Hacia el año 1923 comenzaron a aparecer en Alemania grupos
de terroristas políticos, que muy pronto fueron acaudillados
por un austríaco llamado Adolf Hitler. Para salvar a
Alemania, luchaban contra una alianza que existía —según
ellos— entre el Comunismo, el judaísmo y el capitalismo. Sus
ideas eran nacionalistas, sindicalistas y
—sostenían—cristianas. Diez años después, el 30 de enero
de 1933, Adolf Hitler asumía el poder en Alemania. Hace unos
años, las Naciones Unidas intentaron calcular cuánto había
costado Hitler. Las estadísticas revelaron que el costo fue
el siguiente: 32.000.000 de soldados muertos; 15 a
25.000.000 de civiles muertos en bombardeos; 26.000.000 de
muertos en los campos de concentración; 29.500.000 heridos o
mutilados; 21.245.000 sin hogar y sin bienes; 30.000.000 de
viviendas reducidas a escombros; 1.000.000 de huérfanos;
dilapidados para esa matanza, 375 mil millones de dólares
oro. Hasta hoy, Alemania está dividida, perdida su unidad
nacional. Simultáneamente con ese 30º aniversario del
ascenso de Hitler al poder —cumplido hace unos días— la
policía de la provincia de Santa Fe detenía en un campamento
a un grupo de jóvenes terroristas argentinos que, imbuidos
por ideas nacionalistas, sindicalistas y —según ellos—
cristianas, se preparaban para tomar el poder en la
Argentina en una lucha a muerte contra la alianza —a juicio
de ellos— de comunismo, judaísmo y capitalismo.
¿Un
peligro real? Aunque los entretelones del descubrimiento
de un campamento militar de "Tacuara" eran esta semana, en
Santa Fe, tema obligado de todas las tertulias, pocas
personas daban muestras de considerar verdaderamente grave
la situación. Inclusive un sacerdote (el párroco Luis V.
Dusso, de una barriada suburbana de Santa Fe), prefería
mostrarse benévolo y acusar a la policía de excesiva
severidad para con los tacuaristas: "Son unos muchachos muy
sanos moralmente —dijo el padre Dusso a PRIMERA PLANA—; aquí
se reunían siempre y les he dado clases de religión. En
realidad, tienen el ideal de la Falange: Dios, Patria y
Hogar. Se puede confiar en ellos. Santa Fe está lleno de
prostíbulos y de centros comunistas, pero el inspector
general Biaggini (subjefe de la policía provincial) se
preocupa sólo de Tacuara, que quiere defendernos del
comunismo y de la inmoralidad. . . Me consta que Biaggini es
el responsable del procedimiento; lo malo es que el
interventor federal (general Noceti Campos) se muestra
irreductible, quiere seguir a toda costa adelante con el
sumario. Yo no creo que estos chicos hayan cometido delito
alguno contra los intereses de la Patria".
La
ideología La opinión de quienes pudieron interrogar
exhaustivamente a los tacuaristas detenidos era distinta.
Las fuentes policiales se mostraron asombradas por dos
aspectos de la cuestión: la extraordinaria rigidez del
entrenamiento militar que se impartía en el campamento
descubierto (comparable, según un informante, a la
instrucción que reciben los "comandos" de infantería de
marina), el férreo espíritu de cuerpo (los tacuaristas
presos se cuadraban ante sus jefes y pedían autorización
antes de responder a las preguntas policiales, tal como
hacen los prisioneros de guerra en un campo de
concentración) y, simultáneamente, la peligrosa confusión
ideológica y hasta mental, de los jóvenes protagonistas.
"Todos —declaró el jefe de policía Kurt Brenner— dicen ser
católicos y nacionalistas, pero me pregunto hasta qué punto
tienen sus ideas claras". Luego de largas conversaciones con
los presos, Brenner parecía preocupado, un poco
desconcertado y un poco deprimido: "¿Usted sabe a dónde va
este país?", le preguntó al enviado especial de PRIMERA
PLANA. Muchos hechos concretos contribuyen a dar esa
ambigua sensación que ahora experimentan los policías de
Santa Fe. Por un lado, los tacuaristas son muchachos serios,
concentrados, de familias bien constituidas y vidas
aparentemente normales; la mayoría de ellos coinciden con la
imagen tradicional del "joven idealista". Además, son
sinceros: creen verdaderamente que el país está preparándose
para una sanguinaria guerra ideológica y que ellos deben,
desde ya, tomar partido. "Todos se preparan para la guerra
en la Argentina — declaró a PRIMERA PLANA Patricio Collins,
médico especialista en enfermedades alérgicas, hermano de
Juan Mario Collins, jefe de Tacuara de Santa Fe—. Mi hermano
y sus compañeros de Tacuara se preparan para lo que vendrá.
