; los dos son
cordobeses y amigos del Presidente.
Illia resolvió el
espinoso caso cuando pidió y obtuvo las renuncias del cuarteto
directivo de la repartición: Aracena, Rolfo, Barreiro y Jorge
Ruberti. Pero los antecedentes pasaron a ser investigados por
una Comisión Bicameral, presidida por el Senador Lucio Martínez
Garbino (UCRP-Entre Ríos) y merecieron un dictamen de la
Fiscalía Nacional de Investigaciones, que comprobó que "se
estaba ante una vasta maniobra dolosa".
Con este fundamento,
el Juez en lo Penal Económico, Enrique Leonardo Ungar, dispuso
la detención de Rolfo, ex Interventor en la comuna de Alta
Gracia en 1963 y fervoroso sabattinista. Rolfo se presentó ante
el magistrado con su defensor, el jurista Sebastián Soler;
mientras esperaban ser recibidos, el Juez se comunicó por
teléfono con la Policía, que pronto arrestó a Rolfo y lo
trasladó a Coordinación Federal y luego a Villa Devoto.
La
situación de Rolfo indignó a los cordobeses del oficialismo: el
Ministro de Obras y Servicios Públicos, Miguel A. Ferrando,
visitó al encausado en varias oportunidades e hizo publicar el
29 y 23 una nota de descargo de Rolfo, que envió a los diarios
por medio de la Oficina de Prensa de su Ministerio. Más aún: el
viernes último se insistía en los cenáculos radicales que
Ferrando, convencido de la inocencia de Rolfo y disgustado
porque el Presidente no defendía a su amigo, había presentado su
renuncia. En la noche del viernes, el Juez Ungar decretó prisión
preventiva contra Rolfo y otros cuatro funcionarios menores y
dispuso trabarles embargos por 15.000.000 de pesos a cada uno.
Motivo: contrabando calificado.
El Diputado Héctor Llorens
increpó a Palmero, quien se disculpó alegando que había hecho
proporcionar comodidades a Rolfo, en Villa Devoto ("¿Por qué no
vas vos a vivir allá?", lo increpó Llorens), v el jueves, el
Diputado Mario Roberto presentó en la Cámara una cuestión de
privilegio, que contenía acusaciones de morosidad a la Comisión
Bicameral. Roberto prometió develar el fondo de los cargos
contra Rolfo y manifestó el deseo de que en esa oportunidad
concurrieran miembros de las Fuerzas Armadas, "porque estamos
—sostuvo, zolianamente— ante la reiteración en la Argentina del
caso Dreyfus".
En envión del grupo cordobés ayuda al de sus
rivales, los balbinistas. Este grupo busca demostrar que los
denunciantes Barreiro y Ruberti fueron personeros de una
maniobra orquestada por el Secretario de Hacienda, y esperan
ahora obtener dividendos políticos para una de sus reiteradas
inquietudes: abrir una brecha que permita defenestrar al equipo
económico, al que responsabilizan de una conducción antipopular
y antirradical. Intentos similares se estrellaron el año pasado,
faltos del apoyo de Illia y de Balbín (el jefe del equipo
económico y varios de sus integrantes son balbinistas); pero hoy
podrían encontrar algún eco en el Comité Nacional, predispuesto
a salvar a "ciertos amigos, no a todos".
La creencia, en
muchos estratos del oficialismo, es que se aproxima un cambio de
gabinete que se efectivizará tal vez después del de mayo. Aunque
sería un gabinete totalmente radical, no de coalición. En otros
sectores políticos (y hasta militares) suele mencionarse una
idéntica creencia, si bien se basa sobre otra premisa: la de que
el gobierno se debilita y pierde autoridad y el control de
graves emergencias.
Si los gestos desesperados sirven para
marcar esta evidente situación de deterioro (adornada la semana
pasada por paros en servicios esenciales, que llevaron a un
diario pro-oficialista como La Razón a incluir en su tapa el
siguiente título: "Esto no puede seguir así"), conviene computar
que funcionarios del gabinete estudian un mecanismo de presiones
subterráneas para vulnerar al periodismo independiente y
silenciar de ese modo las únicas críticas que recibe el
Ejecutivo. No será el primer ataque de un gobierno que promete
"vivir con la Ley" a la libertad de prensa.
