Revista Siete Días
Ilustrados
24.02.1969 |
Humor, agresividad, erotismo, ternura... No cualquier
argumento es eficaz cuando se trata de convencer a
determinado público. La elección acertada de una campaña es,
unas veces, fruto de hondas investigaciones; otras, de
intuiciones geniales. Casi siempre los éxitos son
espectaculares aunque efímeros.
"Es terrible, ya no se puede ver televisión: cuando estoy en
lo mejor de los avisos viene siempre un programa a
interrumpirlos". El disparate, un chiste del corrosivo
humorista norteamericano Art Buchwald, detecta en realidad
los alcances de un fenómeno que, en la Argentina, devora
anualmente cientos de millones de pesos, crea nuevas
necesidades e incursiona con insolencia en los intrincados
campos de la psicología, la sociología y el arte: se trata,
claro, de la publicidad, esa absorbente maquinaria que marca
el ritmo de vida de la sociedad occidental. El parloteo de
Buchwald demuestra, por otra parte, que los niveles
alcanzados por los creativos publicitarios para comunicar
sus mensajes logran tan alta calidad artística que, ante
ellos, suelen desmerecerse las filmaciones televisivas y aun
las cinematográficas. "La publicidad es el arte del ingenio
condicionado a los objetivos de un producto", definió Héctor
Solanas, presidente de la agencia Grant Advertising. No
pocos 'admen' argentinos entrevistados por SIETE DIAS
exageraron: "Arte, sensualidad, poesía. Para concebir un
aviso es necesario sumergirse en ellas".
¿Cuáles son las estratagemas básicas para que un aviso
publicitario culmine en boom? ¿Cuáles los caminos que hay
que evitar para que no fracase la venta de un producto? ¿Qué
medios —revistas, televisión, murales— prefieren los
publicistas para sus campañas? ¿Cómo se elabora una campaña?
Estos y otros interrogantes movilizaron a dos redactores de
SIETE DIAS a lo largo de casi dos semanas, durante las
cuales intimaron con creativos, executives, modelos y
técnicos de la publicidad.
LA ERA DE LOS AUDACES
"Señoras y señoritas: Sheid's Ovarín es el específico eficaz
para vuestras dolencias. El frasco cuesta 4 pesos. Los
folletos explicativos se mandan gratis en sobres cerrados, a
toda persona que lo solicite". El aviso, publicado en 1920
en la revista Caras y Caretas de Buenos Aires, aparece
firmado por el gerente de los laboratorios Sheid's. Es una
velada exhortación, un tímido mensaje personal que se
refugia en la solemnidad. Hoy, en los posters callejeros
puede leerse: "Soñé que detenía el tránsito con mi corpiño
Maindeform". La imagen que acompaña a este texto: una
esbelta muchacha cruzando la calle, vestida sólo con corpiño
y pollera. "Se sintetizó en este aviso la fantasía
inconsciente de muchas mujeres que sueñan con su desnudez en
medio de la multitud, exhibición que propicia las
conquistas", afirmó un ejecutivo de la agencia publicitaria
que concibió el aviso. Pero la audacia de los nuevos
publicistas no recala necesariamente en el erotismo. Hay
otros salvoconductos pana el éxito.
Los hombres de Grant Advertising acuñaron, por ejemplo, la
frase "el sabor de Buenos Aires" para promocionar a los
vinos Peñaflor. Es decir que se intentó vender vino obviando
características que, hasta no hace mucho, inclinaban la
balanza de los pedidos por parte del público: origen y
procedencia de la bebida, lugar de elaboración y
fraccionamiento. Los creativos de Grant machacaron con
insistencia: en cada film, en cada aviso gráfico, en los
murales callejeros se rescataba la frase. "Queremos venderle
vino al porteño y no al mendocino", explica Solanas. La
producción cinematográfica de Peñaflor costó 4 millones de
pesos. Octavio Gettino (premio Casa de las Américas, Cuba,
por su libro de cuentos Chuleca; codirector del film 'La
hora de los hornos', premiado en Pesara, Italia) fue
director de los once comerciales emitidos por televisión.
