RADICALES
El consejo de Balbín
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"Esta no es una instancia fácil, ni podemos decir que esté terminada: recién empieza. No se les puede ocultar a ustedes que hay factores negativos en el país que quieren impedir la rehabilitación de las instituciones de la República. Hay generales de la frustración, políticos que quieren ahondar revoluciones que nadie conoce. Vamos a tener inconvenientes, va a multiplicarse la violencia para crear la imagen de que la Nación no puede normalizarse. Y nosotros tenemos que acreditar con nuestra fe ciudadana que para el país vale más un hombre que se afilia que una bomba que estalla".
Estas palabras de Ricardo Balbín sacudieron a un millar de radicales reunidos el martes 20 en Gorriti y Canning para asistir al acto inicial de la organización del Comité de la Capital. Balbín advirtió:
-Se va a alcanzar la institucionalización del país si los partidos se institucionalizan honorablemente. No depende del gobierno sino de nosotros.
-Es necesario que todos tomen esta responsabilidad con fuerza y comprendan que no están organizando exclusivamente un partido, sino un batallón que se pone en el Ejército Grande de los ciudadanos que quieren vivir dentro de la democracia. De allí que tenemos que aventar prejuicios, superar enemistades, acortar distancias. No podemos hacernos el lujo de estar dividiéndonos.
-Si los partidos exhiben pequeños empadronamientos de interés les darán la razón a los que no quieren institucionalizar el país y dirán que la indiferencia rodea a los políticos. Aquí no se trata de organizar un partido para alcanzar una diputación o una concejalía, sino para salvar la democracia. Hay que enseñar desde el fondo del partido cómo es la democracia. Tenemos que exhibir nuestra conducta, y que nuestra vida interna sea el espejo de lo que queremos que sea la vida de toda la República.
El laberinto capitalino. El consejo de Balbín, que habló Urbi et Orbi para la ciudadanía en general pero muy especialmente para las líneas de su partido, no tuvo una coma de más. Baqueano del terreno partidario, que viene reconociendo palmo a palmo desde hace más de 40 años, tiene como un sexto sentido para acertar las palabras de consigna y la gama tonal oratoria que conmueve a sus correligionarios y en la que apoya su singular docencia política. Pero también sabe lo enrarecido que está el clima del radicalismo en la Capital. Los distanciamientos personales, las divisiones inexplicables, una reiteración bizantina en los ataques mutuos, el azote del costumbrismo en las formulaciones, componen la trama laberíntica de la vida partidaria en las parroquias, sobre la cual están engarzados los caudillos como piedras inamovibles.
Balbín en persona tuvo que intervenir como última instancia posible para solucionar el problema de los desentendimientos, redivivos después de cinco años de actuación clandestina. Desde el 28 de junio de 1966 actuó como organismo máximo en la Capital una Junta Asesora, compuesta por 25 miembros, donde se había conseguido el casi milagro de que todas las corrientes internas estuvieran representadas. Últimamente, y debido al reconocimiento oficial de los partidos políticos, se intentó la rehabilitación de la Mesa Directiva, cuerpo de 12 miembros que comandó el distrito de la Capital hasta el golpe de Estado de 1966. Entonces surgieron las disidencias: 7 de los miembros de la mesa, que responden a Juan Trilla, desacataron una convocatoria de Manuel Jaroslawsky con vistas a realizar —el martes 20— una asamblea de promotores, y resolvieron realizar una reunión por su lado, que citaron para el lunes 19.
El mismo lunes, por la tarde, Balbín llamó a varios de los rebeldes para llegar a un entendimiento. Acudieron Osvaldo Benedetti, vicepresidente de la mesa, Luis Polo, Osvaldo Hipólito Pérez y Emilio Ibarra, quienes presentaron sus demandas, consistentes en: que en la Junta Promotora a constituirse para organizar el partido en la Capital (un cuerpo de 35 miembros), tuvieran entrada un total de 12 trillistas, es decir, los 7 de la antigua mesa directiva y 5 más. El secretario del Comité Nacional, Raúl Zarriello, que hizo de amigable componedor ante los rabanalistas y los sancernistas, consiguió que estas exigencias fueran aceptadas.
La renovación. Los disidentes negaron que el litigio fuera solo originado por una disputa de los puestos en la Comisión Reorganizadora. "Obedece -dijo Juan Trilla a ANALISIS- a un ordenamiento ideológico en ajuste a los tiempos que corren. Se nos presenta la necesidad de radicalizar al radicalismo para lograr lo que decía Yrigoyen: procurar la reivindicación de las causas populares". Para Trilla esta profundización ideológica debe tomar cuerpo e integrarse como táctica en la futura conducción del distrito, "para que a su vez el mismo carácter se proyecte en el orden nacional".
Para otros elementos no adictos a los viejos caudillos Francisco Rabanal y Julián Sancerni Jiménez, el reemplazo de éstos no es fácil e inclusive puede resultar no deseable. Señalan que "no han llegado gratuitamente y tampoco se irán gratuitamente". Ocurre que conservan un poderoso aparato que controla todavía, en cada uno de los casos, no menos de 30 mil militantes, según últimas apreciaciones. Inclusive las disposiciones del gobierno -que proyecta aumentar las circunscripciones de la Capital Federal, de las 20 actuales a 27— pueden ayudar a aumentar el poderío de Rabanal y Sancerni. Como cada una de las circunscripciones, según la carta orgánica de la UCRP, elige 7 convencionales, puede ocurrir que la división de la sección 1a. —bastión de Rabanal—, le procure al ex intendente hasta 21 convencionales. Lo que más atemoriza a los adversarios de Don Pancho y de Sancerni es que éstos actúan como aliados, para repartirse permanentemente los 4 delegados que envía el distrito al Comité Nacional. Solo luchan entre sí si no hay enemigos a la vista.
El criterio de un grupo de dirigentes que organiza la sección 16 (de Pampa a la Avenida General Paz y de Cuenca hasta el río) es que la renovación del radicalismo en la Capital ha estado mal encarada. La nueva campaña de afiliación puede determinar los reemplazos naturales, si se tiene en cuenta que en el distrito metropolitano hay nada menos que 300 mil jóvenes vírgenes en política. La cifra es impresionante, inclusive comparada con la afiliación que espera Raúl Zarriello: "80 mil por lo menos". La afluencia de nuevos militantes puede determinar que los métodos obsoletos, la vieja prédica y los antiguos caudillos caigan, sencillamente, en desuso. Mientras tanto, todos le dan la razón a Balbín: "Que los jóvenes no se queden en la vereda, mirando como marchan los viejos".
ANALISIS - No. 541 - 27 de julio al 2 de agosto de 1971

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Juan Trilla en la foto




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