Y sería lógico que las Fuerzas Armadas apoyaran a Tacuara,
si es que son custodios de nuestra tradición nacional. . .
claro que también hay infiltrados judíos y comunistas en la
Fuerzas Armadas, por supuesto". La confusión ideológica
de los terroristas de Tacuara llega también a la
bibliografía recogida ahora por la policía. En la biblioteca
de Collins, junto a los antecedentes de un antepasado de su
madre (José Morcillo) que en época de los virreyes fue
inspector de tierras reales, fueron encontradas las obras de
Santo Tomás de Aquino, de Manuel Gálvez, de Mercier, de
Charles Maurrás, de José Antonio Primo de Rivera, del
general comunista español Alberto Bayo (instrucciones sobre
terrorismo y lucha de guerrillas) y las similares de Ernesto
"Ché" Guevara. "En un primer momento —declaró el ministro
de Gobierno de Santa Fe, Manuel Ángel Cabrera— no sabíamos
cuál era la ideología de los muchachos y alguien dijo que
eran castristas. De todos modos no permitiremos estas cosas
en Santa Fe, no importa qué bandera enarbolen sus
promotores. Una bomba hecha por gente ridícula puede hacer
tanto daño como otra bomba hecha por «terroristas serios».
No hay bombas ridículas". El juez federal Ernesto Wade,
que ha resuelto declararse competente para entender en este
asunto, considera, aparentemente, que ahora es necesario
movilizar a los organismos de seguridad en una completa
investigación de las actividades de Tacuara en escala
nacional. Las autoridades no ignoran que la organización
nacionalista soporta en estos momentos una crisis interna:
la llamada "rama militar" del movimiento, integrada en
Buenos Aires por unos cien muchachos que acaudilla José
Baxter, ha sido expulsada, acusada de desviaciones
marxistas, a causa de una carta escrita "en jerga
bolchevique" que Baxter (según él, en broma) remitió a
Alberto Ezcurra Uriburu, jefe nacional de Tacuara.
Los hechos De todos modos, y a pesar de la crisis interna
de Tacuara, una simple enumeración de los hechos concretos
que precedieron al descubrimiento de Santa Fe parece dar
algo de razón a Patricio Collins. El hermano del jefe
santafecino de los terroristas declaró, con orgullo: "Por
suerte, Tacuara ya controla Santa Fe y el movimiento se
extiende. Muchos tendrán que convencerse de que escupir a
Tacuara es escupir al cielo". • Los organismos de
seguridad saben que para el pasado 31 de diciembre Tacuara
tenía preparado en Buenos Aires un enérgico plan de
disturbios que. a último momento, fue interrumpido al
estallar la desavenencia entre Baxter y Ezcurra Uriburu. De
todos modos, algunos tacuaristas se infiltraron hace algunos
días entre jóvenes peronistas que con motivo del "caso
Vallese" promovieron un violento desorden en la avenida
Santa Fe. • En la segunda semana de enero de este año,
varios jóvenes marplatenses declararon a PRIMERA PLANA (Nº
10) que habían constituido un movimiento "nazi-argentino",
cuyo propósito inmediato era la lucha antisemita en las
zonas balnearias atlánticas. El instructor de estos
'hombres-lobos" —tal como bautizaron ellos mismos al grupo—
es un joven de origen alemán. En esa fecha, el grupo
gestionaba la obtención de armas y elementos adecuados para
su acción. • El 20 de enero, en la playa de Miramar,
ocurrió una violenta refriega entre jóvenes judíos y núcleos
presuntivamente ligados a los sectores nacionalistas
mencionados. Cruces svásticas fueron pintadas en carpas de
la playa durante estas incidencias. • Dos días más tarde
la policía de Tandil detuvo a Alfredo Ricardo Manera, Juan
Carlos Schmidt, Roberto Stanga, Juan Berecoehea, Mario
Ramírez, Oscar Pichinotti y tras menores, acusados de haber
intervenido en actos terroristas. En allanamientos
efectuados en los domicilios de Manera y Schmidt fueron
halladas bombas de gelinita y armas, escudos nazis, sellos
con la leyenda "Tacuara", un cartel de la Unión Cívica
Nacionalista y retratos de Heinrich Himmler y de Juan Manuel
de Rosas. Schmidt había inventado un curioso sistema para
arrojar bombas a doscientos metros: granadas atadas a la
punta de fuertes flechas de madera, lanzadas con un arco
reforzado. • Simultáneamente, las autoridades de Azul
arrestaron a Ramón Jesús París, señalado como jefe de
Tacuara en esa zona bonaerense. París fue acusado de
preparar un atentado con bombas contra la iglesia luterana
local. También en Azul fueron detenidos Jorge Gilabert,
Jorge Espelet y Jesús María Cabanas, todos afiliados a
Tacuara, quienes, según la policía, participaban de un plan
para asaltar a una armería. • Todas estas expresiones
ultra nacionalistas habían sido precedidas al finalizar 1962
por el descubrimiento del Frente Revolucionario
