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¡Después, me las agarraría con las obras sociales, cada uno aporta a la obra que le cante, pero no podrá haber más de una obra por cada diez mil afiliados!
¡Acabaría con todos los privilegios militares, políticos o gremiales! ¡nadie tendría otro documento que su cédula, y en ella no figuaría ni rango, ni título, ni posición!
Los sindicalistas lo serían ad honorem, después de las horas de laburo, y serían elegidos entre los mejores laburantes, por puntaje!
¡Todos los impuestos que sobraran de justicia, educación y defensa serían canalizados a la obra pública, pero realizada por compañías privadas nacionales!
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