Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Drogas fantasmas en la calle Corrientes
Revista Así
25.08.1970

Razia
Una joven detenida cuando se allanaba el bowling American, en la calle
Corrientes, entre Paraná y Montevideo, sufrió un ataque de nervios, siendo arrastrada a viva fuerza a un patrullero.

Una jovencita tuvo que sacarse sus botas para que fueran inspeccionadas y un japonés que apenas habla castellano fue detenido. Dos fotógrafos fueron a parar a la comisaría por registrar el ataque de nervios de una muchacha. Esto y bastante más ocurrió cuando comisiones policiales allanaron locales y confiterías de la calle Corrientes en la noche del jueves. Los procedimientos, que causaron conmoción, fueron ordenados por el juez Moras Mon, en busca de drogas heroicas y alucinógenos.

— ¡Esto es un procedimiento policial! ¡Las manos arriba de la mesa! ¡Nadie se mueva de su lugar!
Los clientes que ocupaban las mesas de la confitería El Foro, en la esquina de Corrientes y Uruguay, volvieron sus rostros, asombrados. Solo unos pocos habían prestado atención al grupo de hombres, todos de aproximadamente la misma edad, vestidos correctamente, con algún prurito de elegancia algunos, que ostentaban un aire indefinido pero patente de tener la misma profesión, y entraron al local acompañados por dos agentes de la comisaria 5ª.
Los encargados del bar pusieron cara de tragedia; los mozos no se inquietaron demasiado, y los parroquianos reaccionaron de diversas maneras; hubo entre ellos protestas murmuradas, fastidio, temor y hasta resignación irónica.
La sorpresa se había repetido por lo menos media docena de veces, en forma casi simultánea, en bares y confiterías del tramo más concurrido de la avenida Corrientes.
En forma paulatina, la mezcla de jóvenes de todo pelaje, parejas, personas que recién abandonaban sus trabajos y noctámbulos tempraneros que deambulaban el jueves a las 21 por la más mentada de las calles norteñas fue reaccionando con curiosidad v haciendo comentarios jocosos al operativo policial. Al cabo de una hora, Corrientes, desde la plaza de la República hasta Callao, hervía en un solo comentario exagerado: "La policía está allanando todos los bares en busca de drogas".

La Razia Semanal
Los procedimientos policiales, que configuraron un amplio operativo, se habían circunscrito a algunos locales, pero la imaginación de quienes paseaban su ocio los transformó en un allanamiento general de la avenida.
De inmediato, los curiosos apresuraron su paso, cruzando de una esquina a otra, en busca de negocios ocupados por la policía. Los habitantes habituales de ciertos bares recordaron de inmediato la noche del miércoles 12. En aquella oportunidad, un espectacular procedimiento realizado en el Instituto Torcuato Di Tella había finalizado con un pintoresco desfile de jóvenes de ambos sexos —pelilargos y vestidos con imaginación—, custodiados por severos policías, que marcharon por Florida rumbo a la comisaría más cercana.
Ocho días más tarde, las comisiones policiales se habían lanzado a la caza de drogadictos y abastecedores por la avenida Corrientes, nuevamente con los auspicios legales del juez doctor Moras Mon. Pero esta vez los resultados fueron mucho más pobres que la semana anterior: apenas ocho detenidos, seis varones y des mujeres. Las únicas drogas requisadas, según pudo saberse, fueron dos tubitos de Actemin, un conocido medicamento que se puede adquirir sin problemas en cualquier farmacia.

