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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Los de Fuego

La banda se forma con bastante anterioridad a ser reconocida por el público, allá por 1958, haciendo de esta la primera banda de rock del país. Reproduciendo a pulmón conocidos hits de la época con letras adaptadas al español por Ben Molar, la primera formación (la original) estaba compuesta por cinco amigos de la infancia; Miguel "Lito" Vázquez, Héctor Centurión, Roberto Sánchez, Carlos Ojeda y Armando Quiroga. Debutan el domingo 6 de mayo de 1962 en el salón "La Polonesa" de Valentín Alsina. Luego de un tiempo y varios cambios en su formación (pasaron también por el grupo oficial, Enrique Irigoytía, Armando Lujan y Juan José "Pichi" Sandri), Los de Fuego, de la mano de Mario Naón, emprenden una vertiginosa carrera que llevaría a la banda a enfrentar exitosas presentaciones en vivo y en televisión, un Luna Park a pleno y a Sandro lo catapultaría a su futura carrera solista, pero ya fuera del rock.
Los de Fuego continúan hoy tocando el mismo rock & Roll que los hizo famosos, con la esencia del toque y sonido originales, presentándose en teatros, bingos y casinos de Buenos Aires y el interior del país. Actualmente el tema "Alegría por todas partes" suena a diario como cortina de una campaña de un importante proveedor de conexión a internet

datos y fotos
aportados por

Mariano
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infolosdefuego@hotmail.com

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Reportaje realizado en Página 12
http://www.pagina12.com.ar

