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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE  ESTO TAMBIEN


Libreto elaborado por Jordán de la Cazuela para Tato Bores cuando el retorno del General Perón

Revista Gente
noviembre 1972

 

 








La cosa es que estuvimos pensando toda la semana. Si el Hombre vuelve el viernes, ¿cómo hacer para que el libreto esté listo y a tiempo para estudiarlo?.. . Si el Hombre no volvía, ¿cómo hacer y estudiar con un libreto que diga por qué no volvió...?
Y cavilábamos, cavilábamos...
—¡Ya está, grabamos el domingo!...
—¿Cómo el domingo?... Si mi legión de espectadores del interior está ansiosa por escuchar mi palabra sedante, informada y orientadora...
Y para que les llegue, tengo que grabar antes... ¿Y si el Hombre viene y los muchachos se pasan de entusiasmo y se arma la podrida?...
¿Y si hay roscazo? ¿Y si alguno se lastima?. .. ¿Y si algún mamao prende un cohete y los demás se asustan y empiezan a los escopetazos?... ¡Oh, qué hacer!... "To be or not to be"... that is the question".
Lo fui a ver a don Osinde, teniente coronel, capo del operativo seguridad del Hombre:
—Don Osi, mi coronel don Osi, ¡por el amor de Díaz Bialet, del brigadier Pons Bedoya, del general Sánchez Toranzo, dígale al Hombre que demore el sorpasso hasta el lunes!... ¡Dígale que si viene el viernes, le va a crear un serio problema a un modesto laburante, de nombre Tato Bores, que soy yo!... El siempre está dispuesto a atender los reclamos de los laburantes...
Don Osinde me puso la mano sobre la peluca y exclamó:
—Ya es tarde compañero Tato, pero no se aflija, ¿por qué no habla de la crecida del río Paraná en su curso medio?...
—¡Don Osi, usted no vive la mística periodística..., no es que me aflija, sólo me desespero porque no tengo tiempo de estudiar el libreto, para hablar de quien espero...!
Corrí a la Casa de Gobierno; en el camino, cuatro o cinco chiquilines escribían en una pared unas leyendas que para qué te voy a contar...
—¡Compañerítos —les dije—, el general viene como prenda de paz, no pinten con aerosol las paredes que el dueño de esta casa desde el vamos será una prenda de bronca...!
—Tato, la gran movilización nacional, exige cualquier sacrificio...
—Sí, compañerito, pero la propiedad ajena merece cualquier respeto... y cariñosamente agregué:
—¿Por qué no vas a pintar la pared de la casa de tu hermana?...
El chico sacó un cartel y mientras engrudaba una cartelera municipal me contestó: 
—Si escribo en casa el viejo me estrola...
—Nene; está bien, aerosolá toda la ciudad pero no incites a la violencia, porque si hay violencia, yo no voy a poder salir el domingo haciéndome el gracioso...
El chico me dio una rociada con aerosol y disparó porque la dueña de casa salía en ese momento, con una escoba... Al verme la mujer gritó:
—¡Si tanto amor le tiene al Hombre, lo menos que podía hacer es dejar de ponerle alquitrán a las paredes!...
—¡Oiga, vecina y compañera, yo no fui, fueron los compañeritos!...
La mujer entró casi llorando mientras decía:
—Ahora habrá que picar la pared, con lo caro que está el portland...
En la Casa de Gobierno lo encontré al brigadier Cacciatore, estaba estudiando una serie de planos:
—Brigadier —le dije—, convenza a la comisión de retorno del Hombre para que se decida una postergación...
El brigadier mayor Cacciatore, segundo jefe a cargo del Estado Mayor Conjunto, me aseguró: 
— Tato, hagan su libreto como siempre y no se preocupe, las fuerzas resguardarán el orden...
—¡Pero, es que todo puede desactualizarse!... No pretenderá que en un programa responsable como el mío se hable de la primavera, cuando todo el Mundo y quizá el Universo mismo, están pendientes de la llegada del Hombre...
Cacciatore, que como todos saben quiere decir cazador, imitó el vuelo de una perdiz: pzrrrrrr, y siguió con los planos...
Lo fui a ver a Rucci y le pedí: 
—¡Por favor, compañero Rucci, haga que su huelga sea bien, pero bien fuerte, que no labure nadie, que no se mueva un orticón!...
— Rucci me miró y me contestó burlón:
—¡Vaya, compañero Tato, parece que usted se ha pasado al bando de los duros!...
—¡Má que duro don Rucci!... Si usted hace una huelga que valga la pena por 72 horas, no se graban programas de televisión y yo me salvo!...
