En el partido de General Lavalle, la posible
pavimentación de una de las dos rutas programadas
divide a sus pobladores en una ríspida polémica. Los
23 mil vecinos de ese emporio ganadero defienden y
atacan las teorías en cuestión y barajan las
posibilidades que abren los caminos, a 65 kilómetros
de playas aún vírgenes. La foto aérea muestra el cabo
San Antonio y, al fondo, San Clemente del Tuyú, punto
de partida del entredicho
Como copropietarios de un consorcio mal avenido, los
23 mil habitantes de General Lavalle, en la provincia
de Buenos Aires, súbitamente tomaron dos bandos. El
motivo de semejante enervamiento fue el anuncio
oficial de la pavimentación de una nueva carretera que
correrá a un promedio de dos kilómetros y medio de la
costa lavallense, un paraíso que ofrenda más de 65
kilómetros de playas —en parte vírgenes—, sobre las
que se erigen 17 balnearios.
Casi con la partida de los últimos turistas de la
temporada 71 —envueltos en la tierra de la ruta
provincial que actualmente conduce a esa costa—, los
ecos de la refriega alcanzaron Buenos Aires: durante
el mes de abril, los diarios capitalinos estallaron en
solicitadas y noticias que vedetizaron ese emporio
turístico - ganadero. Básicamente, las quejas y
agradecimientos apuntaban sobre un hecho: el nuevo
camino —promovido por el ministro de Obras Públicas
bonaerense, brigadier mayor Carlos Benavídez— se
iniciaría en detrimento del asfaltado de la actual
ruta provincial Nº 11, un tramo (incluidos 3 accesos a
los balnearios de San Clemente del Tuyú, Santa
Teresita y Mar de Ajó) de 73,1 kilómetros de tierra
que se desliza a un promedio de 12 kilómetros del
nuevo proyecto.
Los partidarios de la ruta 11 cerraron filas en torno
a un estanciero afincado en la zona desde 1907, Isaac
Melón Gil (78, español, cinco hijos, veintidós nietos,
siete bisnietos), y los adeptos de la nueva traza
reconocieron la capitanía de Alejandro Leloir (43,
cuatro hijos), un ex terrateniente que ahora vende
lotes de terceros en los balnearios del partido.
Mientras esos líderes se trenzaban en solicitadas
publicadas por La Nación durante el mes de abril,
SIETE DIAS transitó el actual camino (ruta 11) y
sobrevoló los campos por donde habrá de serpentear el
futuro itinerario (ruta Interbalnearia), enhebrando
los pro y los contra que encendieron la polémica.
LO OUE VA DE AYER A HOY
"¡Es muy doloroso! Yo soy hombre de predicamento en la
zona y en esta oportunidad decidí convertirme en el
fiel de la balanza. ¡Para qué lo habré hecho! Ahora
—como no opto por ninguna de las trazas en disputa—
recibo cachetadas a izquierda y derecha. Unos y otros
me han colocado en el papel del pavo de la boda", se
compungió ante SIETE DIAS José Luis Duch, un rematador
de Mar de Ajó que preside desde hace 20 años la
Federación Turística de la Atlántida Argentina. Su
aflicción no era para menos: ovacionado en febrero de
1970 al plantear ante el entonces gobernador
bonaerense, Saturnino Llorente, la necesidad de
pavimentar la ruta 11 con sus 3 accesos a los
balnearios de San Clemente, Santa Teresita y Mar de
Ajó (la traza hoy desechada), había monopolizado la
admiración de todos los lugareños.
Tanto los ganaderos como quienes explotan el turismo
solicitaban unánimemente la pavimentación de ese tramo
abierto en el año 1939,
para cerrar el Circuito Vial de la Atlántida Argentina
que favorecerá la entrada de materiales de
construcción, provenientes del Sur, y de visitantes
del Norte. "Ante esa circunstancia, Llorente manifestó
que se comenzarían los trabajos en octubre de ese
año", evocó Duch, pavoneándose de su éxito. Al poco
tiempo, el cambio del staff gubernativo en la
provincia de Buenos Aires cambió aquellos planes, y
con ellos las coincidencias y su liderazgo. A poco de
asumir la gobernación bonaerense, el brigadier Horacio
Rivara nombró ministro de Obras Públicas al brigadier
mayor Benavídez, quien al visitar el partido (el día
de San Clemente del Tuyú, el 23 de noviembre de 1970)
descubrió las polémicas desatadas por su idea de
desechar la pavimentación de la ruta 11 para encarar
la interbalnearia.
