Revista Primera Plana
04.12.1962 |
Suena el timbre y, al abrir la puerta, una mujer anuncia:
"Soy una entrevistadora del Instituto IPSA". O bien, suena
otro timbre, el del teléfono, y al atender una voz pregunta:
"¿Tiene televisor? ¿Qué programa está viendo en este
momento?". Así se inicia una operación cautelosa, monótona,
que desemboca en un sustantivo inglés de seis letras y
polemizado alcance: "rating". En dos años, el vocablo se ha
impuesto para caracterizar, de alguna manera, el
establecimiento y desarrollo de una Industria: la
televisión. En dos años, el vocablo trascendió los núcleos
interesados, para jugarse en el plano de la promoción y la
publicidad y para regresar, tiznado de leve exotismo, a
quien firma su partida de nacimiento: el público. "Rating"
significa, según Appleton, proporción, porcentaje, tanto por
ciento, clasificación, rango, grado, clase. Significa, en
otro lenguaje, el de las inversiones, la presunción de un
éxito o de un fracaso. Porque las dos escenas descriptas más
arriba —la visita y la llamada telefónica— son apenas los
prólogos de un mecanismo denso y de contemporáneas
implicancias. Hoy, la televisión no es el juguete
parcialmente vistoso de la década del 50, la caja de Pandora
abierta para la fortuna de todos. Hoy, la televisión es un
banco organizado y tiene que mirar muy bien a quién recibe
depósitos y a quién le entrega sus dividendos.
40.000 manzanas
En la calle Viamonte 723, un hombre de 37 años, casado,
aspira el humo de su pipa y admite: "Ningún método de
medición de audiencia es exacto. Hay que buscar, entonces,
el que más se aproxime a la verdad. Investigamos todos los
métodos y llegamos a la conclusión de que el mejor era el
del "diario". Inclusive, lo perfeccionamos, porque en
Norteamérica se realiza utilizando el correo, y aquí lo
hacemos personalmente; eso nos permite obtener resultados
más periódicos. En Norteamérica, en cambio, sería
prohibitivo; deben conformarse con el correo y hacer
estadísticas mensuales". I. Miguel Gorfinkiel proporciona,
en seguida, otros datos sobre IPSA, el instituto que dirige
y que fue fundado en octubre de 1959. Ocupa los pisos 5º y
7º del edificio, aunque pronto se trasladará a nuevas
oficinas en Bartolomé Mitre y Maipú. IPSA no sólo trabaja en
mediciones de audiencia, sino en otros tipos de
investigación de mercado. De la televisión se ocupa desde
1960, como consecuencia de la apertura de los nuevos canales
y la aparición de la competencia. IPSA mantiene un servicio
diario exclusivamente para las emisoras; otro, semanal y un
tercero, mensual, que llegan a las estaciones, a las
agencias de publicidad y a las empresas, en total 43
suscriptores. El primero de estos servicios cuesta $ 40.000
mensuales, y los demás, $15.000 y $ 6.000, respectivamente.
IPSA destina, a la medición de audiencias, un equipo de 35
empleados y 30 encuestadoras, plantel mayoritariamente
femenino: la propia esposa de Gorfinkiel desempeña un cargo
ejecutivo en la institución.
El proceso comienza con el sorteo de las manzanas que
constituirán la "muestra" —es decir, la parte que representa
al todo, la base de la medición—, de la cual se desprenderá
el "rating". A tal efecto, se ha dividido el plano de Buenos
Aires y Gran Buenos Aires en manzanas: son, en total,
38.894, de las cuales 10.500 pertenecen a la Capital. Se
calcula que, al ritmo actual, se necesitarán 10 años más
para que todos los hogares queden encuestados. El sorteo se
efectúa mediante un procedimiento especial, a fin de
investigar 40 manzanas por semana (11 en Capital, 29 en las
zonas suburbanas). Cinco equipos —cada uno está integrado
por cuatro mujeres, pues así se evita el lógico rechazo que
provocaría el personal masculino— despliegan esta labor, dos
en Buenos Aires y tres en los alrededores. Elegidas las
manzanas, se da el primer paso: la entrega del "diario", un
cuadernillo de tapas verdes, con una hoja para cada día de
la semana, donde los poseedores de aparatos deben anotar la
siguiente información: qué canales y programas ven cada
cuarto de hora; composición de la audiencia, según sexo y
edad; opiniones acerca de las emisoras (muy buenas, buenas,
regulares y malas); sugerencias de cualquier tipo sobre la
marcha de las programaciones. Un día después, visita el
hogar una supervisora, cuya tarea consiste en verificar si
los informantes cumplen con corrección; al cuarto día, pasa
una "retiradora", que se lleva las hojas ya listas y, a la
semana de empezado el trámite, se recogen las planillas
restantes. Cabe destacar que el promedio de cuadernillos
entregados es de 90 por día.