Nacionalista. El FRN desarrolló actividades antisemitas en
localidades del norte del Gran Buenos Aires. José Antonio
Yelpo, de 19 años, dirigente máximo de la entidad, y otros
adeptos habían atacado una sinagoga y otros locales,
hiriendo de bala a dos niñas. En los planes del FRN
—integrado entre otros por Juan Carlos Maggi, Roberto
Cortiñas y una abogada de Lanús— se incluía la voladura con
nitroglicerina del mercado "Minimax" de Martínez y el
asalto a un polígono de tiro para proveerse de armas. Al ser
detenido Yelpo, éste reveló que había culminado en esos días
la organización de los comandos de otras zonas del Gran
Buenos Aires. "El Chacho" y "El Colorado Mac Lean" habían
sido designados jefes de Lanús y de San Martín,
respectivamente. Así se llegó a los hechos de Santa Fe. •
Cuando el viernes 25 de enero el jefe de policía de Santa Fe
cercó con medio centenar de hombres el campamento, se
comentó que los tacuaristas habían sido, en realidad,
vendidos por los mosquitos. "Aquí, en esta parte de la
laguna Setubal — dijo el subjefe policial— los mosquitos son
grandes como avestruces". Los muchachos debían encender
fogatas día y noche para tratar de ahuyentarlos. Vecinos
curiosos se llegaron hasta el origen del humo y presenciaron
los severos adiestramientos. El jueves 24, pesquisas de
civil certificaron la confidencia y, a las 5 de la mañana
siguiente, instructores y alumnos fueron conducidos presos a
la ciudad. Durante todo el viaje cantaron la marcha de
Tacuara. Antes de partir, vieron cómo la policía arriaba el
estandarte con los símbolos del movimiento: una purpurada
águila prusiana con cadena plateada entre sus garras y una
cruz maltesa blanca y celeste ornada con lanzas gauchas,
todo sobre un fondo negro. La bandera argentina aún no había
sido izada esa mañana. "Todavía era muy temprano",
aclararon. De las 16 personas incluidas en el proceso
—siete de ellas menores de edad— se asignan las mayores
responsabilidades a Juan Mario Collins, de 36 años; Manuel
E. García, de 19, jefe de "Institutos" (agrupaciones
organizadas por Tacuara en escuelas, facultades, etc.) y
Casimiro M. Wysokinsky, el único extranjero del grupo, de
origen polaco y 26 años, quien sería uno de los instructores
militares. Pero también revelose que Raúl Luis Copello, de
18 años, cadete del segundo curso del Colegio Militar de la
Nación, es otro de los procesados. Copello permanecía hasta
la semana pasada arrestado en el Regimiento 12 de
Infantería, en Santa Fe.
Los protagonistas ¿Cómo
se forman, qué influencias reciben, de dónde salen los
jóvenes terroristas? Los familiares de Collins se
autodefinen como "un hogar católico de clase media". Ellos
creen que Juan Mario es "un idealista, un luchador: dedica
sus días y sus noches a la Patria". El padre, un sonriente
viejito de ochenta años que fue administrador de estancias,
dice que el muchacho "siempre fue muy bueno; le faltan
cuatro o cinco materias para recibirse de abogado". Esta
familia considera acertado que el hijo se instruyera para la
guerra civil: "Un patriota, católico y nacionalista, debe
estar preparado para la milicia; hay que desalojar a los
traficantes y politiqueros que arruinan al país". La
madre de otro tacuarista, un menor de edad, se mostró tierna
y extrañada. "El muy pícaro —dijo a PRIMERA PLANA— nos
engañó. Es raro, porque nunca miente; pero nos dijo que
tenía que irse a Córdoba con unos amigos. No dijo nada de
Tacuara. No sé qué podemos hacer. . . él tiene 16 años; creo
que para él, esto es sólo una aventura. . .". Pero la
clave más útil para quien intente estudiar el fondo de este
asunto la dio el padre del tacuarista Manuel García, de 18
años: "No sé qué decirle. Mi hijo habla poco conmigo". Al
concluir los cronistas de PRIMERA PLANA su investigación
sobre el caso de Santa Fe, quedaba pendiente un
interrogante: hace ya varios años que la organización
Tacuara, u otros grupos nacionalistas, cometen actos de
terrorismo, ¿realmente no existe posibilidad de evitarlos?
Realizada una encuesta entre dirigentes políticos de las más
diversas tendencias, todos coincidieron en que alguien
ampara, evidentemente, a esas actividades terroristas. Pero
lo curioso es que cuando los cronistas de PRIMERA PLANA
recurrieron a los sectores militares, se encontraron con la
siguiente pregunta formulada por algunos altos oficiales:
¿Saben ustedes quiénes amparan, a Tacuara? Hacia fines de
semana, era evidente que la historia del terrorismo
—nacionalista o comunista— en el país, no tenía visos de
concluir rápidamente. 5 de Febrero de 1963 PRIMERA
PLANA - Página 22
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