Revista Siete Días
Ilustrados
19-07-1971 |
Ni siquiera los taxis aéreos trabajaron en Junín el pasado
miércoles 14. Pero, además, todos los comercios cerraron,
las fábricas metalúrgicas y los molinos paralizaron sus
actividades y los espectáculos enmudecieron. Ocurrió que la
totalidad de las asociaciones zonales declararon un masivo
paro general de 24 horas como protesta "por la tentativa de
trasladar dependencias ferroviarias —asentadas en Junín
desde principios de siglo— hacia la Capital Federal". La
huelga fue motorizada por la Comisión de la Comunidad, un
órgano que coordina fuerzas tan disímiles como la Sociedad
Rural y la CGT locales, la Sociedad de Comercio e Industria
y los gremios ferroviarios; también abarca a la Curia, los
colegios profesionales y las instituciones de crédito y
fomento.
Abordado por el enviado especial de SIETE DIAS, Aimar Correa
(presidente de la Comisión) juzgó: "El traslado de la
sección administración de los ferrocarriles a la Capital no
sólo interesa a los afectados directos, sino que también
lesiona a la comunidad, pues los empleados de Ferrocarriles
Argentinos dejarían un vacío de consumidores difícil de
reemplazar". Esta posición es compartida por el gerente de
la Sociedad de Comercio e Industria, Oscar Arturo Pena: "De
llevarse a cabo el plan —juzgó—, Junín será un taller
ferroviario de escasa importancia y una simple estación de
paso. El gobierno proclama la descentralización para
descongestionar esa cabeza de Goliat que representa Buenos
Aires, pero los hechos parecen demostrar lo contrario. Más
que por Junín, reclamamos por la defensa de las fuentes de
trabajo de todo el interior".
La ciudad de Junín, ubicada a 260 kilómetros de la Capital,
alberga una población de setenta mil habitantes y, si bien
posee algunas industrias, la base de su economía continúa
siendo agrícolo-ganadera. Al maíz (principal cereal de la
zona) se agregan cultivos de trigo, avena, girasol, sorgo,
cebada y centeno. En los alrededores, además, subsisten
extensos latifundios; no obstante, la Sociedad Rural apoyó
la medida de protesta. "Los que se verían realmente en
aprietos si se producen los traslados son los comerciantes
—señaló un comerciante que se abstuvo de identificarse—,
pues el gremio ferroviario es el más numeroso de la zona y
las ventas disminuirían considerablemente si emigran tantas
familias". Es que los obreros del riel cobran los sueldos
más elevados del lugar.
La adopción de la medida de fuerza fue decidida el 7 de
julio por una asamblea de 2 mil juninenses en el gimnasio
del club Los Indios. La asamblea había resuelto realizar una
concentración pública, frustrada por la prohibición
policial.
Por ello resultó curioso que un dirigente del Rotary Club
manifestara al intendente —en presencia de SIETE DIAS— que,
"pese a que hubiera sido lindo una demostración popular, la
prohibición evitó que grupos infiltrados pudieran cometer
desmanes. En cambio —añadió— la comunidad toda ha dado una
muestra de civismo. Nosotros no estamos contra usted, señor
intendente, ni contra el gobierno; es más, si las razones
que pueda ofrecer Ferrocarriles Argentinos convienen al
país, sacrificaremos gustosos nuestros intereses locales en
pro del bien de la República".
Los conceptos del rotariano no son compartidos por todos,
especialmente —era obvio— por los ferroviarios. "Un lustro
atrás —memoró Jorge Castelar, afiliado a la Unión
Ferroviaria— trabajaban en los talleres 5 mil obreros; hoy
queda la mitad. Y eso sin contar que en la época del General
eran los más importantes de Sudamérica", tronó. "Nuestra
lucha comenzó en 1961, cuando el gobierno frondizista
intentó aplicar el plan Larkin, instrumentado por los
monopolios internacionales —acusó—. Entonces lo frustramos
con una huelga que duró dos meses. Ahora, el régimen intenta
reactualizar ese plan, pues el Fondo Monetario
Internacional, regido por el imperialismo yanqui, para
efectivizar sus usurarios préstamos exige tres condiciones:
levantamiento de ramales, cierre de talleres y
racionalización de personal; todo esto de acuerdo con la
dirección traidora de Rucci y sus compinches de la Unión
Ferroviaria central."
Sucede que el panorama sindical juninense es complejo: la
Unión Ferroviaria (gremio mayoritario) carece de
representantes en la Comisión Directiva de la CGT. Félix
Llanos (secretario general de la UF) está sindicado como
peronista "duro", afín a la Comisión Nacional Intersindical,
núcleo donde coexisten algunos peronistas, radicales e
independientes (liderados por Agustín Tosco} y militantes
del MUCS (Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical,
brazo gremial del Partido Comunista).