El horno del "rating"
Cuando los cuadernillos regresan a las oficinas de IPSA, se
procede a su revisación para convalidarlos o invalidarlos.
Se calcula que un 20 por ciento de los hogares entrevistados
no colabora: 1) se niega directamente; 2) cubre mal las
planillas; 3) se olvida. La revisación deja en claro la
información que puede utilizarse. Entonces, se desarrollan
los cálculos para el servicio diario. Dividiendo el número
de hogares que sintonizan un programa o canal, por el número
de hogares con televisores que fueron entrevistados, se
logra el primer porcentaje, lo que se denomina el "rating".
Otra división, número de hogares con aparatos encendidos
sobre número de hogares con televisores, proporciona el
"total de encendidos". (Al mismo cómputo se arribará sumando
los "ratings" antes conseguidos.) Para medir la popularidad
relativa de un programa, se divide luego el "rating" de
dicho programa por el total de encendidos, determinándose de
esta suerte la "proporción de auditorio". Finalmente,
dividiendo el número total de personas que miran la audición
X por el total de aparatos encendidos en X, se tendrá la
composición del auditorio. Un ejemplo inventado: de 300
hogares con televisor encuestados, 30 miran el Canal 7; 60,
el 9; 60, el 11;y 90, el 13. Los porcentajes serán,
respectivamente: de 10, 20, 20 y 30. La suma, 80, es el
total de encendidos; la porción de audiencia: 12,5, 25, 25 y
37,5.
Mientras se producen estos cómputos diarios, las
informaciones de los cuadernillos se encaminan a un sistema
de volcado diseñado por la compañía Remington (se intentó
hacerlo mediante las máquinas IBM, pero el excesivo costo
hizo desistir del proyecto) . Se utilizan carpetas con
largas fichas desplegables: cada ficha corresponde a un
cuatro de hora y cada carpeta a un día determinado. Los
resúmenes del servicio diario producen el semanal (al que se
añaden gráficos de sintonía y "ranking" de programas) y la
recopilación se encuentra en el servicio mensual, donde los
índices se calculan ya no sobre la base de la "muestra"
diaria, sino de la "muestra" mensual.
Todo el material es impreso con mimeógrafos eléctricos,
encuadernado, y enviado a los suscriptores bajo la forma de
una carpeta apaisada, de 34 x 22 centímetros: éste es el
"videómetro IPSA", uno de los suministros regulares de
medición de audiencia.
Habla el público
Ya dijimos que IPSA, en sus cuadernillos, coloca una página
para permitir que los informantes expongan críticas o
sugerencias sobre la programación de los canales. He aquí
algunos recientes comentarios, textualmente transcriptos:
• Es conveniente que cualquier canal se imponga para
televisar fútbol, en horas de los partidos, ya sea sábado o
domingo, como se hacía antes. Si uno tiene televisión es
para ver todo. También sería humano, para que ciertas
personas que, por una u otra cosa (enfermos, etc.) no pueden
ir, puedan verlos por el aparato; esto, creo que es humano y
no que por ciertas personas interesadas no se televise en el
momento en que juegan.
• ¿Por qué en la propaganda se repite en "off" verbalmente
los nombres y direcciones que aparecen en la pantalla? ¿Será
para beneficio de los televidentes analfabetos? ¿Por qué
cuando 2, 3 ó 4 locutores prueban el postre X hacen tantos
visajes y aspavientos?
• Como caso primordial, sugerimos que para la cultura y
mejor enseñanza de moralidad en los televidentes (o sea
pueblo) se corrija con todo rigor (en las locutoras) la
excesiva y alarmante cortedad de las polleras, porque,
cuando se sientan, ofrecen un bochornoso espectáculo que
ofende el pudor y las buenas costumbres de los hogares,
donde tanto queremos cultivar y conservar el recato y buenas
costumbres. En un número artístico no inmiscuimos nuestra
opinión, porque se mira y admira el arte.
