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crónicas del siglo pasado

 


Televisión
Bastarían 200.000 dólares para iniciar las trasmisiones en color
Revista Primera Plana
01.01.1963

Hace un mes se trasmitió en un edificio del barrio de Nueva Pompeya, un programa de televisión en color. No lo difundió ninguno de los cuatro canales de Buenos Aires, tuvo una audiencia reducida y fue visto a través de dos receptores. Ningún libretista de éxito lo respaldaba; ninguna estrella lo popularizó; ningún ocupado productor lo presentó: apenas, una organización del Estado, que se denomina Escuela de Medios Audiovisuales y que depende del Consejo Nacional de Educación.
El programa evocó los momentos clave de la aviación argentina, y fue la emisión más barata de la televisión de hoy. Cuando en el país se escriba la historia de la TV en color, será citada a menudo; pero pasarán muchos años antes de que esa historia se escriba.
La TV en color abandonó, hace tiempo, el estadio de la experimentación: Estados Unidos, Japón y Rusia ofrecen trasmisiones regulares. No obstante, el nuevo medio, técnicamente acabado, se encuentra todavía en su adolescencia comercial, y los entendidos predicen que su expansión intensiva ocurrirá, por lo menos, de aquí a un lustro.
Un experto norteamericano planteó la cuestión con pocas palabras: "La TV en color presenta uno de los más complejos problemas jamás enfrentado por una industria. Los comerciantes necesitan que haya más programas, para vender receptores. Las cadenas y estaciones dudan en lanzar más programas, hasta tanto los avisadores se decidan. Y los avisadores vacilan, hasta tanto se vendan más receptores que garanticen una mayor circulación".
A pesar de este complicado panorama, la cadena NBC de Estados Unidos emite actualmente —es la única que lo hace— 66 horas semanales de TV en color; y de las 520 estaciones que funcionan en USA, 492 están equipadas para trasmitir o retransmitir en color.
En el rubro receptores, las diferencias son menos complacientes: hay 1 millón, contra 55 millones para blanco y negro.
En Japón, 5 canales se dedican a la TV en color, con unas 8 a 10 horas semanales. Se ignoran estadísticas de la Unión Soviética. Audiciones experimentales se desarrollan en Francia, Inglaterra, Australia, Canadá y Cuba.

La compatibilidad
La idea de las trasmisiones en color es tan vieja como la misma televisión. En 1928, uno de sus pioneros, el inglés John Baird, efectuó, en Londres, las primeras pruebas. Desde entonces se sucedieron los ensayos, basados sobre la descomposición de las imágenes en los tres colores básicos —rojo, verde y azul— que, como se sabe, engendran a todos los demás, inclusive el blanco y el negro.
La TV tradicional, la que hoy conocemos, se consolidó en Europa y en Estados Unidos entre 1935 y 1940. La guerra impuso una pausa a su creciente desarrollo, y el gran salto se verificó a partir de 1945, hasta llegar al auge actual. Pero esta trayectoria no frenó las experimentaciones con el color.
Hacia fines de la década del 30 se realizaban trasmisiones experimentales en EE.UU. y el proceso se hallaba adelantado siguiendo dos sistemas que aún hoy subsisten: el de "análisis consecutivo" (adoptado por la Columbia Broadcasting System), y el de "análisis simultáneo" (de la Radio Corporation of America).
Este último es el que hoy se emplea en Estados Unidos (la NBC pertenece a la RCA), puesto que llena la exigencia de "compatibilidad" requerida en una disposición gubernamental de diciembre de 1953. que fijó las normas para los servicios regulares de la materia.
"Compatibilidad" significa que un aparato para blanco y negro reciba las trasmisiones en color (las recibe, naturalmente, en blanco y negro), y que un aparato para color capte también los programas en blanco y negro. El otro sistema, en cambio, permite a un receptor de color recibir, únicamente, las emisiones en color, y no las de blanco y negro.
La RCA invirtió 50 millones de dólares en ensayos para poner a punto su método, y otros 70 millones en lanzar audiciones continuas. En 1950, sus ingenieros construyeron la primera cámara, y en 1954 comenzaron los programas: entonces, había 26 estaciones preparadas.
A primera vista, no existen notables diferencias entre un equipo de trasmisión y recepción de TV en blanco y negro y uno de color. La más notable reside en el nuevo tubo de rayos catódicos que se debió crear para el televisor.
En pocas palabras, el sistema es el siguiente:
• La cámara posee tres válvulas (se denominan "orthicones", y constituyen el corazón de la máquina) en vez de una sola, como tienen las tradicionales. Cada válvula corresponde al verde, rojo y azul, y mediante un sistema de espejos y filtros capta la parte que le toca de la composición de todos los colores de la imagen.
• El trasmisor es, básicamente, igual (los últimos fabricados por RCA sirven para color; por ejemplo, los del Canal 9), y dentro de la misma frecuencia trasmite las señales de los tres colores.
• El receptor también es bastante parecido a los comunes; pero su tubo de rayos catódicos (o "cinescopio", esa especie de enorme botella colocada frente a la pantalla) debe realizar la recomposición de la imagen —que ha sido descompuesta por la cámara—, también sobre la base de los tres colores señalados, hasta restituir la visión exacta.
Como es notorio, el secreto de la TV estriba en reducir la imagen a señales luminosas que el receptor toma y arroja sobre la pantalla en levísimas rayas horizontales, trazadas de izquierda a derecha. La unión de todas esas rayas (son 625) opera la reconstitución de la imagen, aprovechando —como hace el cine— la persistencia de la retina humana.
Se comprende que el proceso no es tan sencillo: hay otros elementos y aparatos en juego que forman lo que se llama "cadena de cámara", cuyo precio alcanza a unos 70.000 dólares, contra los 20.000 que cuesta una cadena de cámara para blanco y negro.
Lo cierto es que modificar las Instala clones de una planta para "que emita en color, representa una inversión cercana a los 200.000 dólares. El problema esencial está en la necesidad de abaratar el precio de los receptores, lo que se va logrando paulatinamente. Por 400 dólares es posible adquirir en Estados Unidos un aparato. Japón los fabrica, actualmente. a niveles similares.

