Revista Siete Días Ilustrados
19.03.1973 |
La breve estadía en la Argentina
iniciada por Perón el 17 de noviembre pasado tuvo,
para él y sus partidarios, un significado sobre todo
emotivo.
El auténtico "regreso político" del peronismo se produjo en
las urnas: con una adhesión que abarca a la mitad del
electorado, aproximadamente, el Frejuli también contó —dato
para el análisis— con un sustancial aporte de ciudadanos que
en 1955 tenían entre 1 y 8 años y que ahora sufragaron por
primera vez. El candidato Héctor José Cámpora contribuyó al
triunfo enarbolando consignas de lealtad al anciano caudillo
popular.
El lunes 12, a las 18.30, el presidente Alejandro Agustín
Lanusse ingresó en la Sala de Cómputos del Ministerio del
Interior. "Necesito tomar una impresión personal y directa
de la situación", informó a los periodistas. Inmediatamente
se reunió con el comandante electoral, general Alcides López
Aufranc. Las que siguieron fueron las horas más tensas y
decisivas del escrutinio. La espera finalizó a las 22.30,
cuando Lanusse anunció a los argentinos que, "aunque cabe
aguardar la homologación de los resultados por parte de la
Justicia Electoral, como marca la ley", Héctor José Cámpora
se había convertido en el presidente electo de la Nación.
En niveles poco accesibles a la mayoría de la opinión
pública, algunos hechos habían preanunciado la noticia. Esa
misma tarde, la Unión Cívica Radical había decidido retirar
su fórmula de la competencia para el caso de que hubiera una
segunda vuelta (se consideraba que, de todos modos, el
porcentaje alcanzado por el Frejuli hacía estéril cualquier
intento de superarlo en el ballotage). A su vez dos horas
antes del mensaje presidencial, el brigadier Roberto D.
Bortot —jefe de la Casa Militar— se apersonó en la sede del
Frente, en Oro y Santa Fe, barrio de Palermo, con una misión
encargada por el presidente: el Poder Ejecutivo ponía a
disposición de Cámpora el aparato administrativo de! Estado
para que pudiera cerciorarse de su funcionamiento. El propio
Lanusse se puso a disposición del futuro gobierno
constitucional para que, a partir del 26 de mayo, "juzgue mi
conducta en el mandato que cumplí por disposición de las
Fuerzas Armadas".
En la madrugada del martes 13 —mientras alrededor de 100 mil
jubilosos adictos festejaban ante la sede frentista—, el
flamante mandatario electo afirmó: "No seré presidente ni un
solo día si Perón no está en la Argentina". La consigna
reforzó la vigencia del tema en discusión durante las horas
inmediatamente posteriores al comido: ¿se había votado, en
definitiva, por Perón o contra Perón? Esa polarización fue
inducida por las propias autoridades frentistas en los días
previos a la elección. La intensa campaña publicitaria
desatada por una enigmática institución —el Comité de
Defensa de la República, tras el cual Cámpora denunció que
se ocultarían autoridades oficiales— y enfilada
concretamente contra la figura del líder justicialista,
permitió al Frejuli reforzar su tesis. Por otra parte, el
propio candidato radical, Ricardo Balbín, se había quejado
per esa embestida, que no hacía sino acentuar al caudal
electoral justicialista. "Se impide a los peronistas pensar
y evaluar y se los obliga a votar emotivamente", sugirió el
frustrado caudillo platense.
Que, en realidad, la división no era peronismo-antiperonismo
parece demostrado por el hecho de que las demás fórmulas
hayan quedado tan distanciadas de Cámpora-Solano Lima.
Ninguna fuerza alcanzó a constituirse, en la práctica, en
polo opuesto de la triunfante. Ni los propios radicales, en
cuyos círculos dirigentes se atribuyen las causas de la
derrota al hecho de haberse definido por consignas
pacificadoras "y no por una postura antiperonista o
antigubernista".
Pero es lícito aceptar que los votos peronistas respondieron
a una opción: los largos 6 millones de votos obtenidos por
el peronismo —un 70 por ciento de los cuales proviene de la
clase obrera— fueron emitidos, en buena medida, como una
opinión activa frente al deterioro económico y las mermas
del salario real ocurridas especialmente durante el último
lustro.