• Creemos que la televisión no es aprovechada o no se han
dado cuenta aún sus dirigentes de sus verdaderos alcances
como instrumento de cultura. Este es un país absolutamente
indisciplinado, y la televisión, en lugar de ponerse en un
papel rector, se ubica en el cómodo pero estático papel de
"darle el gusto a las masas, hacer lo que al público le
gusta".
Otras voces, otros ámbitos
La influencia que sobre agencias, canales y patrocinadores
ejercen los "ratings" de televisión, puede simbolizarse en
este domicilio: Bartolomé Mitre 2227, piso 1º.
Allí funciona el Instituto Verificador de Audiencia (IVA),
creado en noviembre de 1961 con el fin de mantener, en forma
regular, una organización de medición de audiencia de
televisión manejada y sostenida "por los tres sectores
interesados en conocer el valor relativo de la televisión
desde un punto de vista artístico, publicitario y comercial,
a la vez". Máximo J. Sáenz, de 51 años, veterano de la
propaganda, actual gerente de IVA, recuerda que la idea de
fundar esta institución privada surgió, hacia fines de 1960,
de la Cámara Argentina de Anunciantes se concretó ataño. Se
decidió emplear el método conocido como "coincidental
telefónico", al que se juzgó más aproximado a la verdad y
más compatible, entre otras causas, porque: todas las tareas
se realizan en la misma oficina, permite una supervisión del
trabajo en cualquier instante, los cómputos se pueden hacer
inmediatamente después de cada media hora de consultas.
El IVA dispone de 8 teléfonos, y la encuesta se practica de
16 a 23 horas; se efectúan unas 20 llamadas cada 15 minutos
y al finalizar el día se totalizan alrededor de 4.500, de
las cuales, una tercera parte resulta negativa y se desecha.
Hay dos equipos de telefonistas, integrados por 22 personas
en total; uno opera de lunes a viernes y el otro, sábados y
domingos. Trabajan una hora y media y descansan media, y su
labor es supervisada por una jefe, que tiene acceso a todos
los aparatos por un intercomunicador. El IVA, cuyo
presupuesto mensual es de S 500.000, tiene 40 empleados,
además de los 22 telefonistas, 4 "planillistas", 3
"calculistas", 2 "tabulistas", 5 administrativos, 3 jefas de
departamentos y una dactilógrafa. El aporte de los afiliados
es el siguiente: canales (están los 4), S 100.000 c/u;
agencias de publicidad (hay 21), S 4.000 c/u.; anunciantes
(20), $ 3.000 c/u.
La guía de teléfonos es el punto de partida de las encuestas
de IVA, como el plano de Buenos Aires y alrededores lo es
para IPSA.
Algunas comparaciones
Hubo necesidad de expurgar esa guía para dejar, únicamente,
los números que corresponden a hogares: son unos 450.000 en
la Capital y suburbios. También, con un procedimiento
especial de sorteo se eligen las casas a las que se
entrevistará y se preparan listas de 20 números. Como dato
curioso se indica que esos 450.000 teléfonos fueron
consultados dos veces en el año de existencia de IVA. Al
cabo de las siete horas de llamadas, se realizan los
cómputos del servicio diario (destinado exclusivamente a los
canales y que no reviste valor estadístico); son dos: el
"rating" y la "porción de audiencia". Luego, se realiza el
cálculo mensual, que incluye: resumen del total de audiencia
por cada día y media hora; por día, media hora y canales; y
por días y programas. Como IVA es una entidad privada, no se
formulan "rankings" de emisiones. La operación general es,
aparentemente, menos compleja que la del método de
"diarios". En la junta directiva del organismo se hallan
representados los tres sectores ya marcados; en este
momento, además de las cuatro estaciones de televisión,
figuran también representantes de las empresas Odol,
Molinos, Colgate-Palmolive, Eugenio Diez, Crush, Siam,
Francesco Cinzano, Sydney Ross y La Martona; y las agencias
Mc Cann Erickson, Promotor, Yuste, Proventas, Castignani y
Burd, García Torres y Lotito, Nomarix y Publicidad CV.