A fines de los ‘50, en la prehistoria del rock nacional, una bizarra banda nueva llamada Los de Fuego tenía poco que imitar fronteras adentro. Apenas dos tibios precedentes en su estilo: uno duro, Eddie Pequenino, y el otro blando, Billy Caffaro. Y, pese a que también existían diversos grupos catalogados como rockeros –Los Duques de Tanguito, Jackie y los Ciclones o Los Pick Ups–, ninguno de ellos tenía las intenciones transgresoras del primer guarro argentino, por entonces conocido como Roberto Sánchez. Sandro, líder de Los de Fuego, irritó como nadie al pacato statu quo cultural de la época, mientras Pappo y Moris eran aún niños de pecho. Desde los suburbios de Valentín Alsina, Sandro desarrolló un estilo salvaje más emparentado a la actitud corrosiva de Gene Vincent que al rulo ingenuo de Bill Haley. Por supuesto, no podía haberlo hecho solo: sus secuaces del barrio le pusieron música a su actitud. “El era el líder indiscutido y nosotros los locos que aprobábamos sus locuras”, introduce Miguel “Tito” Vázquez, guitarrista de Los de Fuego.
Enrique Irigoitía y Héctor Centurión, los otros cincuentones que charlaron con Página/12, también fueron parte del elenco que recorrió los suburbios junto a Sandro entre 1961 y 1963. Y ambos, a diferencia de Tito, participaron de los cinco discos que grabaron Los de Fuego en aquellos años (los mismos que este diario ofrece a sus lectores los domingos), Enrique como guitarrista y Héctor como bajista: “Lo pienso y no lo puedo creer, tocábamos todos los días menos los lunes. El ritmo era infernal, ir a despertar a Sandro para tocar era un ritual cotidiano”, rememora Héctor.
–¿Cómo conocieron a Sandro?
Enrique Irigoitía: –Me lo presentó un amigo, Bernabé Gutiérrez, en el bar Pancho de Valentín Alsina, en 1959. Sandro ya cantaba con su barra de amigos y al enterarse de que yo tocaba la guitarra me propuso hacer algo con él. Le enseñé los primeros tonos y al poco tiempo formamos un dúo llamado Los Caribe. Hacíamos boleros, interpretaciones de Los Fernando como “Sigamos pescando” y cosas por el estilo. La cosa duró hasta que me tocó la colimba. En ese momento, yo también cantaba en un grupo llamado Los Reyes del Swing, hacíamos shows en algunos clubes de Villa Diamante y, cuando me tocó la colimba, le dejé mi lugar a Roberto. Cantó todo el año con ellos y, cuando volví, me encontré con una sorpresa: me llevó a la casa y me mostró tres guitarras, un bajo, equipos y una batería. Fueron los primeros instrumentos de Los de Fuego.
–¿Hicieron rock and roll desde el principio?
E.I.: –Sí. Yo tocaba la primera guitarra, él la rítmica, Héctor el bajo y Armando Luján la batería. En un momento también se unieron Armando Quiroga y Juan José Sandri.
Miguel Vázquez: –Mientras Enrique estaba en la colimba, la historia siguió. Roberto tenía muchísimos amigos en el barrio: con algunos tocaba, con otros iba a bailar... Venía a mi casa porque yo tenía una guitarra, y existían pocas guitarras eléctricas en el país. Había una en Casa América que la mirábamos con la ñata contra el vidrio. El primer bajo lo hicimos con una guitarra criolla a la que le cambiamos las cuerdas por unas de acero. Y el primer equipo que tuvimos estaba hecho con un tocadiscos viejísimo que teníamos que probar para ver de qué lado pateaba, porque nos podíamos quedar pegados. No teníamos plata para comprar equipos y tocar rock. Y vivíamos en el Distrito 15 de Lanús, un lugar castigado por peronista.
–¿Cómo se les ocurrió adoptar una actitud transgresora, reñida con el sentido común de la época?
M.V.: –Básicamente mirando a Elvis. Al principio fue duro, la gente de Valentín Alsina no nos soportaba. Era un barrio tanguero, de gente trabajadora, y nadie nos entendía. Pero no sólo éramos mal mirados en el barrio: cuando fuimos a tocar a “Escala musical” con musculosas agujereadas, el canal se alborotó. Los productores estaban acostumbrados a ver chicos lindos...
–¿De qué manera reaccionaba la gente al verlos tocar así vestidos y haciendo una música “anormal” para aquella sociedad?
M.V.: –Causábamos estupor en las familias. Cuando tocamos en el Luna Park, la gente se volvió loca. Nos tiraron de todo y después nos echaron. Nuestros shows provocaban una reacción de furia contenida. Eran muy chocantes y servían para que la gente exteriorizara sus broncas cotidianas. Eran una especie de circo romano. El público explotaba por todo lo que no había explotado en la semana.
–¿Y cómo fueron ganando adeptos en ese contexto complicado?
Héctor Centurión: –A través de la publicidad boca a boca. No teníamos propaganda en los medios y las radios pasaban muy poco nuestros temas. Es más, no vendíamos discos. Pero contábamos con la ventaja de la gran cantidad de gente que nos venía a ver.
–Antes de grabar el primer disco eran Los de Fuego, a secas. ¿Había diferencias entre ustedes y Sandro respecto de las cuestiones de liderazgo?
M.V.: –No. Nosotros nos definíamos como sus secuaces. Roberto era el personaje especial, el que le ponía al grupo una esencia de fuego. Era el líder y nunca hubo dudas en eso.
–¿Qué los diferenciaba de otros rockeros de la época como Los Duques o Los Pick Ups?
M.V.: –Ellos actuaban y se vestían de una manera que no condecía con lo que era el rock and roll para nosotros. El rock tenía que levantar a la masa de alguna manera, sacándole todo lo que tenía adentro. La nuestra era una actitud más visceral. Roberto lloraba, gesticulaba y hacía cosas que contagiaban a la gente. De hecho, el éxito que tiene hoy no surgió por generación espontánea. Sandro era una máquina de ideas y nosotros éramos muy locos también. Lo seguíamos en todo y ninguno se oponía a sus ideas.
–¿A qué nivel de locura llegaron?
E.I.: –A tirarnos al piso con él. Cuando deliraba en el suelo con el micrófono para arriba, nosotros nos arrodillábamos y gritábamos alrededor.
M.V.: –”Escala musical” hacía un programa donde mostraba lo fantástico de la juventud: todos los chicos bien arregladitos, las chicas con colitas de caballo... y nosotros tocamos ahí con camisetas quemadas con cigarrillos.