"Ese día solicité permiso al intendente para que el
consejo comunal asistiera a una reunión que se
celebraría con el ministro. Los miembros del cuerpo
sabíamos que se iba a tocar el tema de la nueva ruta
y, aunque el permiso nos fue negado, nos reunimos con
el brigadier Benavídez a espaldas del intendente, en
el hotel Casino", memoró Osvaldo Mengucci (41, tres
hijos), director del consejo de sector de la comunidad
de San Clemente del Tuyú. Descargando puñetazos sobre
una mesa de la parrilla El Lazo, Mengucci concluyó su
pequeña historia: "Le hicimos saber al ministro que lo
apoyábamos, a él y a su ruta, y después nos
juramentamos a luchar contra el intendente, un
estanciero que hizo todo lo posible para que el
pavimento pasara por su campo".
Propietario de la estancia Los Ingleses —uno de los
predios más viejos de la zona que data de 1825—, Juan
Grenville Boote (40, cuatro hijos) es intendente
renunciante de General Lavalle. "Presenté mi dimisión
el 17 de marzo y todavía no me fue aceptada. La
fundamenté en razones particulares y nada tuvo que ver
con la polémica de los caminos", develó mientras
retiraba los últimos papeles de su escritorio a
principios de mayo. Rato después explicaba ante SIETE
DIAS su responsabilidad en la decisión de las
carreteras. "Yo siempre pensé que la ruta ideal debe
servir a los intereses turísticos y ganaderos. Lo que
sí puedo asegurarle es que la decisión de hacer la
ruta interbalnearia me tomó de sorpresa; yo no sabía
nada de ella cuando vino el ministro en diciembre a
anunciarla. Y en febrero, sin más ni más, se aprobó."
No sería ésa la última sorpresa del intendente: el 16
de abril, en la reunión del Polo de Desarrollo
Quequén-Necochea-Mar del Plata,
celebrada en Balcarce, se topó con una inesperada
comitiva procedente de su partido. "Ese día fuimos 45
sanclementinos hasta Balcarce para vivar al ministro y
a la nueva ruta. Le entregamos un acta de apoyo a esa
obra, firmada por 23 instituciones y, aunque llovía a
cántaros, lo aplaudimos como locos meneando un
cartelón", recordó Mariano Dapiedad (33, dos hijos),
un comerciante organizador del festejo. Más allá de
esas efusividades, el ministro anunció en la
Conferencia del Polo de Desarrollo que se optaba por
la traza nueva, identificándola como la Ruta
Interbalnearia de la Atlántida Argentina. Un tramo de
62,27 kilómetros incluidos 8 accesos a los balnearios,
seleccionado entre 3 estudios posibles, el cual, según
el informe de Vialidad Provincial, exigía
aproximadamente 4 millones de pesos nuevos menos que
el pavimento de la ruta 11. Entre clamoreos, anticipó
que concretaría "su licitación y ejecución a partir
del mes de septiembre de este año".
EL CAMPO DE AGRAMANTE
Más allá de la Bahía de Samborombón, donde las aguas
del río de la Plata se mezclan con las del océano
Atlántico, las posibilidades turísticas de la costa
argentina resultan insospechadas. Separada por 4 horas
de automóvil de Buenos Aires, la falta de una red vial
pavimentada postergó el desarrollo turístico en
beneficio de Mar del Plata. No obstante, las últimas
temporadas registran un promedio de cien mil
visitantes que recalan en esos agrestes parajes donde,
a ramalazos, crecieron 14 balnearios en torno a los
tres más tradicionales: San Clemente del Tuyú, Santa
Teresita y Mar de Ajó. Aunque están comunicados entre
sí por el tramo en discusión y por los tres accesos de
la ruta 11, para trasladarse de uno a otro balneario
se emplea un promedio de 25 minutos en automóvil. A
veces se puede rebajar ese tiempo transitando de un
centro a otro por la playa. "Pero para largarse con el
auto por la playa hay que esperar la bajante, que dura
unas doce horas. Cuando los autos se quedan atascados
en la arena, como ocurrió con el de Juan Domínguez, un
vecino de San Clemente, el seguro no los paga",
explicó Abdón Ubaldo González (38, dos hijos), un
rematador de San Clemente acostumbrado a trasladarse
por la arena para supervisar sus loteos. Un tránsito
por el que opta ya que las calles que enlazan los
balnearios entre sí (trazas municipales) son escasas
y, en general, se encuentran en mal estado. Mar de Ajó
y Santa Teresita, por ejemplo, están unidas, pero
desde este último balneario hasta San Clemente no hay
otra comunicación que la actual ruta o la playa.
