Fue una cálida tarde de 1968, el 19 de abril, precisamente, a
las 2 en punto, cuando, secundado por la picaresca melodía de
"Muchacha de París", las chisporroteantes digresiones de Hugo
Guerrero Martinheitz levantaban vuelo una vez más. Pero esa vez
nacía una "rara avis" de la radiofonía argentina; su nombre: El
show del minuto. Ocho días después, la investigación
encargada por una importante empresa automotriz daba un
veredicto de asombro: el "rating" alcanzaba un 98,7 % de
audiencia. Con ese show se afirmó una nueva época de buen
gusto. También quedaron abiertas las puertas de un estilo hasta
entonces olvidado, que resucitó de sus cenizas los alicaídos
fulgores de la radiofonía argentina. Dos años de transmisión
ininterrumpida por LR3 Radio Belgrano, durante cinco horas, una
más que al principio, bastaron para que el vicio se haya
formalizado. Pero ahora Guerrero no está solo. Desde la segunda
quincena de marzo de este año, otro precursor del buen gusto
radial, Edgardo Suárez, se apoderó de las tardes en Emisoras
del Plata, versión remozada de la desaparecida Radio Libertad;
con 5 horas (300', 1800"), de Tiempo Insólito. Su cautivante voz
de por medio (quién se resiste cuando enfatiza su... ¡Hola. ..
pariente...!), una trayectoria radial restallante (Libertad en
la noche, música brava, Música muy inteligente, La nueva canción
en la noche de Belgrano) dieron a Tiempo Insólito los quilates
que hacían falta para encender la polémica. Es que conociendo el
predicamento de ambos, al público se le torna difícil la
elección. No atina a decidirse, a despojarse de los magnetismos
que atesoran Hugo Guerrero Martinheitz y Edgardo Suárez. Las
diferencias, sin embargo, son abismales; las características de
los programas, disímiles, pero en la intuición del oyente
—masivo a esas horas—, en los jugosos entretelones de la
radiofonía, se filtraron rumores de una guerrilla no declarada
entre ambos gliptodontes radiales, que día tras día alcanza los
ribetes de un enfrentamiento de personalidades. EXTRA, en el
afán de anticipar el desenlace, creyó oportuno unirlos en
pensamiento vivo a través de la requisitoria periodística. He
aquí los resultados:
-Desde hace un par de años la
radiofonía argentina pasa por una etapa de ascenso en su nivel.
¿Cómo, cuándo, dónde y por qué nació esta nueva manera de hacer
radio? Hugo Guerrero Martinheitz: La nueva manera de hacer
radio surgió desde El show del minuto, con el sistema de trabajo
mi y con la aplicación de ideas tamizadas por la idiosincrasia
latinoamericana y vueltas a tamizar por la psicología argentina.
Edgardo Suárez: La nueva manera de hacer radio surge con la
crisis de la TV, por su falta de renovación y también por el
transistor. Yo particularmente inició esto que hago ahora en
Tiempo Insólito o anteriormente en La nueva canción en la noche
de Belgrano, hace cuatro años atrás, en un programa bastante
recordado: Libertad en la noche. Pero de algo estoy seguro:
ninguno de los que estamos ahora fuimos los iniciadores de esta
manera de hacer radio. Los iniciadores son permanentes en radio.
-¿Hasta dónde puede llegar el poder de un sagaz showman radial
con 5 horas a su disposición? H. G. M.: No existe tal poder.
Aunque parezca mentira, quien busca poder se da contra la pared.
Ya está demostrado. E. S.: El poder destructivo a que se
puede llegar es terrible y mucho más cuando la gente comienza a
escucharte. Pero siempre es importante construir, no hacer
nihilismo; porque utilizar un medio así para destruir la cultura
es un crimen imperdonable. -Para mantener el arraigo de su
programa, ¿qué métodos utiliza; tiene en cuenta las cosas que le
gustan al público? H. G. M.: En principio es "top secret" que
responde a mi criterio absolutamente. Pero en líneas generales
hago una total improvisación, en la que indefectiblemente debe
participar el oyente. Es decir, el tratamiento de cosas reales y
no de ficciones, porque de alguna manera es eso lo que el
público quiere o necesita. Está ávido de ponerse al día o
recordar hechos o simplemente ser tocado en sus fibras más
intimas por las vivencias reales de quien le está hablando por
el micrófono. Esta es la nueva manera de escuchar radio. En
general, se trata de acercar todo lo bueno al micrófono. E.
S.: Esta es una improvisación preparada. En general, me dirijo a
un nivel generacional que va de los 14 a los 35 años, a gente
que posee una mentalidad más abierta y que no tiene tantas
cargas sociales con el pasado. Esto me permite a mi darles una
apertura hacia lo nuevo, hacia lo dinámico de la vida. La manejo
de acuerdo con las necesidades del día, de la hora, del clima.