¿ Y la Argentina?
En junio de 1961, un apresurado vespertino anunció la posibilidad de que Argentina tuviera TV en color para fecha próxima. La euforia provenía de un cable de Tokio, donde se daba cuenta de la gestión de Ildefonso Recalde —ex presidente del Canal 11— ante Matsutaro Shoriki, titular de la Nippon Televisión Co. (NIT) tendiente a la firma de un acuerdo para desarrollar aquí el nuevo sistema.
No hubo concreción para ese convenio. Por el contrario, la depresión de 1982 obligó a postergar todo intento. Ahora, las estaciones locales luchan, ante todo, por su subsistencia financiera; y es una lucha áspera. Las consultas revelan que los proyectos han sido cuidadosamente sepultados en los archivos.
La industria fabricante de receptores también atraviesa un momento difícil la demanda se ha retraído. Las estaciones del interior licitadas, siguen esperando las decisiones! del P. E., por lo que permanece cerrado un lógico mercado consumidor.
Los televisores se construyen con buena parte del material traído de EE.UU. Su valor promedio oscila en tos 35.000 pesos. Hacer aparatos para color aumentaría de manera astronómica esa cifra v sobrepasaría los 400 dólares que antes marcamos como precio mínimo en USA. El tubo de rayos catódicos, pieza fundamental del proceso, pertenece a la RCA. Ciertas empresas los producen, pero siempre bajo licencia de esta compañía.
Los cálculos probables indican que un televisor para color, armado en el país, podría venderse a unos 80.000 pesos. Y, entonces, ¿quién lo compraría? No debe olvidarse que en la Argentina hay, aproximadamente, 800 mil receptores para blanco y negro, una cantidad apreciable. Aun con el sistema de pago a plazos, la compra de un aparato para color es difícil. Y, por otra parte, los fabricantes no pueden iniciar la elaboración de la noche a la mañana.
Es obvio que, primero, debe cobrar cuerpo la trasmisión de programas. El juego de intereses, como lo anotaba la frase que citamos al principio, entrará en escena.
Un canal puede emitir en color: sería un golpe de audacia y de poder económico. Ahora bien: ¿a quién irían dirigidos sus programas? Puesto que en la Argentina no se fabrican receptores, habría que importarlos. ¿Quién sería capaz?
La solución estribaría en un entendimiento general de patrocinadores, estaciones e importadores y, luego, eventualmente, fabricantes. Pero la época es menos propicia que nunca. En 1963, la televisión local tiene que sobrevivir de acuerdo con los métodos tradicionales. No está en condiciones de propinar golpes de audacia.
Una salida sería la protección estatal, y en esto confían algunos observadores. Pero el Estado, que aún no decidió la situación de las radios intervenidas ni adjudicó las estaciones de TV para el interior, ¿se ocupará de apoyar las trasmisiones en color?
Y sin embargo, indirectamente, es el Estado el que abrió las primeras puertas de la TV en color, junto con la medicina. En 1936, a raíz; de un congreso científico, se trajo al país un pequeño equipo General Electric. Después, lo compró en 60.000 dólares la Dirección General de Material de la Secretaría de Aeronáutica, para su hospital.
Desde entonces está instalado allí, registrando operaciones quirúrgicas en circuito cerrado. No hay que olvidar que, en 1950, la llegada de un equipo para una reunión de cirugía dio el impulso final al nacimiento del Canal 7 y a las trasmisiones regulares de televisión iniciadas el 17 de octubre de 1951 (hubo emisiones experimentales anteriores en 1939 y en 1944).
El equipo del Hospital Aeronáutico —ya no se fabrican más— consta de una pequeña cámara sin "visor" (es la ventanilla por donde el camarógrafo enfoca la escena a televisar) que se maneja por control remoto: está montada en el quirófano, sobre la mesa de operaciones; un control de cámara, situado en cabina aparte, dos monitores y varios receptores, de los cuales sólo dos se hallan en uso.
La escuela de Medios Audiovisuales, para sus planes de TV educativa, gestionó el empleo del equipo, y en noviembre de 1961 presentó "Panorámica Buenos Aires", un programa que buscaba mostrar el ayer y el hoy edilicio de la ciudad. Fue, como todo primer ensayo, una audición precaria.
Un año después, "Victoria de las alas argentinas" significó un notable paso adelante. Los alumnos de la escuela y el encargado del mantenimiento del equipo, Lino Mulli, trabajaron para mejorar la iluminación, los problemas de sonido y algo más importante: montar la cámara sobre un trípode (antes se desplazaba sobre rieles).
En el reducido quirófano del Hospital Aeronáutico, la televisión en color insinuó, así, tras reflejar el suspenso de las operaciones médicas, el 'abc' de un nuevo espectáculo,
Pero, por el momento, el público deberá conformarse con el blanco y negro. Tiene que esperar, todavía; y de nada le servirá comprar una plancha plástica que se vende a $ 300 y que, colocada ante la pantalla del televisor, ofrece —según sus hábiles inventores— la visión en color. Es como colorear con lápiz una fotografía. Es un ingenuo anzuelo en una era tan poco ingenua como la de la electrónica.

 

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