Televisión
La realidad como tema
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Un ciclo que mira alrededor y lo cuenta

Para ocuparse de la Argentina, de sus problemas, de sus costumbres y de sus habitantes, la televisión utiliza dos vías: los debates periodísticos o los teleteatros que apenas toman aquella realidad como base y se lanzan luego a rutinarias invenciones. Muy pocas veces, la realidad es un fin. En este momento, un ciclo del Canal 9, 'Historias de una gran ciudad', rompe las normas tradicionales. Paradójicamente, su autor es un libretista que hasta hoy sólo había aportado hábiles comedias intrascendentes.
Hugo Moser, de 37 años, casado, dos hijos, ingresó en la televisión en 1955, escribiendo audiciones para niños; y en el cine, adaptando una película para Luis Sandrini (El hombre virgen). Al mismo tiempo, seguía viviendo de su profesión de asesor impositivo. Su paso definitivo a la TV ocurrió en 1960, al integrar el plantel de guionistas del Canal 13. Allí inauguró, el año pasado, un éxito de audiencia: La familia Falcón.
"Después de varios programas, empecé a meter alguna crítica —dice Moser refiriéndose a ese ciclo—. Entonces, me di cuenta que se podían decir muchas cosas, que nuestro trauma es no decir esas cosas y que el público las apoya cuando las ve y las oye." Moser —que escribió dos años el ciclo de José Marrone— confiesa llevar varios años esperando ofrecer algo como Historias. "Usted puede definirlas como las ganas de gritar de un tipo a quien le gustaría vivir en un país muy limpio. Si lo dejan gritar y no lo hace, ese tipo es un inmoral."
Historias se difunde en dos partes, los jueves y viernes, a las 22, vale decir, unos 105 minutos de relato. Ha tocado los siguientes temas: diferencias sociales, los jubilados, el mundo del cine, la coima, el fútbol y la ¿liquidez. Próximos asuntos: la gente que quiere casarse y los hospitales. "Me va a traer problemas; los espero. Pero me siento bien. Para hacer Historias me encierro con la máquina y sólo me levanto cuando termino. Son 30 a 40 horas de trabajo. Pero entonces respiro. Y tengo recompensas. El otro día vinieron a verme a casa unos jubilados y a agradecerme después unos inspectores municipales."
Moser asegura que "me estoy buscando dentro del programa" y que recibe continuas amenazas telefónicas. "Por meterme con los capos del cine me quedé sin el premio a La familia Falcón, que yo produje."
Moser se ocupa actualmente de dos ciclos: el del Canal 13 e Historias. "Ahora estoy empeñado en una lucha. ¡Usted no sabe lo que es hacer un programa cómico, a disgusto! ¡Los ataques de hígado que tengo vienen de ahí! Claro, yo podía irme de la TV, pero ésa es mi profesión. La bohemia es muy linda; levantarse a las 12, andar con un libro genial bajo el brazo. ¿Y quién le da de comer a mis hijos?"
Historias, según Moser, debe mejorar, perfeccionarse, sobre todo porque él dispone de una absoluta libertad de acción y no quiere perder el impacto logrado sobre el público. Por el momento, es un programa consistente, certero, a pesar de sus caídas melodramáticas. El hecho de que mire alrededor y cuente lo que mira, es su atributo más elocuente.

Profesor Garrafa
Cuando se es más papista que el Papa

Después de tres emisiones, El profesor Garrafa, un ciclo humorístico sobre la actualidad política que difundía el Canal 11, fue levantado y originó la obvia ola de rumores. La estación se adjudicó todas las responsabilidades. Sin embargo, las bromas que el programa repartía sobre personalidades del gobierno produjeron suspicacias. ¿Había actuado el Canal 11 bajo la presión de organismos oficiales, o existían problemas internos? La cuestión se agitó y el Canal 11 concluyó dando una insólita explicación.
Está contenida en un telegrama con el que contestó los colacionados enviados por Juan Carlos Colombres (Landrú), el libretista, y Juan Manuel Farías (Dringue Farías), el protagonista, intimando 24 horas de plazo para conocer las causas de la suspensión del ciclo. La emisora respondió que Landrú y Farías no habían encuadrado su labor en la mesura y respeto debidos autoridades nacionales y funcionarios superior jerarquía contraviniendo expresas normas ley radiodifusión.
La explicación no convence demasiado, pues el Canal 11 aprobó los libretos; lo lógico es que si atentaban contra una ley y un grupo de funcionarios, no los aceptara. Landrú y Farías han iniciado acciones judiciales. Ahora bien: ¿qué ocurrió, en definitiva?
Garrafa se transmitía los viernes, a las 20. Un día antes de la tercera salida se presentaron en la emisora de la calle Pavón dos oficiales militares, invocando el nombre del ministro del Interior. Pidieron una copia del libreto y se reunieron, al día siguiente, con Farías, Landrú y los ejecutivos máximos del Canal 11. Revisaron el texto, se practicaron dos correcciones (concretamente se reemplazó Guido por Don José y Rattenbach por Benjamín) y el programa se propaló sin inconvenientes.
El lunes siguiente, como de costumbre, Landrú presentó el guión para la cuarta audición, que fue aprobado y comenzó a ensayarse el martes, a las 18. El miércoles, por la mañana, los ejecutivos de la emisora citaron al autor y a Farías y les comunicaron que el ciclo quedaba levantado. El mismo día, a Landrú lo citó telefónicamente el jefe de Coordinación Policial, coronel Carlos Enrique Guarno, para el jueves, a las 10, en la Casa de Gobierno.
Cuando se efectuó la entrevista, el coronel Guarno le pidió a Landrú que tratara, siempre que fuera posible, de suavizar los libretos, en consideración a la delicada situación política existente. Pero se extrañó, en seguida, al saber que Garrafa no volvería a transmitirse. "No era intención del general Rauch prohibir el programa," informó. Le solicitó a Landrú, entonces, que planteara ante los directivos del Canal 11 la posibilidad de que el ciclo continuara.
Es lo que se hizo el jueves, a las 15. El gerente de la emisora, señor Simoncini, se mostró extrañado y abandonó el despacho para hacer unos llamados telefónicos. Regresó y comunicó que iba a efectuarse una reunión de ministros para deliberar sobre el caso. Luego aclaró que los "ministros" serían Rauch, el jefe de la SIDE, el secretario de Comunicaciones y autoridades militares. Solicitó a Landrú y a Farías que lo llamaran alrededor de las 19. A esa hora, les reiteró que Garrafa quedaba anulado.
El viernes, Landrú recibió un llamado del capitán Caquías, del Ministerio del Interior. El libretista lo enteró de la decisión ya definitiva sobre el programa; su interlocutor desmintió que se hubiera realizado reunión alguna de autoridades para discutir el asunto. Citó a Landrú y a Farías para esa tarde aunque, al rato, volvió a comunicarse con Landrú para diferir esa audiencia: dijo haberse enterado de que el cese de Garrafa obedecía a una resolución del Canal 11 y que el gobierno no podía obligar a una estación a transmitir lo que no quería.
El Canal 11, virtualmente, tomó sus decisiones, las exageró ante la sugerencia oficial de que El profesor Garrafa no saliera de los marcos normales. Una autocensura apresurada. Esta vez, el gobierno había aceptado la libertad de expresión.
Revista Primera Plana
14.05.1963

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