Revista Confirmado
19 de mayo de 1966 |
Ruego a mis lectores que suspendan todo mal pensamiento y no vean
en el título de este artículo la más leve intención irreverente para
el distinguido prelado español; también les ruego que no piensen que
he seguido el consejo sensacionalista de Edgard Poe cuando
recomendaba comenzar todo escrito con una frase que impresionara
fuertemente al lector, aunque después se hablara de otra cosa. No;
el título fue puesto por mí a conciencia pura, como dijo otro poeta,
y la relación entre un episodio y el otro es mucho más profunda que
el hecho material del rapto o plagio, que así también se llama, y no
ha sido traído de los pelos, aunque no negaré que es muy posible que
a las rubias sabinas los ardientes romanos las arrastraran de las
mechas, lo que no les impidió amarlos después. Las mujeres son así,
y a veces de otro modo. Pero como hablando de mujeres uno siempre se
distrae, punto y aparte.
El móvil del rapto del austero agregado eclesiástico de la embajada
de España en Roma, como el de las remotas sabinas, fue el amor.
Ruego nuevamente al lector que suspenda su juicio. Honni soit qui
mal y pense. (Ver las páginas de color rosa del Pequeño Larousse
Ilustrado.)
Monseñor Ussia fue liberado la semana pasada por sus raptores, que,
según declaró, lo trataron regiamente, y el Generalísimo no se vio
obligado a poner en libertad a los presos políticos. También la
policía romana pudo respirar tranquila. Pero, ¿qué hubiera pasado si
otras hubieran sido las versiones oficiales; si, como muchos temían,
monseñor Marcos Ussia entraba en la Gloria abanicándose con la palma
de los mártires?
Debo aclarar que no estoy en contra de las versiones oficiales por
falsas que sean. Ellas dan cierta coherencia a la incoherente
sociedad en que vivimos. ¿Qué haría el hombre ingenuo y desprevenido
si se encontrara a cada paso con la insólita cara de la verdad?
Enloquecer un poco más de lo que está, seguramente. Pensar que
Kennedy fue asesinado por un loco, quien a su vez pasó a mejor vida
por obra de otro loco, es más tranquilizador que pensar, como podían
hacerlo las brujas de la Edad Media, en la obra diabólica de una
figura geométrica.
Contrariando por una vez este conformismo mío para con la verdad
oficial, daré la versión exacta de lo ocurrido por su gran belleza
moral y porque ella contribuye a demostrar que nuestra época es
mucho más religiosa de lo que algunos pesimistas vulgares suponen.
Los anarquistas españoles de Roma fueron profundamente impresionados
por la nueva ola religiosa levantada por el Concilio Vaticano II, y
como además en todo español, por más ateo que se declare, hay un
teólogo en potencia, se pusieron a discutir sobré la Trinidad, la
Gracia y otras dificultades, y pensaron en consultar a un
especialista. Pero como son hombres de acción, no se les ocurrió
cosa mejor que robarse uno para que los ilustrara; español,
naturalmente, por razones de idioma. Lo del rescate de prisioneros y
demás es puramente accesorio. Secuestraron a monseñor Ussia por amor
de Dios, por su naciente amor de Dios, por su curiosidad de Dios,
digamos. Buscar, a Dios es haberlo encontrado, decía Pascal. De
donde se desprende que no hay nada de arbitrario en asociar este
rapto con el de las sabinas, que también fueron raptadas por amor,
aunque de otro género.
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