Pormenores
En un primer momento, una persona que dije ser policía informó a les periodistas que se habían realizado allanamientos simultáneos en numerosos locales. Mencionó concretamente la pizzería Banchero, ubicada en la esquina de Talcahuano y Corrientes; la Cabaña del Tío Tom, en esta última arteria al 1200; Bomarzo, en Cerrito, entre Charcas y Santa Fe; Hamlet, Paraná 340 y Politeama, en la esquina de Paraná y Corrientes. A ellas habría que sumar la ya mencionada El Foro y la confitería y bowling American, en Corrientes al 1570.
Sin embargo, al día siguiente los propietarios de La Cabaña del Tío Tom y de Banchero, llamaron a los diarios desmintiendo que sus locales hubieran sido allanados. En realidad, los procedimientos que pudieron certificar les periodistas fueron los realizados en El Foro, Hamlet, el bowling American y la confitería Politeama.
Sin duda, el procedimiento más espectacular tuvo por escenario a este último negocio. Agentes de la comisaría prohibieron la entrada y salida de gente, mientras casi una decena de policías de civil —de la Dirección da Investigaciones y de Seguridad Personal— Comenzaron a identificar y revisar a los parroquianos que atestaban el lugar.
Mientras tanto, en la calle se agrupó más de un centenar de curiosos, en su gran mayoría jóvenes de los que frecuentan el lugar, que observaban el procedimiento "con la ñata contra el vidrio", pero desde el lado de afuera. Casi parecían lamentar no estar adentro.
El momento más emotivo se vivió cuando los policías obligaron a una joven de minifalda a despojarse de sus coquetas botas, se supone que para verificar si no había escondido algo dentro de ellas. La muchacha, sumamente incómoda, se las ingenió para descalzarse sin ofrecer un espectáculo, verificándose que no ocultaba nada en sus botas.
Paulatinamente, los clientes de la confitería —previa identificación— eran dejados en libertad. Debido a la minuciosidad del interrogatorio a cada parroquiano, el procedimiento se prolongó desde las 21 hasta las 24. Alrededor de los 23, llegaron a la confitería la madre y la abuela de una de las jóvenes retenidas por los investigadores. Las dos mujeres increparon a los policías cuando se les informó que la chica, estudiante de teatro, de 16 años, sería llevada a la seccional. Un malhumorado oficial puso término a la discusión amenazando con "meterlas presas" a madre y abuela, que, prudentemente, optaron por una retirada estratégica.
La nota insólita la dio un joven japonés que estaba solo en una mesa y terminó durmiéndose sobre ella mientras se desarrollaba el procedimiento. Después, los policías se lo llevaron, en tanto que un comedido informaba a los curiosos de que el nipón hacía quince días que estaba en el país y no hablaba castellano.
A escasos 70 metros del Politeama en la confitería y bowling American, lugar frecuentado por gente del ambiente artístico, se produjo el único incidente más o menos violento de la noche. Los integrantes de la comisión policial interrogaron a una joven que aparentaba ser menor de edad, y decidieron detenerla. La muchacha fue presa de una crisis nerviosa y se resistió —arañando y pataleando— a que la sacaran del local. Sin demasiadas contemplaciones, los policías la arrastraron afuera y la metieron en un patrullero.
Cuando los fotógrafos Luis Gemelli y Aldo Martínez registraron la escena, atrajeron la atención de un cabo de la seccional 5ª quien vociferó: "¡Rómpanles las cámaras!" Por fortuna el deseo del suboficial no se cumplió y los dos reporteros gráficos tuvieron que lamentar únicamente el ser metidos a empujones en un patrullero y conducidos a la comisaria, donde fueron dejados en libertad sin que sus máquinas fueran tocadas, quince minutos más tarde.
A las 0.30, Corrientes había recobrado su aspecto habitual y de los allanamientos solo quedaba el comentario. En general, la reacción del público había sido más bien jocosa. De la media docena de personas que protestó contra el proceder policial, el más indignado fue un vendedor de vasos de whisky.
Perdí la noche —se quejó—. En todos los negocios en que quise entrar estaba la policía.

 

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Razia
Expectación frente a los negocios visitados por la policía
Razia
El procedimiento en la confitería Politeama fue el que más expectación suscitó. Más de un centenar de curiosos se amontonó frente a sus puertas y ventanas

 

 

Razia
Todos los parroquianos del Politeama fueron identificados.
Razia
En la confitería El Foro policías de civil identifican a los clientes. Aquí no se produjeron detenciones