Precisamente es ése el gran desafío que debe afrontar el
peronismo. Más aún cuando el Movimiento aparece como un
conglomerado heterogéneo en el que conviven desde sectores
moderados —como los que encabezan los sindicatos y se
encuentran en los organismos directivos— hasta las
radicalizadas franjas del llamado peronismo revolucionario
(compuestas por nucleamientos juveniles, sectores obreros de
base y las vigentes "formaciones especiales"). La
orientación que tome el gobierno peronista no estará
desligada, en definitiva, del juego de presiones entre estos
sectores y de la cercanía al poder que logre cada uno de
ellos. Es que las características del gobierno dependerán no
sólo de quienes lo ejercen, sino también de las exigencias y
de lo que se propongan lograr de él sus "garantes" —es
decir, sus 6 millones de electores— y las fuerzas que ellos
integran.
Por de pronto, la cúpula peronista parece bocetar un
gobierno distinto al anterior: "Del pasado solamente debemos
tomar la experiencia que tan duramente se ha incrustado en
nuestros espíritus", reflexionó Perón en el primer mensaje
posterior al triunfo. "El justicialismo cuenta con el apoyo
del resto de los partidos y así me lo han manifestado",
aseguró luego Por fin, el matutino peronista Mayoría dedicó,
el martes 13, media página a Ricardo Balbín. Derrota que
enaltece, es la del viejo líder, se titulaba la nota, que
decía en un párrafo: "A partir de este instante la UCR, los
herederos de Alem e Yrigoyen pueden estar seguros de que son
cogobierno. Nadie debe olvidar la valiosa colaboración de
los radicales para romper la trampa".
Por lo demás, al margen del triunfo peronista y su retorno
al gobierno, las elecciones del domingo 11 dejaron entre sus
resultados una serie de importantes hitos y definiciones,
entre los cuales pueden leerse los siguientes (haciendo la
salvedad de que le mencionan las cifras oficiales convidas
al cierre de esta edición):
• Al obtener 2.596.032 votos, la Unión Cívica Radical arribó
a un porcentaje del 21,21 por ciento. Comparado con su
caudal de 1963, indica que no engrosó su electorado y, en
consecuencia, disminuyó su porcentaje. Los cálculos
radicales eran de arribar al 28 por ciento y fortalecerse
para el ballotage. "Con Alfonsín como candidato hubiera sido
posible", manifestaron algunos dirigentes; otros sectores
indican que fue precisamente la opción inaugurada por
Alfonsín la que aceleró el desgaste a Balbín.
Lo cierto es que la UCR se encuentra ante la necesidad de
rever sus programas y las opciones que ofrece a un
electorado que, distinto al de elecciones anteriores y
ubicado en otra coyuntura política, se inclina por el
cambio, aun cuando las características de éste no estén
definidas.
• Los 870.333 sufragios que recogió la Alianza Popular
Revolucionaria equivalieren al 7,11 por ciento, una magra
cosecha frente al 15 por ciento que calculaban sus
dirigentes. Los analistas atribuyen la baja al
trasvasamiento que desde las filas del Partido Intransigente
se está produciendo hacia el peronismo, el MID y la UCR; se
suman las escisiones del Partido Revolucionario Cristiano y
la superposición programática con el Frejuli, que llevó a
algunos indecisos a optar por quien más posibilidades
concretas contaba para ganar la elección. El futuro de la
APR se decidirá en estos días, aunque hay quienes subrayan
que el Partido Comunista —su
principal columna organizativa— no ha diluido su propia
herramienta extraaliancista: el Encuentro Nacional de los
Argentinos.
• En medio de tantas sorpresivas defecciones aparece el alto
porcentaje logrado por Francisco Manrique (14,7 por ciento,
equivalente a 1.797.158 votos). El hecho puede atribuirse a
que la Alianza Popular Federalista apareció como la más
válida opción no peronista. Al reformismo de centroizquierda
alendista se opuso el reformismo de centroderecha
manriquista, al parecer con más suerte aunque con distintos
electorados. Manrique podría llenar parte del vacio dejado
actualmente por la UCR. La incógnita para saber si, además
de ocupar el tercer puesto, la APF se convertirá en la
tercera fuerza efectiva, se develará en la medida que deje
de girar en torno a un único hombre-símbolo y articule un
programa y una organización partidaria.
• La exigua cosecha de Ezequiel Martínez (332.641 ó 2,72 por
ciento) y Julio Chamizo (256.106 o 2,09 por ciento),
representantes de la franja derecha del espectro electoral,
sugiere la negativa del electorado nacional a las opciones
liberales, que aparecen estrechamente ligadas a la actual
situación económico social argentina. El fracaso es más
evidente en el caso de Nueva Fuerza, que inició su campaña
en marzo de 1972, a un costo estimado en 400 mil pesos
viejos por voto cosechado.
