Al promediar el primer mes de 1964, una mujer se
transformó en noticia al asumir el más alto cargo que una
representante de su sexo alcanzó dentro de la
administración del doctor Arturo Illia: Luz Vieira Méndez
había iniciado sus funciones como presidenta del Consejo
Nacional de Educación. A la semana escasa de comenzada su
gestión, una onda de rumores partió desde sus oficinas
hasta cubrir todos los rincones del viejo e incómodo
edificio estilo segundo imperio que ocupa el Consejo. "Una
mujer muy ejecutiva", "detesta la burocracia", susurraban
excitados los funcionarios más jóvenes, mientras los
veteranos manifestaban sus temores de "que la ciénaga la
trague". Para avalar sus muestras de pesimismo recordaban
que "no hay ministerio más burocratizado que el de
Educación".
Mientras se efectuaban los comentarios, la profesora
Vieira Méndez, vestida elegante pero sencillamente, con
los ojos protegidos por anteojos ligeramente ahumados,
comenzaba a actuar con un estilo dinámico que hacia
recordar al de una empresaria. "La educación es una
empresa como cualquier otra que, en vez de ofrecer
resultados económicos, deviene intereses humanos", opina.
Su lema, además, parece sintetizarse en la palabra
"eficiencia". Cuando días pasados recibió la llamada
telefónica de un ministro provincial (Jorge Soria,
ministro de Obras Públicas de Santiago del Estero) que
deseaba saludar a su antigua profesora, en cinco escasos
minutos de conversación le agradeció su atención, le pidió
que anunciara al ministro de Educación de Santiago del
Estero la organización de un plan de cursillos de
estadísticas de la educación que piensa realizar en todo
el país y lo felicitó por el proyecto provincial de
edificar más locales escolares. Además, casi al término de
la conversación, preguntó al ministro si todavía podía
tutearlo. Por supuesto, en todo momento se había dirigido
a su ex alumno con un castizo "tú" adquirido, seguramente,
en sus dieciséis años de trabajo y estudio vividos fuera
de la Argentina.
Su designación como titular del Consejo Nacional de
Educación se gestó, prácticamente, hace aproximadamente
veinte años en Córdoba. En esa época, por sugerencia de
Juan Mantovani (el conocido educador ya fallecido y que
ejerció gran influencia en la formación intelectual y
pedagógica de la nueva presidenta del Consejo Nacional de
Educación), había sido designada para dirigir la
realización de un experimento fascinante: una escuela
normal integral atendida por un cuerpo de profesores
titulados que impactó ruidosamente en los un tanto
adormecidas ámbitos educativos cordobeses. Las noticias
del éxito de la experiencia llegaron rápidamente a oídos
del entonces vicegobernador de la provincia. Se llamaba
Arturo U. Illia.
Según los amigos y conocidos de Luz Vieira Méndez, ésta
cuenta en su haber con un doble hándicap positivo: nació y
se crió en una familia de educadores ("Si algunos actores
pueden decir que nacieron en un escenario, ella podría
decir que nació en una escuela") y, como alumna y
profesora, se movió en todos los niveles de la enseñanza.
En su Entre Ríos natal ejerció en la Escuela Normal de
Paraná y, desde 1935 hasta 1942, dirigió un jardín de
infantes modelo.
En 1947, cuando "por motivos de índole política que mejor
es olvidar" abandonó la Escuela Normal de Córdoba, partió
a Venezuela contratada por el gobierno como asesora en
asuntos educativos, su labor se dirigió especialmente a la
formación de maestros. Precisamente, poco tiempo antes, en
colaboración con otros colegas suyos había escrito
Orientación vocacional del adolescente y la formación del
maestro, trabajo que le dio la satisfacción de recibir el
elogio de otro de sus maestros: el filósofo Francisco
Romero ("a Romero y a Mantovani —indica— les debo mi
temprana fe en el espíritu del hombre y en la dignidad de
la profesión educadora").
De Venezuela, gracias a una beca, se trasladó a los
Estados Unidos donde recibió el Master en educación en la
Universidad de Ohio. Inmediatamente ingresó en el staff de
la UNESCO que recién comenzaba sus misiones de asistencia
técnica educativa. "Me cupo la fortuna de vivir por muchos
años el programa de pensamiento y de acción de la UNESCO
—organización fundada dentro de las Naciones Unidas para
buscar la paz y él entendimiento entre los hombres
mediante la protección, estímulo y divulgación de los
valores humanos— porque comprobé que la filosofía de mis
maestros argentinos que yo busqué transformar en conducta
educadora, coincidía cabalmente con sus propósitos y
programas."
Cuando un tanto sorpresivamente el presidente Illia
decidió designarla para su actual cargo, Luz Vieira Méndez
se encontraba en Santiago de Chile como coordinadora
adjunta de la Oficina Regional de Educación de la UNESCO.
