Una legión cada vez más numerosa de estudiantes llena las
aulas de los colegios nocturnos. Después de una intensa
jornada de labor los jóvenes de diversas edades asisten a
clase hasta medianoche. El Colegio Nacional Nº 15
"Revolución de Mayo" es uno de esos establecimientos donde
el estudiantado nocturno busca su futuro por la vía del
esfuerzo
Por ROQUE ESCOBAR
El timbre del primer recreo parece la pitada final de un
referí. Cierta "hinchada" se avalancha hacia la salida.
Corre, grita, desespera. Aquí es más o menos lo mismo: el
"rrriiiiinnn" parece tener un angelical sonido de "gong"
antes del knock-out y los muchachos (la "hinchada") de
algunas aulas salen a borbollones. Corren, cruzan el
primer patio, un pasillo, el segundo patio, y llegan a la
meta con un grito guerrero: —¡Un pancho, don Coronel, un
pancho!...
El apresuramiento para mitigar las languideces del
estómago tiene una explicación: los muchachos son
estudiantes nocturnos y, al finalizar la segunda hora de
clase, no pocos sienten el rigor de muchas horas sin
probar bocado. El pancho o el sandwich con el café o la
Coca de las ocho y media de la noche suelen cumplir las
funciones de un puente fortificante hacia la cena. (Aunque
la cena muchas veces no llegue porque el sueño vence al
hambre.) Luego vendrá el sabroso cigarrillo, que se
consume entre charlas en las que, a menudo, pululan
profesores-personajes y, consecuentemente, soberbios
estallidos de risa. De nuevo el "rrriiiinnn" los llamará a
la "pelea" y los alumnos volverán a las aulas. Allí se
quedarán hasta las once y media de la noche, todos los
días, durante cinco años.
La señorita Mariana Malone, rectora del Colegio Nacional
Nº 15 de bachillerato especializado, explica el fenómeno:
"Yo soy una enamorada del que estudia de noche. Los admiro
—usted no diga esto— pero los admiro y los quiero
muchísimo. En este colegio hay 700 alumnos. Ya casi no
tenemos vacantes. La mayoría de ellos viene porque quiere.
Nadie los manda. Vienen a estudiar. Buscan un futuro
mejor, y han elegido el camino de la preparación. La
especialización en Letras, Ciencias Biológicas o
Físico-Matemáticas es, sin duda, una atracción, y me
parece un acierto haber implantado ese sistema. Fíjese
usted que llegan a clase después de un día de trabajo. Le
quitan horas al sueño, al descanso, a la vida familiar, al
paseo con la novia... ¿cómo no admirarlos? Esto no quiere
decir que tengan contemplaciones especiales. No, señor.
Quiere decir que el estudiante nocturno es considerado
como una persona adulta, como es. Claro que, por ahí,
usted encuentra algunos que son algo "vaguitos", pero no
es la mayoría. La mayoría quiere estudiar y estudia".
La oculta admiración de la rectora es, sin embargo, un
hecho evidente para los alumnos. En momentos en que se
hacía esta nota, la señorita Malone llamó a cinco alumnos
de tercer año a su despacho. El vicerrector, señor Horacio
López de la Rosa, les habló:
—Señores: se los ha llamado para felicitarlos por la tarea
que vienen cumpliendo. El colegio les agradece su
colaboración y los invita a seguir adelante sin
desmayos... Les entregamos estos distintivos para que
recuerden este acto de reconocimiento. Muchas gracias...
Los muchachos se alejaron con sus escuditos en la mano y
el señor López de la Rosa explicó:
—Estos muchachos están pintando su aula. Vinieron el
sábado y vienen todos los días antes de que comiencen las
clases para pintar paredes y pizarrón. Después vamos a
verlos. Hay uno de ellos, el alumno Coscia, que se entregó
a la tarea con verdadero entusiasmo...
El alumno Coscia tiene 34 años. Es casado, con dos hijos.
El sábado 3 de abril llegó al colegio con su mujer y sus
dos hijos como ayudantes, y todos se pusieron a pintar. El
alumno Coscia está en segundo año.
—Cada muchacho —dice el vicerrector— es un mundo, una
historia, una novela. Un drama, a veces. A veces una
comedia. Eso de pintar las aulas se les ocurre a ellos
mismos, y la Cooperadora del colegio paga los gastos.
Lamentablemente, los mismos alumnos se tienen que ocupar
de estas labores. Pero mientras ellos lo hagan con
alegría, como lo hacen, el hecho es constructivo...
Tal vez el secreto de este voluntarioso trabajo del
alumnado se deba a la política de "puertas abiertas" de
las autoridades. El trato directo y la preocupación
personal por resolver los problemas del estudiantado hacen
que éste vuelque sus inquietudes en hechos concretos. Por
supuesto, el hecho "colaboracionista" no es una
característica exclusiva del Colegio Nacional Nº 15
"Revolución de Mayo": es, más bien, una pauta para definir
el grado de madurez del estudiante nocturno.
—Cuando se los trata bien —acota la señorita Malone— usted
los ve llegar cansados y al minuto se reaniman. Toman
pinceles o ayudan en secretaría o en biblioteca; repasan.
Yo le puedo asegurar que, dentro de este colegio, como
dentro de otros tantos nocturnos, hay verdaderos héroes
anónimos. Que viven solos y lejos. Que deben mantener a
una familia. Que trabajan desde las seis de la mañana. Y,
sin embargo, ahí los tiene: seguros de que el camino que
han elegido es duro, pero tiene su premio...
En un ala inferior del edificio están los quintos años.