Rucci dijo que no, porque él también quería ver mi programa: 
—Necesito ver a alguien serio, responsable.
Me fui casi derrotado, pensando que podría hacerse un lindo monólogo sobre el verano... ¡pero no, pero no, primero la obligación... el Hombre comprenderá, qué importa, después de 17 años, una postergación de 3 días más!... ¡Iré en el Charter y allá lo convenceré!...
Fui a buscar mis pasajes, llevando la tela por supuesto; en la sede oí a un compañero de la conducción que le decía a otro: 
—A la conferencia del Hombre en Ezeiza sólo irán los periodistas que autoricemos... 
Intervine violento:
—¡Eso no, compañero, habíamos quedado en no retornar a las prácticas del pasado..., que vayan todos los periodistas, ¡lo único que falta es que de nuevo las respuestas las lleve impresas Apold!... 
Un compañero me encaró preguntándome: 
—¿Por qué ese ataque a nuestro sistema de conducción, compañero Bores?... ¿O usted también está con el gobierno, que quiere que vayan todos los periodistas o ninguno?...
Yo tartamudeé: 
—Com, com, compañeros, es que si ustedes debutan con limitaciones a la libertad de prensa, yo pienso en mi porvenir, por aquello que decía mi tío Samuel: 
—Si las barbas de tu vecino ves afeitar, pon las tuyas a remojar...
Salí rumbo a Ezeiza apretando mis pasajes en la mano... Era el filo del mediodía y ya había como dos mil personas esperándonos... En cuanto me vio Cámpora se me echó en los brazos y lloró. 
—Tato, la emoción me embarga, después de dieciocho años, el general vuelve... Las lágrimas de don Héctor tenían un cierto aroma a tomillo, también lloré...
En eso llegó Huguito del Carril.
La gente atronó: —¡Dale, Hugo, la marcha!...
Hugo comenzó a cantar. Todos cantamos... Matera con una voz preciosa. 
Una señora me abrazó, y mientras me daba una cosa pegajosa me dijo: 
—Tato, yo sé que usted es contrera, le dejo una bomba de plástico, no tiene más que pegarla bajo su asiento...
Le di un empujón a la mujer y tiré el chicle:
—¡Usted es loca, yo soy Juancista, además no voy a agujerear el barco donde estoy navegando!
En eso llegó Chunchuna, hecha una pintura.
Solano Lima la miró y exclamó suavemente:
—Dichoso el general, que vendrá bien acompañado.
Chunchuna agradeció...
Marilina Ross llegaba enyesada; muy gentil, el doctor Taiana le dijo: 
—Quien fuera osteólogo para arreglarle el cubito...
—Gracias, compañero cirujano...
Así se hicieron las cuatro de la tarde. La gente comenzó a recostarse contra las paredes. 
Una señora murmuraba: 
—Yo concurro porque estoy cierta de que por el camino del Juancismo se llegará al socialismo... Un mozo de cordel le contestó hablando de costado: 
—Usted de política sabe como yo de los cromosomas del sapo, ¿no se acuerda cuando los muchachos hicieron charamusca la Casa del Pueblo?... 
La mujer que dijo las reflexiones del socialismo contestó:
—Yo no hablo con personal auxiliar... En otro rincón, un caballero comentaba: 
—Por las vías del Juancismo se llegará al nacionalismo absoluto... 
El mozo de cordel, que era muy metido, volvió a intervenir: 
—Usted tiene mala memoria, acuérdese cuando le declaramos la guerra al Eje, cuando el Eje estaba hecho pomada... Las dos conservetas le dieron una propina al mozo, y éste se calló, sobornado...
Silvana Roth comentaba: 
—Los artistas todos estábamos con el Hombre... 
—¡Por supuesto! —dije... claro que había otros como Petrone, Caviglia, de Libertad, Arturo García Buhr...
—Los militares unánimamente estábamos con el Hombre —charlaba el general Gatigatti. ..
—Por supuesto, —dije yo..., había otro también Menéndez, Lonardi, Osorio Arana...
—Los escritores estábamos con el Hombre —decía José María Castíñeira de Dios...
—¡Sí, claro, dije yo, menos Borges, que laburaba de inspector de aves y huevos.
—Los músicos estábamos a favor del Hombre —dijo Hugo...
—¡Por supuesto! —lo apoyé yo. Por eso salían tan bien las marchas, claro que también estaban O. Pugliese y Juan José Castro...
—Y los científicos también éramos Juancistas —decía Taíana...
Y yo me acordé de Houssay, ganando el Premio Nobel sin que aquí nadie lo mencionara...
—¡El compañero Bores es valiente al recordarnos sutilmente los errores! —exclamó Lorenzo Miguel para evitarme disgustos..., pero la conciliación arreglará todo...

 

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