"Imagínese lo que significa la nueva ruta para
nosotros. Acerca los centros asistenciales, los
colegios y nos coloca a todos a cinco minutos del
aeródromo de Santa Teresita, el centro justo de la
costa", se esperanzó Ricardo Iglesias (38, dos hijos),
propietario de un
cine en San Clemente y piloto civil que llevó a SIETE
DIAS a sobrevolar las playas.
A 2.000 metros de altura, el panorama que ofrecen esos
65 kilómetros de balnearios se hace más claro: el
emporio turístico ha ido creciendo a lo largo de un
mar que va tomando coloración más verde a medida que
se avanza hacia el Sur, cerca de Mar de Ajó.
Precisamente la ciudad que opone a la nueva ruta las
más enconadas resistencias. "Son disputas pueblerinas
motivadas por los miedos; como los ajoyenses tienen
las mejores playas y el mejor mar de la zona, temen
que el nuevo camino —que se iniciaría en San Clemente—
se quede con el grueso del turismo que ellos han
conquistado", entendió Raúl Magadán (43, tres hijos),
último intendente constitucional de la comarca.
DOS MUNDOS FRENTE A FRENTE
Visitado actualmente en sus fincas por los ajoyenses
que reniegan de la ruta interbalnearia, Isaac Melón
Gil, un inmigrante español que recaló en la zona
portando "unas sábanas que me dio mi madre", aprendió
a dormir —a poco de su arribo en 1907— en el mostrador
de un almacén de ramos generales erigido en General
Lavalle. "Y dormía bien poco —-asegura—, porque la
mayor parte de la noche me la pasaba estudiando
contabilidad sentado sobre las latas de galletitas
Bagley." Su1 empuje y devoción por los números le
permiten contabilizar hoy un total de 20 mil
hectáreas, en las cuales asoció a toda su familia.
Esos campos se esparcen entre General Lavalle y
General Madariaga, el partido vecino, y por ellos
actualmente pasa el tramo de la ruta 11 que no habrá
de pavimentarse.
Sin embargo, el futuro camino interbalneario le
abriría un nada despreciable frente de loteo en un
predio vecino a Mar de Ajó. "Pero eso a mí no me
importa. Las obras futuras en este país deben hacerse
con la cabeza y no con los pies. ¿Cómo va a costar
menos un camino a campo traviesa que el viejo, una
obra que ya está asentada y bien aconchillada? No, a
otro perro con ese hueso", truena don Melón. Admirado
por los ajoyenses —a quienes en 1962 cedió 900
hectáreas a 3 mil metros de las playas de Ajó para que
construyeran un aero club—, se pregunta por qué no les
hicieron el aeródromo. "Esas tierras obran en poder de
la Dirección de Aeronáutica Civil desde aquel
entonces, sin que se haya hecho nada. Sin embargo, en
Santa Teresita construyeron el aeródromo de un
plumazo", puntualiza.
Esas circunstancias lo mueven a pensar que todo se
hace contra Mar de Ajó, de acuerdo con "ciertos planes
en beneficio de los otros balnearios". Además, su
lugar de residencia, General Madariaga, dista 55
kilómetros de sus protegidas playas del Ajó. No
descarta otras razones —que enumeró en algunas
solicitadas— para defender la traza de la vieja ruta
11: "Un camino razonable debe atender todos los
intereses: los turísticos y los ganaderos. Mucho más
en General Lavalle, donde la falta de ferrocarril
impide sacar el ganado por otra vía que no sea el
camino". Junto a él, Luis Cassinelli (46, dos hijos),
un dentista que veranea en San Bernardo, el balneario
residencial que se levanta a continuación de Mar de
Ajó, brega por la pavimentación de la vieja ruta, a la
que los sanclementinos y teresiteños bautizaron —quizá
aludiendo al métier de Melón Gil, su adalid— el camino
de las vacas. "Ellos llamarán a la ruta 11 con ese
nombre, pero nosotros a la interbalnearia la conocemos
por la ruta de los brigadieres", plañó Cassinelli. Es
que en San Clemente y en Santa Teresita veranean dos
hombres de la Fuerza Aérea: el brigadier Ricardo Favre
y el vicecomodoro Víctor Hugo Fautario, este último
director bonaerense de Obras Públicas y mano derecha
del brigadier Benavidez, ministro del brigadier
Rivara.