• Los 76.555 votos y 0,62 por ciento de Coral (Partico
Socialista de los Trabajadores), los 61.731 y 0,50 per
ciento de Ramos (Frente de Izquierda Popular) y los 125.164
y 1,02 por ciento da votos en blanco (opción propuesta por
los grupos trotskistas y maoístas de la izquierda
extraparlamentaria), demuestran la inexistencia de una
efectiva alternativa socialista capaz de enraizarse en la
clase obrera, cuya representación suele atribuirse tanto la
izquierda que arribó a los comicios como la que descree de
ellos.
• El ballotage, obviado para la máxima magistratura
nacional, deberá cumplirse en. las siguientes provincias:
Santa Fe (entre el frentismo y el manriquismo); Córdoba
(donde los radicales, tradicionalmente ganadores,
enfrentarán al peronismo); San Juan (entre el bloquismo
ezequielista y el peronismo); San Luis (entre el
justicialismo y el conservador Movimiento Provincial);
Corrientes (entre el frentismo y el Pacto
Autonomista-Liberal ezequielista) y Chubut (entre al
justicialismo y la UCR).
• Neuquén resultó la única provincia donde no ganaron los
candidatos oficiales del Frejuli. El caudillo peronista
heterodoxo Felipe Sapag —del Movimiento Popular Neuquino—
volvió a imponerse allí, si bien la fórmula presidencial
Cámpora-Solano Lima obtuvo la mayoría del electorado
neuquino en el orden nacional.
Tales, en fin, las grandes coordenadas de un comicio cuyos
verdaderos alcances —desde ya, decisivos— marcarán la
historia argentina a partir del próximo 26 de mayo.
Elecciones: fuera de las urnas, la anécdota
• Al promediar la mañana del domingo 11 se presentó a la
mesa 4 del circuito 320 el señor Héctor González (62 años,
libreta de enrolamiento 357.659). Cuando le tocó el turno,
el presidente de mesa y los fiscales le informaron que no
podría votar dado que, según las planillas, ya lo había
hecho. Así, González no pudo depositar su boleta, pero se llevó, en cambio, una duda existencial.
• La habitual misa dominguera que el sacerdote
tercermundista Carlos Mugica oficia en la villa miseria de
Comunicaciones culminó el día de los comicios con un sermón
que decía: "Roguemos a Dios que nos ilumine y que el
gobierno no nos meta la mula".
• En Sánchez de Bustamante 1456 hay un hotel alojamiento que
el 11 de marzo cambió sus funciones específicas: fue
habilitado como lugar de votación, y sus habitaciones se
convirtieron en insólitos cuartos oscuros. El hecho motivó
airadas protestas de algunos ciudadanos que manifestaban
entrar "por primera vez a un lugar como éste".
• En Rosario fue batido un record: votó un anciano de 107
años. Mientras hacía la cola en compañía de su nieto, en una
escuela de la sexta sección, el hombre expresó: "¿Y qué
querían, que estuviera ausente en este gran día?".
• A medida que se acercaban las 18 del domingo, Nélida
Lobato desnudaba su creciente nerviosismo frente a quienes
tenían oportunidad de verla. Los motivos: la vedette no
figuraba en ningún padrón y no podía, por lo tanto, votar.
• Los caminos intransitables —producto de los temporales que
azotaron el interior del país— no fueron obstáculos
insalvables para la llegada de las urnas. En Salta, tas
Fuerzas Armadas —que garantizaron con flexibilidad la
marcha del comicio en todo el país— apelaron a helicópteros
para hacer descender las urnas sobre zonas alejadas.
• Se llama Vicente Di Pierro, tiene 38 años y votó en el
Club Universal, ubicado en la calle 25 entre 57 y 58 de La
Plata. Tardó en el cuarto oscuro más de 20 minutos. Cuando
los fiscales fueron en su busca, creyéndolo descompuesto, lo
encontraron revolviendo y mezclando empeñosamente todas las
boletas allí existentes. El exótico pasatiempo le costó
terminar el día en una celda de la comisaria 59, donde quedó
a disposición del juez Luis Grelo.
• Por lo menos dos candidatos en todo el país tuvieron
percances frente a las urnas. En Córdoba, el candidato a
gobernador de la Alianza Popular federalista, Norberto
Agrelo, no pudo votar debido a la pérdida de la libreta de
enrolamiento. En la mesa 1 de Buenos Aires, ubicada en
Maipú 958, el doctor René Balestra —candidato a
vicepresidente por el Socialismo Democrático— descubrió,
tras 40 minutos de cola, que había olvidado su documento.