Por cada dos divisiones de la especialidad Letras, hay una
de Ciencias Biológicas o Físico-Matemáticas. La abrumadora
mayoría de "literatos" debe ser reflejo de la natural
inclinación de los argentinos hacia las carreras
humanísticas. Una sola de las aulas de quinto año ofrece
material para un interesante estudio sociológico: allí
están los cariñosamente llamados "abuelos" hasta los
chiquilines que debieron incursionar desde chicos en el
mundo del trabajo. Están los que retomaron el secundario
después de un largo e involuntario período de abandono y
los que se dieron cuenta de que, luego de muchos años,
seguían siendo lo mismo en el empleo, y lo mismo en la
familia y en el círculo de amistades. Están los "cómodos",
generalmente pibes, que van al nocturno en busca de
consideraciones docentes especiales y se encuentran con
que el régimen de estudios de la noche exige, sobre todo,
vocación por aprender y no vocación por el título. En esta
"ensalada" pueden encontrarse muchachos de los más
diversos estratos sociales, políticos, raciales y
religiosos. Tienen, más allá de sus formales diferencias,
un "hilo conductor" que los une y los fortalece en
conjunto: el estudiante "tipo" del colegio nocturno es
sobrio y maduro. Más allá de la circunstancial broma en la
que participa, a él le interesa aprender en serio y llegar
en serio a las últimas consecuencias de la carrera que ha
elegido. Sabe, si no, que un papel con un sello de la
Nación no sirve para nada cuando no se ha aprendido de
verdad.
—Yo soy visitador médico, escritor, poeta (José A. Cedrón,
26 años, soltero, segundo año). Me decidí a estudiar
porque me gusta, porque tengo que ganar el tiempo perdido.
Una noche andaba caminando por ahí, sin hacer nada, y pasé
frente a una escuela nocturna. Allí me nació la idea. Me
pregunté: ¿Qué hago yo? ¿Qué será de mi futuro sin
preparación superior? Y aquí estoy... pienso rendir
tercero libre, cursar cuarto y, luego, dar quinto libre,
si todo anda bien...
—Me levanto todos los días a las seis y media. Vivo en
Ramos Mejía. Soy casado, tengo tres hijos. Trabajo hasta
las 19 de lunes a viernes (Claudio Ramiro Funes, 5º año -
Letras). Pienso seguir Derecho. Tengo cuarenta. A los 45
soy abogado. .. ¿Por qué no? Y si no llego, no importa.
Pero llegaré, seguro que llegaré... Hace cinco años
pensaba que estar en quinto era sólo para los
"superiores", los "elegidos". Hoy pienso que ésta es una
batalla para los valientes. Sólo para los valientes...
—Yo soy jefe de depósito en una empresa. Trabajo once
horas por día. Soy casado, tengo dos hijos (Carlos
Alessandrini, 40 años, 5º - Físico-Matemáticas). Estuve
estudiando hace mucho tiempo. Después dejé. Hace once años
volví al estudio y largué de nuevo. El año pasado me
propuse terminar y aquí estoy. Ya faltan pocos meses.
Decidí seguir por satisfacción personal. Cuando me reciba,
veré qué satisfacción doy a los demás...
—A mí me interesa estudiar Filosofía, por eso me anoté en
Letras. Tengo 31 años, soy casado, con un hijo (Alberto R.
Bessouet, 4º año). Trabajo de 10 a 19. Estudio por la
mañana, temprano, o en el colectivo, o los domingos. Claro
que me falta tiempo. Siempre falta tiempo. Si no viniera a
estudiar de noche haría otra cosa. Prefiero, por eso, que
me falte tiempo mientras estoy en un aula o mientras rindo
exámenes. No la sensación de fracaso o frustración después
...
Estos son algunos testimonios de los recogidos en el
Colegio Nacional Nº 15. La rectora Malone y el vicerrector
López de la Rosa completaron el panorama:
—Y ahora no es nada —dijo la rectora—. En invierno es
realmente un sacrificio para los que viven lejos. Hay que
tener coraje. Por eso yo los admiro en el fondo, pero no
lo ponga...
—Hay anécdotas —dijo él—, muchas anécdotas. Cada alumno es
una anécdota. Desde los que se copian hasta los que se
hacen la rabona en el baño o en los pasillos cuando hay
prueba escrita. Pero eso no pasa solamente en las escuelas
nocturnas. Eso es una característica del estudiante en
todo el mundo...
El profesor Guibourg, con 20 años de docencia en colegios
nocturnos, dijo, minutos antes de que sonara el timbre del
segundo recreo de la noche:
—La escuela nocturna cumple una función social adelantada
a la época, porque permite estudiar al que trabaja. Siendo
gratuita y nocturna, le ofrece el acceso a las
universidades. Esta especialización en el ciclo superior
del bachillerato hace que los alumnos del Nacional se
sientan más seguros y mejor preparados al recibirse.
Además, la especialidad es una forma eficaz y concreta de
orientación. Me gusta mucho la fuerza de esa juventud que
no se queda atrás, y, con sacrificios, busca un mañana
mejor. El estudiante nocturno es doblemente admirable y
ejemplar.
Cuando sonó el timbre del segundo recreo largo, y último,
los muchachos, como la hinchada, volvieron a salir
corriendo a la pesca de un pancho. La "pelea" por el
futuro volvía a tener un paréntesis tras el "gong" que
allí es "rrriiiinnn".
A mitad de año, muchos habrán quedado knock-out, vencidos
por el sueño, el cansancio, la desidia. Otros muchos
continuarán el combate.
Fotos: KI-CHUL-BAE
Revista Semana Gráfica
16.04.1971
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