Política Nacional
Antes de las elecciones
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Duendes y campañas subterráneas, mientras el electorado espera
Un oficial de la Secretaria de Guerra recibió en las últimas 48 horas de la semana última una pregunta de un amigo: ¿Es cierto que el general Rosas se ha sublevado? El mismo día viernes, el director de un matutino informaba a sus amigos que habían sido cambiadas las guardias en la Casa de Gobierno por razones de confianza, y que todas las tropas del país estaban acuarteladas. Las redacciones de diarios y revistas eran bombardeadas con preguntas: ¿Qué pasa en Campo de Mayo?
Mientras tanto, algunos oficiales interesados no en suspender las elecciones, pero sí en manejarlas más personalmente, levantaban el fantasma del "frente interno" en el Ejército, un "frente interno" que hecho el recuento de unidades resulta siempre sólidamente unido al comandante en jefe y enfáticamente decidido a cumplir con los comunicados 150 y 200. Al mismo tiempo, el presbítero Menvielle sostenía que la mayoría de los generales argentinos son pro-comunistas.
Resulta curioso comprobar, sin embargo, hasta qué punto las olas de versiones organizadas en forma de campaña sistemática tienen ya poca influencia en la vida nacional.
En primer lugar, esa campaña estuvo destinada a justificar un veto a la candidatura del doctor Vicente Solano Lima. En segundo lugar, estuvo destinada a deteriorar al Frente Nacional para que no logre obtener la mayoría absoluta en los colegios electorales.
Sin embargo, el mismo día viernes, la primera demostración categórica de que la campaña psicológica ejercía poca influencia la dio la justicia argentina al desestimar el juez Arigós la impugnación contra Solano Lima, mientras simultáneamente la Corte Suprema ratificaba la constitucionalidad de los decretos que impiden presentar candidatos a electores de presidente y vicepresidente a la Unión Popular. La justicia argentina demostraba una evidente independencia de criterio.
Si los argentinos quisieran hacer un balance de quienes actúan para facilitar una salida electoral que permita normalizar la vida nacional, y quiénes actúan para impedir esa salida, habrían de colocar seguramente en primer lugar al general Aramburu y sus esforzadas giras por el interior del país. En todos los casos, y por extraño que parezca, el candidato común de UDELPA y la democracia progresista,
se niega a combatir a los otros partidos concurrentes a los comicios, y explica que lo anima a participar en la campaña electoral la convicción de que es uno de los medios de evitarle al pueblo argentino una dictadura militar, que sería siempre la peor de las salidas.
La importancia de la campaña electoral del general Aramburu y su impacto en la clase media argentina es quizás una de las principales preocupaciones de dos agrupaciones: UCR del Pueblo y Frente Nacional. Los primeros consideran que Aramburu está saqueando el sector tradicionalmente afín a la UCRP, mientras que el Frente Nacional estima que, si bien tiene asegurado el voto masivo de la clase trabajadora, no podrá obtener mayoría absoluta sin el aporte de los sectores de la clase media. Respecto de este problema, el doctor Sylvestre Begnis recibió una carta del doctor Frondizi en la cual el ex presidente enfatiza la necesidad urgente de ofrecer a la clase media una imagen adecuada del Frente Nacional y reeditar para ello los lemas de desarrollo, legalidad y expansión económica.
Es más difícil señalar los elementos que conjugan contra la salida electoral. En primer término, lógicamente, los sectores colorados tradicionales. En la edición del sábado último, el "Buenos Aires Herald" recoge un comunicado de les generales rebeldes Franklin Rawson y Federico Toranzo Montero postulando la postergación de las elecciones hasta que un equipo de ciudadanos especializados ponga en orden las cosas del país.
En segundo lugar, es posible que el clima de confusión esté creado también por aquellos pequeños núcleos de personas que no logran imponer una candidatura o una solución que les parezca más conveniente. Estos pequeños núcleos se basaban para ello, la última semana, en el fantasma de Campo de Mayo: un oficial del Ejército comentaba que en su arma los fantasmas se terminan cuando el comandante en jefe toma una decisión. Por lo tanto, después de las resoluciones judiciales del viernes último, es posible que el general Onganía tome sus decisiones en el curso de los próximos diez días, confirmando las que tomó en septiembre y abril en el campo de batalla.
Otro hecho curioso que se destacaba la semana última es que para la opinión pública la verdadera campaña electoral aún no comenzó. Todos esperan conocer los candidatos a gobernadores del Frente Nacional, para tomar decisiones. Un estudio iniciado en la Subsecretaría de Guerra sobre las tendencias del electorado se ha encontrado, precisamente, con esa barrera: las tendencias aún no están definidas y probablemente no lo estén hasta 10 ó 15 días antes del 7 de julio.