Nombrado Cassinelli presidente de la Comisión pro ruta
actual a poco de conocerse el proyecto de la
interbalnearia, se asombró ante un hecho: "Lázaro
Freidemberg, que era el presidente pro construcción
ruta provincial 11, optó por la interbalnearia y es su
más activo gestor. ¿Cómo se explica eso?"
Gozando del tibio sol otoñal en los links de golf de
Santa Teresita, a 15 kilómetros directos de Mar de
Ajó, Lázaro Freidemberg (63, cuatro hijos), un hábil
turistómano teresiteño, sonríe ante las acusaciones de
los ajoyenses que lo centran como gestor de la nueva
ruta. "Sí, es cierto —reconoció—. Yo soy el principal
promotor de la ruta interbalnearia, cuyo proyecto
presenté en Mar del Plata en un congreso vial
celebrado en 1965. ¿Pero no es eso traer aquí el
progreso, acaso?"
Uno de los líderes de esa nueva traza es Alejandro
Leloir, quien al responder a las solicitadas de Melón
Gil se convirtió en el adalid del futuro camino. "Si
usted pide una votación, de los 14 mil habitantes de
la costa, 10 mil eligen la interbalnearia. El resto de
General Lavalle vive de la ganadería, pero debe
comprender el beneficio de la nueva ruta, que lejos de
oponerse armoniza con los intereses ganaderos ya que
los activa —como centro de mayor consumo— durante la
temporada", teorizó. Leloir reconoce que la nueva
traza beneficia a los loteadores —él es agente de uno
de los más importantes de la comarca, Álvarez Drago—,
pero advierte que la importancia de un camino depende
de la cantidad de gente que se beneficia con él. "No
se puede negar —apuntó— que en ese tópico la
interbalnearia va a dar vuelta esta zona como un
guante."
Desestimando las acusaciones ajoyenses, el
vicecomodoro Fautario (50, un hijo), no mezcla su casa
de fin de semana con su interés por la nueva traza:
"Tengo un humilde terrenito en San Clemente con una
casita que mide 7,50 por 5,40 y que fui construyendo
ladrillo por ladrillo. En lo que a mí respecta, cuanto
más lejos de ella pase el pavimento mejor, porque la
quiero para descansar". Sin embargo, como viejo vecino
de la región y funcionario del ministerio, no deja de
reconocer las bondades del asfalto vecino a la costa.
"Además de comunicar a la mayoría de los habitantes
del partido, el costo es menor —según el informe
técnico presentado por el interventor de Vialidad,
ingeniero Augusto Rodríguez—que el de la; ruta 11.
¿Qué razón se puede esgrimir entonces para
desecharla?", se preguntó ante SIETE DIAS.
Sin duda, esas razones son las que buscan desde hace
cuatro meses los agitados opositores. Uno de ellos es
el presidente de la Asociación de Hoteleros de Mar de
Ajó, José López Dopazo (53, tres hijos). Al sobrevolar
la ruta actual y la nueva, Dopazo obtuvo buenas
fotografías y luego las cedió a los periódicos zonales
enemigos de la arteria interbalnearia. Estos
presentaron entonces el panorama "antes y después" y
se encargaron de advertir a sus lectores que la nueva
carretera atravesaría cráteres lunares. Otros, como
Cassinelli, claman a voz en cuello por una entrevista
con el ministro para aclarar el panorama técnico
económico. "Una obra no se puede manejar en los
niveles sentimentales sino en los financieros.
Nosotros queremos que nos digan cuánto cuestan uno y
otro camino y cuál es el tiempo necesario para
concretarlos. No podemos creer que uno ya en uso,
cueste más y demore más que otro inexistente, por más
manifestaciones populares que se hagan", comparó. Y a
pesar de haber sido recibido una vez por Benavídez y
de enviar telegramas a Rivara y al mismo presidente
Lanusse, aún no se conforma.