Sus planes inmediatos: planificar y, sobre todo,
coordinar. "Argentina necesita ensamblar los distintos
niveles de educación." Las naciones constituidas en
repúblicas federales tienen un doble problema a superar
para conseguir el deseado ensamblamiento de .la enseñanza.
Además de la coordinación vertical de los distintos
niveles de educación (jardín de infantes, primario,
secundario, universitario), debe efectuar una labor de
encastre de los planos nacionales y provinciales. No seria
extraño que, para salvar estos problemas. Vieira Méndez
sugiera en los próximos meses la creación de un consejo
asesor en nivel ministerial que determine normas de
planificación de la enseñanza dentro de un marco integral
de desarrollo. Como señala la UNESCO, "no se puede educar
sin que el educando goce de las condiciones
socio-económicas mínimas indispensables. De la misma
manera no se puede encarar planes de promoción económica
sin tener en cuenta la formación de sus eventuales
beneficiarios".
Actualmente, la nueva titular del Consejo Nacional de
Educación se halla en un período de estudio de los
problemas concretos. Ha mantenido largas conversaciones
con funcionarios técnicos del Consejo Nacional de
Desarrollo y otras reparticiones en busca de datos y
estadísticas. Coincide con el ministro Alconada Aramburú
(PRIMERA PLANA, número 60) en la necesidad de concluir con
la superposición de escuelas y de aumentar el número de
horas escolares.
En realidad, sus planes sobre intensidad escolar no se
detienen en este punto; considera que la única posibilidad
que tiene el joven argentino contemporáneo de desempeñarse
en el mundo moderno reside en una educación integral que
sólo se la puede ofrecer un mayor número de años de
escolaridad vividos intensamente. No solamente es
partidaria de la educación preprimaria (jardines de
infantes) y la extensión del ciclo obligatorio hasta el
secundario, sino que entiende se debe tender a implantar
la doble escolaridad (reemplazar el sistema de turnos
optativos por uno solo que ocupe al educando mañana y
tarde).
Claro que no es partidaria de hacer "planes <en el aire".
Comprende, por ejemplo, la actitud de los padres —sobre
todo los campesinos— que, cuando sus hijos llegan a una
edad en que pueden realizar algunas laboras, deciden
sustraerlos del ámbito escolar para que les sirvan de
ayuda. "Si esos padres ven que sus hijos no adelantan en
sus estudios y la necesidad les obliga a trabajar, no se
puede ser demasiado severos con ellos." La solución radica
en dos puntos esenciales: condiciones económicas
favorables y eficiencia en la enseñanza.
Según algunas estadísticas, algunos países
latinoamericanos utilizan "el 60 % del presupuesto
educacional solamente en los niños que repiten sus grados.
Otro índice referido a América latina señala que el 75 %
de los educandos no superan el segundo año de educación
primaria. Estos porcentajes no se registran en la
Argentina. Sin embargo, el problema existe y, "tanto para
el niño como para el padre, el hecho de repetir grados es
psicológicamente negativo". Como todos los modernos
educadores, la profesora Vieira Méndez considera que estas
repeticiones no son tanto defecto del educando romo del
sistema; "tampoco es imputable al maestro". Otorgar mayor
eficiencia a los métodos de enseñanza en vigencia está
entre las primeras medidas a tomar por las nuevas
autoridades educativas.
Por su parte, muchos maestros esperan la solución de
problemas que les atañen personalmente y que todavía no
fueron resueltos con la aplicación del Estatuto del
Docente. La cuestión de los sueldos es parte del problema
económico total del ministerio de Educación que,
posiblemente, no se solucione en seguida. Otra se refiere
a los célebres (muchos maestros opinan que son
"tristemente célebres") concursos de promoción que, hasta
ahora, parecen haber pecado de ineficaces. "De por si los
trámites son bastante engorrosos", afirma la profesora
Vieira Méndez: ella tratará de agilizarlos en todo lo
posible. Además, una comisión designada por el ministerio
de Educación está buscando la manera de reglamentar el
articulado respectivo del Estatuto.
"¿Cuándo tendremos un status que jerarquice nuestra
labor?"; éste es otro interrogante que tortura a los
docentes. Vieira Méndez considera que una vez que el
sistema de enseñanza adquiera eficiencia, es decir, cuando
se elimine la superposición de escuelas y se brinde a los
maestros medios de perfeccionamiento que les permitan
encarar más eficazmente su labor, finalizarán
automáticamente las anomalías que representan las
deserciones escolares y las repeticiones de grado
crónicas: y por lo tanto, la imprescindible jerarquización
sobrevendrá como producto de una labor más científica v
efectiva. Su efecto menos importante no serán,
precisamente, las notables economías que deparará. Como
dice la profesora Vieira Méndez: "No sólo hay que pedir al
erario más dinero sino, también, hay que hacer rendir
mejor el que ya tenemos".
PRIMERA PLANA
4 de febrero de 1964
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