Revista Siete Días Ilustrados
21.12.1970 |
Más de 100 millones de personas leen sus
historias; sin embargo él no teme confesar que pertenecen a un
género menor de la literatura. A los 52 años y con tres hijos, Lee
Falk acepta sin modestia que para escribir una historieta hay que
recurrir al talento; tal vez por eso Mandrake el mago (dibujo) y El
Fantasma (o Antifaz Negro), sus dos principales creaciones, hayan
recorrido en 30 años más de 40 países, incentivando la imaginación
de varias generaciones. Dueño de un humor sutil, Falk no desdeña
desgajar la psicología de sus personajes ni se preocupa por
disimular las argucias a las que recurre al escribir los guiones.
Así, su conversación suele transitar entre el análisis del público
que consume sus tiras, la opinión que le merece la política
estadounidense, la guerra de Vietnam y la forma en que encara las
relaciones con sus hijos. Entusiasmado con la posibilidad de ser un
playboy, el papá de Mandrake llegó la semana pasada a Buenos Aires,
dispuesto a descubrir los terrenos que alguna vez trajinaron sus
personajes. Un redactor y un fotógrafo de SIETE DIAS que detectaron
su presencia lo acompañaron en su periplo (en las fotos con
admiradores, arriba; degustando su hobby, izquierda, y observando
Buenos Aires, derecha), y mantuvieron con él un diálogo pimentoso,
incisivo, cargado de humor.
—¿Cómo inventó a Mandrake?
—Un día —cuando tenía más o menos 19 años— estaba bastante aburrido.
Me miré al espejo y quedé muy sorprendido; yo tenía una cara
interesante, misteriosa. Entonces pensé: con esto se puede hacer una
buena historieta. Comprendí que debía combinar el elemento mágico
con los avatares de un aventurero viril y así surgió Mandrake.
—¿Por qué ese nombre?
—Mandrake significa mandrágora. Es una planta con connotaciones
mágicas; tiene una raíz con forma de hombre y cuando la arrancan de
la tierra grita. Hay muchos elementos misteriosos en ese nombre; y a
mí siempre me gustó eso; de chico quedaba admirado con los
prestidigitadores de los circos. Creo que una de las cosas más
grandes que posee el hombre es el don de la magia.
—Personalmente, ¿usted es un individuo misterioso?
—Intento serlo, y mucho. Pero fracaso. Mis amigos me descubren
siempre. También soy un aventurero y un detective frustrado, por eso
muchas veces envidio la valentía de Mandrake y de El Fantasma.
—¿Nunca pensó en matar a Mandrake o a El Fantasma?
—Ni loco. Hay que considerar que si los mato se acaba la historieta,
y entonces yo me quedo sin trabajo; ya no tengo edad para andar
buscando otra cosa. Un día salió un chiste muy bueno sobre este
asunto en The New Yorker: un dibujante está trabajando en una tira;
en un momento dado grita: ¡Huy, lo maté! ¿y qué hago ahora? Entonces
se pone a borrar para empezar de nuevo. Por eso yo siempre tengo a
mano una buena goma en el cajón de mi escritorio.
—¿Gana mucho dinero con las historietas?
—No sé si contestar o no; porque me dijeron quo en la Argentina
también hay extremistas y sediciosos; y supongo que si se enteran
que gano mucha plata corro peligro. Pero sí puedo confesar que El
Fantasma es mejor negocio que Mandrake, pues se edita en más países.
—¿Nunca se aburrió de sus personajes?
—No. Yo creo en cada aventura, porque no soy un profesional que se
conforma con hacer algo que le permita ganar dinero y vivir
cómodamente. Por eso también escribo y dirijo teatro; en Estados
Unidos ya monté más de 100 obras. Lo lindo que tienen las
historietas es que las leen desde los intelectuales hasta los
hombres más sencillos. Como yo escribo para tanta gente no puedo
saber lo que conforma a todos, entonces hago lo que me gusta a mí.
Es notable, pero tengo la suerte de que eso lo aprecien millones de
personas.
—¿Por qué Mandrake no se casó con Narda, su novia eterna?
—Sucede que él no cree en las cosas apuradas. Además su noviazgo es
muy reciente; sólo hace unos treinta años que se conocen.
—¿A Mandrake le gustan las mujeres?
—Creo que sí, pero no puedo comprometerlo contando infidencias.
—¿Cómo se conjuga, en las tiras, la intervención de lo mágico con el
triunfo del bien?