Un cotejo de los cómputos propuestos por IVA e IPSA,
eligiendo un día al azar, exhibe diferencias mínimas. Para
los viernes de octubre se dieron estos "ratings":
IPSA - IVA
La campana de cristal (Canal 7) 7,1 - 11.3
Disneylandia ......... (Canal 9) 23.5 - 21.4
Platea hogareña ---- (Canal 11) 6,5 - 6,2
Viendo a Biondi ..... (Canal 13) 49.7 - 51,1
¿La coincidencia basta para aceptar ambos métodos de
encuesta? El tema ya no pertenece a esta nota. Lo cierto es
que diversos estudios efectuados en Norteamérica y en Gran
Bretaña confieren más ventajas a los sistemas de teléfono
(IVA) y de diarios (IPSA), con respecto a los demás tipos de
medición. Aquí, esa investigación de investigaciones no se
ha realizado todavía: piénsese que la Capital y el Gran
Buenos Aires no poseen un censo correcto. Pero si el
mecanismo de los cuadernillos merece críticas, el de las
llamadas cuenta también con sus detractores. Entre las
razones que se le oponen, figuran: 1) no todos los hogares
con televisión tienen teléfono; 2) no se obtiene información
sobre composición de la audiencia; 3) no puede conseguirse
información válida después de las 22 (IVA, sin embargo,
llama hasta las 23). Hay otra forma de encuesta
"coincidental", que se vale de consultas personales, pero
demandaría costos astronómicos.
Los métodos restantes de medición son dos: el de técnica
mecánica, que consiste en conectar en serie con el televisor
un aparato especial, el audímetro, que registra en una
cinta, minuto a minuto, encendido y sintonía. Lo aplica en
Estados Unidas la Nielsen National Televisión Index, aunque
sólo emplea 1.000 audímetros para todo el país. Y el sistema
de "recordación", basado sobre la visita diaria a los
hogares, donde se recaba información respecto de los
programas vistos el día anterior. El enemigo de este
procedimiento, al parecer, es la voluble memoria de los
espectadores. Un dato curioso: en Inglaterra, la edición de
los "ratings" va acompañada de una referencia al estado
climático de cada fecha; la lluvia o el sol marcan fuertes
cambios en las audiencias.
La Biblia y el palpito
La mayoría de los canales, agencias y empresas afiliados a
IVA están, además, suscriptos a IPSA (menos el 7, por falta
de presupuesto, y el 9). El Canal 13 tiene, inclusive, su
propio departamento de investigación. Darío Castel, director
artístico de Teleonce, opina así: "El beneficio más
importante de los "ratings" es que han desterrado el
pálpito. Creemos mucho en IVA y en IPSA. Trabajamos con sus
datos como si trabajáramos con la Biblia".
Roberto Presas, gerente de Yuste Publicidad, considera que
los "ratings" son "un acercamiento bastante correcto a la
realidad de lo que es tendencia dentro del ámbito abarcado.
Son fundamentales para orientar a los clientes".
Según el libretista Horacio Meyrialle los "ratings" son una
guía comercial. Pero la gran mayoría se expresa a través de
ellos y no se puede dejar de considerarlos. Además, las
cifras interesan al avisador. Como nosotros vivimos del
avisador, también nos interesan".
"Uno no puede sustraerse de averiguar cómo andan los
programas que escribe", dice el autor Aldo Camarotta.
"Consulto los «ratings» cada vez que puedo. Me llevo grandes
sorpresas. Pero significan una información de peso."
Teresa Blasco, actriz en ascenso, confiesa que el éxito de
una emisión "se palpa, no hace falta leerlo en una
estadística. Claro que conviene confirmar la impresión. Yo
lo hago continuamente, por eso me toman el pelo y dicen que
parezco una gacetilla: siempre conozco el «rating» de los
programas".
La ruta del "rating" se extiende un poco más allá: hasta el
público, que le da origen. A él vuelven sus preferencias
convertidas en números, fichas y planillas y, a veces, en
cambios de programas, supresiones, nuevas salidas. Unos
creen; otros, no. Es una alternativa tan válida como la de
Hamlet, pero, como se ve, muchos más fácil de resolver.
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Las mujeres tienen más éxito como encuestadoras: las
rechazan menos e inician mejor la operación cautelosa que
culminará con los "ratings"
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I. Miguel Gorfinkiel: en 10 años IPSA visitará todos los
hogares
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