Este es un ejemplo de cuáles son los objetivos de la
publicidad en la Argentina: tanto como Gettino, cientos de
cineastas y poetas atosigan las oficinas de las agencias de
publicidad. El producto de sus elucubraciones se mide en
cifras millonarias: en 1968 se vendieron en Buenos Aires y
alrededores unos 300 millones de litros de vino común de
mesa, 32 de los cuales se elaboraron en las bodegas de
Peñaflor, cuyos dueños invirtieron durante todo el año 150
millones de pesos en publicidad.
El vino común y los cigarrillos son los productos que
engendran más avisos; lo hacen, por otra parte, in eternum,
porque por sobre un cigarrillo que ha ganado el mercado,
trepa inmediatamente otro que quiere hacerse conocer. El
pasado fue —como se sabe— el año de los infieles. La frase
"Sea infiel", producto de los creativos de la agencia De
Luca Publicidad logró vender, durante los primeros tres
meses de 1968, 14 millones de paquetes Master 91, los
primeros cigarrillos que intentaron quebrar el largo reinado
de los Jockey Club entre los fumadores argentinos. ¿Cómo
nació la frase? "Los Jockey vendían 30 millones de paquetes
mensuales, cifra que nos indicaba que el grueso de los
fumadores se inclinaba por ellos. Los creativos de la
agencia llegaron al «Sea infiel» porque durante todas las
conversaciones muchos de ellos repetían monótonamente «Yo
soy fiel a Jockey». Finalmente, la frase fue un éxito:
logramos excitar la infidelidad potencial de los fumadores
de cigarrillos rubios".
Para Hugo Cáceres (director de De Luca) la publicidad ya
adquirió los caracteres de una profesión-ciencia, "donde
todo responde al marketing. El objetivo del publicista es el
de comunicarse con un público determinado, un público del
que conoce —por las investigaciones realizadas— su edad, su
sexo, su nivel socioeconómico. Esta tarea está a cargo de un
grupo de sociólogos, contratados a tal efecto por la
agencia. El paso posterior es indagar la motivación de ese
mercado potencial; se conforma para eso un grupo de 7 u 8
personas representativas del público al cual se destinará el
producto; ese grupo es sometido a varias sesiones de
averiguación motivacional mediante la grabación de
conversaciones que luego serán interpretadas por
psicólogos". Es de esta manera como se descubren los
semiocultos resortes que dirigen la conducta de la gente, su
manera de pensar, de sentir. Elementos indispensables para
saber cómo enfocar el mensaje publicitario, cómo
presentarlo.
EL FUROR DE LOS JINGLES
Desde los albores de la televisión en la Argentina, los
jingles tienen vital importancia en publicidad. Fue
precisamente De Luca una de las primeras agencias que logró
publicitar sus productos de esa manera: hace 12 años,
Guillermo Brizuela Méndez y Nelly Prince protagonizaron uno
de los primeros jingles en vivo realizados para la TV, el de
los muebles Eugenio Diez. Hoy, la especialidad se enriqueció
con el aporte de los estudios de mercado, que también se
utilizan para seleccionar el tipo de mensaje a elaborar por
los publicistas. "Los jingles son pegadizos e influyen en
los niños: nada mejor para un producto que el chico se la
pase todo el día cantando su publicidad", enfatizó Cáceres.
Pocos creativos se dedicaron al jingle con tanto ahínco como
Eduardo Schejtman (27, chaqueño), quien desde hace 5 años y
por fortuitas circunstancias remontó los caminos de la
publicidad. Schejtman tenía 22 años cuando dirigía una
pequeña orquesta que actuaba en un show del canal 7. Un
amigo le pidió que le compusiera la música para un jingle.
