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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

PASTORAL
Abrirse la cabeza
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Durante la primera mitad del año anterior, Pastoral tuvo una actividad intensa en cuanto a conciertos, que en los últimos seis meses fueron postergados para dar tiempo a la grabación de su cuarto álbum: "Atrapados en el cielo".

Revista Pelo
1978

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Ese disco posiblemente representa un paso hacia la consolidación de la línea cancionística que caracteriza al dúo desde sus comienzos. Al mismo tiempo, a partir de este álbum y durante el año que se inicia, las perspectivas de uno de las integrantes se ampliará: Alejandro de Michele tiene el proyecto de presentar una obra con una concepción distinta de la que realiza Pastoral.
Sin pretensiones mesiánicas, con la simple intención de entregar una música desprovista de alardes técnicos virtusísticos, Pastoral afianza su propuesta de canciones llanas, asentadas sobre las melodías sencillas antes que sobre el ritmo arrasador o la superelaboración.
La fácil comprensibilidad de sus canciones, letrísticamente cotidianas, ha hecho del dúo un fenómeno de permanencia, desde que, hace seis años, se subieron a un escenario para cantar temas accesibles. Hoy, con su cuarto álbum en la calle, Pastoral tiene la posibilidad de intentar, por separado, experiencias diferentes desde el punto de vista musical, y esto es lo que pretende Alejandro De Michele (¿con miras a una separación?). Los avances del dúo, las perspectivas como solista de De Michele, y sus necesidades musicales fueron expuestas por los dos integrantes de Pastoral.

¿Cuál es la trascendencia que le dan a este último álbum en la carrera de Pastoral?

Alejandro De Michele: Significa el cuarto paso de Pastoral. Venimos de trabajar en "Humanos" con arreglos orquestales; en cambio "Atrapados en el cielo" está elaborado sobre la base de una idea grupal. Esa es la diferencia fundamental entre el tercer long play y el último. Nuestra idea es desembocar en algo más compacto, sin perder el estilo que tenemos queremos lograr un sonido más pesado en el sentido de que las canciones se adapten lisa y llanamente a la instrumentación de un grupo, más que a un dúo. Lo estamos haciendo paulatinamente como para no correr demasiado rápido y que la gente no lo entienda; no podemos dar vuelta la página para, de un día para otro, hacer una música totalmente diferente.

Miguel Angel Erausquin: Queremos hacer la música en función de un grupo, no sobre la base de arreglos discográficos que después, en vivo, no se pueden lograr. En este álbum, "Atrapados en el cielo", salvo las gaitas que hoy descubrí cómo se pueden hacer en vivo no hay otros sonidos que no puedan ser reproducidos en escena.

¿En qué se superaron y qué les resta todavía por superar?

A.D.M.: Siempre que se termina un long play, uno entra en la sala de grabación con una idea con la que, cuando lo terminás, y si estás creciendo, nunca estás conforme. En el caso de este disco estamos muy conformes desde el punto de vista del sonido, de la composición, de algunos arreglos, pero indudablemente, después de escucharlo, vemos que lo más lindo que vamos a grabar va a ser pasado mañana o dentro de cuatro álbumes más. Este álbum nos parece superimportante, por la sencilla razón de que la primera vez que Pelo criticó un álbum de Pastoral fue hace muchos años atrás, y desde ese álbum a éste, desde la tapa hasta los temas, el sonido y todo lo que hace a un long play, hay un avance gigantesco. De todos modos, nosotros nos damos cuenta de que queremos hacer otra música. Ayer le decía a Miguel que no quería tocar más los temas de este long play; eso marca pautas fundamentales: indica que estamos creciendo. Tampoco la meta es convertirnos en los maníacos de la corchea, como para hacer música superextraña, como para demostrar que somos capaces de unir catorce tonos disonantes, y canto desafinado para decir que hago la música del futuro, cósmica. Nuestra onda no es ésa; tendemos a crecer desde el punto de vista musical, pero no queremos empezar a correr antes de empezar a gatear.

M.A.E.: Además, para hacer eso tenés que tener vivencias que sean diferentes. Además de estudiar, practicamos para incluir más decisivamente la guitarra eléctrica, con todos los cambios que eso implica. Lamentablemente -y digo esto porque en realidad sería bueno que te sucediera una cosa así de entrada-, empezás a conocer la onda que tiran dos guitarras, una acústica y una eléctrica, después de tocar siete años con un tipo, con el que grabás y discutís cosas. Ahora la guitarra eléctrica no es utilizada para convertir a Pastoral en un grupo de rock pesado, sino como instrumento que te aporta un montón de cosas. En cuanto a la superación, quiero superarme yo estudiando y tocando en lo sucesivo guitarra eléctrica, y lo voy a hacer porque es un aporte en distintos niveles: arreglos, composición... cambia el color de las cosas. Con los temas de este álbum que la tienen y en los que vamos a hacer más adelante, la guitarra eléctrica la voy a tocar yo; para eso me compré una Gibson 335.