H.C.: –Una vez grabamos un show para la TV disfrazados de Los Beatles. Y nos echaron porque nos pasamos el día saltando por arriba de los lujosos sillones que había en el estudio.
–¿Tuvieron problemas con la policía?
M.V.: –No. A lo sumo, la gente podía llegar a tirar una silla o a pelearse, pero la violencia era muy distinta. Nada que ver con lo que pasó después con Jim Morrison o los Stones. Acá todavía existían las familias italianas y españolas, a las que les resultaba muy chocante vernos, pero no pensaban en matarnos o en matarse entre ellos. Era puro griterío.
H.C.: –Viajábamos en colectivo en ojotas y con una guitarra desenfundada al hombro. El chofer dudaba entre llevarnos, tirarnos a la calle o entregarnos a la policía.
–Hay mucha leyenda respecto de la actitud de Los de Fuego. ¿Qué pasaba realmente en el escenario?
M.V.: –Es cierto que no contagiábamos tranquilidad, el rock and roll te lleva, te energiza. No es precisamente una música para escuchar sentado. Si a eso le agregás que estaba bien tocada y que la imagen de Sandro era puro fuego... era un escenario en llamas.
H.C.: –Había mucha energía, pero no se llegaba a un extremo violento. Una vez que se terminaba el show, se terminaba todo. Nuestro público era efervescente: gritaba, saltaba, pero pensaba de otra manera.
E.I.: –Un día de 1961 nos contrataron para tocar en Obras, que en esa época era muy bacán, muy petitero. Y los muchachos no podían ver a Sandro. Empezaron a llover monedas, y me rompieron la guitarra y la cara. En un momento, Roberto se agachó, agarró una moneda y le dijo al público: “Esta moneda a mí no me sirve, ¿por qué no la ponen en una alcancía de ALPI, que ahí va a dar más resultado?”. Hicimos un tema más y nos fuimos. Se habían calentado porque se empezó a mover descaradamente y en ese lugar la gente era muy conservadora. Los novios lo agredían y las novias lo disfrutaban.
–¿Cómo era la reacción de las mujeres?
M.V.: –El hecho de ver en el escenario a un tipo que rompía con las estructuras, vestido de cuero negro y pintado cuando la moda eran los saquitos petiteros, era imposible de entender. Hacía los mismos movimientos pélvicos que Elvis y eso, en aquel contexto, ejercía una atracción muy fuerte. Primero por curiosidad y después por seducción. Las mujeres iban a los shows porque Sandro contravenía todas las reglas y tenía un aspecto sexual muy definido. Se volvían recontralocas. Era el macho. Era el James Dean argentino.
E.I.: –La energía que irradiaba era tal que una vez nos prohibieron en “Sábados Circulares” por movimientos obscenos. Zafamos gracias al director del programa, pero estuvimos tres meses sin laburo. Creo que el hombre se dio cuenta de que no éramos degenerados y que las chicas enloquecían, vibraban disimuladamente.
H.C.: –Mancera había llegado de Francia de ver a Johnnie Halliday y cuando se encontró con nosotros no lo podía creer. Acá pasaba lo mismo que en Francia, y por eso nos contrató para tocar todos los sábados.
–¿Los iban a buscar las mujeres después de los shows?
E.I.: –Eran más disimuladas, pero hacían lo mismo que ahora.
–¿Ya les tiraban bombachas?
E.I.: –Todavía no. Lo que sí sucedió una vez fue que Sandro le tiró a la gente una guitarra nuevita en el Club Ameghino y a los dos minutos se la mostraron en pedacitos.
–¿De dónde sacaban las ideas musicales?
H.C.: –Ibamos a una disquería especializada en rock y nos pasábamos horas y horas escuchando temas de Little Richard o Gene Vincent que conocíamos nosotros solos.
M.V.: –Juntábamos plata para comprar revistas extranjeras, habitualmente francesas, y copiábamos la estética de los músicos.
–¿Cuáles eran los temas que más agitaban al público?
E.I.: –Precisamente, “Hay mucha agitación”, que era nuestro caballito de batalla. Con ese tema cerrábamos todos los shows.
H.C.: –También hacíamos lentos, como “Los brazos en cruz”. Se volvían locas cada vez que Roberto caía en el piso con los brazos cruzados.
–¿Qué visión tenían respecto del contexto que los rodeaba en la época, del Club del Clan y todo eso?
E.I.: –Cada uno hacía lo suyo.
M.V.: –A mí me gustaba Billy Caffaro. El tipo era un transgresor. En cambio, los del Club de Clan imitaban una música que se veía en películas. Eran una cosa armada al estilo Canal 13, tenían que ser lindos y esas cosas. Nosotros éramos más reos, de barrio.
–Algo así como el rock chabón de los primeros ‘60.
M.V.: –Se nos asociaba más con el pueblo. Nosotros éramos Gene Vincent y ellos Paul Anka. Estábamos más consustanciados con la bronca popular.
H.C.: –Enrique fue el primer argentino en gritar en un tema de rock. Eso, obvio, lo hacían los rockeros yanquis. Pero acá no se conocía.
E.I.: –Fue cuando fuimos a dar la prueba a CBS. Probamos “Hay mucha agitación” y el director de la compañía rogó que el tema quedara así, y salió con los gritos primales.
–¿Cómo fue la separación de Los de Fuego? La historia oficial cuenta que a Sandro le recomendaron dedicarse a la música melódica...
E.I.: –Y fue así. Recién a los tres meses de haberse separado de nosotros triunfó con “Quiero llenarme de ti”. Muchos buscaban que cambiara su actitud.
H.C.: –Se desenvolvía bien en varios géneros. Ya había cantado boleros y le daba para hacer música melódica. Nosotros lo veíamos venir.
–¿Qué hicieron después de la separación?
H.C.: –Bueno... empezaron a aparecer bandas distintas como Almendra o Manal, y nosotros nos tiramos a hacer música orquestada sin cantante.
M.V.: –Yo seguí aferrado al rock. Trabajé como manager de El Reloj...
–¿Y cómo fue la relación con Sandro?
M.V.: –Siempre supo separar a Sandro de Roberto, y nosotros siempre estuvimos de ambos lados.
E.I.: –Pero sería muy lindo que, cuando termine con los shows del Gran Rex, se junte a tocar con nosotros y cante aunque sea sentado.
M.V.: –Pero Sandro piensa que lo pasado es pasado, y no hay regreso.