Luego de varios y frustrados intentos logró que ése, su
primer cliente, aceptara la canción. A partir de entonces,
Schejtman olvidó la música y llegó a componer cerca de 1.400
jingles. Durante 1966 batió todos los récords: salió de sus
manos un promedio de tres canciones publicitarias por día.
"El único problema que tengo —señala— es que en mi trabajo
las creaciones de hace unos meses son ahora viejas,
obsoletas. El mejor jingle del mundo no aguanta un año.
Insistir con su repetición puede culminar en estrepitosos
fracasos. El jingle es, siempre, la clave de la aventura
publicitaria: un buen jingle revive la campaña más mediocre;
uno malo la sepulta". Su exceso de confianza en los jingles
le permitió crear, entre los más famosos, los de Seven Up,
Bols Ambar, Vinos Resero, Chevrolet, Alpargatas, diario La
Nación, Canal 13 y Shell.
Sin embargo, un jingle no es —por supuesto— el desiderátum
de la publicidad. Hay agencias que prefieren volcar
íntegramente sus campañas en diarios y revistas, por
considerar que "la gráfica crea una imagen mucho más seria
de ciertos productos y posibilita que éste 'entre' en el
público, no sólo visual y auditivamente sino también de
manera intelectual: los lectores necesitan ser convencidos
de la calidad del producto que se les ofrece y nada mejor
para ello que apelar al texto escrito", explicó Juan Carlos
Gálvez (29, directivo de la agencia Raport, formada por un
grupo de escritores jóvenes, tres poetas y un cineasta). Por
otra parte, "la tendencia que se impone actualmente —según
Hugo Cáceres— se basa en la idea de hallar un lenguaje
simple, que está en la gente, un lenguaje que manejan
personas de distintos niveles sociales y que no llega a ser
grosero ni populachero. Ejemplos al canto: «Esta colonia
mata», «. . .tiene un perfume bárbaro», palabras cotidianas,
comunes a todos los públicos".
BOHEMIA, INTUICION, ROMANTICISMO
"Yo pertenezco a aquella carnada de los creativos casi
románticos que, fundamentalmente, salíamos a la calle para
ver la gente, para interpretarla y luego discutíamos las
ideas alrededor de la mesa de un café hasta la medianoche",
añoró Ricardo Antín, uno de los directores creativos de
Walter Thompson, agencia que en 1968 facturó en Argentina
alrededor de 2.500 millones de pesos en publicidad. Como en
todos los reductos publicitarios, los cerebros de Walter
Thompson echan mano a los análisis de mercado y las
reuniones motivacionales, aunque siguen sosteniendo —según
las enseñanzas del norteamericano William Beurbach— que "el
elemento esencial de un creativo es su intuición".
Con intuición y el apoyo logístico de la sociología y la
psicología, los encargados de promocionar productos parecen
haber descubierto que las tres características esenciales
del argentino son: la seguridad, el éxito y la necesidad de
afecto. Por eso, el mensaje ideal es aquel que "hace vibrar
al consumidor"; la otra puerta de acceso a la complacencia
del público es, obviamente, el erotismo. Antín, sin embargo,
encuentra dos posibilidades dentro de esa tendencia: la del
erotismo serio, ortodoxo, utilizado por ellos en el mensaje
de Ice Blue Acqua Velva. Aparece allí una mujer de rostro
cálido en medio de un parque invernal, junto a dos perrazos
de aspecto severo; en una segunda escena se ve a un hombre
recio, con el torso desnudo, usando el Ice Blue; la tercera
era precedida por el ladrido de los perros que presagiaba la
cercanía del hombre; en la cuarta, el hombre llega junto a
la mujer y la abraza, mientras ella, entornando los ojos,
murmura con voz ronca: "Debería haber una ley que me proteja
de los hombres que usan Ice Blue Acqua Velva". En la última
escena el hombre y la mujer se recuestan sobre un tronco, en
tanto que los perros jadean.