• La coincidencia fue señalada entre sonrisas por quienes
esperaban para votar en la misma mesa de San Andrés de Giles
donde lo haría Héctor J. Cámpora. El candidato peronista,
recordaban, había ido a bailar el domingo 4 al club local
Almafuerte, como lo hace siempre allí. Allí, chanceaban,
danzó al compás de una milonga ejecutada por a orquesta
típica de Félix Paladino.
• En la escuela Rivadavia, de Caucete, a 30 kilómetros de la
ciudad de San Juan, la elección tardó en iniciarse y no fue
por falta de urnas. Ocurrió que el fiscal radical se oponía
a empezar mientras no se apagara la lamparilla que
permanecía encendida en el cuarto oscuro. "La ley es muy
clara —manifestó— y dice que los ciudadanos deben votar en
un cuarto oscuro."
• Hasta la comisaria 18a de Rosario llegó una comisión del
Partido Demócrata Progresista portando una denuncia: en una
mesa de la zona un conscripto que se encontraba de guardia
hacía, según ellos, propaganda proselitista en favor del
Frejuli. El soldado, cuyo nombre se mantuvo en secreto, fue
detenido.
• La mesa 189, situada en la escuela Nº 18, de avenida Mitre
2550 —Avellaneda—, tuvo un presidente extremadamente celoso:
palpó cada uno de los sobres y, recién después, dejó que los
electores los depositaran en las urnas. "Es para ver que no
se trate de un sobre-bomba —se disculpó—; después de todo,
uno nunca sabe en qué momento puede aparecer un miembro de
Septiembre Negro."
• "Desde que estoy aquí jamás había visto tantos
compatriotas juntos —se satisfizo Ricardo Pedro Quadri,
cónsul argentino en Nueva York—; son tantos centenares los
que han venido a justificar su ausencia de los comicios que
ya he perdido la cuenta." Su colega en Montevideo, Ricardo
García Moritán, calculó en 10 mil la cantidad de argentinos
que pasaron por su oficina para cumplir con el trámite
justificatorio.
• Una mujer madura llegó a votar a las mesas ubicadas en el
Teatro Argentino de La Plata, justo cuando las puertas del
mismo comenzaban a cerrarse (y, con ellas, también las
urnas). Cuando los miembros de la mesa correspondiente le
reprocharon su tardanza, la señora se disculpó oronda: "Y
bueno, no pude venir más
temprano porque tenía que descansar".
• Durante todo el día la casa de la calle Gaspar Campos 1065
—donde se atrincheró Juan Domingo Perón durante los 21 días
que, en noviembre último, pasó en la Argentina— permaneció
desierta pero vigilada. Miembros de la Juventud Peronista y
efectivos policiales compartieron involuntaria y
coincidentemente la tarea. Según la policía, se trataba de
"evitar manifestaciones". De acuerdo con los jóvenes
peronistas, la consigna era impedir "atentados gorilas"
contra el santuario.
• Mientras en La Matanza miles de personas no estaban
empadronadas, en San Justo se dio un caso insólito: figuraba
inscripto el doctor Ignacio Arieta, un político que murió en
1963, cuando contaba 60 años. El padrón indicaba que Arieta
debía presentarse en la mesa 6 del circuito 626, ubicada en
Almafuerte 3050. Obviamente, faltó a la cita.
• "Yo no puedo traicionar a Minguito, de manera que voté por
el Frejuli", aseguró Juan Carlos Altavista mientras se
retiraba de la Municipalidad de Vicente López, en cuya mesa
1 sufragó. Esta vez no lo acompañaba El Preso.
• Los votos de la farándula se desparramaron por un amplio
territorio. He aquí algunas direcciones: Aníbal Troilo votó
en Rodríguez Peña 747; Pepe Biondi, en Corrientes 1723;
Ginamaría Hidalgo, en Palermo; Luis Sandrini, en Martínez;
David Stivel, en Montevideo 1362; Norma y Mimí Pons, en
Larrea 1254; Fidel Pintos, en Valentín Gómez 2950.
• Un curioso problema se les presentó a numerosos
presidentes y fiscales de mesa: el de los padres que
concurrían acompañados de pequeños hijos, junto a los cuales
se obstinaban en entrar en el cuarto oscuro "para mostrarles
cómo es esto".
• Un ciudadano que fue a votar en la Escuela Industrial de
La Plata sembró preocupación entre los presentes al
permanecer en el cuarto oscuro durante más de media hora.