Rencilla
Tiro al pichón en CatamarcaVeinte días
atrás, poco antes de retornar a Buenos Aires, Ricardo Balbín
sorbió el quieto y ocre paisaje de Catamarca, desde la terraza
del monumental hotel
Ancasti. Tanta serenidad, no obstante, debió de ocurrírsele un
infierno; porque otra vez su antiguo adversario, el Senador
Ramón Acuña, volvía a colocar obstáculos en su gestión para
avenir a los grupos rivales de la UCRP catamarqueña, que se
disputan encarnizadamente el derecho a imponer un nuevo Senador
nacional.
Uno de los sectores está dirigido por el Gobernador
Armando Navarro y posee el apoyo de la mayoría legislativa. Su
lista Blanca obtuvo en los comicios. internos de la UCRP, en
enero pasado, alrededor de 2.000 votos y la facultad de reelegir
a Ernesto Niceo Pichón Acuña, el Senador cesante, por nueve años
más.
Pero Ramón, cuya lista perdió por escasos 300 sufragios,
no acepta el veredicto; opina, de acuerdo con un viejo precepto
radical, que toda reelección debe ser avalada por los dos
tercios de los votos internos emitidos. El Comité de la UCRP de
Catamarca —que hasta ahora domina Ramón— homologó este criterio
y el 14 de febrero proclamó definitivamente a Miguel Ángel Gómez
Bello, un ahijado político de aquél, como candidato a la
codiciada banca.
Así, Ramón Acuña se permitió desafiar las
iras de Balbín, porque unos días antes los adictos a Navarro
habían acudido con su cuita al Comité Nacional, que les dio la
razón. No corresponde computar la exigencia de los dos tercios
de votos, dictaminó el cónclave partidario; El Pichón es
reelegible.
Con todo, no es el radicalismo del Pueblo el que
podrá decidir en definitiva: tanto Navarro como Acuña necesitan
de la Asamblea General (la suma de los Senadores y Diputados
provinciales) que deberá reunirse para ungir al nuevo
representante. En el primer bimestre de 1966 se pensó que
Navarro, aliado con los legisladores radicales y de otros
partidos, tenía todos los triunfos en su mano. "Convoque a la
Asamblea General y promueva allí, sin más trámites, la
reelección del Pichón Acuña", recomendó Balbín el 7 de enero, de
paso por Catamarca. Sugería que el Gobernador no esperase la
voluntad de los afiliados a la UCRP: si se adelantaba a la puja
interna precipitando la consagración del Pichón, sorprendería a
Ramón Acuña con la fuerza de un hecho consumado.
Pero Navarro
vaciló, quizá por respeto a sus correligionarios, quizá porque
estaba seguro de ganar el comido interno; no pensó que su
victoria sería desconocida por los jefes del comité local, que
originaría una larga disputa capaz de empujarlo hacia la segunda
trampa que Ramón había armado en su camino. Porque la nueva
Constitución de Catamarca establece un cambio total en el
sistema parlamentario, y Ramón Acuña —que presidió las
deliberaciones e intervino en su redacción, entre octubre y
diciembre del año pasado— se las arregló para introducir en ella
una sutil disposición transitoria: establece la caducidad de los
mandatos legislativos radicales al 30 de abril próximo. Las
futuras cámaras deberían elegirse veinte días antes.
Los
legisladores catamarqueños en ejercicio impugnaron esa
disposición ante la Justicia lugareña, y Navarro comprendió que
su adversario pretendía conformar un poder parlamentario cuyos
representantes no fuesen, como hasta ahora, adictos al
Gobernador y donde el futuro Senador nacional surgiese del bando
ramonista. Por eso, el 15 de enero, Navarro promulgó la nueva
Constitución con reservas al artículo controvertido' pero el 8
de marzo la Corte Suprema de Catamarca se declaró incompetente
para entender en el caso. "A conflictos políticos, remedios
políticos", se excusaron los jueces.
Enemistado con las
autoridades de la UCRP de Catamarca, abrumado por las cercanías
de los comicios de abril que pueden cambiar la fisonomía
parlamentaria del distrito, Navarro se decidió, a principios de
febrero, a aplicar, por fin, los consejos del empírico Balbín:
convocó a la Asamblea General para el 10 del mes.