Quizá nunca como en esta oportunidad los observadores y expertos se sientan inhabilitados para ofrecer un pronóstico: los informes que transmiten al exterior las subsidiarias de las grandes empresas internacionales y los representantes diplomáticos tienen esa característica de incógnita absoluta.
Hacia el cierre de esta edición, el sábado a mediodía, los dirigentes frentistas trataban de adivinar qué otra medida contra ellos estaría pensando el Ministerio del Interior, mientras que avezados caudillos del mismo sector sostenían que esas medidas tendían a fortalecer la convicción masiva del justicialismo de que el candidato que debía votar, para presidente era el candidato del Frente. Sin duda, se trata de una batalla tan curiosa como todas las que en este momento se desarrollan subterráneamente en el país.

Sin Protocolo
Las ruedas del carro
Por Hipólito Solari Yrigoyen

Para que una democracia funcione bien necesita de partidos fuertes, orgánicos y con una doctrina coherente. Esto es así en todos los países evolucionados del mundo. Solamente en la Argentina nos empeñamos vanamente en tener una democracia a través de raras combinaciones, o de hombres providenciales, cuyas historias abundan en los últimos años, prescindiendo en ambos casos de los movimientos políticos. Los resultados están a la vista. Los seres providenciales han fracasado uno tras otro, y en cuanto a las conjunciones antagónicas, no hay más que ver las consecuencias que provocó el pacto de 1958. Nadie podrá decir con sensatez que la situación de la República haya mejorado; por el contrario, y al margen de cualquier posición que se sustente, se observan por doquier los signos de la bancarrota.
En la presente contienda electoral, ambas posiciones, la de la salida imposible y la de la salida lógica, tienen varios seguidores, pero por sus fuerzas numéricas, los más representativos son el Frente en el primer caso, y la UCR del Pueblo en el segundo. El camino hasta aquí recorrido en los ejemplos que hemos tomado de las dos líneas que competirán el 7 de julio es diametralmente opuesto, y conviene detenerse en su análisis porque la madurez o la inmadurez en el ejercicio de la democracia se ponen de manifiesto antes de llegar al poder.
Veamos cómo se han elegido los candidatos. La UCR del Pueblo los eligió mediante elecciones, precedidas de asambleas de afiliados y de juntas promotoras que escogieron los nombres e hicieron el proselitismo interno. Con posterioridad, los inscriptos en el partido decidieron con su voto. Tan sólo en la provincia de Buenos Aires sufragaron cien mil adherentes. En el Frente, la fórmula fue señalada por un hombre que se encuentra alejado de la realidad del país. Ni siquiera una vez digitados los candidatos los miembros de los partidos que deben sostenerlos han tenido la facultad de aprobarlos. En la reciente reunión de la UCRI disidente, celebrada en La Plata, fue rechazada una ponencia para que los afiliados en un plebiscito se expidieran sobre el binomio presidencial que se les ha impuesto.
Los resultados de procesos tan disimiles en la elección de candidatos se manifiestan de diferentes maneras. Consagrada la fórmula de la UCR del Pueblo, los doctores
Illia y Perette tuvieron ya el apoyo más que suficiente de todas las bases partidarias. En el Frente, la elección de candidatos fue rechazada de plano por algunos, y aceptada a regañadientes por otros. Así, la Unión Popular se ha visto precisada a intervenir varios distritos, y ello ha motivado que un dirigente de primera línea recurra ante la Justicia pidiendo la intervención del partido y reclamando el estudio del procedimiento oculto que se siguió para proclamar al doctor Lima.
No extraña, entonces, que para suplir la falta de apoyo en las bases, los dirigentes del Frente se empeñen en obtener una especie de visa de las fuerzas armadas o el apoyo inaudito de la embajada de los Estados Unidos, cuya intervención en nuestros asuntos resulta tan lamentable como frecuente. El doctor Pérez Companc, que fue mencionado con anterioridad como candidato frentista, viajó inmediatamente al país del Norte, donde se lo recibió con un homenaje desacostumbrado, según señaló la prensa en su momento. El doctor Lima, a su vez, tras su proclamación, se apresuró a reunirse con los principales funcionarios de la embajada yanqui, en un difundido almuerzo que se celebró en el Club Americano.
Las diferencias en lo ideológico de las dos actitudes que analizamos son aún más evidentes. La UCR del Pueblo, al igual que las otras fuerzas orgánicas (Federación de Centro, Socialismo Democrático, etc.), ha elaborado su plataforma en una convención pública que contó con representantes de todo el país.
El Frente no ha hablado de programa. Proclamó sus candidatos y no ha hecho conocer su plataforma. Según surge del apoyo del doctor Frondizi, continuara las estructuras que él montó, a pesar de que hasta hace poco el justicialismo propiciaba lo contrario.