Cuando salió, se develó el misterio: confesó entonces que
creía que la urna estaba adentro y la había estado buscando.
Consecuencias, seguramente, de la falta de gimnasia
electoral.
• En Tornquist, a 80 kilómetros de Bahía Blanca, se produjo
la primera integración efectiva de un malvinero a la vida
política del país: allí votó Santiago Douglas Steel, que
vive en la zona desde hace un lustro y nació en las Islas
Malvinas.
• El primer sobre que se abrió en la seccional 6 de la
ciudad de Córdoba contenía antes una donación que un voto:
la boleta correspondiente había sido sustituida por 2.500
pesos viejos.
• Los comicios cobraron también sus víctimas. En Salta un
empleado de Correos que trasportaba dos urnas a lomo de mula
fue arrastrado por una correntada al cruzar un riacho
crecido. En Mendoza, un fiscal del Frejuli —Blas Escudero,
67 años— fue alcanzado y brutalmente seccionado por la
hélice de una avioneta que acababa de trasportarlo hasta La
Lagunita, donde debía actuar.
• El cuarto oscuro que funcionó en un garaje de Arenales
2346 parece haber sido pensado únicamente para flacos. Se
trataba de una garita de tránsito de sólo 80 centímetros por
lado. El hecho motivó problemas y quejas —especialmente un
enérgico llamado telefónico del Fat Power— hasta que, bien
entrado el día, fue solucionado.
• En una mesa femenina instalada en Las Heras al 1700 se
produjo una notoria demora como producto de la discusión
suscitada entre los componentes de la mesa y una dama muy
elegante que pugnaba por ingresar al cuarto oscuro con su
perro caniche blanco. "Si no me dejan entrar con él no voto
—advirtió la señora—; Rolo jamás se separa de mí."
Finalmente, se hizo la excepción. Aunque los miembros de la
mesa deben haberse arrepentido: acaso nervioso por la
novedosa experiencia, el can hizo aguas en el cuarto oscuro.
• No fue, sin embargo, el único animal que acarreó
problemas. En una mesa femenina de San Telmo, la presencia
de una rata en el cuarto oscuro produjo un revuelo
descomunal y detuvo por largos minutos la marcha del comicio.
No faltaron crisis nerviosas entre las señoras y señoritas
presentes.
Las elecciones vistas desde Madrid
Desde España, el corresponsal Armando Puente telexeó el
siguiente informe:
Somnolientos, con los ojos enrojecidos, vieron llegar la luz
del amanecer primaveral en Madrid, capital del peronismo. El
domingo 11 habían ido desfilando por el consulado argentino
para que les sellaran la libreta. La primera fue una monja
de la Caridad, que desde antes de las 8 de la mañana
esperaba que se abrieran las puertas. El último, un
estudiante que llegó minutos antes de las 6 de la tarde con
los esquíes, de practicar deporte en la sierra del
Guadarrama. Entre la monja y el estudiante pasaron 1.022
turistas argentinos: otros 1.800 argentinos con derecho a
voto no necesitaron hacerlo por tener fijada su residencia
en Madrid, lo que los excusa de votar. Entre éstos figuraba
Isabel Martínez y José López Rega, que meses antes habían
concurrido al consulado para declarar su domicilio en la
calle Navalmanzano 6, según las disposiciones dictadas por
el gobierno de Buenos Aires respecto a actualización de
domicilios en los padrones.
Hubo, sin embarco, un argentino que no participó legalmente
en el proceso: precisamente aquel en torno de quien giró la
elección, el que tuvo presente cada uno de los 14 millones
de votantes cuando entraron en el cuarto oscuro. Es que el
ex presidente Juan Domingo Perón no está registrado en el
consulado, y su status tampoco es el de un turista en
tránsito: para la ley, simplemente no existía. Un pasaporte
a su nombre espera desde hace más de un año que pase a
recogerlo, pero él no lo ha considerado necesario ni para
volver, primero, a su país, ni para visitar luego Paraguay,
Perú, Italia, Rumania o Francia. Le ha bastado para moverse
un pasaporte a nombre de Juan Sosa —ése es su apellido
materno—, extendido por el gobierno paraguayo y renovado en
Madrid a mediados del año pasado.