Otra concepción del erotismo publicitario —el erotismo
tomado en broma—, se aplicó en el aviso de la crema de
afeitar Williams. "Tratamos de ofrecer —cuenta Antín— la
imagen de una mujer bella pero posible para el espectador.
Lo que también hace más verosímil la propaganda". En la
primera escena se ve una muchacha nada sofisticada,
aparentemente desnuda. Se niega a creer que el gigantesco
tubo que el hombre tiene en la mano sea el envase de una
crema de afeitar; en la segunda dice que no puede admitir
que haya tanta crema de afeitar en un solo envase; en la
tercera, él repite que esa crema tiene duración para cuatro
meses; cuarta escena: para convencerla el hombre se abalanza
sobre ella y comienza a echarle el contenido del tubo sobre
el cuerpo, mientras la muchacha trepida entre risitas
nerviosas. En la escena final, totalmente cubierta por la
crema, ríe y se refriega alegremente las manos por el cuerpo
embadurnado. El mensaje, de veinte segundos de duración,
conformó a los responsables: publicitar la cantidad y
trabajar sobre la idea de erotismo poco solemne.
HUMOR Y AGRESIVIDAD
Para Luis Yadarola, director creativo de Agens, los dos
elementos básicos de sus mensajes son el humor y la
agresividad, claro que "el humor como una diversión extra
que va de yapa con el aviso, ligado al producto y no
disociado; un humor que no oculte al producto". Eso fue lo
que llevaron a cabo con Martini, el impetuoso: cambiar la
imagen que el público tenía de ese vermouth. La agresividad,
en cambio, no está dirigida a provocar escozores entre el
público, sino a lacerar indirectamente a la competencia. "La
estrategia —entiende Yadarola— consiste entonces en
argumentar, en dar a los avisos un carácter axiomático. El
mensaje de leche Sancor, por ejemplo, comienza estableciendo
que «para elaborar la mejor manteca se necesita la mejor
leche», una verdad desde todo punto de vista irrefutable.
Ese es el trampolín que permite agregar, inflexiblemente:
«Pida leche Sancor»". Otro caso de la ostensible agresividad
aplicada por Agens fue el aviso de la compañía de aviación
Austral-Ala, en el que la publicidad se deslizaba por detrás
de un imperativo: "El norte no admite demoras". A renglón
seguido aparecía el auténtico mensaje: "Austral tiene vuelos
diarios al norte del país".
Los métodos de Osvaldo Castagna y Astur Morsella, de Nexo
Publicidad, tienden a objetivos aparentemente más formales;
la consigna es sintetizar, intentar decirlo todo con la
menor cantidad de palabras; una sola palabra es el ideal.
Algo de eso ocurrió con la propaganda de la pick-up
Chevrolet. Durante dos años se había insistido en decir que
esa pick-up era la más resistente, la más dura, la más
fuerte. Para reforzar la publicidad la agencia organizó el
operativo "gauchada Chevrolet", recorriendo el país y
haciendo demostraciones de las bondades del producto.
"Después de dos años —recuerda Castagna— apareció la palabra
Brava, que para los argentinos posee infinidad de
connotaciones, aunque esencialmente significa valiente".