Así las cosas, el Frente es una repetición más de las falsas salidas que han conducido a la República al estado lamentable en que se encuentra. Si queremos instituciones estables y terminar con los golpes de Estado, debemos cambiar el rumbo y elegir el camino adecuado. Resulta tan imposible obtener una democracia sin partidos políticos fuertes, responsables y orgánicos, como concebir un carro sin ruedas.

¿Qué harán los electores?: Historia de algunas fantasías sobre lo que ocurrirá después del 7
Cualquier encuesta que se realizara en estos momentos para averiguar el estado de ánimo de la opinión pública ante las próximas elecciones, obtendría una respuesta casi unánime: "Todo ya esté arreglado para que Onganía sea proclamado presidente por el Colegio Electoral."
Un grupo de cronistas de PRIMERA PLANA descubrió que nadie tiene una explicación coherente de la mecánica que permitiría consagrar al general Onganía, y que la convicción de que es el hombre que será proclamado surge de versiones, rumores o interpretaciones elaboradas sutilmente sobre lo que dice o deja de decir el general Onganía en sus viajes a las guarniciones del interior. Entre las frases subrayadas figura aquella declaración de que no era ni sería candidato presidencial: la interpretación de los estrategos de café (casi toda la opinión pública independiente en estas vísperas electorales) insiste en que esta frase, precisamente, indica que no se cierran las vías para ser consagrado en el Colegio Electoral; para cerrar esta vía con un compromiso, hubiera debido decir que no aceptará ser elegido presidente en el Colegio Electoral.
Las entrevistas oficiales realizadas por los cronistas de PRIMERA PLANA con dirigentes y asesores allegados a los 10 candidatos a presidente que fueron proclamados en el país, no arrojaron mucha luz sobre lo que podrá ocurrir en los 23 colegios electorales que se constituirán como resultado de las elecciones en las 22 provincias y en la Capital Federal. Tres de ellos estiman que van a ganar en las elecciones; los otros siete consideran que sus electores serán decisivos para determinar quién será, en definitiva, el próximo presidente de los argentinos.
Sin embargo, haciendo un balance de todo lo que se especula y conversa en los más responsables medios políticos, militares y diplomáticos, es posible trazar con alguna relativa precisión las variantes que pueden llegar a ocurrir después de las elecciones del 7 de julio.
Algunos observadores estiman que después de todos los impedimentos creados al Frente Nacional y Popular por los generales Rauch y Villegas desde sus despachos del Ministerio del Interior, y del aliento otorgado a Oscar Alende por algunos militares en actividad para que no se integre en el Frente prometiéndole el veto de la candidatura de Solano Lima, es poco probable que este agrupamiento de partidos políticos obtenga la mayoría absoluta en los colegios electorales. Se estima que para obtener el 51 % de electores, hará falta entre el 57 y el 62 % de los votos emitidos. Pero otros observadores consideran que el hecho de que el gobierno actúe contra el Frente Nacional le otorga a éste mayor predicamento entre vastos sectores de la población, repitiéndose así una fórmula ya clásica de que en momentos de crisis la población se orienta a votar contra el oficialismo.
Pero hay algo en que todos los observadores coinciden: la única agrupación que tiene alguna chance de obtener la mayoría absoluta es el Frente Nacional. De modo que si la obtiene, se supone que no cambiará de candidato.
La especulación de los medios entendidos adquiere ya infinitas variaciones cuando se considera la segunda posibilidad: que ninguno de los candidatos obtenga la mayoría absoluta. Las variaciones que se pueden producir son las siguientes:
*Que todos los grupos que no están en el Frente Nacional constituyan un solo bloque para designar presidente. En este caso es probable que como partido unitario, la UCR del Pueblo tenga el caudal mayor de electores y solicite el apoyo de los demás para la presidencia de Illia. Pero es posible que unidos los electores de UDELPA, demócratas progresistas, socialistas democráticos y conservadores, todos a favor de Aramburu, éste pueda reunir dentro de ese bloque más electores que Illia. Por lo tanto, la solución dependerá de la actitud que adopte la UCR del Pueblo.
*Precisamente, en caso de que nadie obtenga la mayoría absoluta es cuando se presenta la oportunidad del general Onganía. Es casi seguro que los electores aramburistas votarán contra esta posibilidad, por lo cual su elección dependerá de un acuerdo entre el Frente Nacional y la UCR del Pueblo, en la estimación que de este modo se afianzaría la autoridad del próximo gobierno y se eliminaría el peligro de conmociones militares. Según los medios informados, el ingeniero Álvaro Alsogaray se encuentra trabajando activamente en este sentido: en uno de sus últimos artículos en el matutino "El Mundo" se refiere a "una alternativa intermedia de conciliación nacional". Algunos sectores militares verían con agrado la elección del general Onganía, mientras que para otros esto podría significar comprometer al Ejército durante seis años en los problemas de gobierno, con el lógico deterioro que pueden significar las alternativas de conducir un país que afronta su más grave crisis económica. Según una versión, Alsogaray habría convencido a Alende para que participe en esta salida presentándose a buscar electores en la Capital Federal, Buenos Aires y Tucumán.