Durante el singular comicio en el consulado no hubo
incidentes ni aglomeraciones. En la puerta se cruzaron
jóvenes que hablan pasado temporadas en la cárcel por
presuntas actividades guerrilleras, como Pepe Lamarca, con
señoras de ilustre apellido como Baby Cárcano o Teresa
Lavell. Los encuentros fueron en todo caso formales,
correctos, amables. Se cruza el cantor peronista Carlos
Acuña con dos funcionarlos de la embajada argentina. Pues
las conversaciones derivan hacia temas asépticos, cargados
de inocuos y cortos tópicos, que parecen recordar escenas
provincianas de hace medio siglo, a la salida de misa de 11.
Sólo unos pocos se atrevieron a romper esa consigna no dicha
para bordear la política, y manifestaron su satisfacción por
encontrarse lejos del país en aquel instante, "porque no
habríamos sabido por quién votar".
Una hipotética elección en la que hubieran participado esos
casi 3 mil argentinos con derecho a voto que el domingo se
encontraron en Madrid hubiera dado resultados semejantes a
los nacionales: es que si bien la ciudad ha sido calificada
de capital peronista, también hay un número importante de
miembros de la colonia argentina —quizá la mitad— a quienes
la sola mención del nombre del ex presidente hace subir la
presión arterial. Fueron ellos los que pasaron amargas horas
en vela en la noche del domingo a medida que se iban
conociendo los resultados. La colonia se había congregado
por afinidades ideológicas. Una docena de peronistas, entre
ellos Héctor Villalón, se habla citado en la redacción de la
agencia española EFE a partir de medianoche, cuando —por la
diferencia horaria— se había anunciado que empezarían recién
a llegar los primeros resultados del escrutinio Otros grupos
se apiñaban en diversas agencias informativas: más bien eran
peronistas los que se agolparon sobre las teletipos de la
United Press, y eran mayoría los partidarios de Ezequiel
Martínez en la agencia italiana ANSA.
Otros prefirieron velar en sus casas, junto a las radios,
prolongando una comida criolla con empanadas salteñas y
vino. Los primeros computes extraoficiales se conocieron a
la 0.30 de la noche y daban al Frejuli el 52 por ciento de
los votos. Hubo gritos de alegría y temerosas exclamaciones.
En cualquier caso, todos coincidieron en el asombro: en
Madrid no se esperaba tan rotundo triunfo peronista. Es que
desde hacia varias semanas los diarios españoles venían
dando noticias que minimizaban las posibilidades del
justicialismo o subrayaban divergencias y tensiones
internas. Con esos porcentajes iniciales fue preciso esperar
dos horas, sumidos en el optimismo o la angustia, según el
caso, hasta que Radio Nacional de España volvió a dar nuevas
informaciones. Entre tanto, los teléfonos asediaron las
agencias de prensa reclamando noticias. Sólo unos cuantos
privilegiados pudieron seguir el recuento minuto a minuto:
los que disponían de fabulosos receptores transoceánicos
capaces de captar las distantes emisoras argentinas.
A las 2 de la madrugada, en la peña folklórica El Coya, en
una calleja del viejo Madrid, una treintena de estudiantes
con el acompañamiento de quenas y bombos cantaban a la
revolución. Fusiles, montoneros, justicia y patrón eran las
palabras que salían de sus enronquecidas gargantas.
A las 4, los jóvenes decidieron ir "a la quinta", pero los
policías que vigilaban los alrededores les disuadieron de su
intento de molestar a Perón, que en su escritorio seguía
minuto a minuto, desde la mañana anterior, las incidencias
de las elecciones. López Rega le pasaba las cifras que iban
llegando al télex desde la sede del Movimiento Nacional
Justicialista en Buenos Aires. Cada hora y media, Héctor J.
Cámpora telefoneaba a Madrid para confirmarle las
impresiones que le trasmitía sin cesar por télex. Otros
muchos recargaban la línea: desde la voz aguda de Giancarlo
Elía Valori desde Roma —el primero en felicitar al general—
hasta la gardeliana entonación del cantor Carlos Acuña, más
otros llamados como el de una amiga de Pilar Franco, hermana
del caudillo, que saludó alegre al matrimonio Perón y le
hizo saber que "ahora sí estoy dispuesta a visitar la
Argentina".
Isabelita irradiaba felicidad, López Rega exultaba
entusiasmo y dinamismo. Perón se mantenía en calma: sólo sus
ojos reflejaban la satisfacción del estratega que ha ganado
la batalla decisiva. Unos cafés y media docena de
cigarrillos
lo mantuvieron en pie hasta el alba. Cuando Cámpora le dio
los datos extraoficiales que ratificaban la victoria, se
retiró a descansar. Quizá, mientras subía a su dormitorio,
pensara que había quedado atrás para siempre la inquietud
que oscuramente lo obsesionara tantos años: la posibilidad
de seguir el trágico destino de San Martin y Rosas, es
decir, morir en el exilio.