UN ROSTRO EN LA MUCHEDUMBRE
Los complicados engranajes publicitarios desembocan, casi
sin excepción, en los miembros de un reciente sindicato: los
modelos. Según estima Osvaldo Castagna "un creativo debe
sentirse tan cómodo en un palco del teatro Colón como sobre
los
tablones de la cancha de San Lorenzo". A los modelos parece
no ocurrirles lo mismo. Horacio Bustos (29, casado con una
colega, Marta Cerain) admite ser "muy exigente" en la
elección del trabajo. El tipo de producto que debe
publicitar, la ropa utilizada, los gastos que eso exige, son
elementos cuidadosamente estudiados. Por otro lado, tiene
especial cautela en no aparecer en avisos de productos
competitivos. Tal vez lo haya aprendido cuando se presentó a
una prueba para los cigarrillos Parliament, sin tener en
cuenta que dos años antes había posado para LM. Cuando en la
agencia revisaron las pruebas, fue reconocido por un
memorioso que decidió prescindir de sus servicios. La causa:
"Ya había hecho otros cigarrillos". "Por la publicidad del
whisky Kings Archer, elaborado por Cinzano —recuerda Bustos—
cobré cien mil pesos, y no me quejo. Pero los clientes y las
agencias deberían tener en cuenta que, aunque en el contrato
no esté estipulado, la exclusividad es inherente. Old
Smuggler, Warren o Robert Browns ya no pensarán en utilizar
mis servicios".
Con otras intenciones, Maisabé (25, soltera, locutora,
modelo y animadora) confesó que después de haber hecho
cuatro cortometrajes para el frigorífico Swift recibió el
ofrecimiento de exclusividad y decidió rechazarlo porque
"cuando los que damos la cara y la voz para publicitar un
producto somos identificados excesivamente con una marca,
perdemos la posibilidad de otros trabajos".
Marta Cerain (la inefable señorita Paredes) exalta las
dificultades del oficio: "Una vez fui citada a las dos de la
tarde en los estudios de Argentina Sono Film para rodar un
aviso. Cuando llegué aún no se había iniciado la
construcción de los decorados. A las 15.30 estuvieron listos
pero esperamos hasta las 5 de la tarde porque tenía que
supervisarlos el cliente. Por supuesto, hubo algo que no la
convenció y solicitó varios cambios. Cuando los utileros
comenzaron las modificaciones del decorado se rompió una
opalina y no se pudo conseguir otra hasta las 9 de la noche.
Después se rompió un espejo y hubo que encontrar otro. La
filmación comenzó a las tres de la madrugada". Pese a los
modernos métodos de investigación utilizados por las
agencias publicitarias, los modelos las acusan de apelar a
la improvisación: "Es obvio que esta improvisación —suaviza
Bustos— no se da sólo en publicidad sino que es más bien una
costumbre porteña. Se curaría si se trabajara como en
Estados Unidos, donde el modelo cobra por hora".
No pocos críticos desmerecen la labor de los 'admen' y sus
colaboradores. Existe una concepción generalizada de que el
publicista (y por tanto los modelos) violentan las
conciencias del público consumidor. "Es cierto que a veces
no se vende solamente un producto —confiesa Schejtman—; en
el caso de ginebra Llave nosotros vendimos un 50 por ciento
de ardillitas y un 50 por ciento de ginebra. Especulamos con
la inocencia de los animalitos para impactar al consumidor".
Esta misión de la publicidad (de reemplazar las fantasías,
las aspiraciones, los gustos de la gente por las verdaderas
razones que deben pesar para la venta de un producto) son
harto analizadas por los sociólogos. Muchos expertos buscan
todavía los caminos que no conduzcan al engaño. Obviamente,
el ingreso de cineastas y poetas al campo publicitario marcó
un nuevo rumbo: "La publicidad actual no robotiza a nadie
—enfatizó el director creativo de Agens, Luis Yadarola—; el
consumidor ya tiene en sí la vocación de comprar. Nosotros
sólo lo orientamos para que compre tal o cual producto, nada
más. No se puede estar en contra de la publicidad en sí,
sólo porque ésta actúe directamente sobre las masas. Con el
mismo criterio habría que estar en contra del periodismo, de
la televisión, de la política".
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Durante el rodaje de un corto publicitario para Quilmes;
clima hogareño para conquistar el mercado familiar.
Una filmación para Saint Café
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El cine publicitario incorporó directores de reconocido
prestigio. Luis Yadarola, admen de Agens: "Conjugar humor y
agresividad"
Schejtman, 1400 jingles
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