Escribe Balbín: ¿Qué nos separa del socialismo? Volver al índice
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Intransigentes y socialistas
RUBEN ANGEL CORBACHO


Explica Ricardo Balbín cuáles son, según su criterio, las diferencias entre uno y otros.

Dos millones y medio de argentinos votaron hace cuatro años para que él fuera presidente de la República. Venía de estar un año en la Cárcel de Olmos, a la que entrara por sus ataques contra el déspota y había presidido con mano maestra aquel estupendo bloque de "los cuarenta y cuatro", tan brillante y completo como difícil. Venía de las campañas presidenciales de Alvear y de dos diputaciones perdidas: la primera, porque la dictadura setembrina anuló la elección del 5 de abril, que lo había consagrado legislador; la segunda, porque estaba regulada por el fraude de los conservadores y él no la quería. Por esta actitud suya se convirtió en fundador del Revisionismo, antesala de la "Intransigencia", movimiento que lo consagró reiteradamente su intérprete o representante. Nos pareció, pues, que nadie podía discutir sus derechos para decir cuáles son las diferencias entre los "intransigentes" y los socialistas. Aquella diferencia que quería conocer un lector de Pigüé y de la que nos habló Ricardo Balbín en una de las salitas del comité de la provincia.

—¿Cuál es a su juicio la diferencia que hay entre "intransigentes" y socialistas?
—El problema que plantea la pregunta del lector de ustedes es muy simple. La Unión Cívica Radical es, como concepción política, una realización decididamente nacional y sus definiciones, típicamente argentinas. Claro que para su programación adecúa sus ideas conformándolas a los mejores destinos sociales y a la más justa realización económica. Si algunas de ellas tienen o pueden parecer concepciones socializantes, ello no permite suponer que el partido o sus dirigentes sean socialistas. La Unión Cívica Radical toma al país y al hombre argentino y aspira a realizarlo para que, a su vez, pueda servir al destino mejor de todos los hombres en cualquier parte donde estén. El socialismo es traído al país, no nace en él, y por lo tanto no pierde su fisonomía internacional que lo aleja y lo separa, por eso, del radicalismo.

—Además, naturalmente, hay cuestiones de orden histórico.
—¡Claro está! Yrigoyen fué un realizador social y no se puede suponer, en modo alguno, que fuera socialista. Es tan absurdo imaginarlo a él o a Leandro N. Alem socialistas como radicales a Juan B. Justo o al doctor Repetto. Quiero hacer una aclaración teniendo en cuenta que las comparaciones son siempre odiosas y que, en este caso, ustedes me obligan a comparar: esto que digo sobre las diferencias entre los radicales y los socialistas no es óbice para que los respetemos y los busquemos afanosamente en el campo de la lucha doctrinaria argentina.

—¿Qué otra diferencia puede anotarse?
—Mire... para ubicarlo al radicalismo en una esfera mayor y más trascendente, puede decirse que él vive, de modo permanente, preocupado por el hombre, y hace del hombre libre y realizado su postulado fundamental. Porque lo tomamos en su total realización nos choca un poco la diferencia de clases, cosa que, ya ve, nos distingue bastante del socialismo.

Nos fuimos de la casa de la calle Moreno pensando que, de haber sido por la voluntad de los hombres de la resistencia, ese con el que acabábamos de hablar sería ahora presidente de la República.

Revista Mundo Argentino
23 de mayo de 1956

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Ricardo Balbín

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