Esa fecha
le deparó una nueva sorpresa: el Vicegobernador Liborio Forte,
el hombre que debía presidir la Asamblea, se negó a hacerlo,
alegando falta de tiempo para diligenciar las citaciones, y la
postergó hasta el 15 de febrero. Pero el 15, con todos los
legisladores en el recinto, se comprobó que tanto Forte como el
ex frondicista Julio Seleme habían desaparecido misteriosamente
de la casa; el Vicepresidente 2º es Enrique Muñiz, titular del
Comité adicto a Ramón, y salvo estas tres personas, el
reglamento no prevé otras autoridades. Por segunda vez, Ramón
Acuña conseguía bloquear la ruta de Navarro; en adelante, para
los radicales no habría otra salida sino la suya: concurrir a
los comicios de abril con una lista de legisladores
predominantemente ramonista, vencer al peronismo (la UCRP ya se
impuso en 1965 por 1.000 votos a su poderoso rival, el Frente
Justicialista) y coronar un Senador ajeno a Navarro.
Las
aguas se encresparon, pero los vientos soplaban ahora desde
Buenos Aires: Juan Palmero convocó a Navarro a la Capital
Federal para discutir el conflicto junto con Carlos Perette y
Balbín. "Prefiero manejar el asunto desde la cueva", rehusó el
barbado Gobernador. No hubo más remedio que comisionar a Balbín
y a Eduardo Gammond, que llegaron a Catamarca el 9 de marzo y
propusieron al comité local una transacción: si los epígonos de
Ramón prometían no obstaculizar la elección del Pichón por los
legisladores aún vigentes, se conseguiría que los adictos a
Navarro abdicaran de toda pretensión a ubicarse en las boletas
comiciales de abril, cederían sus derechos. Pero los acólitos de
Acuña se negaron a reelegir al "Senador subsidiario" (acusan al
Pichón de haber presentado exclusivamente proyectos de
subsidios). Y ni Balbín ni Gammond lograron que Ernesto Niceo
resignase sus aspiraciones a la reelección; ambos líderes
volvieron a la Capital con un palmo de narices.
Diez días
atrás, sin embargo, un acontecimiento ajeno al oficialismo
imprimió violento giro al problema: Tomás Arana, el estratego de
la UCRI, viajó a Catamarca; según los observadores locales, para
ofrendar los sufragios de su partido al Frente Justicialista
(integrado hasta ahora por el peronismo y los frondicistas). Si
así fuera, si la UCRI formara en la coalición opositora, los
comicios de abril mostrarían a la UCRP en derrota pues el caudal
alendista supera con largueza
los 1.000 votos de ventaja que
la UCRP obtuvo en 1965.
Súbitamente, el sábado 19, la
convención del partido oficialista exhibió a 15 representantes
alineados junto al Gobernador; tan sólo 13 se hallaban al lado
de Ramón Acuña en el recuento previo. Entonces se leyó un
telegrama de los convencionales del populoso departamento de
Santa María, que anunciaron su imposibilidad de estar presentes:
un pretexto que las autoridades del cuerpo, adictas a Ramón,
utilizaron para diferir esa asamblea donde debían elegirse los
candidatos para la Legislatura venidera.
Con la UCRP
engrosando lentamente el bando del Gobernador, ante un posible
triunfo frentista que lanzaría al Senado al peronista Vicente
Saadi, el panorama cambió de manera total o ara Acuña: desde el
comité provincial, sus amigos anunciaron la voluntad de declinar
la candidatura de Gómez Bello si los secuaces de Navarro, a su
vez, renunciaban a postular al Pichón. La nómina de candidatos
de transacción incluye al ubicuo Forte y al propio Navarro.
Pero a finas de la semana pasada recrudecieron en Catamarca las
versiones de que el comicio programado para el 10 de abril
sufriría una postergación forzosa "debido a la demora en la
confección de padrones". Pretexto que los analistas provinciales
atribuían a dos posibles causas:
•El convenio entre las
partes se habría concretado. Acuña y Forte accedieron a
facilitar la elección de un Senador nacional equidistante de
ambos polos; prometieron postergar las elecciones de abril para
permitir que los actuales legisladores —que deberán aprobar al
nuevo candidato— terminen sus periodos legales.
•No hubo
arreglo, y el Ministerio del Interior habría aconsejado la
suspensión de los comicios para evitar la derrota segura de la
UCRP dividida; hasta agosto, cuando 8.000 peones azucareros
marchan a Tucumán para ocuparse de la zafra. Los peones
azucareros suelen ser peronistas. No se descarta tampoco, en los
círculos radicales, que para entonces la división del
justicialismo haya llegado a Catamarca.
13-PRIMERA PLANA
29 de marzo de 1966