Mezclo de todo: libros, revistas, música, reportajes,
comentarios, porque de alguna manera a uno le da la sensación de
que el mundo le golpeara en los poros de la piel; ir viviendo
las constantes de Buenos Aires. -Esta frase tan en boga de
estar comprometido con la realidad, ¿qué validez tiene para
usted, cómo se manifiesta en usted? H. G. M.: Se resume en mi
conducta de siempre. De hoy: Y si mis verdades me cuestan otra
vez el programa, pues otra vez empezaremos de nuevo. E. S.:
El hombre es producto de las circunstancias. Esta circunstancia
me indica a mi que el sector de público que se refugia en mi
programa busca que yo le dé aquellas cosas, aquellos temas
musicales, aquellas inquietudes literarias o culturales que
están consubstanciados con ellos. Ese es mi compromiso con la
realidad desde Tiempo Insólito. -¿Desde que por la tarde hay
dos programes radiales gigantes en el mismo horario, notó algo
especial; el público se divide; todavía hay público para ambos,
o bien se está en camino de una competencia tipo TV? H. G.
M.: En primer lugar, hay que aclarar que no son dos programas
idénticos. En este país hay mucho público que está ávido de
poder comparar pero que en ningún momento se divide. En este
caso tampoco hay nada que cotejar, dado que el cotejar hubiera
sido válido si el otro programa, en el cual trabaja gente
surgida de El show del minuto, hubiera sido original. Así
tendría validez el cotejo. Por otra parte, conservo una ventaja:
cuando pongo un disco, sé por qué lo pongo. E. S.: No. Lo que
si he notado es la preocupación de la competencia; incluso
los ataques de la competencia. Pero respecto de eso no tengo
nada que decir; no le contesto ni le contestaré nunca.
-Existe la posibilidad de que siendo dos programas que compiten
en horario y que se estructuran de manera similar la curiosidad
Incentive el ánimo de cada uno de los conductores respecto de la
tarea del otro. ¿Ocurre? H. G.M.: No sabría responder en ese
aspecto. No me interesa. Yo tengo mi sistema de trabajo y, por
otra parte, no escucho radio ni miro TV. Eso sí: tengo mucha
calle, tengo libros, tengo revistas para absorber y formar
criterios de todo lo que pasa en mi derredor para después
trasmitirlo en el programa. Tengo, además, un amplio contacto
con seres humanos, de calidad humana. E. S.: A mí no me
ocurre tal cosa. Yo hago lo que hago dentro de mis lineamientos,
que son bastante conocidos, por otra parte, y no me aporto de
ellos ni me hará apartar de ellos la competencia. Es probable
que suceda al revés. -¿En qué se diferencia un programa del
otro, concretamente? H. G. M.: Seguramente, en la
personalidad de quien lo hace. Parecerá interesante que yo diga
mi opinión, pero los que la tienen que dar son los oyentes y los
críticos de radio, que los hay y excelentes. Es más: las notas
que se han sacado de El show del minuto en los principales
medios del país fueron hechas por críticos que en su mayoría
eran oyentes de él. Es decir, supieron diferenciar entre lo que
es un buen programa de radio y lo intrascendente. La diferencia
también está en que trato de aplicar con cierta severidad la
búsqueda de una identidad a través de mi personalidad, que la
gente me oiga y se identifique. E. S.: En que yo soy un tipo
más auténtico y no engaño ni he engañado a nadie Tengo
honestidad profesional y no soy un showman; soy un hombre de
este país que quiere decirle cosas a este país. -Hugo
Guerrero Martinheitz: ¿qué opina de Edgardo Suárez? H. G. M.:
No puedo hablar, aunque parezca mentira, de quien no conozco.
Jamás he escuchado un programa de Suárez. Lo que sé y opino de
él es a través de la opinión de personas y medios que me merecen
fe. -Edgardo Suárez: ¿qué opina de Hugo Guerrero Martinheitz?
E. S.: Que es un resentido. Basta un ejemplo: que no se asume
como negro que es. Leí cierta vez en una revista que él decía
que los argentinos tenían prejuicios raciales. Decía eso porque
él piensa que cada vez que le dicen negro se lo dicen con sorna.
O sea, que ahí explica un resentimiento que en su trabajo lo
tiene que trasvasar. No hay duda de que él se tiene que asumir
como negro que es, porque además es muy lindo ser negro. A mí,
mis amigos, o cualquiera por la calle, me llaman negro, y me
encanta que me. llamen así. EXTRA mayo de 1970
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