A.D.M.: En cuanto a mi superación, a mí siempre me copó escribir musicalmente, y pienso que en ese sentido puedo superarme -en esto estoy con Miguel- estudiando; a pesar de que creo que los más grandes músicos tienen dentro de ellos un estigma muy especial, que lo amplían por medio del estudio. A mí me pasa que, en algunas cosas, me veo limitado desde el punto de vista manual para tocar un instrumento; muchas veces compongo con la cabeza o con la garganta. Pienso que la superación es un problema individual, no de estar dentro o fuera de Pastoral. El hecho de que en determinado momento -que ya lo charlé con Miguel- quiera hacer una obra integral u otro tipo de cosas, es más coherente que lo haga fuera de Pastoral, porque es algo distinto. Es una necesidad imperiosa de grabar algo así, aunque cuando termine de hacerla la guarde en un cajón de mi casa. Estoy abriéndome la cabeza con armonías que hasta ahora no utilicé y no quiero usar para hacer un temita.

 

 

 

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¿Cómo pensás llevar a la práctica, ese proyecto?

A.D.M.: En principio, es una obra integral, todavía no sé si será una obra hilada, con temas que. empiecen y terminen. Ya tiene nombre, se llama "Federico siete vidas", tiene un argumento y supuestamente tendrá siete movimientos. Se trata de un gato qué viene de fuera de nuestro mundo, de un país especial de otra galaxia, del país de los colores. El gato llega a la Tierra y conoce a una persona y empieza a vivir sus siete vidas a través de esa persona. Vive con todas las cosas, le pasan las mismas cosas que a todo el mundo y, en determinado momento muere, mientras esa persona queda en la Tierra y Federico vuelve a su país de origen. Esa es un poco la síntesis; quizá no está totalmente claro, porque todavía no está definida en su totalidad. Todavía no lo hablé con Miguel: no sé si el próximo álbum de Pastoral va a ser un solo disco o dos, siendo uno mi álbum solista dentro de ese álbum del dúo, o la obra con Miguel como Pastoral. Me coparía mucho trabajar con él porque, ante la posibilidad de trabajar con otra gente, prefiero hacerlo con Miguel, porque lo conozco hace mucho tiempo y todo es más fácil. Los dos estamos viviendo das etapas completamente distintas; Miguel viene muy fresco, muy tranquilo, y lo refleja en las cosas que compuso. De pronto, mi obra integral no es tan así, es no complicada, sino más melancólica en partes.

¿Por qué componés esa obra?

A D.M.: Siempre tuve ganas de poder cantar, no para demostrar que puedo cantar muy bien, sino para utilizar otras armonías que me permitan usar la voz con otro enfoque, y no obligado a lo que es Pastoral; aunque obligado por mí mismo. Tengo la necesidad de sacar una cantidad de cosas de adentro mío, y poder cantarlo con un grupo; sin preocuparme porque haya un comienzo y un final definitivo, como en una canción. La polenta de Pastoral no tiene nada que ver con la obra, Pastoral es una realidad para nosotros dos; en cambio con respecto a la obra, sólo yo sé que está. Estoy en la etapa de encontrar los músicos con los cuales voy a tocar. En cuanto a planes futuros, lo primero que se va a hacer es el recital de presentación de "Atrapados en el cielo", y puede ser en el Opera, Gran Rex o Coliseo. No queremos estadios de mucha gente, donde se va a perder todo; queremos hacer una cosa compacta. Ya estamos ensayando con lo que va a ser nuestro nuevo grupo de apoyo: Ronán Bar en bajo, Ricardo Harbeo en teclados y Moro en batería. Para la obra todavía no sé con exactitud quienes me van a acompañar; por lo pronto sé que en la batería va a estar Moro, en bajo estaría Ronán y quizá Pedro Aznar, y también me ayudará Miguel. La obra se presentaría en junio.

¿La actividad solista de Alejandro puede resquebrajar a Pastoral?

M.A.E.: No creo. Una vez dijimos que íbamos a hacer un long play cada uno; Alejandro tiene necesidad de hacer la obra; por mi lado, hago otras cosas que no tengo necesidad de que se concreten, en un disco de manera inmediata. Quizás el año que viene o antes de fin de año haga un long play.

A.D.M.: No hay un problema de egocentrismo, nunca estuve preocupado porque mis manos superen mi cabeza. No me preocupo por ser un superinstrumentista, sí me preocupo por estudiar armonía y composición, para abrirme la cabeza y pisar firme en la senda que quiero.

M.A.E.: Lo principal de todo ya no es un problema musical sino social. Hace seis años que estamos tocando y llegás a un punto en que hay presiones por superar; presiones a nivel individual, las que tenemos juntos, más las externas que son las primordiales: periodísticas, de grabadoras, de mil cosas. Por esas presiones, que son muy fuertes, en la Argentina no hubo un grupo que durara más de tres o cuatro años. Con esto no quiero decir que los que se separan son estúpidos.

A.D.M.: En definitiva, la crítica constructiva o destructiva es importante. Supongo que si a la destructiva la encarás desde el vamos como tal es idiota, y no le sirve a nadie; ni a vos ni al tipo que es criticado.

 

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