Mucho antes del mediodía, Perón ya estaba de nuevo en pie.
Hizo una larga caminata por el jardín, mientras barajaba
planes para el futuro, un futuro difícil y duro, en el que
habrá que sortear serios obstáculos. Es que —se piensa en
España— tras los primeros instantes de euforia popular será
necesario implantar un espartano sistema de austeridad para
superar la crisis económica, como con frecuencia lo ha
repetido Cámpora.
Esa misma mañana Perón dictó el juicio que le merecían los
comicios: "La labor desarrollada por los compañeros merece
el mayor de mis elogios y mi profunda satisfacción al
comprobar que ante una situación delicada como la presente
han sabido comportarse a la altura de las circunstancias. El
futuro de la patria debe ser la única meta para todos los
ciudadanos, enfocando todos nuestros esfuerzos en la urgente
reconstrucción nacional".
Centenares de telegramas fueron llegando a medida que
pasaban las horas, y se confirmaba la victoria. Uno de los
primeros fue el del doctor Ricardo Balbín, ofreciéndose a
colaborar por el bienestar y la grandeza del país. Mientras
tanto, algunos funcionarios del gobierno español creyeron
oportuno y necesario limpiar los cauces de comunicación con
el justicialismo, algo erosionados en las últimas semanas
con motivo de la visita del presidente Lanusse, y se cree
que encomendaron una gestión amistosa al periodista y
diputado Emilio Romero, director del diario Pueblo, órgano
de los sindicalistas y amigo de Perón.
Quienes así pensaban tenían un conocimiento más preciso de
la Argentina que los diputados que se reunieron el lunes por
la noche en el Club Internacional de Prensa para responder
las preguntas de los corresponsales extranjeros sobre "La
Falange hoy". Estaban allí, entre otros, Pilar Primo de
Rivera y Raimundo Fernández Cuesta, supervivientes del grupo
de los fundadores, y Enrique Villoría, representante da las
nuevas generaciones falangistas. Pero las elecciones
argentinas desplazaron otras cuestiones candentes, como el
reconocimiento por Franco de la China de Mao o el triunfo
gubernamental en los comicios celebrados el mismo domingo en
la vecina Francia. Curiosamente, varios dirigentes
falangistas se resistieron a aceptar el fallo de las urnas
argentinas. Sustentaron que "las Fuerzas Armadas se
equivocaron al organizar una consulta popular que llevará al
país al caos. Cámpora será desbordado en seis meses por las
juventudes marxistas. Antes de fin de año habrá que elegir
entre Fidel Castro o un golpe militar", añadían, llevados
por una obsesión anticomunista.
Las opiniones extremas no parecían inquietar a los
funcionarios de la Cancillería española, que se preparaban a
recibir al presidente electo, doctor Héctor J. Cámpora. "La
amistad hispanoargentina está por encima de los cambios
políticos", decían, y recordaban cómo las relaciones con
Cuba y Chile no se interrumpieron, "sino que se
fortalecieron con la llegada al poder de Fidel Castro y
Salvador Allende". "¿Por qué, entonces, iban a deteriorarse
con la vuelta al gobierno de un partido, el peronista, con
quien mantuvimos tan cordiales relaciones en la etapa de
1945 a 1955, y con la rehabilitación de un hombre que ha
sido nuestro huésped durante los últimos trece años?", se
preguntaban, quizás queriendo obtener da su interlocutor una
tranquilizante respuesta positiva.
ALMORZANDO CON LOS FISCALES
Al mediodía del domingo, tras cuatro horas de
estoica inmovilidad, los fiscales de las distintas
agrupaciones políticas comenzaron a sentir algunos escozores
internos: más allá del fervor cívico, el aparato digestivo
reclamaba su almuerzo. Allí se puso a prueba la capacidad
logística de cada uno de los partidos. En ese sentido, nadie
superó en la ciudad de Buenos Aires a los radicales:
contrataron los servicios de Casa Gallo, un local
gastronómico situado en la calle Tucumán al 1500, apenas a
una cuadra de la añeja sede de la UCR.
Desde allí partían automóviles en todas direcciones: cada
uno de los vehículos portaba alrededor de 90 almuerzos que
depositaba en las diversas parroquias, desde donde, a su
vez, se distribuían los paquetes. Todos ellos estaban
prolijamente envueltos en cajas de cartón blanco, sobre las
cuales figuraba el slogan que rigió la campaña partidaria:
"Balbín solución". Las viandas que alimentaron a los
fiscales radicales consistían en un reconfortante sandwich
de milanesa apuntalado por una empanada de carne, un flan y
una lata de Pepsi Cola.
