Revista Primera
Plana
01.01.1963 |
Hace más de un año, de regreso de un viaje por Estados
Unidos, el dirigente democristiano Oscar Puiggrós comentaba
el interés existente en ese mercado (especialmente en la
zona e Nueva Orleans) por adquirir vinos de la Argentina. Un
industrial vitivinícola se interesó por la información y
quiso saber si los "louisianos" querían comprar mucho o poco
vino argentino. Cuando le dijeron que mucho, decidió que
entonces no le convenía.
Sucedía, por entonces, que el vino producido en las bodegas
argentinas era consumido en su casi totalidad, dentro del
país. En el mercado interno no había problemas y no era
cuestión entonces de "romperse la cabeza" tanteando otros
mercados. Por otra parte, la escasez de piletas hacia que se
embotellaran rápidamente los vinos comunes de mesa, sin
dejarlos añejar para que se convirtieran en 'reserva", que
es el tipo más apto para exportación.
En los últimos meses la situación parece haberse modificado
totalmente, hasta el punto de que los industriales
vitivinícolas consideran que están enfrentados a la más
aguda crisis desde lace 40 años. Los elementos de juicio que
aportan para demostrarlo, son:
• La demanda está restringida por la disminución del poder
adquisitivo real de la mayor parte de la población.
• Otro factor de disminución de la demanda está dado por el
amplio campo que ganaron últimamente las bebidas sin
alcohol, introducidas con el auxilio de una intensa y hábil
propaganda.
• La mala calidad de algunos vinos, fraccionados con métodos
heterodoxos, inclinó a la adopción de las otras bebidas de
mesa.
• Entre tanto, la producción se incrementó, superando
holgadamente a la de los años anteriores.
La coincidencia de estos factores se tradujo en agobio para
la situación financiera de las empresas, y algunas de ellas,
a pesar de su larga tradición y experiencia, tuvieron que
llamar a convocatoria de acreedores. Tal el caso de Luis
Filipini Ltda.
'"Beba más vino"
Este inquietante panorama determinó que funcionarios y
representantes de la industria, se abocaran a estudiar
algunas medidas para superar la emergencia. El tema interesó
fundamentalmente al Instituto Nacional de Vitivinicultura,
que dirige el señor Luis S. Pincolini, y donde están
representados los gobiernos provinciales, los viñateros, los
bodegueros, los distribuidores y las cooperativas. Las
provincias de Mendoza y San Juan tienen dos representantes,
mientras que La Rioja y Río Negro cuentan con sólo uno cada
una. en razón de no aportar más que el 10 % de la producción
total. Mendoza produce el 60 % y San Juan el restante 30 por
ciento.
Entre las medidas que ha dispuesto poner en práctica el
Instituto, se cuentan:
• Votar una partida de 40 millones de pesos para efectuar
una intensa campaña publicitaria de carácter institucional
con el fin de alentar el consumo de vino.
• Sin perjuicio de lo anterior, los productores lanzarían
inmediatamente después, su propia campaña.
• Observar con mayor interés la evolución de los mercados
exteriores que. sin embargo, seguirán teniendo una segunda
prioridad.
Con esta campaña se espera poder incrementar en un 100 % los
consumos del mercado interno, que actualmente están por
debajo de los 16 millones de litros al año.
Un representante de los bodegueros que prefirió hablar a
título personal (Alejandro Sirito, de la firma Ciancio,
Sirito y Cía.) manifestó estar conforme con la acción que
planea el Instituto, paro advirtió que las autoridades deben
trabajar, en general, con sentido más constructivo, ya que
sus pequeños errores han destruido, muchas veces, esfuerzos
prolongados por años. Curiosamente, manifestó su
complacencia por la intervención estatal, sobre todo en el
control de la calidad, que se verifica ahora desde la
elaboración hasta que el vino se encuentra depositado en los
estantes minoristas.
Tampoco se mostró quejoso del régimen impositivo
relativamente alto que afecta a esta industria.
Resignadamente recordó que el Estado se queda con cincuenta
centavos por cada litro, en concepto de impuestos, y que
otros veinte centavos pasan a engrosar los fondos del
Instituto de Vitivinicultura.
En cambio, Sirito no está muy de acuerdo en realizar de
inmediato una gran campaña de ventas al exterior. La
exportación —dice— puede ser un aliciente para nivelar la
producción con las ventas, en un momento dado, pero no
podemos hablar seriamente de exportar cuando están en marcha
planes de publicidad que puedan aumentar la demanda interna.
"La publicidad realizada por mi empresa —ejemplifica— ha
permitido duplicar las ventas".
En caso de lanzar una campaña de exportación, Sirito
entiende que debería limitarse a los países americanos,
incluyendo a los Estados Unidos. Es el área más propicia,
insiste, y tenemos pedidos en firme de varias empresas de
USA. Colombia y México. En el primero de esos países se
consumen ya algunas partidas del convincente tipo rosado de
"Viñas de Orfila".
Sin embargo, existen bodegueros interesados en salir del
continente. Hace muy poco, una comisión especial de Mendoza
realizó sugestivos contactos, para poder alcanzar dos metas
importantes: Francia y Suecia.
En Francia, los vinos argentinos podrían sustituir en parte
a los hasta ahora clásicos vinos argelinos, ya que la
declaración de la Independencia de ese estado puede implicar
un cambio en su política de comercio exterior. En Suecia,
las autoridades estimulan el consumo de vino, por una
insospechable razón: para combatir el alcoholismo, producido
allí por el alto consumo de bebidas blancas.
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