*Según la mecánica que se aplica en algunos países donde rige la representación proporcional, es elegido presidente en los colegios electorales el candidato más votado por el pueblo. En este caso, el candidato sería, para todos los observadores, el doctor Solano Lima. Pero esta mecánica no rige en la Argentina. Hay quien opina que la UCR del Pueblo, de no salir triunfante, podría adoptar este temperamento como contribución al fortalecimiento de normas democráticas y dentro del supuesto de que sus electores no pueden participar en un acuerdo de trastienda en el cual no estuviera representada una gran parte de la ciudadanía argentina y la casi totalidad de la clase trabajadora, que se estima votará por el Frente Nacional. Algunos dirigentes de la UCRP piensan que les resultaría más conveniente apoyar a Solano Lima que a Aramburu. Si Solano Lima es presidente —reflexionan—, la UCRP será el partido más fuerte de la oposición y, además, puede obtener ventajas provinciales de un "acatamiento" al candidato más votado. Este acatamiento a la voluntad popular no los convierte en oficialistas. Pero si Aramburu es presidente con los votos de la UCRP a pesar de no haber sido el candidato más votado por el pueblo, la UCRP sería absorbida por el oficialismo y se diluiría como partido, en beneficio del aramburismo; los frentistas capitalizarían la oposición y la UCRP comprometería su futuro político. Estiman, además, que si Solano Lima es el candidato más votado, se producirá un fenómeno psicológico que hará muy difícil a los electores de los partidos minoritarios—y sobre todo a los electores de la UCRP que basan su propaganda en la difusión de contenidos populares— desacatar la voluntad de la mayoría, aun cuando técnicamente esa mayoría sea solamente la primera minoría. "¿Pensaron ustedes que los canillitas van a gritar la noche del 7 de julio que ganó Solano Lima?", hacía notar un radical del Pueble a correligionarios suyos en el local del Comité Nacional. Para la opinión pública, una decisión de ese tipo —elegir presidente a Aramburu cuando el que ganó fue Solano Lima— produciría un efecto parecido a la anulación de las elecciones del 18 de marzo.
*En caso de que ninguna agrupación obtenga la mayoría absoluta, los observadores estiman que el Frente Nacional tendrá el 45% de los electores; Illia el 20 % y Aramburu el 15 %.Le quedaría todavía a la UCRP otra salida para consagrar una vez más su clásica tendencia a la independencia de criterio, a no entrar en combinaciones de dirigentes y a respetar la voluntad popular: votar en los colegios electorales por sus propios candidatos. En este caso, sin acuerdos previos, los
colegios electorales no podrían proclamar al presidente. La elección pasaría a una sesión de la Asamblea Legislativa (senadores y diputados nacionales reunidos en forma conjunta). Según la Constitución, la Asamblea Legislativa podría elegir presidente únicamente entre las dos personas que hubieran obtenido mayor número de sufragios, a pluralidad absoluta de votos y en forma nominal. Es decir, tendría que elegir entre Solano Lima e Illia. Si se produce empate, debe repetirse la votación, y si hay nuevamente empate, debe decidir el presidente del Senado. Pero solamente podrá hacerlo por uno de los dos candidatos más votados por los colegios electorales, que son los únicos que llegan a la consideración de la Asamblea Legislativa.
De modo que si se llega a la Asamblea Legislativa, desaparecen totalmente las posibilidades del general Onganía.
Resulta curioso señalar que todas estas observaciones y especulaciones, que responden hasta donde es posible a la realidad y a las tendencias en juego, son totalmente desechadas por muchos expertos y por gran parte de la opinión pública. Se estima así que en caso de que ningún candidato obtenga la mayoría absoluta, la inquietud militar —bastante agudizada ya en estos momentos— llegará a un climax de tal magnitud, que necesariamente se deberá obtener un compromiso con las Fuerzas Armadas antes que se reúna el Colegio Electoral. Este compromiso sería elaborado entre las principales agrupaciones políticas (presuntivamente Frente Nacional y UCRP) y las Fuerzas Armadas, para garantizar al país seis años de gobierno estable. Y es aquí donde podría aparecer definitivamente la figura del general Onganía.
PRIMERA PLANA
18 de Junio de 1963

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