La CGT de Junín, en cambio, es fiel a José Rucci: el
vandorismo domina la Unión Obrera Metalúrgica (columna
vertebral del organismo) y la mayoría de los gremios (como
el de la Construcción) responde a sus respectivas
direcciones nacionales.
De todos modos, los disconformes no son pocos: "Abelardo
Romero" (nom de guerre de un afiliado comunista) declaró
mientras distribuía volantes de su partido: "Ferrocarriles
Argentinos tiene como consultores a tres empresas
extranjeras: las norteamericanas Henry Martin y Fields y la
francesa Sofrerail. Además, el traslado de personal
administrativo de la empresa a la Capital es el inicio de
una serie que sólo culminará cuando la seccional Junín quede
desmantelada".
El intendente interino, coronel (RE) Raúl Pedro
López Pedraza —un cordobés que ocupa el cargo desde hace
sólo dos semanas—, explicó: "Aunque ya desempeñé esta
función entre enero y febrero de 1968, no conozco a fondo el
problema planteado. Pese a ello, creo que existe una
cuestión emotiva, pues muchas personas se entristecen
—psicoanalizó— debido al traslado de parientes o amigos.
Además, tengo entendido que se está reemplazando a algunos
de los trabajadores por gente joven, lo que dará nueva savia
a Junín".
Pero las dificultades amenazan continuar. La Comisión de la
Comunidad ha manifestado su deseo de entrevistar al ministro
de Obras Públicas —el liberal Pedro GordiIlo— y al pope de
Bienestar Social, Francisco Manrique. Para el gobierno es
importante que estas conversaciones prosperen: de lo
contrario, los pacíficos dirigentes de la comisión podrían
ser desbordados, y Junín trasformarse en paraje
intransitable para la política del Gran Acuerdo alentada por
Lanusse.
NERVIOSISMO EN BUENOS AIRES
Durante el "paro popular" decretado por Junín se vivieron
nerviosas horas en la sede central de Ferrocarriles
Argentinos. El presidente de la empresa, general Emiliano J.
Flouret, acababa de regresar de un accidentado viaje a
Tucumán: la formación ferroviaria en que viajaba interrumpió
penosamente el viaje, cuando una poderosa bomba voló las
vías. Los Montoneros, que se declararon responsables del
atentado, puntualizaron en un comunicado su oposición al
"desmantelamiento" de talleres de la empresa del riel. La
empresa, entonces, destinó un millón de pesos para la
publicación de una "solicitada", que apareció en los diarios
del día martes y se reiteró el miércoles, en la cual se
ofrecían seguridades a los operarios que actúan en los
talleres de Junín sobre la estabilidad de sus empleos.
Prometía, asimismo, contemplar las situaciones particulares
de los agentes que no pueden avenirse a un traslado. Pero la
notificación oficial de FA no incidió en el conflicto: al
caer la tarde del miércoles, una comisión especial que la
empresa destacó en la zona comunicó que la paralización
había sido total.
Para responder a las críticas, voceros de la empresa
aludieron oficiosamente, al plan "de mediano plazo" que está
en ejecución y que prevé, precisamente, innovaciones en el
área Talleres. Indicaron, asimismo, que la constante y
acerba crítica de los sectores gremiales a "supuestas
clausuras o traslados" de esos centros de trabajo son
injustas: hasta ahora —dijeron— esas medidas no se han
concretado. Junín, en ese aspecto, podría ser un símbolo: es
un centro ferroviario de primer orden, concentración de
talleres de diversa especialidad donde, entre otros
trabajos, se remodelaron los suntuosos coches "reservados"
que usan los funcionarios de mayor jerarquía y también las
fastuosas unidades de "El Libertador". Con todo, la
"descentralización" de los establecimientos de Junín
intrigaba a los técnicos: ¿a qué localidades se derivarían y
por qué? Considerando que la super-red que creará el plan de
"mediano plazo" tendrá 10.000 kilómetros de longitud, Junín
podría ser un enclave ideal, núcleo,
además, de una tradición ferroviaria nada desdeñable: 80
años.
Sugestivamente, ese mismo día, al abandonar el despacho del
ministro del Interior, el gobernador de Córdoba,
contralmirante Helvio Gouzden, ratificó que se fabricarán
"en el país" 250 locomotoras bajo licencia de una importante
empresa norteamericana. Sus palabras iban destinadas a
enfrentar las versiones que señalaban un plan para
"'destruir la industria ferroviaria del país",
sustituyéndola por contrataciones en el extranjero. Esas
palabras se esgrimieron también para explicar la actitud de
la empresa respecto de Junín. SIETE DIAS supo, sin embargo,
que las locomotoras —cuyos planos ya entregó la firma
General Motors— serán construidas por cuatro empresas
locales, en colaboración con una red de subsidiarias y
proveedoras. "La privatización de algunos sectores
industriales no nos molesta —aventuró un ejecutivo de la
empresa—; pensamos que, en todo caso, la mano de obra será
argentina y el compre nacional no se quebrantará."
Los 70 mil juninenses piensan lo contrario.
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