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Lito y Hector

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en canal 7

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en 1961


Dice la leyenda que el grupo Los Caniches de Oklahoma grabó un demo con un tema de Sandro, que llevaba el sugestivo título de "Comiendo rosquitas calientes alrededor de Puente Alsina". En 1962 Los Caniches de Ok1ahoma se convirtieron en Los de Fuego. Durante un tiempo el cantante fue el bajista Héctor Centurión, mientras Roberto era la primera guitarra. Lo otros integrantes eran el baterista Armando “Cacho” Quiroga, Miguel “Lito” Vázquez en guitarra rítmica y Carlos Ojeda en piano o percusión.
Son muchos los que aseguran haber presenciado presentaciones de estos grupos en diversos lugares del Gran Buenos Aires, pero las versiones suelen ser contradictorias o exageradas. Se habla de una actuación en la que un grupo de tangueros destrozó los instrumentos del grupo, de un recital en el Luna Park en la que fueron obligados a retirarse del escenario a fuerza de monedazos, etc. Lo concreto fue que en una de esas presentaciones realizada a fines de 1962, probablemente el 6 de Diciembre, Héctor se quedó sin voz y Sandro ocupó su lugar, con excelente repercusión en el público.
Durante una actuación en el club Bomberos Voluntarios de Ramos Mejia los escuchó Mario Naom, representante de Jackie y Los Ciclones, que les consiguió en 1963 la ocasión de grabar "en serio". CBS probó al grupo y decidió darle una oportunidad... a Sandro, como solista. El 13 de Septiembre registró un simple con las versiones castellanas de "¿A esto le llamas amor?" (de Paul Anka) y "Eres el demonio disfrazado" (gran éxito de Elvis), acompañado por Milo (seudónimo de José Carlí) y su Conjunto. El disco pasó desapercibido.
Grabó luego dos hermosos temas: "Bésame Pronto", otro hit de Elvis (que registró en la misma época Johny Tedesco en RCA) y "Choza de Azúcar", éxito de Jimmy Gilmer & The Fireballs. Ambos fueron incluidos en el EP "Presentando a Sandro", cuyo título y diseño sirvieron para el CD, que incluye los dos temas en sus versiones originales y en versiones stereo inéditas. Completaban el EP "¿A Esto le Llamas Amor?" y "Polka Rock".
Tras mucho insistir, Sandro logró convencer a los directivos de CBS para grabar con Los de Fuego, que habían tenido varios cambios de integrantes. El 28 de Febrero de 1964 Juan José Sandri (guitarra), Enrique Irigoytía (guitarra rítmica) Héctor Centurión (bajo) y Sandro (voz) grabaron su primer tema como Sandro y los de Fuego: "Hay Mucha Agitación" (el célebre Whole Lotta Shakin' Goin' On que consagró a Jerry Lee Lewis). Fue publicado en un simple con "Las Noches Largas", tema italiano popularizado por Adriano Celentano, y ambas canciones se incluyeron en el EP "Al Calor de Sandro y los de Fuego" (posteriormente título de su segundo LP), con "Twist de Mama Gansa" (de Teddy Randazzo) y "Viajero Solitario", un tema folk no muy difundido, con versiones del Kingston Trio y de The Weavers.

extraído de la rockola http://rockolamusic.com.ar/Sandro.htm

 

del libro Historias del Rock de Acá de Ezequiel Abalos
fragmento del reportaje a Billy Bond

¿Como empieza el tema musical?