Es que quizá la explicación de toda esta polémica que
enfervorizó a General Lavalle, convertido en un
polvorín donde todos los días los vecinos se reúnen,
discuten y se pelean acaloradamente, esté más allá de
uno u otro camino, como apuntó el ex intendente
Magadán: "Esta polémica lavallense es muy vieja, tan
vieja como la fundación sin planes de todos estos
balnearios. Son celos de unos a otros, disputas
pueblerinas que podrían solucionarse en una mesa
redonda. Para darles un corte, se tendrían que crear
dos partidos dividiendo a General Lavalle, que no
puede atender los intereses ganaderos y turísticos a
la vez. Aquí será necesario tomar en serio a la
ganadería y al turismo de una vez por todas".
CARLOS CUNEO
Fotos: MARIO CASTELAZZO
POR OUE SE ELIGIO UNA NUEVA RUTA
Apoltronado en su jamesbondesco despacho del
Ministerio de Obras Públicas bonaerense, el brigadier
mayor Carlos Alberto Benavídez (52, dos hijos, una
nieta) recibió la semana pasada a SIETE DIAS para
dialogar sobre la ruta provincial Nº 11 y la
interbalnearia.
—¿Cuándo se resolvió estudiar la posibilidad de
pavimentar los accesos balnearios de General Lavalle?
—Al preverse el Plan Quinquenal de Desarrollo 1970-74.
Quedaron entonces definidas como alternativas la traza
actual de la ruta 11 y un nuevo camino denominado Ruta
Interbalnearia de la Atlántida Argentina. Hacia fines
de noviembre del año pasado sobrevolé esas rutas con
el intendente de General Lavalle y el interventor de
la Dirección de Vialidad.
—Y en febrero se optó por la interbalnearia ...
—Efectivamente. Después de evaluar los informes
producidos por los técnicos de Vialidad, se llegó a la conclusión de que esa
traza, con sus ocho accesos, era mejor y favorecía más
que la anterior el desarrollo balneario.
—Importantes sectores de la zona sostienen que esa
ruta no beneficia a la mayoría.
—Son opiniones interesadas. Tengo en mi poder una
carpeta armada con los telegramas solidarios de
vecinos e instituciones zonales, además de un acta
labrada en apoyo de la ruta interbalnearia. Cuando
usted guste, quedan a su disposición.
—Concretamente: la nueva traza da la sensación de
perjudicar a los intereses ganaderos, que se miden en
pesos.
—Esos sectores pueden seguir usando el camino tal como
lo han hecho hasta ahora. Además, en una reunión que
tuve con algunos de sus representantes, les hice saber
que ya se obtuvo un préstamo del BID de 643.500
dólares y que se inician los estudios de factibilidad
de la autopista La Plata-Mar del Plata, que pasará por
Conesa y Madariaga. Este gobierno está empeñado en
hacer caminos, ¿qué más piden, entonces?
—¿Sabia usted que la ruta interbalnearia fue
rebautizada Ruta de los brigadieres por la soma de los
opositores?
—Pues yo no tengo un ápice de tierra en ella. Por otra
parte, esa traza —que data del año 1965— fue
seleccionada por los técnicos de Vialidad. Lo que se
persigue con ella es llegar hasta Mar del Plata en un
futuro próximo. La provincia de Buenos Aires ofrece
una costa inmejorable a los veraneantes, desperdiciada
por falta de caminos. Esta ruta interbalnearia
promoverá la unión de tocios los balnearios
bonaerenses y facilitará la creación de otros nuevos.
—¿Podría dar el costo definitivo de los dos tramos
cuestionados?
—Cómo no. Del análisis definitivo de costos elevado
por el interventor de Vialidad, ingeniero Augusto
Rodríguez, surgen los siguientes desniveles: la ruta
11 (incluidos los kilómetros de los accesos a San
Clemente, Santa Teresita y Mar de Ajó, e incluyendo
182 hectáreas que se deben expropiar para agrandar los
cruces) demandaría 19.788.396,80 pesos nuevos.
—¿Y la interbalnearia?
—Tomando el total de expropiaciones que habría que
hacer (no se tienen en cuenta posibles donantes), o
sea 376,5 hectáreas, costaría, en pesos nuevos,
16.035.823,60. Y éstas son cifras definitivas.
—¿En cuanto a los plazos de construcción?
—Serán similares. Con el beneficio de que mientras se
pavimente la interbalnearia, los usuarios (turistas o
no) podrán usar la ruta 11 como lo han hecho hasta
ahora.
Revista Siete Días Ilustrados
31.05.1971