Menos fortuna tuvieron los militantes peronistas: un sandwich
de salame y una manzana fue su única comida, acaso para
refirmar su fortísima influencia en el proletariado. No fue
mejor lo que recibieron los alendistas: un sandwich de
milanesa y una banana fue el menú pergeñado de común
acuerdo por ucristas, democristianos y udelpistas. Los
fiscales de Manrique tampoco devoraron manjares, pero las
bandejas munidas de triples de miga y empanadas de carne
sirvieron para saciar sus necesidades. Llamó la atención, en
cambio, que los escasos fiscales de Nueva Fuerza no
recibieran ni un paquetito de maníes. En la opinión de
algunos fiscales (de otros partidos, claro), las huestes de
Chamizo comenzaron a prever su debacle electoral y
consideraron antieconómico invertir un solo peso más. Según
la ley de la oferta y la demanda, actuaron cuerdamente.
Ir Arriba
|
|
Mientras Enrique Vanoli, miembro de la Convención Nacional
de la UCR, decía que la derrota de su partido era "un precio
político por no haber sido antigubernistas", el candidato
Ricardo Balbín (en la foto, en la Casa Radical, a medianoche
del domingo), filosofaba: "Hemos logrado la pacificación del
país; con eso he ganado yo".
"Este es el día más tranquilo de mi vida", aseguró Oscar
Alende —candidato de la Alianza Popular Revolucionaria—
momentos antes de ir a votar. Al finalizar el domingo,
Alende no ocultó su desencanto por la baja votación de la
APR en algunas zonas, pero creyó que era "una efectiva
opción para la liberación".
"Agradezco la fe que han tenido todos mis votantes y deseo
ahora que la voluntad popular no sea escamoteada". Tras los
comicios, Francisco Manrique apareció satisfecho con su
caudal electoral y, amparándose en el mismo, definió su rol
futuro: "Acabo de incorporarme definitivamente a la vida
política nacional".
El candidato de la Alianza Republicana Federal —que para
muchos observadores había surgido como una opción
oficialista y adquirió luego ambiguos perfiles— se mostró
satisfecho "por este excelente comido" y postergó
definiciones sobre la APR. "Veremos qué resuelven los
partidos que la componen", dijo Ezequiel Martínez.
Manifestantes festejan el triunfo
Pocas horas después de ser electo, Cámpora recibe en la CGT
el sillón que usara Eva Perón y que será entregado, a Isabel
Martínez.
El lunes 12, Lanusse anunció el triunfo del Frejuli en la
primera vuelta y ofreció colaboración administrativa.
Cámpora y Solano Lima asistieron, el martes 13, a la cancha
de San Lorenzo; los locales le ganaron a River 1 a 0. El
presidente electo recorrió el campo y saludó a jugadores y
público.
Ileana Bell de Lanusse votó en el Barrio Norte (foto de
arriba). Muy cerca de allí, las rotundas Norma (foto) y Mimí
Pons produjeron un arremolinamiento; mientras formaban cola
debieron sonreír cuando audaces admiradores les propusieron
acompañarlas al cuarto oscuro con el fin —claro está— de que
no confundieran las boletas. Norma Pons confesó luego que
era su primer voto y que, "como en tantas otras cosas, la
primera experiencia fue excitante". En el centro porteño, el
corredor Carlos Pairetti afirmó: "Ojalá el voto fuese
cantado, así se sabría en seguida el triunfo radical".
Después de los resultados, es posible que CP se dedique sólo
a los pronósticos deportivos. |
|
|
|
|
La alborada del triunfo: Cámpora votó en San Andrés de Giles
y se abocó luego a seguir de cerca la marcha de la votación,
que lo favoreció contundentemente
"Yo votaré por un hombre que sepa reemplazarme bien", afirmó
el presidente Lanusse en el momento de sufragar. Luego,
acaso para refrendar que sólo los comicios determinarían la
marcha del país, omitió más declaraciones: "Aquí yo soy un
simple ciudadano votando; el responsable es el presidente de
la mesa".
Entusiasmo popular, antes y después del comido: el jueves 8,
una joven partidaria y Cámpora en la cancha de
Independiente; el lunes 12 , los "muchachos" festejan en
Plaza de Mayo. |
|
|
|
|