—Mandrake no sólo es un mago. También es un hombre valeroso. Aunque
a él la hipnosis lo ayuda mucho, creo que su mayor mérito es la
valentía. Además es un gran propagandista del sueño, porque sus
enemigos siempre terminan dormidos. Lo cierto es que no hay que
confundir algunas cosas: la policía de las historietas, por ejemplo,
pertenece siempre a estados ideales; no tiene nada que ver con los
órganos represivos de nuestra tierra.
—¿Mandrake está a favor o en contra del presidente Nixon?
—Mandrake es apolítico; pero el papá es demócrata. Yo estoy afiliado
a ese partido y me defino políticamente como kennedista. Creo que
los Estados Unidos tienen muchos problemas; algunos ciudadanos
racistas, por ejemplo, hacen que el país sea un polvorín a punto de
estallar. Además estoy contra la guerra, como la mayoría de los
norteamericanos. Sólo que los que gobiernan no piensan lo mismo.
—¿Usted estuvo en la guerra?
—En la Segunda: durante el 42 y el 43. Tengo una carrera militar muy
interesante: ingresé en el ejército en un grupo de señaleros y
cuando los aliados desembarcaron en Europa yo estaba en Missouri, en
un campamento de entrenamiento donde hacíamos artesanías. Por eso,
cuando mi hijo me pregunta qué hice en la guerra, le contesto:
Pulseritas, hijo, pulseritas.
—¿Qué cosas le gustan de la vida?
—Hacer deportes, escuchar ópera, ver ballet, hacer teatro, las
mujeres. Además intento ser un playboy; por eso juego al tenis,
Viajo, planto flores y cocino. Mi especialidad es la sopa.
—¿Se siente solo?
—A veces, pero no me molesta; creo que la soledad es un oficio, y en
muchas ocasiones ayuda a mantener distancia entre uno y la realidad.
En algún momento pensé en analizarme para destruir esa soledad y
terminar con la fobia que les tengo a las arañas, pero no lo hice
porque ningún psicoanalista me prometió barrer con todas las arañas
del mundo. Pero lo que realmente es cierto, bromas aparte, es que
vivo pensando en los cierres de las revistas: espero poder jubilarme
algún día para poder estar un poco tranquilo. Uno se cansa de correr
todo el día todos los días.
—¿Mandrake o El Fantasma no lo ayudan a vivir más tranquilo?
—Siempre le pido a Mandrake que hipnotice al director de la
editorial, pero no tengo suerte porque él se niega. Lo que pasa es
que cuida mucho su popularidad y le gusta mucho salir fotografiado
en las revistas.
—¿Cree que Mandrake y El Fantasma son productos de consumo?
—Claro, todo lo que se hace en una sociedad de consumo es un
producto de consumo; debo reconocer que en ese sentido no soy nada
original; pero acepto y hasta aplaudo a los que se rebelan contra
eso.
—¿Qué opina, por ejemplo, de los hippies?
—Son grupos humanos que protestan contra la guerra de Vietnam, que
rechazan la forma de vida de los norteamericanos normales. Yo no
estoy con ellos, pero tampoco estoy en contra. Un ejemplo: un día mi
hijo llegó de la universidad con una melena muy larga y me preguntó
qué me parecía. Yo le contesté que creía que eso era sensacional; él
se quedó desarmado, pues pensaba que iba a criticarlo.
—¿Cuál será el futuro de sus personajes?
—Bueno, creo que las cosas no van a cambiar mucho. Con un amigo mío,
Allan Resne, pensamos rociar una película de Mandrake; es muy
posible que para marzo termine el libro.
—¿Usted es erótico?
—Es la razón de mi vida.
—¿Qué cosas le aburren?
—Los taxis, el alto costo de la vida, el aire contaminado, los
problemas de la vida moderna.
—¿Cuáles son sus mejores amigos?
—Charlton Heston y Norman Mailer, pero al viejo Mailer los premios
¡me lo están ablandando mucho.
—¿Es un hombre rico?
—Siempre creo eso hasta que tengo que pagar los réditos. Eso me
vuelve a la realidad.
—¿Es supersticioso?
—No, pero trato de no cruzarme con un gato negro, salvo en los
momentos en que estoy en crisis. Mailer, por ejemplo, cuando está en
crisis se emborracha, le sucede bastante a menudo. Yo, en cambio,
busco gatos negros; debo reconocer que mis métodos son mucho más
trabajosos.
—¿Cómo se autodefiniría?
—Varón, blanco, me gustan las mujeres de 21 años.
—¿Le molesta ser famoso?
—Si yo no soy famoso. Los que realmente son populares son mis
amigos, Mandrake y El Fantasma.
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Lee Falk en Buenos Aires
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