El tema musical empieza a los 17, 18 años. En esa época había una especie de moda de bailadas donde se bailaba mucho rock & roll y a mi me gustaba mucho el rock, Gene Vincent, Elvis. Un día fui a uno de los bailes que organizaba un disk jockey en una radio de Buenos Aires que se llamaba Mario Naom, que eran de cuarta categoría y no sé porqué razón me dijo - Mira, vos podes ser cantor -. El tenía otro cantor que se llamaba Jack/, un negro que cantaba muy bien y que tiempo después fue Jack y los Ciclones. Un día fuimos a hacer una prueba para la CBS con Mr Lear Jacky grabó y yo me quedé en la retaguardia, porque Jacky era mayor tenía mucha más cancha, yo todavía estaba medio inseguro con lo que iba a ser Conclusión, Jacky grabó como Jack y los Ciclones, llegó el carnaval, Jacky tuvo suerte, hizo suceso con el tema "Susy, la Coqueta" y metió el disco. Cuando lo empieza a meter empieza a hacer bailes,'Naom, que era el empresario de él, me dice - Mira, vos vas a abrir los shows de Jacky y vas a cantar rock & roll -, que era lo que yo cantaba. Ahí empecé a abrir los shows de Jacky, solamente que Jacky iba en taxi y nosotros íbamos en ómnibus con los equipos.

¿Con qué músicos estabas?

Estaba con el hermano de Juan Rodríguez, que tocaba guitarra y cuando precisamos un baterista, lo agarramos a Juan, le pusimos dos banquetas en la mano y le dijimos -Vos sos el baterista -, él no era baterista, no sabía tocar batería. También teníamos un pianista que tocaba piano acústico y un bajista que no me acuerdo los nombres. Con ellos abríamos los shows de Jacky, solamente que era muy sacrificado, a las 4 de la matina tomábamos un ómnibus con los equipos y los trajes de lame y nos tocamos a Lomas de Zamora. Nuestros equipos de sonido eran un radio transformado, era un radio con válvulas con entrada para guitarra, no teníamos equipos de sonido, había Fender pero nadie tenía Fender. Jacky tenía Fender porque era famoso y todo lo demás. Yo tenía una característica, lo imitaba a Elvis Presley y el conjunto se llamaba Sandy y los de Fuego, Sandy era yo y los de Fuego eran Juancito y todos los demás. Así empezamos, hicimos el primer baile, el segundo baile, el tercer baile y no nos garpaban, entonces medio como que nos peleamos con este manager conclusión que nos echó a la mierda y en ese mismo carnaval Mario Naom puso a otro tipo que se llamaba Sandro, entonces hicieron todos los bailes que tenían que hacer con Sandro y los de Fuego, ese fue el inicio de la historia. Después de eso Sandro empezó a tener mucha polenta y consiguió grabar en CBS, mira como son las cosas, ese lugar en la CBS ese año era mío, no fue mío y fue de Sandro, no le quito el mérito a nadie ni nada, Sandro me parece un gran profesional, no importa si te gusta o no te gusta la música que hace ni deja de hacer pero en aquella época cantaba rock & roll. Después de eso nos profesionalizamos realmente, hicimos un conjunto que se llamaba Los Bobby Cats con Willy Verdaguer y nuestros rivales de barrio eran The Lions. donde estaba Ricardo Lew, y Los Dukes, banda donde cantaba Tanguito, que hacían una música que se llamaba "Mi Pancha" y eran manejados por el Papá Ventanero, un famoso conductor de un programa de radio fuertísimo. En estos bailes nos encontrábamos con Los Dukes y con Los Lions. Lo que funcionaba en aquella época era el rock & roll cantado en mejicano por causa de Enrique Guz-mán y de los Teen Tops, entonces todos los conjuntos de la época ya cantaban rock & roll en español pero no era español español, cantaban medio en mejicano. En esa misma época los conjuntos eran Los Wonderful, los que estaban en La Escala Musical. Los Ventures y un poco más adelante The Shadows. Con estos Bobby Cats conseguimos hacer varios programas de televisión, hicimos la Escala Musical y nos fue muy bien.

 

 

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