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EL AVION NEGRO
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Cuatro autores, trece actores, dos escenógrafos y un director tratan de reflejar sobre el escenario del Regina -Santa Fe 1235- las dudas que los distintos sectores del pueblo tienen ante la posibilidad de la llegada del líder. Cossa, Rozenmacher, Somigliana y Talesnik satirizan, así, a través de dos actos y doce cuadros, los esquemas políticos y sociales de nuestro tiempo y de nuestro país

Después de merecer una mención en el concurso de la Casa de las Américas de Cuba y de sortear tormentosos inconvenientes de puesta, 'El avión negro', de Roberto Cossa, Germán Rozenmacher, Carlos Somigliana y Ricardo Talesnik, aterrizó sobre el escenario del teatro Regina. Un primer proyecto de Alejandra Boero y Jorge Hacker canalizó, más tarde, en el trabajo que Héctor Giovine concretó con el elenco que integran Alberto Busaid, Graciela Martinelli, Sergio Corona, Marta Alessio, Oscar Viale, Ulises Dumont y Julio López. Quinientos mil pesos —de los cuales la mitad corresponde al costo de la escenografía de María Julia Bertotto y Jorge Sarudiansky— posibilitaron la escenificación de esta sátira en dos actos y doce cuadros que intenta criticar los esquemas político - sociales de nuestro país, tomando como eje central el fervor peronista de la clase obrera y su repercusión inmediata en el seno de la sociedad argentina. Sus responsables constituyen, juntamente con Ricardo Halac, el Grupo de autores que, a partir de esta experiencia concreta de trabajo, encarará la producción de las obras de sus integrantes y, en el futuro, de las de otros autores nacionales.
—El avión negro fue nuestro punto de partida —afirma Cossa—. En seguida le sucedió 'Cien veces no debo', la pieza de Talesnik que se representa en el Margarita Xirgu.
—En cuanto a la participación de cada uno de nosotros en la sátira del Regina, sólo puedo decir que ha sido escrita en colaboración entre los cuatro que firmamos —confiesa Somigliana—. Cada uno de nosotros se siente dueño de la totalidad, sin distinción de sketches.
—Si bien existen antecedentes de piezas firmadas por varios dramaturgos, no es nada común que se asocien más de dos autores para realizar este tipo de trabajo —comenta Talesnik—. Nuestra experiencia resultó positiva: nos reuníamos constantemente para intercambiar ideas, para buscar la forma dramática más adecuada, para discutir la línea general del espectáculo. Luego escribíamos una parte cada uno y la sometíamos a consideración de los demás. La sociedad funcionó a la perfección y el resultado se tradujo en ese enfoque satírico de las distintas reacciones de los sectores de la sociedad ante una gran manifestación peronista por las calles de la ciudad, con motivo del regreso o de la posibilidad del regreso del líder.
—En poco menos de un mes realizamos la puesta —señala Héctor Giovine—. Cuando me propusieron su dirección me molestó mucho que fuera una pieza en sketches, pero en seguida que la leí me interesó profundamente porque, a través de ella, podía hablar des de el escenario de cosas que nadie se había atrevido a decir. Era una manera de exponer situaciones vitales de una forma adulta, analítica, seria.
Giovine comenta las dificultades de escenificación que presenta una obra compuesta por diversos esquicios:
—Cada sketch pide distintos elementos que hay que con jugar con el sentido de su propia idea y con las ideas de los demás cuadros que integran la pieza. En 'El avión negro' hay distintos estilos porque así lo exigen las situaciones y los personajes. Mi labor fue precisamente la de darle unidad y redondez al espectáculo. Había que hacerle creer al público que se trataba de una obra completa.
—Los doce cuadros están enlazados por el hombre del bombo, un personaje que dialoga constantemente con el fantasma de Perón —relata Rozenmacher.
—El avión negro trata de exteriorizar, fundamentalmente, las dudas que tienen los distintos sectores del pueblo ante la solución que implica el regreso del líder —afirma Giovine—. No recuerdo un momento más emocionante, ni como actor ni como espectador, que el del primer día que dimos la pieza con público: la repercusión fue tan inmediata, la reacción tan fuerte, el diálogo con el espectador tan profundo, que el hecho constituyó un fenómeno que fue más allá de la cosa teatral. Creo que se aplaudía a lo que, hasta ese momento, no se había podido decir.
En lo que respecta a la forma de la obra, Héctor Giovine afirma:
—Nuestro estilo de teatro es el grotesco. Ojalá tuviéramos hoy un Discépolo 70. Me da la impresión de que a partir de 'El avión negro' no se va a poder hacer la cosa mentirosa, con apariencia de intelectualidad, que se vino fabricando durante mucho tiempo. A partir de 'El avión negro' cada cosa deberá llamarse por su nombre. Adiós a las excusas de que el público no está preparado, que los actores no pueden encarar este tipo de trabajo ... Desde ahora, al pan pan y al vino vino.
Revista Semana Gráfica
04.09.1970

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